sexta-feira, 4 de julho de 2008

Isabel Allende: "Fue el primer socialista democrático global"



La diputada e hija del Presidente Allende asegura que "hoy, con serenidad y alegría puedo escribir que mi padre es un referente universal".

La historia primero la escriben los vencedores. Las palabras Salvador Allende y Unidad Popular estuvieron prohibidas en Chile hasta 1989. Hoy el nombre del Presidente está en calles, centros culturales, aulas universitarias, clubes deportivos y plazas en innumerables ciudades del país y del mundo. Su figura, reconocida por la historia y potenciada por las nuevas tecnologías, es ahora sinónimo del primer socialista democratico global. Su legado –que antes encarnaron Recabarren, Aguirre Cerda y Frei Montalva- se expresa en el proyecto de país más justo y equitativo que deseamos construir.

Hoy, con serenidad y con alegría, puedo escribir con orgullo que mi padre es un referente universal. La temprana vocación pública de Salvador Allende lo llevo a presidir el Centro de Alumnos del Liceo Eduardo de la Barra, igual cargo alcanzó en la Escuela de Medicina y más tarde fue vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. Fue cofundador del Partido Socialista de Chile y su secretario general. Continuó como diputado, ministro, senador, Presidente del Senado y finalmente Presidente de la República. Su propuesta de vía chilena al socialismo -es decir, construir una sociedad socialista en democracia, pluralismo y libertad- impacta profundamente en el mundo y en las nuevas generaciones, y abre el horizonte de una concepción ético-política de consecuencia y compromiso permanente con la igualdad.

Tal como él lo dijo “Pienso que el hombre del siglo XXI debe ser un hombre con una concepción distinta, con otra escala de valores, un hombre que no sea movido esencial y fundamentalmente por el dinero, un hombre que piense que existe para la fortuna una medida distinta, en la cual la inteligencia sea la gran fuerza creadora”.La singularidad de su proyecto fue conjugar socialismo y democracia, cambio e institucionalidad. En su primera intervención ante el Congreso Pleno, el 21 de mayo de 1971, dijo al país: “Estoy seguro que tendremos la energía y la capacidad necesarias para llevar adelante nuestro esfuerzo modelando la primera sociedad socialista edificada según un modelo democrático, pluralista y libertario”. Lejos de sus convicciones estaba el empleo de los métodos violentos de lucha o las rupturas históricas que pretenden hacer tabla rasa el pasado. Al contrario, creía que los cambios tenían la solidez necesaria cuando habían sido internacionalizados por la conciencia colectiva, incorporando además, la memoria histórica y las tradiciones. “Rechazamos en lo más profundo de nuestras conciencias -decía el Presidente Allende- las luchas fratricidas… el respeto a los demás, la tolerancia hacia el otro, es uno de los bienes culturales más significativos con que contamos”.

Fue un defensor de la democracia, la que entendía como un bien superior, sin importar sus imprefecciones, ya que a través de sus instituciones y normas es perfectible cuando existe un alto grado de conciencia social. Sostenía que la sociedad debe ser plural y que cada ser humano debe ser libre y detentador de dignidad y derechos. Allende fue ante todo un luchador social y junto a una generación de figuras emblemáticas como Clotario Blest, el Padre Alberto Hurtado y Luis Emilio Recabarren, enfrentó un siglo azotado de guerras, de explotación e injusticia para los trabajadores. Ellos, desde sus testimonios de vida, llevaron un mensaje de solidaridad, unidad, y esperanza para la construcción de un mundo mejor. La grandeza de Salvador Allende -quien amaba la vida- no está sólo en el acto heroico de su muerte, sino en la fe irrenunciable por construir una sociedad mejor y en la tenacidad y valentía que demostró en su empeño por alcanzarlo. En su fe profunda en el ser humano.

Cuando aclamamos este centenario, celebramos las semillas que plantó Allende: no sólo su pasado, si no por sobre todo la vigencia de sus sueños por una patria justa; no sólo su heroico final, sino también su capacidad para aceptar y convivir en la discrepancia y la diversidad; su audacia para innovar en política y su compromiso con los más pobres. En todos los puntos cardinales, en todos los continentes se conmemora el centenario de su nacimiento. Así como en el marco de la “Operación Verdad” -realizada por artistas del mundo que a través de su solidaridad crearon el Museo que hoy lleva su nombre- hoy, al cumplirse cien años de su nacimiento, también son muchos ciudadanos del mundo que homenajean su valor y consecuencia. Y ello hace que la figura de Salvador Allende se constituya en el imaginario internacional como el primer socialista democrático global. Este es el Salvador Allende que recordaremos siempre.

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