segunda-feira, 25 de novembro de 2013

Bolivia: La relación entre el gobierno y los pueblos indígenas acumula tensiones

Gabriel Delacoste
La Diaria

Luis Tapia, licenciado en Filosofía y doctor en Ciencia Política, impartió el curso “Democracia, actores sociales y partidos políticos en Bolivia contemporánea” para la maestría en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República. Cuando se acerca el año electoral en Bolivia, La diaria lo entrevistó acerca de la actualidad de la política y de los movimientos sociales en su país, en un contexto de conflictos y contradicciones entre el gobierno de Evo Morales y las organizaciones sindicales y campesinas.

Evo Morales es considerado fuera de Bolivia un símbolo del “giro a la izquierda” de la región. ¿Cómo es visto en su país?

Esa imagen se ha ido deteriorando. Empezó como un liderazgo nacional que quería unificar organizaciones indígenas, campesinas y sectores populares, basado en la defensa de la coca, que fue causa nacional durante muchos años. Eso se ha agotado, porque ahora el presidente aparece como un defensor de los intereses sectoriales corporativos de los plantadores de coca, contra las organizaciones indígenas. Y, explícitamente, el gobierno tiene hoy un discurso antiindígena. Entonces su imagen interna es distinta de su imagen internacional.

¿Antiindígena en qué sentido?

No reconoce a las organizaciones indígenas autónomas. Se les están iniciando juicios, se las ha reprimido, y el proyecto del gobierno básicamente consiste en apropiarse de territorios indígenas para concesiones de explotación de bosques, explotación petrolera, minera y proyectos como carreteras y represas.

Hay como una oposición entre modernización y desarrollismo por un lado y economía comunitaria y “buen vivir” por otro.

Desde el inicio del gobierno surgió un discurso de respeto a la Pachamama y el “vivir bien” para legitimar el nuevo plan de desarrollo nacional, pero en los últimos años el proyecto del gobierno ha sido básicamente de desarrollismo extractivista, relacionado con la megaminería, el agronegocio y la ampliación de la exportación de hidrocarburos. No hay nada sobre economía comunitaria. Entonces el mismo gobierno ha abandonado el discurso del “vivir bien” porque ya no es verosímil.

¿Cómo encajan en este modelo las nacionalizaciones en ciertos sectores estratégicos?

Eso es clave. Antes que nada porque era una demanda nacional generalizada, previa a la victoria electoral del Movimiento al Socialismo [MAS, el partido de Morales]. Y también porque la nacionalización es la base del poder económico, que se traduce en poder político del gobierno. Esos ingresos le permiten tener recursos para financiar la política social y la campaña electoral. Sin nacionalización no tendría poder, un poder que le dio un margen de autonomía frente a los norteamericanos, a los que pudo expulsar del país.

Durante este mismo período se dio la refundación de Bolivia como Estado Plurinacional. ¿Cómo se relaciona el modelo de desarrollo con el reconocimiento de la nueva Constitución hacia la economía comunitaria y la autonomía de los pueblos indígenas?

En Bolivia hay tensiones y contradicciones, porque la Constitución reconoce en el artículo 2 los territorios de 36 pueblos y culturas diferentes, además de su lengua y sus formas de autogobierno. Pero luego el gobierno no incluyó en la legislación la consulta vinculante a las comunidades sobre el uso de los territorios indígenas, por lo que es el Ejecutivo el que decide para qué usarlos. Ha entrado en contradicción con los pueblos indígenas de manera bien frontal. Una contradicción entre lo que dice la Constitución y lo que hace el gobierno, montado sobre vacíos de la propia Constitución.

¿Y cómo reaccionan los movimientos sociales?, porque el MAS también tiene una base importante en la población indígena.

Por un lado, se han organizado marchas masivas en torno a la sede de gobierno en La Paz, sobre todo desde el Amazonas, para reclamar consulta previa y rechazar los proyectos de construcción de carreteras y de explotación petrolera. Pero por otro lado, el sector que es base de apoyo del gobierno, los sindicatos campesinos, está interesado en ampliar su frontera agrícola hacia el territorio colectivo indígena. De hecho este sindicalismo ha sido utilizado por el gobierno para reprimir a las organizaciones indígenas comunitarias.

Se dio en 2011 una ruptura entre las organizaciones sindicales y las indígenas. ¿Cómo ve el futuro de los movimientos populares?

Es difícil decir; ahorita diría que estamos en una etapa de descomposición de lo construido durante décadas. El Pacto de Unidad entre indígenas y campesinos [articulación que impulsó una agenda política común], resultado de dos décadas de proceso de unificación, ahora se ha roto. Diría que está en una fase de resistencia, sobre todo por parte de lo comunitario indígena. Lentamente las comunidades están empezando a hacer alianzas con sectores urbanos, sobre todo de izquierda, que a su vez están asumiendo la idea de lo plurinacional, de respeto a los territorios comunitarios.

Me cuesta imaginar un proyecto económico basado en una economía comunitaria de pequeña escala para un país de millones de habitantes. ¿Existe una alternativa al modelo actual?

Eso no existe, no se ha planteado. Lo que se pensó desde el gobierno fue, por un lado, la nacionalización -la estructura productiva sigue siendo la misma, sólo que con mayor control estatal- y, por otro, la ampliación del extractivismo. La economía comunitaria, más que un proyecto, es lo que ha existido a lo largo de siglos, y obviamente no es una alternativa para los sectores modernos. Pero es algo que se puede preservar y evitar que se siga reduciendo.

¿Qué posibilidades le asigna a una nueva victoria electoral de Morales en octubre de 2014?

Yo creo que bajo la actual correlación de fuerzas y legislación electoral, el MAS ya no ganaría. El MAS probablemente tiene un tercio de apoyo en el país, aunque le favorece la fragmentación de la oposición, que no se sabe si se va a unificar. Sin embargo, con un tercio iría a segunda vuelta, y en la segunda vuelta yo creo que perdería.

¿Y quiénes son los desafiantes?

Probablemente quien tiene más posibilidades es Juan del Granado, del Movimiento Sin Miedo [MSM], que está articulando diferentes sectores opositores.

¿Cómo lo definiría políticamente?

Diría que es un partido de izquierda moderada, reformista pero pluralista, y que ha incorporado el tema de lo plurinacional. Ha entrado en una red de alianzas con movimientos indígenas.

Hubo en los últimos años un enfrentamiento con movimientos indígenas en torno a la construcción de una carretera que atravesaría el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure, que últimamente recibe poca atención mediática. ¿Cuál es la situación?

Yo creo que esta baja en la intensidad tiene que ver con el período electoral. El gobierno ha insistido en hacer la carretera, y luego de haber decidido hacerla, como la población demandó una consulta previa, realizó una consulta amañada para dar la imagen de que la gente está de acuerdo. Ha intervenido militarmente, está persiguiendo por la vía jurídica a los principales dirigentes y está montando una red clientelar en la zona para dividir a las organizaciones indígenas. Pero mientras no haya elecciones se está manteniendo un bajo perfil, porque es el principal foco de oposición al gobierno. Por ello, probablemente la obra esté detenida hasta después del resultado de las elecciones.

Morales ha apostado fuerte a la integración de América del Sur, y sin embargo ha habido conflictos importantes entre capitales brasileños y chilenos, por ejemplo, y el gobierno boliviano. ¿Cómo se da esta relación?

El proyecto de integración que se ha ido desplegando en los últimos años es resultado de cambios internos en cada uno de los países, donde ha habido una recomposición de la relación entre Estado, sociedad y economía, lo que ha propiciado un mayor control de recursos económicos, generando una política económica un poco más autónoma a nivel regional, en particular en relación a Estados Unidos. Ahora, esto tiene contradicciones, porque por un lado hay políticas de integración regional, pero lo más fuerte, en el caso boliviano, es la subordinación a la geopolítica brasileña. Gran parte de los proyectos del gobierno son de interés brasileño, y no de la población boliviana, y los hemos financiado nosotros con préstamos del Banco de Desarrollo de Brasil. Están las dos cosas a la vez, las geopolíticas nacionales se despliegan bajo el marco de la integración.

domingo, 24 de novembro de 2013

El poder de las empresas en la cumbre de la ONU sobre cambio climático

Amy Goodman
Democracy Now!

La conferencia sobre cambio climático de las Naciones Unidas de este año se está desarrollando en Varsovia, una ciudad llena de historia. Aquí se encuentra el principal monumento erigido en homenaje a Nicolás Copérnico, el famoso astrónomo polaco que postuló por primera vez que la Tierra gira alrededor del sol y no al revés. El aeropuerto de Varsovia lleva el nombre Frederic Chopin, en honor al brillante compositor que vivió aquí. La pionera de la ciencia de la radiación, Marie Curie, la primera mujer en ganar un Premio Nobel (ganó dos, de hecho), nació aquí.

Aquí también fue el lugar donde estuvo el Gueto de Varsovia, uno de los más horribles símbolos del Holocausto, donde cientos de miles de judíos permanecieron encerrados antes de ser trasladados al campo de exterminio de Treblinka y otros campos de concentración nazis, donde fueron asesinados. En medio del terror de la ocupación Nazi, los judíos del gueto se alzaron en un valiente acto de autodefensa. Más tarde, inspirados por el levantamiento del gueto, los habitantes no judíos de Varsovia también se alzaron y lucharon durante dos meses antes de ser finalmente derrotados por las fuerzas de ocupación alemanas. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, 6 millones de polacos, la mitad de ellos judíos, habían sido asesinados y un ochenta y cinco por ciento de la ciudad de Varsovia estaba en ruinas.

En este preciso lugar se está desarrollando la 19a Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), denominada COP 19. Miles de negociadores de los 198 países miembros de la Convención caminan con prisa a través de los corredores de tela provisorios instalados en el campo del Estadio Nacional, al igual que representantes de numerosas organizaciones no gubernamentales y miembros de la prensa. La cumbre de este año tiene una característica diferente: el auspicio de las empresas.

“Esta probablemente sea la conferencia sobre cambio climático con mayor presencia de las empresas que jamás hayamos visto", me dijo Pascoe Sabido. "Esto no significa que en las anteriores no haya habido una gran influencia de las empresas. Sin embargo, lo que es diferente esta vez es el nivel de institucionalización, el grado en el que el Gobierno polaco, la ONU y la convención misma, han recibido a las empresas con los brazos abiertos y han alentado su participación”. Sabido trabaja en la organización Corporate Europe Observatory, que publicó un folleto denominado “Guía de la COP 19 sobre el lobby empresarial: delincuentes climáticos y complicidad del Gobierno polaco”. Algunas de las grandes empresas presentes en esta COP 19, afirma Sabido, son “General Motors, conocida por financiar a grupos de investigación que niegan el cambio climático, como el Heartland Institute de Estados Unidos y está también BMW, que está haciendo cosas similares en Europa, en un intento por debilitar las normas sobre emisiones”. El logo de LOTOS Group, la segunda principal empresa petrolera polaca, aparece en los 11.000 bolsos entregados a los delegados.

Polonia, cuya principal fuente de energía es el carbón, organizó una conferencia paralela junto con la Asociación Mundial del Carbón, denominada Cumbre Internacional del Carbón y el Clima. La Secretaria Ejecutiva de la COP 19, Christiana Figueres, provocó la ira de muchos activistas por el clima al pronunciar el discurso inaugural de la conferencia de la industria del carbón. Fuera de la cumbre, los activistas de Greenpeace colgaron una gran pancarta con los colores de la bandera polaca en la fachada del Ministerio de Economía. La pancarta decía: “¿Quién manda en Polonia: la industria del carbón o la gente?”. En el techo del edificio, otros activistas desplegaron una pancarta con la leyenda: “¿Quién manda en el mundo: la industria de los combustibles fósiles o la gente?”. Mientras tanto, en la plaza que se encuentra abajo, cientos de personas se manifestaban en contra del carbón en una procesión denominada “Cough 4 Coal” (Tos por el carbón) en la que había dos grandes pulmones inflables, que representaban los efectos nocivos del carbón en la atmósfera y en la salud humana.

Mientras que en el Estadio Nacional las negociaciones se iban diluyendo, los activistas gritaban al unísono: “¿Dónde está el financiamiento?”. Los países ricos prometieron brindar apoyo financiero a los países en desarrollo para que realicen la transición hacia fuentes de energía renovables (mitigación) y para que puedan hacer frente a los efectos del cambio climático (adaptación). Oxfam calcula que, hasta el momento, este fondo ha recaudado tan solo 7.600 millones de dólares, muy por debajo de la cifra prometida de entre 30.000 y 100.000 millones de dólares. No se trata de caridad, los contaminadores deben pagar. Hablé con el principal negociador sobre cambio climático de Filipinas, Yeb Saño, en el noveno día de su huelga de hambre, que comenzó el día en que se inauguró la COP 19. Saño me dijo: “Estados Unidos, que es responsable de al menos un 25% de las emisiones totales, tiene una gran responsabilidad, una responsabilidad moral de combatir el cambio climático, no solo a nivel nacional, sino también de brindar apoyo a los países en desarrollo”.

La destrucción causada por el tifón Haiyan es un crudo telón de fondo de las negociaciones en Varsovia. Yeb Saño se enteró de que su hermano sobrevivió al tifón al verlo en las noticias mientras ayudaba a juntar los cuerpos de los muertos. La ciencia es clara: si las temperaturas continúan aumentando, los eventos climáticos extremos se volverán cada vez más frecuentes y más mortales. Luego de que Saño anunciara en un emotivo discurso durante la sesión plenaria de la convención que había decidido iniciar una huelga de hambre, varios estudiantes marcharon en silencio junto a él mientras salía de la sala. Sostenían una pancarta en homenaje a los muertos en Filipinas. Como consecuencia de su acto espontáneo de solidaridad, se les prohibió asistir a las negociaciones sobre cambio climático durante un año. Una estudiante que participó en la acción, Clémence Hutin, de París, me dijo: “Para mí, la Cumbre sobre Cambio Climático es un espacio democrático. No entiendo por qué la sociedad civil no es bienvenida en la convención, pero las empresas sí lo son”.

segunda-feira, 18 de novembro de 2013

¿Quién mató a Kennedy?

Yolanda Monge
El País

Una gran X de color blanco marca en la carretera el lugar exacto donde fue herido de muerte el presidente John F. Kennedy en la tristemente famosa Plaza Dealey de Dallas. A su alrededor, y mientras la luz lo permite, turistas y nostálgicos toman fotografías observados por un número no desdeñable de personas que aseguran a quien quiera escucharlo que la versión oficial de lo que sucedió el viernes 22 de noviembre de 1963 en esta ciudad tejana está lejos de la realidad.

Los visitantes observan con una extraña mezcla de emoción y aversión el escenario que hace 50 años provocaría el nacimiento de una gran duda que sigue alimentándose cada día que pasa. Porque una gran mayoría de los estadounidenses rechazan la historia oficial presentada en el informe de la Comisión Warren, que aseguraba que el hombre que acabó con la vida del 35° presidente de la nación fue Lee Harvey Oswald y solo Lee Harvey Oswald.

Incluso el actual secretario de Estado rechaza la versión con la que la Administración de Lyndon B. Johnson cerró —con una rapidez inusitada— la investigación del asesinato, según comentarios recientes del jefe de la diplomacia norteamericana, John Kerry. Desde la muerte de Kennedy, de la que este viernes se cumplen 50 años, se han escrito más de 2.000 libros sobre el asesinato, muchos de los cuales abrazan una o varias teorías conspiratorias.

Mark Oates vende algunas de ellas, expuestas sobre un tenderete, en forma de libros o panfletos, dependiendo del dinero que el investigador de turno haya tenido a la hora de publicar su teoría. Una mujer se acerca al puesto y durante un rato mira el vídeo que explica las poderosas y ocultas fuerzas que estuvieron detrás del asesinato. Al cabo de menos de dos minutos pierde el interés y sigue caminando. Cuando se le pregunta si cree que a Kennedy le mató Oswald, sin embargo, contesta que no. ¿Quién, entonces? “No sé, pero no fue Oswald”.

Si es cierto que el tiempo ha ido rebajando el número de quienes ven una mano conspiratoria tras el asesinato, también es una realidad que esos porcentajes siguen siendo muy altos. En 2001, un 81% de la población consideraba que no se sabía toda la verdad y apostaba por la conspiración, según un sondeo de Associated Press. En 2003, era un 75%, según Gallup. Hoy en día el porcentaje supera el 60%, de nuevo según AP. Solo un 36% dijo creer a la Comisión Warren cuando esta presentó sus conclusiones.

El número de teorías puede llegar a marear cuando se bucea en ellas: la mafia; la CIA; millonarios de extrema derecha; el complejo militar-industrial temeroso de que Kennedy saliera de Vietnam y que pusiera fin a la guerra fría; los magnates del petróleo temerosos de que el presidente demócrata les impusiera unos impuestos de los que entonces estaban exentos; Fidel Castro; los enemigos de Fidel Castro; la Unión Soviética; e incluso Lyndon B. Johnson, el vicepresidente de Kennedy y el hombre que juró el cargo junto al féretro del cadáver del mandatario, que según lee la teoría conspiratoria habría temido ser apartado del tándem de cara a las presidenciales de 1964 y optó por la vía expeditiva para llegar a la Casa Blanca.

Quienes defienden que fue la Mafia quien atentó contra Kennedy se basan en que la CIA sabía que el crimen organizado discutía asesinar al “presidente”. Pero según explica Forrest Scheiber, habitual desde 1995 de la Plaza Dealey, el presidente a quien quería eliminar la Mafia no era Kennedy sino Castro, ya que su llegada al poder les había hecho perder lo que suponían sería una lucrativa inversión en los casinos instaurados en La Habana durante la época de Batista. Aunque “para ser justos”, también apunta Scheiber, la fallida invasión de Bahía de Cochinos —emprendida por Kennedy— acabó con cualquier esperanza del crimen organizado de retornar a la isla. “¿Quién sabe?”, dice encogiéndose de hombros.

A la Agencia Central de Inteligencia (CIA, en inglés) se le atribuyen varios asesinatos políticos de alto nivel de los años sesenta, y el de Kennedy es uno de ellos, siempre según los amantes de la conspiración. Una teoría asegura que Oswald era un agente del espionaje norteamericano —algo que aseguró la señora Marguerite, madre de Oswald, hasta su último aliento en 1981— al que la agencia utilizó y luego entregó en bandeja de plata como chivo expiatorio del crimen político.

En el conocido como ‘Grassy Knoll’, epítome local de la teoría conspiratoria, sobre la hierba de un montículo famoso pese a su insignificancia, Jerome Mead acusa a los soviéticos del crimen. Mead hace referencia al famoso hombre del paraguas, ese sujeto que se ve en algunas instantáneas de la época y que, incomprensiblemente, portaba un paraguas negro abierto a pesar del día soleado y seco. “Eran tiempos de guerra fría”, explica este joven de 27 años, casi nacido cuando ya no existía el Muro de Berlín. Según su relato, el dirigente soviético Nikita Kruschev no perdonó a Kennedy haber tenido que dar marcha atrás tras la crisis de los Misiles y puso precio a su cabeza. “El paraguas era una señal”, dice misterioso.

Y por supuesto está la prueba irrefutable de que Oswald abandonó EE UU para vivir en la URSS, donde conoció a su mujer y madre de sus dos hijas, Marina, y de donde volvió convertido en “un traidor comunista”, apunta Mead. “Quién sabe lo que pasó en la época en que Oswald vivió entre ellos [los comunistas]. ¿Cómo un marine del Ejército de EE UU pudo traicionar así a su país?”, se pregunta.

Un disparo, dos, tres… hasta cinco tiros dicen que se escucharon. Todos provenientes de arma cubanas. “¿No quiso Kennedy acabar con Castro?”, pregunta Harold Myers, que hoy vende chapas conmemorativas, sin casi darse tiempo a acabar para decir: “Pues fue Castro quien acabó antes con Kennedy”, asegura sin dar más explicaciones y acercándose a un grupo de doctores que se encuentran estos días en la ciudad tejana para una convención de cirugía cardiaca. Expuesto lo anterior, la teoría cubana tuvo su mayor defensor en el presidente Johnson, quien llegó a decir lo siguiente en televisión en 1968: “Kennedy intentaba llegar a Castro pero fue Castro quien llegó primero”.

Cae la noche sobre la Plaza Dealey y quienes no se adhieren a la versión oficial dan el día por concluido. Saben que esta semana es importante. Esta semana tendrán la atención de los medios de comunicación y Dallas conmemorará, por primera vez desde el magnicidio, el aniversario de la muerte de Kennedy. “¿Quién sabe?”, dice Scheiber, “puede que no haya que esperar otros 50 años para conocer la verdad”, asegura al añadir que el resto de los archivos clasificados del caso Kennedy deberían ser accesibles al público en 2017 y dar a conocer la verdad. Quién sabe.

domingo, 17 de novembro de 2013

Bem-vindos a Dallas

Juliana Sayuri
O Estado de São Paulo

Escritor revisita a cidade fervorosamente anti-Kennedy na década de 1960, onde o ódio cresceu nos dias de JFK, culminando em sua morte.

Dallas, Texas. Ali John F. Kennedy foi assassinado a tiros. Se Kennedy entrou para a história imortalizado em diferentes papéis - o conquistador, o herói americano, o jovial presidente, o símbolo de uma época, Dallas também entrou. Foi-lhe cravada a identidade de "cidade do ódio". Sobre essa arena se debruçaram os americanos Steven L. Davis e Bill Minutaglio, autores de Dallas 1963.

Anotações, cartas e jornais antigos formaram o arquivo desses escritores, que retratam o que era a cidade à época. Quem nos conta essa história é Steven L. Davis, 50 anos, que cresceu e viveu por décadas em Dallas. "O ódio estava realmente presente na cidade. Esse sentimento que nós vimos começar, dominar e explodir em Dallas agora se espalhou nacionalmente. Está em todos os lugares dos EUA", diz Davis.

O que era Dallas em 1963?

John F. Kennedy foi alertado, por conselheiros e amigos próximos, a não ir a Dallas. No dia 24 de outubro de 1963, Adlai Stevenson, embaixador americano nas Nações Unidas, foi agredido ali - e também alertou o presidente. Na manhã em que desembarcavam na cidade, Kennedy disse a Jackie: "Estamos entrando numa terra insana". Por que Dallas era considerada uma cidade louca, uma cidade do ódio? À época, Dallas reunia americanos extremistas, que se sentiam ameaçados pelas posições do presidente sobre os direitos civis e a URSS. Ameaçados, pois defendiam a segregação racial e uma ofensiva nuclear contra a Rússia. E os lunáticos de Dallas não estavam à margem da sociedade, mas no centro. Líderes cívicos e poderosos eram os organizadores dessa resistência. Um dos principais opositores, o general Edwin Walker, conhecido por suas visões políticas ultraconservadoras, fez manifestações violentas e liderou o protesto contra Stevenson. Kennedy não podia deixar de ir a Dallas - isso mandaria uma mensagem errada para a sociedade, como se o presidente estivesse se rendendo ao general, e ele jamais faria isso. Dias antes de 22 de novembro, foram distribuídos milhares de pôsteres, como um cartaz de "procurado", com fotos de JFK, acusado de traição. Certamente havia outras cidades furiosas, outros focos de resistência, mas Dallas se tornou o quartel-general.

Por quê?

Dallas tinha influências religiosas, políticas e econômicas consideráveis por trás dessa resistência. H. L. Hunt, petroleiro texano e um dos mais ricos do mundo, estava destinando parte de sua fortuna a financiar investidas contra o presidente. Hunt tinha estações de rádio que transmitiam sua mensagem anti-Kennedy para o país. O nome da Praça Dealey, onde o presidente foi assassinado, vem de George B. Dealey, editor por muito tempo do Dallas Morning News, o mais influente jornal no sul do país. Ted Dealey, herdeiro do jornal, detestava JFK. Convidado com outros editores texanos a visitar a Casa Branca, em 1961, Ted confrontou o presidente. Disse: "Queremos um homem forte para liderar a América. Você só está brincando com o velocípede de Caroline". Quer dizer, o presidente estava diante de pressões internacionais - mísseis em Cuba, muro em Berlim, a URSS - e os opositores o viam como uma garotinha num triciclo. A cidade ainda tinha a maior igreja batista do país, com W. A. Criswell como líder espiritual. Num sermão, o reverendo criticou a religião de JFK, o primeiro católico a ocupar a Casa Branca, dizendo que o presidente não governaria, pois sempre se ajoelharia para o papa. Assim, Dallas se tornou um ímã para outros opositores de JFK, antes e durante sua presidência.

Como era antes?

Na campanha, Lyndon B. Johnson era a chave para conquistar votos no sul do país. Diante dessas investidas anti-Kennedy, os democratas estavam perdendo o Texas. No fim, as eleições de 1960 seriam decididas entre Texas e Illinois. JFK pediu a Lyndon Johnson que fosse a Dallas fazer campanha de última hora. Isso entrou para a história: apoiadores de Richard Nixon e parlamentares de Dallas receberam Johnson e Lady Bird com uma manifestação surreal, com cartazes dizendo que eles eram traidores e socialistas ianques. A cidade simples, com ruas simpáticas e minimercados se transformou, com moradores agressivos cuspindo nos Johnsons, atirando pedras e placas de trânsito neles. Era muita raiva, como se a loucura tivesse dominado as ruas de Dallas. As câmeras de TV gravaram essas cenas, que rodaram o país inteiro. Isso provocou uma reviravolta na campanha. Na época, o partido democrata reunia muita gente conservadora no sul. Eles eram contra os direitos civis, e por isso, não estavam apoiando JFK. Mas após essa manifestação horrível, principalmente contra Lady Bird Johnson, tão elegante, mudaram de ideia. Isso contribuiu muito para a vitória de Kennedy no Texas. E tornou a cidade famosa como polo anti-Kennedy, um antro de lunáticos agressivos. Essa atmosfera só piorou nos 1.036 dias de JFK na presidência, culminando em sua morte.

E após a morte de JFK, a cidade é outra?

Por muito tempo os americanos culparam a cidade inteira pelo assassinato. De fato, havia muito ódio ali. Após as primeiras notícias da morte de JFK, a polícia recebeu milhares de telefonemas. Eram mulheres desesperadas querendo confessar o crime para livrar seus maridos - que, pensavam elas, certamente teriam matado o presidente. A angústia de uma minoria, de gente poderosa, dominou Dallas. Depois, as pessoas passaram a negar qualquer relação entre o clima de ódio na cidade e a morte do presidente. Diziam que o assassinato poderia ter ocorrido em qualquer outro lugar. Assim, Dallas teve sua identidade marcada por 1963. Lutou contra esse passado por muito tempo - e ainda luta. Muitos queriam simplesmente apagar essa lembrança, demolir o prédio em que Lee Oswald se escondeu para atirar. Com o tempo, a cidade continuou a crescer, tornou-se mais cosmopolita, diversa e próspera, elegeu um prefeito negro (Ron Kirk, em 1995). Esse fazer as pazes com o passado começou na década de 1980, quando finalmente decidiram salvar o prédio da Praça Dealey, transformado no Museu Sixth Floor, que conta a história de uma maneira muito digna. Aliás, a morte de JFK foi um episódio sequestrado por teorias de conspiração envolvendo a máfia, a CIA, os cubanos. Muitos perderam perspectiva sobre o que realmente aconteceu.

O que realmente aconteceu?

JFK foi assassinado por Lee Oswald. Mas ainda hoje há muitas teorias de conspiração. O interessante é: por quê? Bill Minutaglio e eu estivemos em Dallas, no fim de semana passado. Quando discutimos nosso livro no Texas, os texanos imediatamente entendem o que estamos dizendo. Entendem totalmente o que era a cidade do ódio que certamente influenciou o atirador. Em outros lugares, é difícil compreender o que era essa atmosfera insana, é mais atraente acreditar em outras teorias - afinal, JFK era um político inteligente e carismático, um jovem bonito e sedutor, por que um perdedor iria matá-lo no Texas? Aí é mais fácil inventar histórias. Algumas teorias são simplesmente absurdas, como a que diz que LBJ matou JFK. As pessoas talvez prefiram acreditar em contos de fadas e filmes de Hollywood.

No pós-Kennedy, os americanos encontraram outro presidente que se tornou um símbolo de esperança nos EUA?

Sim, Barack Obama. Apesar das decepções e dos erros, Obama acertou muitas vezes. Suas palavras nos atingem, realmente trazem esperança por um país melhor. Não por acaso há paralelos com Kennedy. Os inimigos de Obama usam as mesmíssimas palavras que usavam os inimigos de JFK. Seriam traidores, socialistas, antiamericanos. Se Kennedy foi criticado por ser católico, Obama teria uma religião estranha e estrangeira - dizem os opositores, erroneamente, que o presidente é muçulmano. Um campo de batalha está se formando no nosso país. Muitos americanos se sentem ameaçados pelas mudanças que Obama poderia trazer, assim como se sentiam ameaçados por JFK. Ao visitar Dallas, Obama foi recebido pelo Tea Party com muitos cartazes que lembram 1963, com um fator a mais: o racismo. Mas tudo ocorreu tranquilamente. Afinal, a segurança presidencial melhorou muito desde a década de 1960.

O que mudou?

Não sou especialista em segurança, não posso dizer exatamente o que mudou. Mas melhorou. É uma característica interessante sobre nós, americanos. Após um ataque, forte e trágico, tendemos a ficar superprotetores e supercautelosos. Em diferentes escalas, o choque do 22 de Novembro é semelhante ao do 11 de Setembro. Tentamos manter tudo sob controle e nos conformes, um mundo hiperorganizado, mas é impossível controlar tudo.

Queria propor um exercício de imaginação: e se JFK não tivesse morrido?

Muitos imaginam como o mundo seria. Stephen King escreveu 11/22/63, uma viagem no tempo que tenta impedir o assassinato. O livro dá uma ideia do que seriam os EUA se a história tivesse sido diferente. Na realidade, não seria uma história muito bonita, pois JFK poderia não ser reeleito e ficaríamos muito perto de uma guerra nuclear. Na política internacional, JFK é lembrado por impedir a guerra nuclear, mas, na política interna, foi um fracasso total. Não avançou em nenhuma de suas propostas. Se JFK não tivesse morrido, enfrentaria o que Obama enfrenta hoje: críticas e frustrações por promessas e esperanças não cumpridas. Realmente, a morte muda tudo.

Há uma cidade raivosa como Dallas atualmente nos EUA?

Não há uma cidade em particular. Na verdade, esse sentimento de ódio que nós vimos começar, dominar e explodir em Dallas agora se espalhou nacionalmente. Está em todos os lugares do país.

Pensei que o sr. seria mais otimista...

Desculpe, mas é difícil ser um americano otimista nos dias de hoje.

quarta-feira, 13 de novembro de 2013

O feitiço do camarote

Ruy Braga
Boitempo

Em sua teoria da acumulação do capital, Marx recorreu a um “conflito fáustico” para ilustrar a posição do capitalista no interior da estrutura social. Apesar da posse do dinheiro assegurar-lhe vasto poder e prestígio, este não poderia dispor livremente de seu capital como renda:

“Enquanto o capitalista clássico estigmatizava o consumo individual como pecado contra sua função e como uma ‘abstinência’ da acumulação, o capitalista moderno está em condições de conceber a acumulação como ‘renúncia’ ao seu impulso de fruição. ‘Vivem-lhe duas almas, ah! No seio,/Querem trilhar em tudo opostas sendas’ (Goethe)” (Marx, O capital, p. 668-9).

As leis coercitivas da concorrência simplesmente o obrigavam a transformar parte do valor não pago à classe trabalhadora em meios de produção e salários. Entre o desejo de consumir e a necessidade de reinvestir, o velho mestre do socialismo científico argumentou que a sociedade moderna transformava todos, sem exceção, em servos de um poder alheio e irracional, isto é, a pulsão da acumulação.

Mesmo descontando a simplificação do argumento, ou seja, todos os proprietários são considerados capitalistas industriais, o mais-valor é sempre realizado em sua globalidade e o crédito e o comércio exterior não existem, Marx argumentou que a capitalização seria impossível sem que a burguesia sacrificasse parte de sua liberdade em benefício do reinvestimento. Em termos sociológicos, foi Max Weber quem mais longe chegou nesta vereda ao afirmar que a ascese protestante teria representado um fator-chave na formação do fundo originário de investimento. Em suma, conforme o argumento clássico, a sociedade moderna, ao menos em suas origens remotas, dependeu de certa moderação dos gastos improdutivos.

É bem sabido que Weber e Marx deixaram de identificar resíduos deste comportamento racional entre os burgueses de sua própria época. Este associou, por exemplo, o circuito D-D’, isto é, a valorização do dinheiro pelo movimento do próprio dinheiro, ao coroamento do fetichismo do capital. Uma sociedade balizada por esta irracionalidade fatalmente degradaria seu padrão civilizacional em benefício da universalização da barbárie. A história do século XX em seu interminável calvário de crises, de guerras e de holocaustos, deu-lhe total razão.

Como a crise econômica mundial não nos deixa esquecer, o ciclo da globalização financeira livrou o capitalista até mesmo da memória daquele dilema “fáustico”. Afinal, a acumulação é hoje em dia predominantemente orientada para a compra e a venda de… dinheiro! Porque se preocupar com a longa desaceleração econômica que insiste em deprimir a economia mundial se é possível seguir lucrando por meio do financiamento da dívida dos Estados, da privatização do patrimônio público, da especulação financeira ou da imposição de pacotes fiscais de “austeridade” aos trabalhadores?

Se a ascese capitalista não é mais necessária à acumulação e os Estados garantirão os lucros e as rendas financeiras dos dominantes, o que resta à burguesia fazer? A resposta é simples: cair na farra enquanto o resto da sociedade vive da mão para a boca. Aliás, uma reportagem recente publicada pela revista Veja São Paulo sobre os “reis do camarote” da noite paulistana ilustrou à perfeição a natureza parasitária, perdulária, iletrada e patética da burguesia tupiniquim.

O personagem principal da matéria, Alexander de Almeida, é retratado como um incorrigível bon vivant sempre disposto a gastar 50 mil reais em uma única noitada. Quando ficamos sabendo que este senhor é proprietário de um escritório de recuperação de carros cujos clientes são bancos, percebemos a condição de acólito do capital financeiro cuja fortuna acumula-se em razão da desgraça dos devedores.

Evidentemente, o comportamento deste pateta não teria tido maiores consequências não fosse a desfaçatez pornográfica de sua impostura: um vídeo com os “dez mandamentos do rei do camarote” produzido pela “Vejinha” tornou-se viral na internet, escancarando a arrogância cínica e oca dos proprietários de capital:

“Eu gosto mais de tomar vodca, mas a champanhe ‘são’ ‘stats’. (…). Quando a pessoa tá na pista ela é mais um. Agora quando fica no camarote, ela acaba em evidência. O camarote é uma questão de ‘stats’. (…). A conta você sabe como é, né? Ela pode variar de R$ 5 mil até o infinito” (Alexander de Almeida).

Levando-se em conta o atual recorde de 45% de famílias trabalhadoras endividadas com os bancos, não é de se espantar que tantos tenham se sentido afrontados pelos “mandamentos” deste presbítero da igreja do rentismo. Além disso, não deixa de ser trágico que, em um país onde as lideranças petistas batalham diuturnamente pela conciliação de classes em benefício de super-lucros financeiros, a tarefa histórica de despertar e estimular o ódio contra os capitalistas e seus capachos tenha sido reservada à revista Veja.

terça-feira, 12 de novembro de 2013

Decrecimiento es equidad

Jesús Veci
Lanzarote Sostenible

Si la producción genera desigualdad creciente, la injusticia social convierte en insostenible cualquier sociedad. Sabemos que el actual modelo de producción, distribución y consumo es insostenible a escala planetaria. La emergencia de países con grandes poblaciones que también aspiran a dicho modelo, acelera el agotamiento de los recursos y aumenta los impactos medioambientales.

El modelo capitalista es insostenible, irreproducible e imposible a escala global. La única salida socialmente equitativa y medioambientalmente sostenible es el decrecimiento de los países enriquecidos. Mantener el consumo actual supone dejar muchísimos menos recursos para otros países y para las siguientes generaciones. Por ello, unos tendrían que decrecer para que otros, que no tienen cubiertas sus necesidades básicas, puedan crecer a niveles adecuados. El computo global supondría una reducción de la escala física de la economía para hacerla compatible con los límites biofísicos del planeta, pero garantizando el crecimiento de aquellos que nada tienen, es decir, garantizando las necesidades básicas de todos los seres humanos. Ahí residiría la verdadera sostenibilidad, puesto que está totalmente ligado a la equidad.

El decrecimiento se ha intentado plasmar en la práctica de diferentes maneras, no es una fórmula cerrada, más bien se formula desde unos ejes y se deja a la actividad individual el poder llevarlos a la práctica. De manera general, los diferentes esfuerzos para construir una economía solidaria (comercio justo, banca ética, consumo crítico, cooperativas de consumidores, agricultura agroecológica, etc.) constituyen experiencias útiles para la definición de alternativas al crecimiento. Estas iniciativas intentan situar a las personas, sus necesidades, sus relaciones y su entorno en el centro de las actividades económicas, rechazando el objetivo del crecimiento por el crecimiento y superando la valoración exclusivamente monetaria de productos y servicios, al incorporar criterios de sostenibilidad social y ecológica.

Debemos realizar una amplia revolución cultural que propugne el ecocentrismo, apostando por la perseveración de todos los recursos naturales, sin la intervención de criterios económicos. Para solventar la crisis económico-social no basta con soluciones tecnológicas y económicas, hay que articular medidas a nivel educativo y social. La solución del problema vendrá por un profundo cambio en la sociedad, el individuo y su estilo de vida, el cual debemos empezar a realizar desde abajo hasta arriba desde ya. Se trata de cambiar el paradigma de visión propugnado por la cultura liberal y abordar un nuevo concepto de visión que posibilite un modelo económico no dañino con las pocas reservas existentes, ni con las generaciones venideras.

Debemos cambiar el eje de análisis cultural y desechar el antropocentrismo devastador de nuestro hábitat y de nuestras relaciones sociales, y apostar por nuevas visiones de carácter biocéntrico que de distintas maneras desplazan al ser humano del centro de la escena y ponen en su lugar la biosfera. Esto supone un cambio de cosmovisión. Es desde esa visión biocéntrica, desde donde los seres humanos podrán reconocer su intima relación y dependencia con respecto a su medio natural. Para poder desarrollar así una forma de crecimiento autosuficiente que no ataque los ciclos biológicos y que al final se vuelva en nuestra contra.

Para la economía actual, la distribución está supeditada a la producción; para el decrecimiento, la distribución tanto económica como ecológica prima sobre la producción. Si sobrepasamos la capacidad de carga de la biosfera el proceso productivo está destinado a acabar con la vida y con el planeta. Si la producción genera desigualdad creciente, la injusticia social convierte en insostenible cualquier sociedad, el bienestar está totalmente relacionado con la cuestión política de la distribución. El decrecimiento se sustenta siempre en el reparto de los recursos (naturales, bienes y servicios, etc.) de la manera más igualitaria posible, para que todos tengamos suficiente y no cada vez más. Eso nos lleva a la valoración en los ámbitos de la producción: ¿Qué hay que producir? ¿Por qué? ¿Para qué?.

El reto del decrecimiento es aprender a producir valor y felicidad reduciendo la utilización de materia y energía. No es un concepto cerrado, sino más bien de una fórmula dinámica que deja fundamentalmente a la praxis los caminos posibles para superar todas estas contradicciones. El decrecimiento implica desprenderse de un modo de vida equivocado, incompatible con el planeta, se trata de buscar nuevas formas de socialización, de organización social y económica. Es necesario reducir el consumo para reducir el agotamiento de nuestros recursos vitales al mínimo compatible con una supervivencia razonable de la especie.

En última instancia, nuestros modelos de economía y sociedad tienen que volver a respetar la capacidad de carga de la tierra y reconocerse como lo que son: subsistemas dependientes de la biosfera. Respetar la capacidad de carga de la tierra significa vivir de los ingresos naturales. Nuestro modelo de desarrollo se sustenta en el desgaste de recursos no renovables, lo cual condena la supervivencia de la humanidad y de la biosfera. Para alcanzar la sostenibilidad ecológica, tendremos que apostar por energías renovables que, por sus limitaciones, nos llevará a una reducción drástica de nuestro consumo energético.

Las consecuencias del fin de la era del petróleo son impredecibles, conllevará una desglobalización y el fin de la economía de crecimiento y del modelo occidental. Lo que sí es evidente es que el aspecto energético es clave en las perspectivas futuras de agravación de las crisis ecológicas y sociales del planeta.

segunda-feira, 11 de novembro de 2013

Cambio climático: Plantean dudas sobre aportes de países ricos

Agencias

La ayuda climática es el eje de las discusiones porque los países en desarrollo sostienen que los industrializadas han causado el grueso del calentamiento global en dos siglos de emisiones de gases de efecto invernadero. Los países pobres no tienen datos precisos sobre cuánto financiamiento proporcionarán las naciones ricas para ayudarlos a adaptarse a los efectos del cambio climático y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, dijo la organización internacional de promoción del desarrollo Oxfam.

Si bien los países ricos prometieron un total de US$ 16.300 millones de ayuda climática para 2013, la contabilidad turbia y la falta de transparencia significan que el monto real ofrecido probablemente esté más cerca de los US$ 7.600 millones, dijo hoy Oxfam, con sede en Oxford, Inglaterra, cuando se inician las conversaciones de Naciones Unidas sobre el cambio climático en Varsovia.

La ayuda climática es el eje de las discusiones porque los países en desarrollo sostienen que las naciones industrializadas han causado el grueso del calentamiento global mediante dos siglos de emisiones de gases de efecto invernadero y deben tomar la delantera en resolver el problema. Los enviados no han dicho cómo incrementarán el financiamiento climático hasta llegar a los US$ 100.000 millones anuales que prometieron para 2020. Esto es diez veces el monto anual que habían comprometido para 2010-2012.

"La incertidumbre de un año a otro hace que para los países vulnerables sea imposible adoptar las medidas necesarias para proteger a sus ciudadanos", explicó Kelly Dent, funcionaria de Oxfam, en un correo electrónico. "Esta oscuridad sólo intensificará la desconfianza en torno a la mesa de negociaciones".

Oxfam descontó algunos compromisos de financiamiento que, según dijo, fueron redireccionados desde presupuestos de ayuda externa y por lo tanto no deberían contabilizarse como dinero "nuevo y adicional". Otras ayudas llegan en forma de préstamos que deben devolverse, agregó.

Un total de 24 países desarrollados aún no han informado cuánto van a pagar en concepto de financiamiento climático este año, según Oxfam. El Reino Unido, Alemania, Francia y Finlandia son los únicos países que dieron suficiente información como para hacer cálculos confiables de su ayuda, según esta organización. Gran Bretaña es el único país que dio cifras para 2015. Francia proporcionó suficientes detalles como para hacer una estimación, dijo la organización.

Cambio radical

Los aportes que declararon los países o que calculó Oxfam para 2013 incluyen US$ 2.700 millones de Francia, US$ 2.400 millones de Alemania, US$ 6.000 millones de Japón, US$ 2.900 millones en dos años de Gran Bretaña y US$ 1.600 millones de los Estados Unidos. La estimación de la contribución de Estados Unidos se eleva a US$ 2.500 millones cuando se toma en cuenta cierta ayuda para el desarrollo.

El enviado de los Estados Unidos Todd Stern dijo el mes pasado en un discurso en Londres que su país suministró US$ 2.500 millones anuales desde 2010, más de seis veces el nivel anterior a la llegada de Barack Obama a la presidencia. Advirtió que no es probable ningún cambio radical en el nivel del financiamiento público debido a las dificultades fiscales internas, aunque el financiamiento privado podría compensar parte de la diferencia.

"Puede producirse un auténtico cambio radical de financiamiento en el flujo de capital privado apalancado por dinero público o una política pública", declaró Stern el 22 de octubre. "El pozo del capital privado es profundo, pero necesitamos esfuerzos de los gobiernos desarrollados y en desarrollo para sacar provecho de él".

Por su parte, la Unión Europea de 28 naciones va camino a gastar los 5.500 millones de euros (US$ 7.400 millones) que prometió este año, dijo ayer en Varsovia Jürgen Lefevre, subjefe de la delegación de la Comisión Europea. El desafío es asegurar que los países en desarrollo tengan la capacidad necesaria para gastarlos en proyectos adecuados y para alentar el gasto privado con los fondos, agregó.

quinta-feira, 7 de novembro de 2013

Albert Camus, filosofía de un espontáneo

Fernando Savater
El País

Se cumplen cien años del Nobel francés de origen argelino, un referente moral y literario por libros como 'El extranjero' y 'El mito de Sísifo'. Sin su filosofía no se entienden sus ficciones.

¿Camus, filósofo? En todo caso “un filósofo para alumnos de bachillerato”, se burlaron en su día los detractores. Hoy sigue siendo la opinión de no pocos académicos. En efecto, como señaló Sartre desde la primera hora (ni siquiera se conocían personalmente aún) “Camus pone cierta coquetería en citar textos de Jaspers, de Heidegger, de Kierkegaard, que por otra parte no siempre parece entender bien”. ¡Tocado! En “El mito de Sísifo”, añado yo, repite el tópico de un Schopenhauer indecente predicando el suicidio ante una mesa bien servida: pues bien, Schopenhauer no recomendó el suicidio, todo lo contrario.

Ese tipo de erudición no es lo suyo, lo cual no le descarta como pensador como aclara el propio Sartre de los buenos tiempos: “Sus verdaderos maestros son otros: el contorno de sus razonamientos, la claridad de sus ideas, el corte de su estilo de ensayista y un cierto tipo de siniestro solar, ordenado, ceremonioso y desolado, todo anuncia un clásico, un mediterráneo”. Más tarde también Czeslaw Milosz, que le estaba agradecido por ser uno de los poquísimos intelectuales que le acogió bien cuando huyó del comunismo, le defendió contra la acusación común de que carecía de doctorado filosófico: “Pero, en primer lugar, ¿qué se entiende por filosofía? Para algunos, como Camus, la filosofía exige una alimentación casi carnal y se rehúsan a hablar de las cosas que no tocan por sí mismos”.

Entonces ¿era o no era filósofo? Digamos que fue un espontáneo que saltó al ruedo de la filosofía sin llevar nada más que su hambre vital de voyou argelino y la vergüenza torera de no aceptar una existencia irreflexiva. El capote con que dio sus primeros pases en esa faena improvisada (“El mito de Sísifo”) fue el absurdo, mucho más que una palabra y algo menos que un concepto. El absurdo no es el sinsentido del mundo, sino la falta de sentido en un mundo que nosotros –los inventores y huérfanos del sentido- reclamamos que lo tenga: “El hombre se encuentra ante lo irracional. Siente en sí mismo su deseo de felicidad y de razón. El absurdo nace de esa confrontación entre la llamada humana y el silencio sin razones del mundo”.

El absurdo no es un dato elemental sino un divorcio: la demanda de los hombres y la callada por respuesta del universo, un amor imposible. La peculiaridad del absurdo es que deja der serlo si lo aceptamos como tal: es un pensamiento inaceptable y sólo si no lo aceptamos, si nos sublevamos contra él, podemos pensarlo. No es una idea, ni mucho menos una doctrina, ni siquiera algo que pueda explicarse en el aula, como las categorías de Aristóteles o la dialéctica trascendental de Kant. El absurdo… ¡eso hay que vivirlo! Tal como decimos de otros padecimientos. Por eso se presta mejor a la narración que al tratado. Pero se equivocan quienes expulsan a Camus del jardín de la filosofía, porque sin la filosofía no se entienden ni se justifican sus ficciones, que son el modo que utiliza para hacerla comprensible. “¿Por qué escribes novelas o dramas teatrales?”, pregunta la filosofía; y Camus responde: “Para vivirte mejor…”.

Intelectualmente el absurdo es un callejón sin salida aunque la vida consiste precisamente en hacer como si la tuviera. El muro que nos cierra el paso es infranqueable, pero nosotros pintamos voluntariosamente una puerta en él y la puerta se abre…o al menos nos permite imaginar que se abre y salimos por ella. De esa puerta pintada en el muro de la realidad, imposible pero irrenunciable, es de lo que habla “El hombre rebelde”, donde por segunda vez el espontáneo Camus se echa al ruedo de la filosofía. La primera faena se la perdonaron como una manifestación de simpática inexperiencia, pero por esta otra ya fue seriamente sancionado por los comisarios de la plaza. “Me rebelo, luego somos”: ¿habrase visto mayor atrevimiento? Sublevarse entonces no es una consecuencia histórica de la solidaridad, sino que la solidaridad nace a partir de la individualidad que se subleva por impulso metafísico. El ser humano se rebela y al hacerlo descubre la humanidad que le vincula a los demás.

Los dogmáticos de la revolución comprendieron que ésta, violenta y totalitaria, forma parte del muro de la realidad contra el que se insurge el rebelde. “Los hombres mueren y no son felices”, resume Calígula. Pero cada hombre puede rebelarse contra lo que impone la muerte y la infelicidad, descubriendo así su camaradería con los demás. Y esa rebelión no es simple grandilocuencia, sino búsqueda de soluciones políticas, es decir, contra el estado de guerra que exige mantenerse en el odio. Para Camus, la democracia –despreciada por los revolucionarios y por Sartre- tiene el gran mérito de solicitar modestia: nadie puede zanjarlo todo por sí mismo, hace falta el consejo de otros y el acuerdo. Rebelarse contra la infelicidad del terror exige evitar el absolutismo decapitador de los principios y a menudo atenerse a los matices, a las medias tintas: ¡qué bien comprendemos hoy, tras las contradicciones de las primaveras árabes, la actitud tentativa y fluctuante de Camus ante el conflicto de Argelia a finales de los años cincuenta!

En Youtube puede verse una breve filmación de Albert Camus en la que, con una sonrisa y aire de pillo, finge ante la cámara muletazos sin toro ni muleta. Es un espontáneo, el maletilla que aspira a la gloria. O que ya la conoce: “Comprendo aquí lo que se llama gloria: el derecho de amar sin medida”.

quarta-feira, 6 de novembro de 2013

Louisiana, prisioneira de suas prisões

Maxime Robin
Le Monde Diplomatique

Com 2,3 milhões de presos, os EUA têm a maior taxa de encarceramento do mundo. O setor penitenciário, que emprega mais pessoas que a General Motors, a Ford e o Walmart juntos, representa um desafio econômico relevante, em particular nas zonas rurais, onde os xerifes são encorajados a encher as celas de suas prisões.

Em 2012, e pelo terceiro ano consecutivo, o número de detentos baixou nos Estados Unidos: 30 mil a menos. Confrontados a dificuldades orçamentárias, os estados não podem mais assumir o custo do sistema carcerário do país, e é com uma unanimidade política pouco costumeira que republicanos e democratas se entendem em nível local para desafogar as prisões. Na Califórnia – só ela responsável pela metade da redução no número de prisioneiros em 2012 – e no Texas, o momento é de alívio das penas e de aumento das soluções alternativas.

Entretanto, na Louisiana, passar um cheque sem fundos ainda é considerado crime passível de dez anos de prisão, e a pena regular de um assaltante reincidente ainda é de irredutíveis 24 anos. A taxa de encarceramento dobrou nos últimos vinte anos, atingindo um nível desconhecido em qualquer lugar do globo. Pouco mais de 44 mil pessoas dormem atualmente atrás das grades no estado, o que significa um homem a cada 86, o dobro da média nacional e treze vezes mais que na China.

Ainda mais inquietante, a sobrevida econômica de territórios inteiros depende dessa elevada taxa de aprisionamento. De fato, a Louisiana assinou no início da década de 1990 uma espécie de pacto faustiano: diante da superpopulação carcerária, ela podia encurtar as penas ou construir mais prisões. Escolheram a segunda solução. Em déficit crônico, o estado não estava em condições de bancar a construção. Os xerifes dos condados rurais foram estimulados, assim, a construir e dirigir prisões locais, as parish jails. Por esse investimento pesado na escala dos condados do interior, a Louisiana reembolsa aos xerifes o custo da detenção de cada prisioneiro, que hoje atinge US$ 24,39 por dia.

Há pelo menos 160 prisões espalhadas por condados remotos como Acadia, Bienville, Beauregard ou Calcasieu. Esses estabelecimentos criam postos de trabalho dos quais a população rural, muito afetada pela crise do algodão, depende diretamente. “Nesses rincões isolados e com a economia em baixa, o encarceramento transformou-se em negócio”, explica Burk Foster, criminologista e professor convidado da Universidade de Louisiana em Lafayette. Para muitos habitantes, a melhor perspectiva de emprego é tornar-se guarda: apesar de mal pago (US$ 8 a hora), o trabalho oferece uma boa aposentadoria.

Vinte e quatro presos por dormitório

As taxas de ocupação dos leitos devem se manter a mais alta possível a fim de assegurar ao máximo o investimento. Do contrário, a prisão perderia a rentabilidade e teria de demitir seus guardas, ou até fechar. “É quase como administrar um hotel. Para assegurar a rentabilidade, os xerifes devem manter os leitos ocupados”, considera Cindy Chang, ex-jornalista do Times Picayune. Assim, os chefes de guarda das parish jails organizam, todas as manhãs, turnos de chamadas telefônicas para recuperar detentos em penitenciárias superlotadas das grandes cidades, como New Orleans e Baton Rouge. Essas transferências de prisioneiros são feitas sobretudo no boca a boca, no acordo pessoal entre os chefes de guardas. Em algumas prisões do campo, o sistema é tão organizado de acordo com o favoritismo que as chamadas telefônicas são inúteis. “Detesto fazer dinheiro em cima da miséria desses coitados”, assegura o xerife Charles McDonald, proprietário da penitenciária de Richland, um condado de 20 mil habitantes no norte do estado. “Mas, se eles têm de ir para a prisão, que seja a minha...”

O estado não construiu nenhuma cadeia nos últimos 25 anos, e essas penitenciárias do interior de baixo custo abrigam mais da metade dos condenados da Louisiana. As despesas por detento são reduzidas ao mínimo, o que se traduz em condições de vida deploráveis. “Depois das despesas com entrevistas, salários e guardas e do lucro do xerife, não resta grande coisa para os prisioneiros. Eles dormem em enormes dormitórios com dezenas de camas; às vezes são 24 presos em cada um desses espaços. As despesas com alimentos são ínfimas e não há nenhum investimento em saúde”, constata Foster.

Esses estabelecimentos são, teoricamente, destinados às penas inferiores a um ano, mas em realidade a duração média das estadias é de um ano e meio. Quase um prisioneiro a cada cinco cumpre pena superior a onze anos,1 sem esperança de alívio – porque na Louisiana, paradoxalmente, as políticas de reinserção são reservadas apenas aos prisioneiros em penas longas ou perpétuas. Nas velhas prisões estatais, os detentos contam com auxílio psicológico e médico, lazer e programas de reinserção pelo trabalho. A penitenciária de Avoyelles organiza a cada ano um rodeio aberto ao público; a de Angola, na qual a maioria dos prisioneiros foi condenada à prisão perpétua, propõe formação de mecânico ou encanador. Mas nada disso existe nos estabelecimentos dos xerifes. “Na Louisiana, a reinserção se dirige quase exclusivamente aos que jamais sairão do sistema carcerário”, lamenta Dana Kaplan, da ONG Juvenile Justice Project of Louisiana.

Com o dinheiro da prisão, os xerifes – eleitos pelo povo, nos Estados Unidos – investem em novos equipamentos para seus esquadrões: carros, armas, computadores, coletes à prova de balas. É difícil estimar as margens de lucro. Mas com apenas US$ 1,50 por dia e por cabeça de alimentação, e os magros orçamentos destinados a atividades de reinserção e lazer praticamente inexistentes, certamente o custo por prisioneiro não atinge os US$ 24,39 investidos pelo estado, mesmo se contarmos os US$ 10 da passagem de ônibus que o prisioneiro ganha no dia de sua liberação.

sábado, 2 de novembro de 2013

Estado del clima: de mal en peor

Silvia Ribeiro
Clarín

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), panel científico de referencia en el tema, publicó en septiembre de 2013 la primera parte de su nuevo reporte mundial sobre el estado del clima. Muestra un panorama sumamente preocupante y afirma con mayor contundencia que en su informe anterior de 2007, que el cambio climático es causado por influencia humana. Claro que en realidad la causa no somos los humanos como especie, sino el modelo industrial capitalista de producción y consumo. Por evitar la confrontación con empresas y gobiernos causantes de la crisis climática –como es su responsabilidad por el conocimiento del que disponen– el IPCC comienza a considerar falsas soluciones como geoingeniería, aunque reconocen los grandes riesgos que conlleva. Es todo un síntoma que estas propuestas altamente especulativas hayan sido incluida en el resumen del IPCC, y una muestra muy preocupante de lo que podrían hacer unos pocos, con dinero y tecnología, para manipular y desequilibrar aún más el clima de todos, base de toda la vida en la Tierra.

El nuevo informe del IPCC sostiene que desde 1950, los cambios observados en el clima no tienen precedente en los últimos decenios o hasta milenios. Constatan que la atmósfera y el océano se han calentado, el volumen de nieve y hielo [en Ártico y glaciares] ha disminuido, el nivel medio global del mar se ha elevado y las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado.

Cada una de las tres décadas pasadas han sido sucesivamente más calurosas que cualquier década precedente desde 1850. En el hemisferio norte, el periodo 1983 a 2012 ha sido el más cálido en mil 400 años. En el periodo 1901-2010, el nivel del mar medio global aumentó en 0.19 m. En el escenario futuro más optimista, esta cifra podría solamente duplicarse en este siglo.

La concentración en la atmósfera de dióxido de carbono (CO2), metano y óxido nitroso –los tres gases de efecto invernadero más graves– aumentó a niveles sin precedentes en 800 mil años. Según el IPCC la concentración de CO2 aumentó 40 por ciento desde la era preindustrial, en primer lugar debido a emisiones de combustibles fósiles y en segundo lugar debido a emisiones por cambios netos en el uso de la tierra (deforestación y agricultura industrial). Las emisiones fueron mayores, pero los océanos absorbieron cerca de 30 por ciento del dióxido de carbono, causando su acidificación, una crisis global tan grave como el cambio climático en sí mismo. La acidificación ya significa un problema serio para los corales y crustáceos que no pueden formar sus caparazones. Y ambos están al inicio de la cadena alimenticia marina.

Esto ha llevado a un aumento de la temperatura media de 0.85 grados en el último siglo. En los escenarios del IPCC, el más optimista indica que a final del siglo la temperatura aumentará en promedio 1.5 grados y los más pesimistas un mínimo de 4.8 grados o más, lo cual sería catastrófico por las afectaciones gravísimas en cultivos, aumento de nivel del mar, fenómenos climáticos extremos, desaparición de glaciares y fuentes de agua, etcétera. Pero aún el escenario de 1.5-2 grados, significa que habrá mucho más y peores impactos como lo que ya sufrimos, inundaciones, huracanes, sequías, etcétera.

Este informe corresponde al Grupo I del IPCC, que evalúa la ciencia sobre el clima y el cambio climático. El grupo II evalúa la vulnerabilidad y las posibilidades de adaptación y el Grupo III las posibilidades de limitar las emisiones de gases y mitigar el cambio climático. Por ello es aún más sorprendente que el del Grupo I haya incluido en su resumen dirigido a responsables de políticas, a la geoingeniería, o sea la manipulación tecnológica, deliberada y a mega escala del clima con el supuesto objetivo de contrarrestar los efectos del cambio climático.

Pese a incluir esta propuesta extrema y especulativa, el informe no discute energías alternativas, transporte público o producción agrícola ecológica ni ninguna otra medida, ya que su mandato es evaluar datos científicos recientes para actualizar el diagnóstico del cambio climático, no analizar formas para enfrentarlo, que es tarea de los Grupos II y III que presentarán sus informes en 2014.

Aunque pasa de contrabando la geoingeniería, el IPCC reconoce que ésta tiene altos impactos y conlleva efectos laterales y consecuencias de largo plazo a escala global. Sin embargo, sugiere que las técnicas de manejo de la radiación solar (geoingeniería para crear inmensas nubes volcánicas artificiales para tapar la luz del sol) si son factibles, tienen el potencial para revertir el aumento global de la temperatura –una absurda simplificación que esconde la naturaleza especulativa y la complejidad práctica de estas propuestas–, que podrían tener inmensos impactos, alterando los patrones de lluvia y viento de toda Asia y África, lo cual pondría en riesgo las fuentes de agua y alimentación de 2 mil millones de personas.

Es notable que el IPCC, por evitar confrontar los intereses de trasnacionales y gobiernos poderosos, no asuma su responsabilidad de señalar sin tapujos las causas y los responsables del caos climático, dejando claro que éstas son las que tienen que cambiar radicalmente para avanzar realmente en la reducción de emisiones. En su lugar, especulan (nada científicamente) sobre el uso de geoingeniería, que dejaría intactas las causas, calentando cada vez más el planeta, mientras enfriarlo será un negocio de esas mismas empresas y gobiernos.

sexta-feira, 1 de novembro de 2013

Neoliberalismos y trayectorias de los feminismos latinoamericanos

Sonia E. Alvarez
ALAI

El desarrollo neoliberal, patriarcal, racista y colonialista ha permitido, facilitado o incluso fomentado ciertas formas o tipos de discursos y prácticas feministas. Pero al mismo tiempo, ha limitado, circunscrito o hasta reprimido o criminalizado otros. Para mostrar esto, quiero analizar la relación entre el desarrollo neoliberal, racista y patriarcal y los movimientos de mujeres y feministas en América Latina en tres momentos diferentes.

El primero coincide con el inicio del neoliberalismo, lo que algunos llaman la fase del fundamentalismo de mercado, donde el mercado es considerado un dios y resolverá todo; y el régimen de Pinochet en Chile, tal vez puede expresar su cristalización máxima. El segundo momento, algunos lo han denominado neoliberalismo multicultural con "rostro humano", en el cual la intensa explotación de los más pobres, con la intensificación del hambre, por ejemplo, comienza a amenazar al propio capitalismo. En esta fase, empiezan a aparecer las políticas dirigidas específicamente a la población que vive en la miseria, por debajo de la línea de pobreza. Y finalmente, un tercer momento (el actual) que algunos llaman, todavía con cuestionamientos, de post-neoliberalismo, o si se quiere, de neo-desarrollismo, que se conjuga, en algunos casos, con el regreso del nacionalismo popular (popular ahora a menudo entendido como multiétnico e intercultural) y que también muchas veces muestra continuidades significativas con el modelo de acumulación capitalista por desposesión.

“Ejército invisible”

Durante la primera fase del neoliberalismo, la del fundamentalismo de mercado, las mujeres, especialmente las pobres y pertenecientes a grupos raciales subalternos, constituían una especie de "ejército invisible" que garantizó la supervivencia de las familias y las comunidades frente a la dramática caída de los salarios populares y de los servicios públicos provocada por el ajuste estructural. Como sabemos, las políticas de ajuste llevaron a las mujeres de la clase trabajadora y a los pueblos indígenas y afrodescendientes a organizar y dirigir luchas comunitarias por la supervivencia y contra el proceso de acumulación brutal y militarista del capitalismo de esta primera fase, en especial durante la llamada "década perdida" de los años 80.

El militarismo de esa primera fase también llevó a las mujeres a liderar las luchas por los derechos humanos en toda nuestra región. Las semillas de los feminismos populares que hoy se extienden por América Latina ya estaban en esas luchas de las mujeres y los grupos raciales subalternos de los años 70 y 80. Estas luchas populares, como otros feminismos que (re) surgen durante esta fase, evidentemente, se negaron a tener cualquier relación con el Estado militarizado.

A su vez, el neoliberalismo en su primera etapa tenía solamente utilidad instrumental para los movimientos de mujeres, sustentándose en las mujeres de clases populares para implementar los llamados programas sociales de "emergencia", que intentaban absorber la resistencia a la doble dictadura: la dictadura política y de mercado. La gran mayoría de militantes feministas y de movimientos populares, no obstante, se unió a las filas de la oposición al autoritarismo y al modelo de crecimiento orientado al mercado.

Neoliberalismo con “rostro humano”

La segunda fase del neoliberalismo coincide en muchos países de la región latinoamericana, con las llamadas "transiciones democráticas", que colocan en el poder a sectores de centro-derecha de oposición a las dictaduras militares, pero que, en general, continuaban abrazando la dictadura del mercado. En ese momento se produjo un intenso debate entre militantes feministas que decidieron participar en el Estado neoliberal democratizado en un intento por promover políticas favorables a las mujeres y otras que se afianzaron en la oposición, reprobando las continuidades político-económicas y culturales entre los gobiernos post-autoritarios neoliberales y las dictaduras que les precedieron.

Esta disputa fue especialmente feroz, dada una especie de "angustia estratégica" o verdaderas "paradojas políticas" generadas por lo que, siguiendo a Evelina Dagnino, podríamos llamar como "confluencia perversa" entre, por una parte, las conquistas reales de algunos elementos de la agenda feminista en América Latina y por otra, la "Nueva Agenda de Lucha contra la Pobreza" (New Poverty Agenda), promovida por las instituciones financieras internacionales en este segundo momento del neoliberalismo global.

La Agenda Neoliberal contra la Pobreza consideraba que un enfoque tecnocrático "con perspectiva de género" sería crucial para aumentar el "capital social" de las mujeres, especialmente las mujeres pobres y racializadas. Y el capital social femenino, a su vez, pasó a ser visto como esencial para integrar a las mujeres a un "desarrollo de mercado" más eficaz y eficiente (palabras clave del neoliberalismo II). Fue una época de proliferación de políticas enfocadas a los llamados grupos "vulnerables" –como las mujeres pobres, los grupos subalternos racializados–.

Así, los programas sociales de emergencia "focalizados" pasaron a ser permanentes en este segundo momento. Y es precisamente en esta coyuntura que el neoliberalismo va a usar una máscara más "humana", multicultural y participativa. Y llama a las "organizaciones de la sociedad civil" –incluyendo algunas organizaciones feministas profesionalizadas– a ser "socias en el desarrollo y la democratización". Y, en su calidad de "especialistas en género" (o generólogas...), muchas pasaron a administrar los proyectos dirigidos a las mujeres consideradas más "vulnerables" por el neoliberalismo globalizado.

En muchos países de la región, podemos decir que estos sectores del feminismo se consolidaron y se volvieron dominantes, si no hegemónicos, durante esta segunda fase del neoliberalismo. Y los feminismos y otros sectores de los movimientos de mujeres y populares que continuaron levantando críticas cada vez más contundentes a lo que en Chile se llamó "el modelito" perdieron visibilidad política y sus prácticas y discursos críticos quedaron cada vez más circunscritos y deslegitimados, como famosamente los llamó FHC (Fernando Henrique Cardoso, entonces presidente de Brasil), "neobobismos". Entre los deslegitimados y silenciados estaban importantes sectores de los movimientos indígenas y negros, que actuaban hacía varias décadas en la región, pero que en realidad proliferaron y ganaron espacio social y cultural durante los años 90. Por esta razón, el neoliberalismo, en su segunda fase, también muchas veces se declaró "multicultural".

En un intento por apaciguar lo más combativo y transgresor en estos movimientos, el neoliberalismo promueve, en esta etapa, algunas políticas para "integrar" mejor a los pueblos indígenas y afrodescendientes a la "ciudadanía de mercado" (o la ciudadanía mercantilizada, como la llama la Marcha). Es decir, algunas de las conquistas reales, producto de estas luchas antirracistas también "convergieron perversamente" con la mercantilización de la ciudadanía multicultural promovida por el neoliberalismo en su segunda fase.

Por lo tanto, esta fase permitió la articulación de demandas más "civiles" o cívicas por algunos sectores de movimientos indígenas, por ejemplo, especialmente aquellos que encarnaron o por lo menos "performaron" lo que Hale y Millamán han llamado el "indio permitido", "una categoría identitaria que resulta cuando los regímenes neoliberales reconocen activamente y abren espacio para la presencia indígena colectiva", mientras que separan "los derechos admisibles de aquellos prescritos, aquellos aceptablemente moderados de aquellos que amenazarían una transformación social radical".

Quiero enfatizar que no estoy proponiendo un binarismo rígido entre lo permitido y lo no permitido. Simplemente quiero señalar dos caras del activismo que a veces encontramos en una misma persona, dos caras que se mezclan y entrelazan en una misma militante, una misma organización, un mismo movimiento.

Feminismo 2.0

En el momento actual, está claro que vivimos una reconfiguración de los campos políticos y de los movimientos sociales, lo que genera nuevas angustias estratégicas y nuevas paradojas políticas. Por un lado, tenemos la expansión geométrica de los feminismos populares, negros, indígenas, lésbicos, trans, jóvenes, etc. Un feminismo cada vez más "de masas", un "feminismo 2.0", como dice el sitio web de la Marcha en Brasil. Y por otro lado, vemos la consolidación de proyectos y gobiernos democrático-populares, de izquierda y de centro-izquierda, y de feminismos que se articulan con estos proyectos populares muchas veces a través de la "auto-organización" de las mujeres en los más diversos movimientos y espacios políticos.

En la coyuntura actual, quiero sólo destacar algunas preguntas que tal vez puedan ser aprovechadas en los debates de la Marcha. En primer lugar, parecería que la proliferación de gobiernos de izquierda o de centro-izquierda en la región, desde finales de los años 90, habría aumentado el espacio político para los sectores de los feminismos y movimientos de mujeres que quedaron invisibilizados y hasta criminalizados durante el segundo momento neoliberal. Y en algunos casos, como en Bolivia, también se abrió espacio a las organizaciones de mujeres vinculadas a los movimientos indígenas. Sin embargo, algunas militantes y observadoras académicas insisten en que estos proyectos y gobiernos muchas veces todavía comparten las suposiciones maternalistas que guiaron las políticas "con perspectiva de género" de la segunda fase neoliberal y por lo tanto continúan patriarcales al mismo tiempo que absorben algunas de las demandas feministas que serían más consonantes con el modelo post- neoliberal y/o neo-desarrollista.

Se plantean las siguientes cuestiones en la coyuntura actual: ¿hay "confluencias" entre las agendas de algunas corrientes feministas, los diversos sectores de los movimientos populares, negros e indígenas, y los gobiernos democrático-populares de hoy en día? ¿Aparecen nuevas "perversidades" en función de esas confluencias? ¿Cuáles son las principales "virtudes" que podemos identificar en las confluencias actuales entre los feminismos, los movimientos étnico-raciales, y los gobiernos de (centro) izquierda y democrático-populares? ¿Qué angustias estratégicas y paradojas políticas caracterizan la militancia en este tercer momento? ¿Qué discursos y prácticas feministas son permitidas y no permitidas en el momento actual? ¿Cómo superar estos aparentes binarismos políticos y enfrentar nuestras inevitables paradojas con más contundencia?

Quiero terminar subrayando que enfrentar nuestras paradojas –en lugar de la práctica mucho más común que consiste en camuflarlas o anularlas– es vital para los movimientos feministas y de mujeres, al igual que para todos los movimientos sociales, porque las contradicciones y los conflictos que generan muchas veces pueden ser muy productivos, provocando auto-reflexiones y reflexiones críticas que con frecuencia revitalizan y fortalecen los movimientos. Propongo, por último, que las paradojas son lo que realmente hace a los movimientos moverse.