quarta-feira, 30 de maio de 2012

Siria: Los treinta y dos niños de Hula

Jon Lee Anderson
The New Yorker

Más temprano o más tarde, todo conflicto armado cuya victoria depende del control sobre la población civil –a diferencia de, por ejemplo, el control sobre el territorio físico—tiene su My Lai, su Srebrenica, su Sabra y Shatila. Y la guerra civil de Siria (porque eso, a fin de cuentas, es lo que es) tiene ahora su baño de sangre distintivo –su momento de antes-y-después. El sábado (26 de mayo de 2012), en la pequeña ciudad de Hula,unos ciento ocho civiles, incluyendo al menos treinta y dos niños, murieron a manos, aparentemente, del ejército sirio y los shabiha (palabra árabe utilizada sobre todo en Siria. Siginifica “matones” y se refiere a un grupo parapolicial del régimen), que a menudo hacer su trabajo sucio.

No es que no haya habido atrocidades ya en este conflicto que lleva quince meses; ha habído montones, cada una con su cuota de sangre y agonía y venganza. El centenar de muertos de Hula puede ofrecer apenas un estremecimiento de horror a espectadores apabullados e insensibilizados, y estadísticamente bien puede representar sólo una fracción de las crecientes bajas –Naciones Unidas calcula el número en más de diez mil, pero puede haber un millar más, dependiendo de quién haga la cuenta.

Ha pasado un mes desde la llegada a Siria de unos doscientos setenta observadores de la ONU, resultado de un acuerdo parcial entre el presidente Assad y (el enviado de la ONU) Kofi Annan. Los observadores no han detenido la matanza ni la han reducido, a pesar de algunas ilusorias afirmaciones en contrario (¿dónde han detenido algo, jamás, los observadores o pacificadores de la ONU?). La matanza de Hula tuvo lugar a apenas quince millas de los observadores apostados en Homs. A diferencia de los viejos westerns, la caballería nunca llegó: en este truculento reality show en el que habitamos, los hombres de la ONU llegaron tarde, pero a tiempo para filmar los cuerpos dejados por los asesinos, con el mérito de al menos haber confirmado que una atrocidad efectivamente había ocurrido. En Hula, los videos muestran que algunas de las víctimas civiles –con pedazos perdidos de sus cuerpos—eran, probablemente, de ningún grupo en particular, con lo que quiero decir que, como en todas las guerras, fueron muertos simplemente porque estaban en el sitio equivocado en el momento equivocado, y que los hombres que apretaron los botones de “fuego” en su pieza de artillería o en los tanques que lanzaron la munición que los despedazó no pretendían dañarlos per se, como individuos.

Otros, sin embargo, parecen mostrar las trazas de asesinatos a quemarropa –resultado de armas que se apoyaron sobre las cabezas e hicieron fuego, y de cuchillos hundidos profundamente en las gargantas. Estas últimas, que incluían a algunos de los niños, son las muertes más perturbadoras de las que están ocurriendo hoy en Siria. Plantean la pregunta de si hay algún tipo de plan de paz, en este punto, que sea viable, al menos en las mentes de los actores del conflicto. Es por eso que Hula es tan crucial (y es por eso que el régimen proclama que se trata de un montaje para desprestigiarlo).

En este tipo de guerra que involucra a una comunidad –la minoría alawita, que gobierna el país y teme su extinción a manos de la mucho mayor comunidad sunita (que incluye a los habitantes de Hula)–, los asesinos siguen haciendo su trabajo sin importar lo que digan los políticos.

Ban Ki-moon ha dicho que no hay un “Plan B” de la ONU para Siria. Resumido groseramente, el Plan A se basa en la buena voluntad y en un cambio de intenciones del régimen de Assad y de los rebeldes que lo combaten. La cosa es: ¿qué hace uno cuando los hombres se vuelven capaces de cortar la garganta de un niño?

terça-feira, 29 de maio de 2012

Pronto olvidaremos el nuevo horror en Siria

Robert Fisk
The Independent

Bashar Assad saldrá indemne de ésta. Como salió de Deraa. Y de Homs. Saldrá indemne de Hula. Lo mismo pasará con la oposición armada al régimen, y con Al Qaeda y cualquier otro grupo que se sume a la tragedia de Siria. Sí, tal vez éste sea el momento crítico, el punto de quiebre del horror, cuando el colapso baazista se vuelva inevitable, más que probable.

Y sí, puede ser que el querido William Hague, ministro británico del Exterior, esté "absolutamente" horrorizado. La ONU también. Todos lo estamos. Pero un centenar de Hulas tapizan Medio Oriente, con sus niños muertos apilados entre las estadísticas, con cuchillos, cuerdas y rifles entre las armas homicidas.

¿Y qué si los soldados de Assad dejaron que la milicia alauita les hiciera el trabajo sucio? ¿Acaso el FLN argelino no usó a las unidades de la "guardia de la patria" para asesinar a sus opositores en la década de 1990? ¿Kadafi no empleó el año pasado a sus leales milicianos, y Mubarak a sus drogados ex policías, los baltagi, para arrasar a los opositores al régimen? ¿Acaso Israel no se valió de sus aliados falangistas libaneses para intimidar y dar muerte a sus opositores en Líbano? ¿No fue todo eso también gobernar asesinando? Y, pensándolo bien, ¿no fueron las fuerzas especiales de Rifaat, el tío de Bashar Assad, las que masacraron a los insurgentes de Hama en 1982? (No digan esto en voz muy alta, porque Rifaat se la vive ahora entre París y Londres.) Entonces, ¿quién cree que Bashar no puede salir indemne de Hula?

El paralelismo con Argelia es estremecedor. Los líderes corruptos del ELN querían una "democracia", hasta organizaron elecciones. Pero una vez que quedó claro que la oposición islamita –el infortunado Frente Islámico de Salvación– vencería, el gobierno declaró la guerra a los "terroristas" que intentaban destruir a Argelia. Sitiaron aldeas, bombardearon ciudades –todo en nombre del combate al terror– hasta que la oposición dio en masacrar civiles en torno a Blida, miles de ellos: bebés con la garganta rebanada, mujeres violadas. Y luego resultó que el ejército argelino también participó en las matanzas. Donde dice Hula lean Bentalha, lugar que todos hemos olvidado, como olvidaremos Hula también.

Y nosotros los occidentales bufamos y resoplamos, y llamamos a los dos bandos en Argelia a mostrar "contención", pero queríamos estabilidad en la antigua colonia francesa –no olvidemos que Siria es un antiguo territorio bajo mandato francés–, y estábamos muy preocupados de que insurgentes estilo Al Qaeda se adueñaran de Argelia, así que al final Estados Unidos apoyó a los militares argelinos del mismo modo que los rusos apoyan hoy a los militares sirios. Y el FLN salió indemne luego de 200 mil muertos, comparados con los apenas 100 mil que ha producido hasta ahora la guerra en Siria.

Y vale la pena recordar que, enfrentados a la insurrección de la década de 1990, los argelinos buscaron con desesperación países a los cuales acudir en busca de consejo. Escogieron Siria, entonces bajo el imperio de Hafez Assad, y enviaron una delegación militar a Damasco para aprender cómo el régimen destruyó Hama en 1982. Ahora los estadunidenses –que hace seis meses presentaban característicamente a Bashar como un "muerto en vida"– prefieren un final tipo Yemen a la guerra en Siria, como si la crisis yemení no fuera lo bastante sangrienta de por sí. Pero remplazar a Assad con un asesino de la misma ralea (la "solución" de Sanaa) no es algo que los sirios estén dispuestos a aceptar.

Sí, es una guerra civil. Y sí, Hula podría ser el punto de quiebre. Y ahora la ONU es testigo. Pero el partido Baaz tiene raíces más profundas que la sangre –pregunten a cualquier libanés– y nosotros en Occidente pronto nos olvidaremos de Hula, cuando otra imagen de muerte en YouTube aparezca en nuestras pantallas desde la campiña siria. O desde Yemen. O desde la próxima revolución.

segunda-feira, 28 de maio de 2012

Holocaustos Coloniais

Examinando a série de catástrofes provocadas pelo El Niño, que espalhou secas e fome pelo mundo desde o final do século XIX, o escritor americano Mike Davis apresenta em Holocaustos Coloniais a íntima e inegável relação entre o descaso e a arrogância dos países imperialistas e os acidentes naturais, provocando uma das piores tragédias na história da humanidade. Segundo Davis, a miséria e a fome dos países do Terceiro Mundo poderiam ter sido evitadas se uma política econômica e social mais justa e mais racional fosse adotada.

Holocaustos Coloniais é centrado, principalmente, em três zonas de secas e conseqüentes miséria e fome: a Índia, o Norte da China e o Nordeste brasileiro. Todos afetados pelos mesmos fatores climáticos desastrosos, que causaram grandes perdas nas lavouras, deixando milhares de famintos e dizimando populações locais. Contudo, segundo o autor, os efeitos da seca foram potencializados em cada um dos casos em função das singulares políticas destrutivas ordenadas pelas elites governantes.

Os números apresentados pelo autor são chocantes: 12 milhões de mortes na China e mais de 6 milhões na Índia apenas entre 1876 e 1878. Mas Davis faz mais do que denunciar uma evidência — ele aponta os culpados. Entre eles, a política imperialista do Japão e Estados Unidos e a imposição do mercado livre na Era Colonial, que criaram um verdadeiro “genocídio cultural”. As acusações do autor são fortes, contudo, fica difícil discordar de Davis ao ler seu livro.

Segundo o autor, a importância de uma nação de famintos foi subestimada historicamente. Na Índia, por exemplo, durante o século XIX a Inglaterra tratou as secas em sua colônia como uma oportunidade para reafirmar sua soberania. A indiferença e a incompetência do governo indiano agravaram a situação ao longo do tempo. Mike Davis revela que instaurou-se um certo tom de laisser-faire em relação à miséria. E frente ao descaso, ela cresceu de forma avassaladora e terrível. Davis deixa claro que as sementes do subdesenvolvimento e do Terceiro Mundo foram plantadas na Era do Imperialismo e o preço de uma sociedade capitalista e dita moderna foi pago com milhares de vidas inocentes.

O escritor paquistanês Tariq Ali descreve o livro de Mike Davis como “O livro negro do capitalismo liberal”. Mas Holocaustos Coloniais é mais do que isso. É um livro que ilustra o desastre e as conseqüências de uma política econômica covarde, cruel e desigual. Um livro relevante, substancialmente contemporâneo e de grande interesse histórico no qual vemos como o delineamento do que chamamos hoje Terceiro Mundo – e a irreparável divisão da humanidade entre “os que têm” e “os que não têm” – teve sua configuração decisiva nestas interações fatais entre o clima e a economia mundial no ocaso do século XIX.

domingo, 27 de maio de 2012

Argentina: Donde mueren las palabras

Horacio Verbitsky
Página 12

El Episcopado confirmó ante la Justicia que desde 1978 sabía que la dictadura militar asesinaba a las personas detenidas-desaparecidas, cosa que nunca hizo pública. La tardía admisión se produjo con el reconocimiento de la autenticidad del documento publicado el domingo 6 de mayo sobre el diálogo secreto con el dictador Jorge Videla del 10 de abril de ese año. Pese a ello tanto el Episcopado como el Vaticano y la gran prensa guardan silencio.

La Iglesia Católica confirmó por primera vez ante la Justicia que por lo menos desde 1978 sabía que la dictadura militar asesinaba a las personas detenidas-desaparecidas, cosa que nunca hizo pública, y que sus máximas autoridades discutieron con el jefe supremo de la dictadura cómo manejar la información sobre esos crímenes. La tardía admisión se produjo con el reconocimiento de la autenticidad del documento publicado el domingo 6 de mayo sobre el diálogo secreto con el dictador Jorge Videla del 10 de abril de 1978, luego de un almuerzo del que participaron los tres miembros de la Comisión Ejecutiva que conducía a la institución. Pese a ello tanto el Episcopado como el Vaticano y la gran prensa siguen guardando un escandaloso silencio.

La cuestión de las listas

La judicialización del documento eclesiástico se produjo en la causa abierta para determinar lo sucedido con los restos de Roberto Santucho, a pedido de su familia, representada por el abogado Pablo Llonto. Santucho fue abatido por una partida del Ejército el 19 de julio de 1976 y su cuerpo exhibido a la prensa en Campo de Mayo, pero luego desapareció sin explicaciones. A raíz de la confesión de Videla a un periodista español y otro argentino sobre el asesinato de los detenidos-desaparecidos, la jueza federal de San Martín, Martina Forns, a cargo de esa causa, citó a declarar al ex dictador. Videla dijo que él había decidido ocultar el destino de los restos de Santucho para evitar homenajes pero que quien sabía qué habían hecho con ellos era el entonces jefe de Campo de Mayo, general Santiago Riveros. Ante el cuidadoso interrogatorio preparado por Forns, Videla respondió sus preguntas durante más de tres horas. Sin eufemismos dijo que los detenidos-desaparecidos eran “condenados” y “ejecutados” y que ese método se había adoptado por comodidad porque creían que “no provocaba el impacto de un fusilamiento público”, que “la sociedad no lo iba a tolerar”. Agregó que “era difícil pensar que tantas personas podían ser juzgadas y la Justicia estaba asustada por la persecución que habían sufrido los jueces” del Camarón, el tribunal especial que actuó entre 1971 y 1973 durante la penúltima dictadura. Cuando Forns lo interrogó sobre las listas de personas detenidas-desaparecidas, Videla contestó que eran incompletas y que no se publicaron, porque contenían errores e inexactitudes y no hubo acuerdo entre las tres Fuerzas Armadas que compartían el gobierno. Agregó que la información sobre el destino de cada persona es “una obligación moral” pero que no es fácil cumplir con ella “por la forma tabicada en que se procedía y en algunos casos no hay rastros de eso y no puede publicarse a medias”.

Un diálogo entre amigos

Pero durante el almuerzo con el cardenal Raúl Primatesta, arzobispo de Córdoba, el arzobispo de Santa Fe, Vicente Zazpe, y el de Buenos Aires, cardenal Juan Aramburu, quienes eran presidente y vicepresidentes del Episcopado, Videla dio otra explicación mucho más sincera acerca de la publicación de las listas y sobre lo sucedido a las personas detenidas-desaparecidas. Ello consta en una minuta para el Vaticano, que los tres eclesiásticos redactaron luego de ese almuerzo y que fue reproducida por la prensa hace tres domingos, en la nota “Preguntas sin respuesta”. En un clima que Aramburu describió como cordial, Videla dijo que no era fácil admitir que los desaparecidos estaban muertos, porque eso daría lugar a preguntas sobre dónde estaban y quién los había matado. Primatesta hizo referencia a las últimas desapariciones producidas durante la Pascua de 1978, “en un procedimiento muy similar al utilizado cuando secuestraron a las dos religiosas francesas”. Videla respondió que “sería lo más obvio decir que éstos ya están muertos, se trataría de pasar una línea divisoria y éstos han desaparecido y no están. Pero aunque eso parezca lo más claro sin embargo da pie a una serie de preguntas sobre dónde están sepultados: ¿en una fosa común? En ese caso, ¿quién los puso en esa fosa? Una serie de preguntas que la autoridad del gobierno no puede responder sinceramente por las consecuencias sobre personas”, es decir los secuestradores y asesinos. Primatesta insistió en la necesidad de encontrar alguna solución, porque preveía que el método de la desaparición de personas produciría a la larga “malos efectos”, dada “la amargura que deja en muchas familias”. Se refería en forma implícita a la carta que esa misma mañana le había enviado el presidente fundador del CELS, Emilio Mignone, padre de la detenida-desaparecida Mónica Candelaria Mignone, y una de las más altas personalidades laicas del catolicismo argentino. Mignone había sido ministro de Educación en la provincia de Buenos Aires en la década de 1940 y viceministro de Educación nacional en la de 1960. El fundador del CELS le escribió a Primatesta que el sistema del secuestro, el robo, la tortura y el asesinato, “agravado con la negativa a entregar los cadáveres a los deudos, su eliminación por medio de la cremación o arrojándolos al mar o a los ríos o su sepultura anónima en fosas comunes” se realizaba en nombre de “la salvación de la ‘civilización cristiana’, la salvaguardia de la Iglesia Católica”. Agregó que la desesperación y el odio iban ganando muchos corazones.

Al día siguiente del almuerzo, Zazpe le informó a Mignone que la Comisión Ejecutiva le había transmitido a Videla “todo lo que dice su carta”. Dijo que habían sido “tremendamente sinceros y no recurrimos a un lenguaje aproximativo” pero le advirtió, como si se tratara de una accesoria cuestión técnica, que había una “divergencia con su carta” acerca de la publicidad o reserva de esta entrevista. “En esta ocasión volvió a recurrirse a la reserva”, que dura hasta hoy. Primatesta informó luego a la Asamblea Plenaria que los obispos le plantearon a Videla los casos señalados en su carta por Mignone, de presos que en apariencia recuperaban su libertad pero en realidad eran asesinados; que se interesaron por sacerdotes desaparecidos, como Pablo Gazzarri, Carlos Bustos y Mauricio Silva, y por otros detenidos de los que pidieron la libertad y/o el envío al exterior. Pero el desarrollo completo del diálogo sólo consta en la síntesis para el Vaticano. Cuando Primatesta advirtió sobre las amargas consecuencias del método de la desaparición forzada, Videla asintió. También él lo advertía, pero no encontraba la solución, dijo. Zazpe preguntó: “¿Qué le contestamos a la gente, porque en el fondo hay una verdad?”. Según el entonces arzobispo de Santa Fe, Videla “lo admitió”. Aramburu explicó que “el problema es qué contestar para que la gente no siga arguyendo”. Según Aramburu, cuando Videla repitió que “no encontraba solución, una respuesta satisfactoria, le sugerí que, por lo menos, dijeran que no estaban en condiciones de informar, que dijeran que estaban desaparecidos, fuera de los nombres que han dado a publicidad”. Primatesta explicó que “la Iglesia quiere comprender, cooperar, que es consciente del estado caótico en que estaba el país” y que medía cada palabra porque conocía muy bien “el daño que se le puede hacer al gobierno con referencia al bien común si no se guarda la debida altura”.

Luego de la publicación, la jueza Forns solicitó la entrega del documento a la Conferencia Episcopal. Sin dilación, recibió una copia. De este modo, la máxima conducción católica de la Argentina corroboró en forma oficial y en un expediente judicial que tanto la Iglesia argentina como la Santa Sede, para la que se confeccionó esa minuta, estaban al tanto del asesinato de las personas cuya desaparición era denunciada por sus familiares y por los organismos defensores de los derechos humanos.

Copia Fiel

El facsímil que se publica a la izquierda es el que la actual conducción episcopal, presidida por el Arzobispo de Santa Fe, José Arancedo, remitió a la jueza Forns. Arriba a la izquierda se lee “Es Copia Fiel” y abajo a la derecha consta el sello de la Conferencia Episcopal Argentina. En ese documento secreto se observa que la afirmación de Videla sobre la protección a quienes cumplieron sus órdenes criminales está completada a mano por Primatesta. Pese a la enorme trascendencia de este demorado reconocimiento, ninguna autoridad eclesiástica hizo la menor referencia pública al tema, aunque la Comisión Ejecutiva se reunió el 16 de mayo y emitió un documento, cuestionando la ley de muerte digna sancionada por el Congreso. Como si la enormidad del hecho les cortara el habla, tampoco los diarios Clarín, La Nación y Perfil se dieron por enterados de la publicación de ese documento fundamental para establecer el grado al que llegó la complicidad de la Iglesia Católica con la dictadura militar y su política criminal. Treinta y cuatro años después, el encubrimiento continúa. Cuando el periodista español Ricardo Angoso lo entrevistó en la prisión que el Servicio Penitenciario Federal tiene en Campo de Mayo, Videla dijo que “mi relación con la Iglesia Católica fue excelente, muy cordial, sincera y abierta”, porque “fue prudente”, no creó problemas ni siguió la “tendencia izquierdista y tercermundista” de otros Episcopados. Condenaba “algunos excesos”, pero “sin romper relaciones”. Con Primatesta, hasta “llegamos a ser amigos”. Se nota.

quarta-feira, 23 de maio de 2012

História e teoria social

Nesta obra clássica, Peter Burke sugere que História e teoria social, áreas tradicionalmente em conflito, deveriam ser consideradas complementares.

Os estudiosos das duas esferas de conhecimento contribuiriam de forma mais profunda e ampla com o estudo das ciências humanas se pudessem interromper o “diálogo de surdos” que ainda travam, de acordo com o autor. Ele reconhece, porém, que tem crescido o número de historiadores e teóricos sociais “bilíngues”.

Burke examina aqui a forma como os historiadores têm empregado — ou deveriam empregar – os modelos, métodos e conceitos da teoria social para abordar conflitos latentes, como a oposição entre estrutura e agência humana, que estão no cerne da tensão entre as duas áreas. E também procura demonstrar como a História, por sua vez, foi utilizada para criar e validar teorias sociais. “Espero vir a persuadir os historiadores a levarem a teoria social mais a sério do que muitos deles hoje a levam, e os teóricos sociais a se interessarem mais pela História“, escreve.

Revisada e ampliada, esta segunda edição de História e teoria social contém, ainda, análises sobre temas atuais, como capital social, globalização e pós-colonialismo.

terça-feira, 22 de maio de 2012

Los horizontes del movimiento estudiantil

Gabriel Boric
Le Monde Diplomatique

El 2011 marcará un antes y un después en la historia reciente de Chile. Lo dice todo el mundo. Pero lograr hacer de este “después” que se inicia un ciclo efectivamente distinto al “antes” que se cierra, es un desafío que está abierto. Cuán favorable será para las aspiraciones populares el Chile que al calor de las crecientes movilizaciones se empieza a forjar, sólo el desarrollo de las luchas sociales lo podrá determinar. Es algo que está en nuestras manos.

De nada sirve conformarnos con lo hecho y cruzarnos de brazos. Nuestro deber es realizar una reflexión colectiva sobre el momento que vive el país y las tareas que nosotros, como movimiento estudiantil y también como izquierda, debemos cumplir para contribuir con nuestra rebeldía a la construcción de nuevas y convergentes fuerzas sociales transformadoras, que asuman como propia la tarea de cambiar Chile.

Es fácil caer en el vicio de embriagarse con aspectos superficiales y perder de vista las relaciones de fuerza que determinan el curso general de las cosas. Ha habido muchas movilizaciones, han caído ministros, la popularidad del Presidente y los partidos continúan a la baja. Pero cuidado, sobredimensionar los efectos de nuestras acciones y menospreciar las de nuestros adversarios puede llevarnos a fallar al momento de definir las tareas pendientes. Que son muchas.

El movimiento estudiantil ha conquistado un grado de autoconciencia, organización y disposición de lucha inédito en su historia. Pero no seamos autocomplacientes. Todavía no ceden los pilares sobre los cuales los poderosos están parados. Más allá de la magnitud de las movilizaciones y el descrédito de la clase dirigente, campea una extendida desarticulación social, y en términos políticos el país todavía continúa preso de “dos derechas” que viven en otro planeta. Una oficial y otra encubierta, pero derechas al fin y al cabo.

La santa alianza del neoliberalismo chileno busca como sea presentar el extendido malestar social como síntoma de que avanzamos al desarrollo. Tras sus cómodos escritorios, nos dicen que no hay nada de qué preocuparnos, que nuestra infelicidad es demostración de lo bien que han hecho las cosas. No quieren ceder ni un centímetro en la defensa de un modelo educativo basado en el lucro y la competencia, sometido a fin de cuentas a la ley del dinero.

No pienso únicamente en los tecnócratas del Gobierno, ni en los exponentes más caricaturescos de la derecha cavernaria, tipo Cristián Labbé o Jovino Novoa. Los jerarcas de la Concertación siguen siendo más parte del problema que de la solución, pues en lugar de proponerse superar la obra del pinochetismo, en educación y otros ámbitos, plantean simplemente cómo administrarla mejor. De esa forma, sólo acentuarán la concentración de riqueza y poder en unos pocos sin resolver los problemas que aquejan a las mayorías. El mejor ejemplo fueron los arrogantes dichos de Ricardo Lagos en enero pasado. Ante la pregunta sobre cuál era su autocrítica tras el agotamiento del modelo educacional consolidado durante los gobiernos de la Concertación, el “Tigre del Sur” (como se titula su último libro sobre él mismo), contestó sin sonrojarse: “Lo primero es que yo lo puse (el tema) en marzo, antes de que los estudiantes estuvieran en la calle. ¿Estamos? ¿Y por qué tengo que hacer una autocrítica?”.

Los ejemplos sobran. El punto es que siguen existiendo grandes obstáculos para hacer realidad las aspiraciones mayoritarias del país por una educación al servicio de la realización individual y colectiva de los ciudadanos, concebida por tanto como un derecho y no como un negocio. Son todavía muchos los muros por derribar y muchas las incapacidades propias que resolver. Identificarlas es tener la mitad del problema resuelto.

Superar la camisa de fuerza pinochetista

Lo primero es hacerle ver al país la real magnitud de la transformación necesaria para responder a los anhelos de una ciudadanía cada día más movilizada. En lo educacional, la demanda por una Reforma Integral, fundada en el fortalecimiento de la educación pública y una firme regulación del sector privado -ampliamente respaldada en la sociedad- no es procesable en los marcos del modelo actual. Exigen su redefinición, un cambio de paradigma. He ahí el sentido de los cambios a implementar.

Las principales fuerzas políticas y sus centros de pensamiento no han recogido ese guante, pues todavía operan bajo la idea de introducir ajustes al modelo heredado de los 80. Así, sacan su discusión del debate y contribuyen a naturalizar la política social de la dictadura, basada fundamentalmente en el principio de subsidio a la demanda y su consecuente traducción en la política pública: la focalización del gasto social.

La aplicación de este principio ha resultado nefasta, pues tiene como consecuencias directas el aumento de la segregación, el imperio de la capacidad de pago de las familias como criterio rector del acceso a una educación de calidad y el encarecimiento de la educación ante su subordinación al hambre de lucro del empresariado. Implica además negar instituciones que forjen vínculos comunes en la sociedad. Una suerte de suicidio colectivo. Una involución social.

Los argumentos utilizados para naturalizar la política social subsidiaria son francamente débiles. Que todos los países desarrollados, o en vías de, caminan en esa dirección. Falso. Es cosa de mirar nuestra región o los países más igualitarios de Europa. ¿Alguien de verdad se atreve a sostener que Finlandia o Brasil están mirando a Chile para saber qué hacer con su educación? Los mismos que lo dicen ante la opinión pública reconocen que no es así en los pasillos del Congreso o de cualquier seminario serio. Que la política universalista es muy cara. Argumento muy extendido, que en el fondo no niega la deseabilidad de esta política, sólo dice que es una cuestión de recursos. Que la focalización es deseable, porque el Estado no puede ayudar a los que “tienen más”. Este es un argumento ideológico. Los verdaderamente ricos son tan pocos en Chile que financiarles la educación a sus hijos tiene bajísimo impacto. Pero además, es deseable hacerlo, para que los jóvenes de todas las clases sociales se formen en ambientes heterogéneos y puedan así forjarse vínculos comunes. Que los más ricos y sus empresas no paguen impuestos es otra cosa, he ahí el problema.

Nuestro rol, por tanto, es apuntar a cambiar la esencia del modelo, no tan sólo sus excesos. Debemos pasar del reinado autoritario del principio de subsidio al mercado al principio de universalidad garantizada por el Estado. ¿Razones? Muy simple: queremos que Chile sea un país inclusivo, más igualitario y que adopte un modelo de desarrollo integral y autosustentable, para lo cual es imprescindible liberar la producción de conocimiento del interés egoísta del mercado.

Un movimiento unitario, audaz y transformador

Pero pasar a una nueva fase en la movilización requiere que aprendamos de nuestros errores. Como certeramente lo señaló Sergio Grez, en su artículo de Le Monde Diplomatique “Chile 2012: el movimiento estudiantil en la encrucijada”, debemos sortear los peligros que acechan a diestra y siniestra. Por un lado, la confianza ingenua en una institucionalidad que ahoga toda búsqueda por superar el legado dictatorial nos deja como vagón de cola del oportunismo del establishment y nos hace olvidar que nuestra fuerza radica en la amplitud social de nuestro movimiento y en la movilización que seamos capaces de sostener.

Y por otro, la idealización también ingenua de la acción marginal, el “culto a la violencia ciega” y la pirotecnia de minorías que se piensan capaces de suplantar la acción colectiva por actos de iluminados. Este frecuente vicio nos aísla e impide forjar vínculos sólidos con el conjunto de la sociedad.

Ambos extremos son funcionales a las estrategias de desactivación y división del movimiento que han puesto en acción los poderosos. Nuestra respuesta debe ser una sola: construir un movimiento social por la educación ni disperso ni monolítico, sino unitario. De eso se tratan nuestros esfuerzos por ampliar la Confech para transformarla, de a poco pero a paso firme, en una organización más democrática, dinámica y efectivamente representativa de todos los estudiantes universitarios de Chile, estudien donde estudien. En esto, ya hemos avanzado con la inclusión de muchas federaciones de instituciones privadas y la preparación de un Congreso Refundacional.

De eso se trata también la nueva forma de relación que queremos establecer entre estudiantes universitarios y secundarios, buscando recomponer las confianzas para actuar en unidad. No queremos imponer la agenda de los universitarios, de un determinado sector político ni los momentos o formas de movilización. Queremos respetar la autonomía de todos los espacios organizativos y avanzar a una efectiva y franca coordinación. Divididos seremos derrotados, la unidad es necesaria para tener más fuerza pero sobre todo porque si no cruza a todos los niveles educativos, no hay reforma integral posible.

Debemos también darle mayor coherencia a nuestra agenda de demandas. No queremos resolver problemas particulares, sino cambiar la educación porque queremos cambiar la sociedad. No se trata de armar un petitorio como quien escribe una lista para ir al supermercado. Nuestra agenda de demandas debe prefigurar la nueva sociedad por la cual luchamos. Una sociedad basada en la realización de las aspiraciones populares y la emancipación social, intelectual y política de las mayorías.

Proponemos y exigimos pues, una gran transformación. Basada en el principio de universalidad del derecho a la educación y en el fortalecimiento y la expansión de la educación pública en todos sus niveles. Reconociendo la democratización de todas las instituciones educativas como un paso ineludible si queremos un país de ciudadanos, soberano. Bregando por una regulación firme como política de Estado del sector privado de la educación superior, para frenar los atropellos a sus estudiantes y la subordinación de sus instituciones a intereses particulares. Y considerando la urgencia de producir conocimiento e innovación de avanzada con sentido país y vocación de desarrollo.

Estas son las convicciones que sostienen nuestro compromiso con la consigna de Educación gratuita, democrática y de calidad. No sólo no retrocederemos un paso de las banderas ondeadas el año pasado ni flaquearemos en su defensa. Nuestra elección irrenunciable es avanzar para continuar abriendo caminos que ensanchen los alcances de los cambios que la sociedad reclama. No escucharemos más sermones ni llamados al descanso. Esto recién comienza.

segunda-feira, 21 de maio de 2012

La FAO y el acaparamiento de tierras

Vicent Boix
Socialismo y Democracia

Si hay un negocio que tiene el futuro garantizado, no es otro que el de la alimentación. Se puede prescindir de todos los objetos que nos rodean y que supuestamente nos hacen la vida mejor, sin embargo, llenar el estómago siempre será una obligación. Así lo han entendido esas pocas multinacionales que controlan el comercio de alimentos y los inversionistas que han volcado su dinero en los mercados agrícolas.

Pero en la búsqueda frenética de oportunidades dentro del agronegocio, se ha extendido el “acaparamiento de tierras”, en el que inversores, empresarios, estados, etc. están adquiriendo millones de hectáreas en diferentes países, sobre todo en los africanos, desde los subsaharianos hasta los mediterráneos. Algunos buscan especular con las tierras, otros sembrar agrocombustibles para los países ricos, y otros aprovechar el agua y la tierra ajena para cultivar alimentos y luego exportarlos a sus naciones.

Sea como sea, algunos cálculos ya establecen que en África se han tramitado proyectos por una extensión total de 67 millones de hectáreas (la superficie conjunta de Italia y Alemania). Los atropellos se han sucedido sin parar y aquellos maravillosos beneficios que gozarían los pueblos que se amoldarían a la nueva inversión agrícola, se han quedado en papel mojado. De esta forma, las personas desalojadas de sus tierras se cuentan por decenas de miles. Además se han reportado expulsiones violentas, encarcelamientos, procesos judiciales contra campesinos, precariedad laboral en los nuevos proyectos agrícolas, acaparamiento de otros recursos naturales como el agua, deforestación de bosques, alteración de cauces en ríos, etc.

Los muchos discursos de la FAO

La FAO, como buena hija de Naciones Unidas, acoge todo tipo de ideas por muy contradictorias que puedan ser entre ellas. Por ejemplo, ante la reciente crisis alimentaria en Sudán del Sur, el responsable de este organismo en el país africano manifestaba que “Hay que lograr que las familias tengan en primer lugar acceso rápido a alimentos inocuos y nutritivos, así como a otras necesidades básicas (…) Podemos hacerlo ayudando a la gente a retomar las actividades agrícolas, ganaderas y de otro tipo en las que basan sus medios de subsistencia”.

La realidad es que si se quiere ayudar a la gente a retomar sus actividades agrícolas, habrá que garantizar las tierras, las aguas y los recursos económicos. Por eso este escenario propuesto por el responsable de la FAO en Sudán del Sur, choca de frente con el masivo acaparamiento de tierras en el continente, que está ayudando a la gente a abandonar las actividades agrícolas, ganaderas y de otro tipo en las que basan sus medios de subsistencia.

Sin embargo y a pesar de la gravedad de los hechos, la FAO también apoya sin titubeos el acaparamiento de tierras. Junto al Banco Mundial o el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, trabaja en los “Principios para una inversión agrícola responsable”. Como se desprende del propio título, para estos organismos el acaparamiento de tierras es una inversión que para las naciones empobrecidas deparará, supuestamente, ciertos beneficios como puestos de trabajo, transferencia tecnológica, infraestructuras rurales, seguridad alimentaria, etc. En general, el brazo filantrópico y propagandístico de la nueva inversión agrícola, no ofrece nada que no se haya escuchado mil veces para justificar la inversión extranjera en general, y nada que no se escuchará por ejemplo hace un siglo, cuando ciertas transnacionales fruteras transformaron estados independientes centroamericanos en “repúblicas bananeras”. A día de hoy y como se decía antes, los atropellos y las expulsiones se imponen a las benevolencias.

Y hablando de benevolencias, dejen que les cuente un caso. En 2009, la empresa suiza Addax Bioenergy arrendó 20.000 hectáreas en Sierra Leona para cultivar caña de azúcar y generar bioetanol. Se ha denunciado que las comunidades no fueron consultadas para ver si accedían a arrendar sus tierras y el acuerdo fue secreto entre la compañía y el consejo de la aldea. Las cosechas de algunos campesinos fueron destruidas y la indemnización recibida fue tres veces inferior al precio real. Los agricultores han revelado que ahora tienen que recorrer varios kilómetros hasta llegar a las nuevas tierras que les asignaron y se ha constatado que la empresa no está cumpliendo sus compromisos sociales (empleo, mejora agricultura local, etc.). Estos datos fueron recabados por miembros del Consejo de Iglesias de Sierra Leona y por un activista de derechos humanos, que además estuvieron acompañados en el terreno por una ONG local. El Observatorio del Derecho a la Alimentación y la Nutrición tomó estas reseñas y las incluyó en un informe sobre acaparamiento de tierras que publicó en 2010.

Se explica esto porque en marzo, la FAO hizo públicas una serie de noticias sobre el “Proyecto sobre la bioenergía y criterios e indicadores para la seguridad alimentaria” (BEFSCI, por sus siglas en inglés). Este proyecto es financiado por el Ministerio Federal Alemán de Alimentación, Agricultura y Protección del Consumidor, y según la información contenida en la web de la FAO, pretende desarrollar “… una serie de criterios, indicadores, buenas prácticas y opciones políticas sobre el desarrollo de la bioenergía moderna que promueve el desarrollo rural y la seguridad alimentaria…”.

Huelga decir que este proyecto es un espaldarazo claro al desarrollo de los agrocombustibles y al acaparamiento de tierras. Demagógicamente relaciona el cultivo energético con la seguridad alimentaria, obviando la tragedia de un continente, África, que debe importar decenas de millones de toneladas de alimentos básicos. Sin ir más lejos Sierra Leona, el país donde desarrolla sus actividades Addax Bioenergy, ha llegado a destinar el 24% de su PIB para importar comida.

La cuestión es que en uno de los materiales de BEFSCI, titulado “Buenas prácticas socio-económicas en la producción moderna de bioenergía”, se menciona el caso de Addax Bioenergy como un ejemplo de nitidez, participación ciudadana, solidaridad, etc. Las benevolencias de la compañía suiza que se mencionan en este manual fueron aportadas por productores locales, aunque sin ser contrastadas por la FAO. No hay duda de que algunos lugareños se han podido beneficiar de los proyectos de Addax Bioenergy, pero no se entiende que una organización de Naciones Unidas se olvide de la otra cara de la moneda, de los otros testimonios y de las injusticias. No se entiende que un proyecto de la FAO utilice este controvertido ejemplo como un modelo a seguir, sin comprobar los hechos. Incluso llegó a utilizar en sus informes una fotografía que aparece en la web de Addax Bioenergy, en la que se ve a acaparados y acaparadores dándose la mano amigablemente. Este hecho no tendría la menor importancia si se hubiera indicado el origen de la instantánea. Pero no hacerlo y además reconocer que no se contrastó la información, permite pensar que los datos fueron recopilados de una sola fuente, sin valorar las graves irregularidades que algunas organizaciones han desvelado.


Las directrices voluntarias sobre la gobernanza responsable de la tierra

El Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la FAO (CSA) fue reformado en 2009 para proporcionarle más versatilidad, peso específico y capacidad de decisión para la creación de políticas relacionadas con la seguridad alimentaria. El logro más importante de esta reforma fue el espacio de participación que se proporcionó a las partes interesadas, especialmente a las que se ven más afectadas por la inseguridad alimentaria.

Desde hace tres años, se vienen discutiendo y consensuando en el seno del nuevo CSA, las directrices voluntarias sobre la gobernanza responsable de la tierra. Estas directrices pretenden salvaguardar el acceso a la tierra y a otros recursos naturales para los sectores de la sociedad más vulnerables, y ayudarán a que los estados que se ven afectados por el acaparamiento de tierras puedan legislar para garantizar estos derechos.

El pasado 11 de mayo y tras muchas reuniones, las directrices fueron aprobadas por los estados, el sector privado y los colectivos sociales que habían participado en su elaboración dentro del CSA. Las primeras reacciones de las organizaciones sociales involucradas -que representaban en algunos casos a millones de campesinos y agricultores- han sido positivas porque por una parte se han aprobado unas pautas que pueden ayudar a frenar la impunidad reinante hasta el momento, y por otra, consolida el CSA reformado como un espacio de participación y toma de decisiones.

No obstante, algunos colectivos sociales también han manifestado que las directrices se quedan cortas en muchos aspectos, siguen legitimando el acaparamiento de tierras y pueden entenderse de manera desigual dependiendo de los actores. Todo, porque la acción de ciertos estados y sobre todo del sector privado, obligó a consensuar ciertas posiciones ambiguas y muy generales, y por eso al final, tuvieron el mismo peso los intereses de aquellos que se juegan el poder comer y trabajar, que los intereses de aquellos que si no invierten en agrocombustibles en África lo harán en factorías chinas de alpargatas y bolígrafos. Muy democrático sí, pero muy asimétrico también.

sábado, 19 de maio de 2012

Carlos Fuentes dos veces bueno

Gabriel García Márquez
La Jornada

Mi amistad con Carlos Fuentes –que es antigua, cordial, y además muy divertida– se inició en el instante en que nos conocimos, por allá por los calores de agosto de 1961. Nos presentó Álvaro Mutis en aquel Castillo de Drácula de las calles de Córdoba, donde toda una generación de escritores, tratando de hacer un cine nuevo, precipitábamos a Manuel Barbachano Ponce en la primera y más gloriosa de tantas ruinas. Yo había llegado a México dos meses antes, con la cabeza llena de novelas y películas que no encontraban por dónde salir, y había leído La región más transparente, poco después de su publicación. Esto era apenas natural, porque esa novela había tenido una divulgación muy amplia en América Latina, y por todas partes se hablaba de ella –con toda justicia– como de un acontecimiento literario.

Lo sorprendente para mí fue que Carlos Fuentes no tuvo que escarbar en la memoria para quién era yo, y me dijo de entrada que había leído las dos únicas novelas que yo había escrito hasta entonces. Pensé, por supuesto, que se trataba de esa fórmula de cortesía que nos salva de tantos naufragios sociales, sobre todo entre escritores, pues mi primera novela se había publicado seis años antes en Bogotá en una edición perdularia que no alcanzó a llegar hasta la esquina, y el texto integral de la segunda, todavía sin corregir, se había publicado el año anterior en la revista Mito, que era tan excelente como escasa. El hecho de que Carlos Fuentes, las hubiera leído de veras, como pude comprobarlo de inmediato, me exaltó de vanidad. Sin embargo no pasó mucho tiempo para que se me bajaran los humos, pues muy pronto me di cuenta que la curiosidad literaria no reconoce tiempos ni fronteras, y que ya desde entonces era imposible sorprenderlo con una novedad de las letras. Esta curiosidad se centraba de un modo especial en las obras primeras de los escritores primíparos como lo éramos él y yo en aquellos tiempos de gracia.

Pasados 25 años nos han ocurrido tantas cosas raras, estando juntos en tantos lugares diversos, que si alguna vez escribiéramos nuestras memorias respectivas, los lectores se van a encontrar con páginas intercambiables. En ambos libros estará sin duda el capítulo más deprimente de nuestras carreras, hace muchos años, cuando un director de cine nos hacía deshacer todos los días el trabajo del día anterior, para rehacerlo otra vez al día siguiente, sólo porque él necesitaba retrasar el comienzo de la película para atender otro compromiso previo. Esa pesadilla de Penélopes literarios no sólo consolidó para siempre mi admiración y mi afecto por Carlos Fuentes, sino que había de inspirarme más tarde el viaje solitario del coronel Aureliano Buendía, que hacía y deshacía sus pescaditos de oro.

Otro recuerdo pragmático entonces, pero muy divertido en la memoria, es el de una tarde de Praga en el año funesto de 1968, cuando Milan Kundera decidió que el único sitio sin micrófonos ocultos en toda la ciudad era un establecimiento público de sauna. Sentados en una banca de pino fragante, a 120 grados centígrados, los dos en pelotas y sin el menor sentido del ridículo, escuchamos de Milan Kundera un informe sobrecogedor de la situación trágica de su país. No obstante, lo más trágico para Fuentes y para mi ocurrió al final, cuando nos dimos cuenta que no había duchas de agua fría y debíamos romper la capa de hielo del río Moldava en pleno mes de diciembre, y sumergirnos en sus aguas glaciales. Lo hicimos, sin pensar lo que hacíamos, y en el instante de la inmersión tremenda tuve la certidumbre lúcida y atroz de que Carlos Fuentes y yo nos habíamos muerto juntos en aquel instante, tan lejos de las calles de Córdoba, y de un modo absurdo que nadie iba a entender jamás, ni siquiera porque había ocurrido en la patria de Kafka.

Sin embargo, no son estos relámpagos de vida lo que me interesa ahora evocar, sino que quiero celebrar la virtud que más admiro en Carlos Fuentes y que es tal vez la que menos se le conoce: su espíritu de cuerpo. No creo que haya un escritor más pendiente de los que vienen detrás de él, ni ninguno que sea tan generoso con ellos. Lo he visto librar batallas de guerra con los editores para que publiquen el libro de un joven que lleva años con su manuscrito inédito bajo el brazo, como lo tuvimos todos en nuestros primeros tiempos.

Julio Cortázar, agobiado por la cantidad de originales inéditos que los jóvenes le mandaban, dijo poco antes de morir: Es una lástima que quienes me mandan manuscritos para leer no puedan mandarme también el tiempo para leerlos.

Pues bien, a pesar de sus numerosos trabajos y de su intensa vida pública, Carlos Fuentes lee los que le mandan a él, y además tiene tiempo para alentar y ayudar a sus autores desamparados. Lo que pasa, en realidad, es que él parece entender muy bien la noción católica de la Comunión de los Santos: en cada uno de nuestros actos –por triviales que sean y por insignificantes– cada uno de nosotros es responsable por la humanidad entera. Ésa es la metafísica de la infinita curiosidad literaria de Carlos Fuentes. Al contrario de tantos escritores que desearían ser los únicos en el mundo, el quisiera celebrar todos los días la fiesta de que cada día seamos más y más jóvenes los escritores del mundo. Tengo la impresión de que él sueña con un planeta ideal habitado en su totalidad por escritores, y sólo por ellos. A veces he tratado de aguarle el entusiasmo diciéndole que ese lugar ya existe: es el infierno. Pero no lo cree, ni siquiera en broma (como yo se lo digo desde luego), porque su fe en el destino mesiánico de las letras no reconoce límites. Ni admite broma, por supuesto. Un escritor así, siendo tan buen escritor, es dos veces bueno.

sexta-feira, 18 de maio de 2012

El último diálogo de Fuentes

Javier Aranda
La Jornada

Toda novela verdadera es un ejercicio de imaginación. De imaginación y de memoria. Resulta curioso: el novelista nos propone imaginar otros mundos y a la vez no olvidarlos. Quizá por ello las grandes novelas, como los grandes poemas, al dispararnos la imaginación conjuran al olvido.

Carlos Fuentes estaba seguro que no podíamos imaginar un mundo sin Don Quijote de La Mancha o sin Hamlet. Tenía razón: si esas ficciones llenas de humanidad están atadas a nuestros días es porque fueron imaginadas. Mejor aún: para Fuentes el mundo moderno empieza cuando Don Quijote de la Mancha sale de su aldea al mundo y descubre que el mundo no se parece a su lectura.

Los lectores de mi generación no podemos imaginar un México sin La región más transparente, sin Las buenas conciencias o sin La muerte de Artemio Cruz. Libros que vistos a la distancia son un mural del México moderno o el primer levantamiento de una película donde la superposición de planos, voces, tiempos, imágenes crean atmósferas, personajes que lo mismo se llaman Artemio Cruz –encarnación actualísima de la corrupción– o cuyo nombre simplemente es ciudad. En La región más transparente el protagonista principal no es Ixca Cienfuegos sino alguien o algo más ambiguo que él: la ciudad, la ciudad moderna que se inventa en su caos; la ciudad que con sus voces crea verdaderos laberintos, puntos de encuentro y desencuentro, sonoridad que enloquece a quien la escucha por todas partes y que se disipa en un instante.

A diferencia de muchos de sus contemporáneos Carlos Fuentes fue un escritor de tiempo completo. Un escritor profesional en el sentido moderno. No porque otros como Juan Rulfo no lo fueran sino por su clara decisión de vivir sólo de la literatura. Gracias a esa decisión Fuentes desde muy joven pudo vivir de sus libros.

Pero más allá de su trabajo literario Carlos Fuentes también será recordado por su activa participación en la plaza pública para hacer política: si condenó a Gustavo Díaz Ordaz por la masacre del 2 de octubre de 1968, perdonó o justificó a su secretario de Gobernación, Luis Echeverría, cuando nos puso la falsa disyuntiva de Echeverría o el fascismo.

Si fue un intelectual enciclopédico a la manera de Victor Hugo que habló prácticamente de todo, fue a un tiempo centro de simpatías y diferencias, de cercanías y rechazos pero unas y otras nos hablan de un escritor interesado en la plaza pública con todos sus riesgos.

Pero más allá de su quehacer público nos dejó espléndidas novelas como Aura o La muerte de Artemio Cruz para disparar nuestra imaginación, para hacer de la palabra un hecho duradero. No es improbable que algunas de esas novelas lo sobrevivan por largo tiempo y estoy seguro que sus ensayos reunidos en Cervantes o la crítica de la lectura o El espejo enterrado seguirán animando la mesa de la cultura.

Su amigo Mario Vargas Llosa se preguntaba cómo le hacía para estar en todo a la vez y no ser tragados por la vorágine de la actualidad. Con disciplina y pasión por la literatura.

Su última conversación será la que imaginó que tuvo con Federico Nietzsche y que aparecerá en forma de novela y su última fantasía, escribir una novela sobre el famoso centenario porfiriano que imaginó transcurriría en 10 años y que no pudo iniciar. Carlos Fuentes sabía que, terminado, el libro empieza.

quinta-feira, 17 de maio de 2012

Classes médias?

Silvio Caccia Bava
Le Monde Diplomatique

As classes médias são algo difícil de entender. Talvez até porque sob essa classificação convivam tribos muito diferentes. E são elas, no entanto, que terão um papel decisivo nas próximas eleições, seja nos Estados Unidos, seja na cidade de São Paulo. A disputa de significados não é sem razão. O conceito de classe média que for adotado vai abrir campos de identidades e de alianças.

O conceito que se impõe, pela força que tem a lógica do mercado, é o da capacidade de consumo. A classe média, nesse caso, se define por sua capacidade de consumo. E como o aumento da capacidade de consumo do brasileiro mais pobre tem se elevado, isso abre espaço para uma operação ideológica, que é chamá-lo de classe média e reforçar a ideia de ascensão social, de que ele está melhorando de vida. Essa visão pretende que o povão apoie o governo e busque, nas eleições, a continuidade dessas políticas que o favorecem. No plano do imaginário social, essa operação é um sucesso, e o apoio ao governo da presidente Dilma demonstra isso. Um Brasil que cresce, que melhora a vida dos mais pobres. Esse é um sentimento compartilhado por uma grande maioria.

Mas, no plano material, a realidade é outra. As melhorias são bastante limitadas, e o piso do qual partimos é muito baixo. Não estamos falando de uma sociedade de bem-estar. Acima de uma renda de R$ 530 por mês aqui no Brasil, você é classe média. Explico-me: o governo define que a classe média parte de R$ 1.740 e vai até quase R$ 8.000 de renda familiar mensal. O IBGE diz que uma família é composta em média de 3,3 pessoas. Então, façamos a conta: R$ 1.740 dividido por 3,3 pessoas é igual a R$ 527,27. Aí começa a classe média baixa, com uma capacidade de consumo de R$ 17,57 por dia. Esses brasileiros não são classe média, são pobres que melhoraram um pouco de vida. Seus valores, suas referências, são distintos dos da classe média.

Mas há um esforço midiático para trazê-los à condição de classe média, para afirmar que mudaram de condição de vida, ascenderam socialmente. A aposta política é que eles vão lutar para manter as melhorias em sua condição de vida. O jogo é com o medo de perderem o que conquistaram. Nessa linha, terão de votar no governo, na continuidade das políticas públicas.

Outra leitura parte de situações de crise, como na Grécia, onde as mobilizações de protesto contra os cortes nas políticas sociais ganharam a adesão das classes médias. Nesse caso, são outras forças políticas e sociais – trabalhadores, jovens, desempregados, aposentados – que puxam as mobilizações. E a classe média adere, atraída pela força do movimento. O recorte não se dá pela capacidade de consumo, mas pela luta para garantir direitos, para mudar as políticas de governo. Mas aí vem o paradoxo: ainda que tenham participado das mobilizações, essas classes médias reafirmaram seu apoio, nas eleições, aos setores conservadores.

Provavelmente o conceito de classe média como ator político não se sustenta. Não conseguimos explicar com a mesma lógica os distintos comportamentos dos grupos sociais que a integram. Esse conceito tenta pasteurizar diferenças importantes e pode ter sido criado justamente para isso. A grande maioria dos participantes das manifestações que ocuparam as praças da Europa e dos Estados Unidos nos últimos meses é de jovens de classe média. Estariam eles influenciados pela Primavera Árabe, um amplo movimento popular?

Há todo um conjunto de referências culturais que dão identidade às classes médias. Não é só a capacidade de consumo que as define. Afinal, se temos um torneiro mecânico e um advogado que ganham R$ 6 mil por mês, os dois são classe média?

A classe média tem acesso à educação, vai ao cinema e à academia, frequenta bares e restaurantes, tem carro, vive em um mundo distinto do popular. E como podemos entender o movimento dos estudantes no Chile pela democratização do acesso à educação? É um movimento de juventude? É um movimento de classe média? Ou é os dois? Eles conquistaram a adesão de professores e sindicatos de trabalhadores para sua luta por uma educação pública, gratuita e de qualidade.

Provavelmente o que chamamos de classe média também tenha outras identidades – jovem, mulher, gay, estudante etc. –, e talvez sejam essas outras identidades que irão buscar os melhores candidatos para a defesa de seus direitos. A trama eleitoral fica mais complexa.

terça-feira, 15 de maio de 2012

Muere el escritor Carlos Fuentes

Juan Cruz
El País

Padeció la angustia y el dolor pero no estuvo triste una mañana. Esa frase de Ernest Hemingway sirve para describir la peripecia vital de Carlos Fuentes, el novelista mexicano que murió este martes en México, su país, aunque nació en Panamá, a los 83 años.

Padeció la muerte de sus dos hijos, y esa desgracia sucesiva, que superó con la entereza que compartió con Silvia Lemus, su mujer, se integró con enorme dramatismo en algunos de sus últimos libros; pero su voluntad de hierro, así como su salud, le permitieron superar el impacto de las desapariciones dramáticas de sus hijos Carlos y Natasha.

Su resistencia era la de un atleta, pero el corazón iba acogiendo esos impactos hasta que ya no pudo más; su fortaleza física, que fue también su fortaleza literaria, fue vencida por la edad del tiempo, esa metáfora en la que él puso su empeño como escritor y también como respuesta civil a un siglo de México y de la humanidad.

Esta semana aún estaba en Argentina, visitando la feria de Buenos Aires. Ahí anunció nuevos proyectos; explicó (en declaraciones a Francisco Peregil) que mientras tuviera proyectos, y los tenía a puñados, jamás sometería su vida a la melancolía de la muerte.

Esa fue su divisa; por eso su conducta pública no fue interrumpida por los puñetazos privados. Su disciplina era la lucha contra el tiempo. Se levantaba al amanecer, siempre, pasaba al papel, en blocks enormes, la escritura que le sugirieran las notas del día anterior, y escribía como un forzado en las horas de la madrugada, hasta que se vencía la mañana. Luego iba a caminar (en un tiempo corrió, pero luego no se sintió para esos trotes), y a partir del mediodía ya estaba listo para la vida social. En los últimos años se escondió de casi todo (en Londres, en Nueva York, en México, en sus excursiones por la geografía mundial), pero dejó un resquicio para no olvidarse de la otra parte de su personalidad. Se encontraba con gentes de la política, de la economía, de la literatura; escuchaba como un forzado, quería tomar notas de la peripecia mundial, y el resultado de esa pesquisa eran artículos en los que hoy se puede leer su gradual decepción ante la condición humana.

El último noviembre se sentó durante horas con el expresidente chileno Ricardo Lagos; querían saber el uno del otro, qué opinaban, qué creían sobre el futuro del mundo. Fuentes no estaba en ese momento en el mejor de sus mundos; atropelló al principio de ese diálogo su pasión literaria con su destino civil, y era difícil arrancarle palabras, como si Fuentes estuviera ensimismado, fuera del universo de lo contingente. Pero, de pronto, el exmandatario chileno sacó la literatura como asunto, y ya entonces revivió Fuentes, ese era ya su mundo. Perturbado su país, perturbado el mundo, perturbado el universo personal que lo animó algún día, Fuentes ya era solo un escritor, una mente buscando en las ficciones la explicación del mundo.

Era un trotamundos. Una de sus últimas peripecias con escritores la vivió en Aix-en-Provence, donde un grupo formidable de autores (franceses, españoles, mexicanos...) se juntó para rendirle homenaje, en un simposio sobre su literatura. A las nueve de la mañana, vestido con una de esas camisas impolutas y bien planchadas con las que realzaba su apostura, se presentó ante los adolescentes que querían hacerle preguntas. Lo hizo sentado; Fuentes no se sentaba nunca, pero ya se sentaba Fuentes. Firmaba los libros de pie, hablaba de pie, dictaba las conferencias como si estuviera completando un maratón, pero ya Fuentes no tenía esa fuerza de antaño.

En Buenos Aires declaró que el tiempo no lo vencería. Yendo al hospital, en México, este atleta del entusiasmo literario sintió que su abrazo a la vida ya no tenía la correspondencia que siempre halló hasta en los momentos más oscuros. Y lo que queda de él, de aquel entusiasmo, es una obra poderosa que escribió a mano hasta que el dedo con el que tomaba el lápiz se hizo curvo. A veces lo mostraba: "He aquí mi aliado". El corazón le dejó a un lado en la mañana más triste de todas las mañanas que él quiso felices.

sexta-feira, 11 de maio de 2012

Indignados: conquistas, dilemas e balanços um ano depois

Oscar Guisoni
Carta Maior

Um ano depois de seu surgimento, o 15-M se pergunta: e agora o que fazer? O movimento continua sem ter líderes claros e sua capacidade de mobilização já não é a mesma. Como se isso não bastasse, o governo ameaça modificar a legislação vigente para penalizar as manifestações convocadas pelas redes sociais, limitando as liberdades públicas. Um ano depois, a crise se agravou, o desemprego aumentou e o governo implementa uma virtulenta reforma trabalhista.

A convocatória apareceu uma tarde na rede. Alguém a postou no Facebook porque havia visto no mural de um amigo que, por sua vez, havia visto no Twitter, publicada por alguém que havia levantado de um blog e assim até o infinito. Uma das plataformas cidadãs convocadoras, a “Democracia Já!”, havia tentado a sorte com pequenas manifestações uns dias antes, mas nem sequer eles esperavam um êxito tão importante. Picado pela curiosidade jornalística, decidi passar pela praça. Mais de uma vez havíamos comentado com os demais correspondentes estrangeiros em Madrid sobre a passividade insólita com que os espanhóis enfrentavam a crise econômica, motivo pelo qual nenhum dos colegas acreditava que pudesse chegar a haver uma manifestação massiva naquele dia 15 de maio de 2011.

Motivos para a raiva e a indignação sobravam: desde 2008 a economia espanhola não havia feito mais que cair vertiginosamente, enquanto sua classe dirigente concedia tudo aos inclementes “mercados” que exigiam um ajuste fiscal atrás do outro para recuperar a famosa “confiança” que nunca chegava, enquanto o desemprego crescia e o estado de bem-estar, que tantas décadas custou construir, se ressentia até limites impensados. Como se fosse pouco, a ressaca de um boom imobiliário sem precedentes, que havia começado no final dos anos noventa e havia acabado abruptamente, depois da crise das “subprime” nos Estados Unidos, maltratava um grupo numeroso de famílias que haviam comprado sua casa nova acedendo a hipotecas baratas que agora não podiam pagar por algum de seus membros ter perdido seu trabalho, motivo do aumento dos desalojamentos.

O ambiente na praça era variado. Os jovens preponderavam sobre os demais com suas demandas de emprego – mais de 40% de desemprego entre o segmento que vai dos 18 aos 35 anos de idade –, mas também havia adultos e idosos. Os cartazes deixavam claro quais eram os motivos do protesto. Estavam os que pediam que se freassem os desalojamentos e os que exigiam uma reforma eleitoral para garantir maior transparência e representatividade ao sistema político, estavam os que clamavam contra a corrupção e os que estavam cansados da prepotência dos bancos, havia quem defendia o meio-ambiente da agressão dos especuladores imobiliários e quem pedia o fim das corridas de touros em defesa dos direitos dos animais, estavam os que se queixavam pelos cortes em saúde e educação e os que pediam maiores impostos para as grandes fortunas. Entre todos os cartazes, um gigante que no dia seguinte seria capa em vários periódicos: “Não somos antissistema, o sistema é anti nós”.

Com o correr dos dias o protesto foi se expandindo. Às manifestações na madrilenha Praça do Sol logo se somaram a maioria das grandes cidades espanholas e até às pequenas capitais de província chegou o murmúrio dos “indignados”, como começou a chamar-se um movimento que resistia a ter líderes visíveis ou agrupações que o representasse oficialmente. Depois vieram os acampamentos. O protesto havia chegado para instalar-se e logo floresceram improvisadas barracas nas cidades onde a mobilização havia vingado com mais força: Madri, Valência, Barcelona. Alguns dias mais tarde houve eleições regionais e o governante Partido Socialista desmoronou até níveis nunca vistos desde o retorno da democracia ao país, em 1977. Mas as eleições, que lhe outorgaram uma vitória inaudita ao conservador Partido Popular, deixaram também em evidência a escassa ou nula capacidade dos manifestantes de incidir no debate político tradicional e, por conseguinte, no governo de seu próprio povo. Os elementos para um áspero debate, que não tardaria em começar, estavam servidos. Um ano depois, o 15-M enfronta seu difícil balanço.

Mais indigandos do que antes

Com o correr dos dias e enquanto o país ia se envolvendo pouco a pouco na campanha eleitoral às eleições de novembro, onde haveria de eleger o novo governo nacional, o 15-M foi perdendo fôlego. As manifestações, depois de alcançar um pico durante seu primeiro mês de vida, foram rareando e os acampamentos se transformaram em lugar de passagem de uma variada fauna urbana que muito pouco tinha para oferecer ao debate em torno de uma crise que, com o correr dos meses, foi se tornando mais e mais angustiante.

A “Democracia, Já!”, uma das plataformas fundadoras, não demorou em dividir-se em duas, fruto de suas próprias contradições internas, depois de haver desistido da ideia de transformar-se em um partido político, como sugeriam alguns de seus militantes. E o resto das agrupações, como a Plataforma de Afetados pela Hipoteca (PAH), se concentrou em tratar de mitigar os efeitos da crise aí onde era mais visível, à espera que apareça em cena uma alternativa política capaz de aglutinar o entusiasmo cidadão.

Mas o movimento não foi de todo em vão, sobretudo se for medido por sua capacidade de instalar certos temas na agenda pública e por sua contribuição ao debate cidadão em torno a um modelo econômico em plena eclosão, que não encontra o modo de devolver o crescimento a uma economia exausta de tanto ajuste. Os protestos dos afetados pela crise hipotecária conseguiram frear vários desalojamentos e conseguiram que o governo e a banca se comprometessem em tratar de modificar a legislação vigente, que não permite que uma dívida hipotecária seja saldada com a entrega do imóvel afetado, algo inédito no resto dos países europeus.

Os protestos contra os bancos e os escandalosos salários que recebem seus executivos, motivou que o atual ministro de economia do governo de Mariano Rajoy, Luis de Guidos, decidisse limitar o salário dos executivos das entidades intervidas pelo estado, embora não haja um só responsável pelo desastre processado pela justiça, como ocorre na Islândia. Muito pelo contrário: o estado se viu obrigado a continuar injetado dinheiro público nos bancos privados, um dos pontos que mais criticavam os “indignados” em seus discursos.

As exigências de maior transparência pública e de uma reforma política ptofunda tampouco chegaram a bom porto. O novo governo do PP aprovou uma morna lei que obriga à administração pública a informar sobre como gasta o dinheiro, mas excetuou à Casa Real de suas exigências e até ganhou as críticas da Organização para a Segurança e Cooperação na Europa (OSCE) por “não reconhecer que o acesso à informação é um direito fundamental e por excluir a alguns organismos”. Da ansiada reforma eleitoral tampouco há notícias. O sistema vigente está construído para premiar o bipartidarismo e as formações nacionalistas regionais, mas é escassamente representativo. Cada vez que se levou a discussão ao recinto parlamentar, os dois grandes partidos (PP e PSOE) se negaram a modificá-lo.

As demandas por trabalho também caíram num saco sem fundo. Um ano depois da eclosão do 15-M, não só há mais desempregados que antes, como há ainda uma virulenta reforma trabalhista impulsionada pelo Partido Popular, que barateou a demissão e flexibilizou os contratos. Com a desculpa de gerar mais emprego se facilitou que fossem destruídos: em poucos meses o índice disparou e o drama já afeta quase 25% da população ativa. As reivindicações para salvaguardar o estado de bem-estar não tiveram melhor sorte: um ano depois, em que pese as promessas eleitorais do PP, a saúde dispõe de sete bilhões de euros a menos e muitos de seus serviços deixaram de ser gratuitos e a educação tem três bilhões a menos e até multiplicaram o número de crianças nas aulas para ter menos custos. Ao pedido de maiores impostos para os mais endinheirados, o governo respondeu aumentando os impostos à classe média e aos trabalhadores, ao mesmo tempo em que se negou rotundamente a elaborar uma taxa que grave as grandes fortunas.

Dilemas indignados

Um ano depois de haver irrompido em cena, o 15-M se pergunta, a seu modo: e agora o que fazer? O movimento continua sem ter líderes claros e sua capacidade de mobilização já não é a mesma. Como se isso não bastasse, o governo ameaça com modificar a legislação vigente para penalizar as manifestações convocadas pelas redes sociais, limitando as liberdades públicas. Por enquanto, o único efeito visível da profundidada do protesto foi a multiplicação exponencial dos deputados que a Esquerda Unida obteve nas últimas eleições gerais. A EU é a única formação política com alcance nacional que se opõe aos ajustes fiscais recomendados pela União Europeia e os grandes organismos internacionais de crédito, mas suas práticas estão demasiado ligadas ao que os “indignados” identificam como “velha política” e seus dirigentes não conseguem entusiasmar amplos setores populares.

Enquanto os debates se sucedem na rede e na multidão de assembleias por bairro que mantiveram uma discreta atividade durante os últimos meses, o país continua submerso nos marasmos da crise sem solução à vista. A catastrófica situação econômica, entretanto, começa a pressionar os partidos políticos de um modo acelerado. Enquanto os socialistas não se recuperam do duro golpe sofrido nas urnas em novembro, o Partido Popular perdeu pelo menos 10 pontos de intenção de voto, segundo as últimas sondagens, em apenas alguns meses de governo, sem que apareçam alternativas sólidas.

Diante de um cenário de decomposição tão virulento, muitos temem que aconteça o que está ocorrendo na Grécia, onde em poucos meses disparam por igual as agrupações neonazistas e os grupos de extrema esquerda, fragmentando a vontade do eleitorado até tal ponto que o país resulta agora ingovernável. Tudo isto os “indignados” também o sabem, embora ainda não saibam o que fazer para mudar tal situação.

quinta-feira, 10 de maio de 2012

Perú: Ollanta y el compromiso ambiental

César Gamboa
Revista Ideele

El proyecto Conga ha tenido distintos efectos, y solo la historia nos podrá decir cuán bien o cuán mal manejamos ese proceso. No podemos culpar al presente Gobierno de las condiciones que les han dejado sus antecesores en el proyecto minero más complicado de los últimos tiempos. Más bien, la administración de Humala ha tratado de conciliar un proceso político entre diferentes expectativas locales, regionales, entre actores económicos y la percepción de un gobierno que se ve compelido a responder a cambios estructurales para el desarrollo de nuestro país.

Las expectativas sociales estuvieron centradas en la mejora de la gobernanza. La planificación, la participación, la transparencia y la rendición de cuentas son algunos elementos que mejorarían la gestión ambiental y social de las inversiones en el Perú, renovarían una confianza socavada por una historia conflictiva de la minería en los Andes, de los hidrocarburos en la Amazonía, y, ahora, con la promoción de proyectos de construcción de hidroeléctricas en esta última zona.

Todas estas inversiones se nos presentan como grandes retos en los indicadores de gobernanza pública. Conga u otros proyectos emblemáticos nos lo recordarían cada vez que se nos presentasen inversiones que, por sus características, exigen cambios generales y lo mejor del Estado en materia de regulación ambiental y social. Y esto no podía solucionarse con una mejor planificación o una mejor distribución de la renta: esto pasa por mejorar las reglas del juego, entre ellas las relacionadas con la mejora de la calidad del Estudio de Impacto Ambiental (EIA).

De manera oportuna, el presidente Ollanta Humala no solo ha establecido para el proyecto Conga nuevas obligaciones sociales y ambientales, sino que también ha señalado una hoja de ruta para la mejora de la gestión ambiental y social de los proyectos de inversión pública y privada en el país, comenzando por uno de los sectores mas importantes para el Perú: la minería.

Ésta es una hoja de ruta para los próximos años de este Gobierno, un conjunto de pasos y obligaciones para mejorar el modelo de inversiones, pero también para reducir los conflictos socioambientales que se alojan alrededor de una ineficiente gestión ambiental y social de las inversiones en nuestro país.

Ya el Perú recibió un financiamiento del Banco Mundial (Development Policy Loan-DPL) de alrededor de US$ 400 millones entre el 2008 y el 2011 para la mejora de la aprobación de los EIA. Lastimosamente, el diseño de los indicadores de efectividad, así como la identificación de los resultados, no cubrieron las expectativas de una mejora de la gestión ambiental en nuestro país: necesitamos, más que comprometernos a una cantidad de EIA aprobados, a mejorar la calidad de estos instrumentos (diseño e implementación).

Finalmente, es oportuno que el Estado, la sociedad civil, el sector privado y las organizaciones sociales puedan dialogar e impulsar el proceso de definición de la mejora de la gestión ambiental, tal como se ha venido planteando desde hace varios años. Con la declaración del presidente Humala se inicia un proceso de cambios que, esperamos, se den prontamente.

terça-feira, 8 de maio de 2012

Não há democracia sem partidos, defende Mario Soares

Guilherme Kolling
Carta Maior

O ex-presidente de Portugal Mario Soares reconhece a legitimidade de movimentos da sociedade civil que questionam a representatividade de partidos e de sindicatos. É o caso dos Indignados, grupo que surgiu na Espanha há um ano (no dia 15 de maio, razão pela qual é também chamado 15M) e que oxigenou a discussão política na Península Ibérica e no mundo, já que inspirou movimentos semelhantes, em diversos países, organizados através das redes sociais na internet.

“Essas mobilizações são importantes, sem dúvidas, mas não há democracia sem partidos”, avaliou Soares em Madri, durante o seminário Crise de representação e desafios da democracia no século XXI, que reuniu políticos, acadêmicos, sindicalistas e lideranças da sociedade civil de Brasil, Portugal e Espanha, no primeiro final de semana de maio.

Um dos principais temas discutidos foi a perda de credibilidade e o envelhecimento dos partidos políticos, tese sustentada por vários painelistas. Caso do professor da Universidade de Alcalá de Henares, historiador Pedro Perez Herrero, para quem está ocorrendo um distanciamento do cidadão em relação à política, já que cada vez mais gente não se sente representada pelos partidos.

“Há uma clara mudança na forma de participação, como nos mostra o 15M, que provocou um repensar da nossa democracia, que não está funcionando. As pessoas querem interferir nas decisões. Como a política dos estados-nação não está funcionando e os deputados não têm comunicação direta com os seus representados, o cidadão se volta ao município para poder participar.”

Nicolas Sartorius, vice-presidente da Fundación Alternativas, da Espanha, que promoveu o encontro em parceria com o governo do Rio Grande do Sul, sustentou que as legendas devem se abrir aos cidadãos e não ficarem restritas aos seus filiados.

Sartorius ainda disse que, para vencer a crise de legitimidade por que passam, as siglas deverão adotar uma democracia mais direta. E formarem “autênticos partidos de esquerda europeus”, já que a solução para a crise passa por uma política conjunta para todo o continente.

Mario Soares concordou que a esquerda europeia passa por um momento muito difícil. “Houve o colapso dos governos socialistas de Portugal e Espanha. Os partidos social democratas estão todos em crise. E os países da Europa foram para as mãos de governos populistas e conservadores.”

Mas o ex-presidente português observa que o movimento socialista começa a se animar de novo com a vitória de François Hollande na eleição na França, a segunda maior economia da Zona do Euro. O pensador português acredita que vai se iniciar uma nova fase na Europa, em que Hollande irá discutir saídas para a crise do continente em pé de igualdade com a chanceler alemã, Angela Merkel, o que poderá mudar a política de cortes nos gastos públicos adotada até aqui, apoiada pelo atual presidente francês Nicolas Sarkozy.

“É importante que haja uma reação. A situação é muito grave, o continente está tomado de governos ultraconservadores. E a direita quer destruir o Estado de bem-estar social, que deu 30 anos de paz e felicidade para a Europa. Não podemos aceitar isso. Ou mudamos este capitalismo selvagem - que dá mais importância ao dinheiro que ao atendimento médico a pessoas doentes -, ou vamos todos para o fundo do poço. Se deixarmos esse neoliberalismo que está aí, ninguém sai da crise na Europa”, concluiu Soares.

O ex-presidente observa que o problema não é pontual, mas de todo continente, que, para ele, passa por uma crise não apenas econômica, mas também política e de civilização. “Essa crise começou com uma roubalheira. E não dá para aceitar quando dizem que a Grécia, berço da nossa civilização, é a culpada, como se lá vivesse um bando de ignorantes. Fiquei furioso quando ouvi, no início da crise, gente dizendo que 'Portugal não é a Grécia'. O problema é de todo continente. Basta ver que depois vieram os problemas na Irlanda, Chipre, Itália, Espanha, Portugal. E vem mais por aí: Eslôvenia, Holanda, Hungria. Enfim, é toda Europa.”

segunda-feira, 7 de maio de 2012

Moulian: “En Chile hay una larga continuidad del modelo neoliberal”

Mario Toer y Federico Montero
Página 12

El cientista social chileno asegura que el modelo neoliberal aplicado en Chile empezó antes que en el resto de América latina y está sostenido por una sucesión de gobiernos democráticos, tras su comienzo en la dictadura de Pinochet.

Los procesos que tienen lugar en América latina por cierto cuentan con sus particularidades, pero el caso de Chile parece diferenciarse bastante de las experiencias que vienen intentando construir lo que podemos llamar alternativas al neoliberalismo. ¿Qué podrías decirnos sobre eso?

Uno podría decir muchas cosas, y para ello hay que partir por el pasado reciente. En Chile la sociedad neoliberal empezó a constituirse durante la dictadura militar, en abril de 1975, es decir que Chile fue profético para lo malo. En abril de 1975 se aplicó el programa de shock, instalado por intelectuales neoliberales, economistas, formados en la universidad de Chicago, que rompía con los modelos de desarrollo económico industrializadores con intervención del Estado que habían existido en Chile previamente. Lo hicieron porque creían que ese modelo anterior no permitía un desarrollo capitalista pleno. Ese programa neoliberal dio frutos no muy espectaculares durante la dictadura, pero fue mantenido con obstinación. Todos los ministros de Hacienda que siguieron continuaron con ese programa, incluso después de la crisis económica de los ’80 y lo más importante es que ese programa también continuó durante los gobiernos de la Concertación.

Los gobiernos de la Concertación introducen un cambio político muy importante, el paso de un régimen autoritario a una democracia representativa convencional. Pero ninguna de las esperanzas que algunos grupos habían hecho durante el período de la dictadura –que podríamos ir más allá de la simple recuperación democrática– se pudieron realizar. Ello porque la Concertación, que primero se llamaba Alianza Democrática, continuó con la aplicación del modelo neoliberal y fue más allá que la dictadura. Privatizó una serie de empresas públicas que existían en Chile e instaló un neoliberalismo con democracia que en otros países de América latina, Argentina con Menem por ejemplo, también se instalaron. Digamos que Chile fue profético, se anticipó en la instalación de este modelo, que modificó sustancialmente la estructura económica anterior.

¿Cuál fue el motivo de que se frustraran esas expectativas a la salida de la dictadura?

La Concertación consideró que los cambios que había prometido no podían realizarse porque se corría el riesgo de que los militares empezaran a tratar de impedirlo. Algunos dicen que hubo un pacto entre los principales dirigentes democráticos y personeros del régimen militar para continuar el mismo modelo social que había instalado la dictadura. Eso seguramente es así, pero también es cierto que los principales dirigentes que llegaron al gobierno con la Concertación habían llegado a la conclusión de que este modelo con predominio de mercado y poca intervención estatal podía dar frutos mejores que el modelo anterior, con intervención estatal. Hay que decir que se trata de una época histórica y de procesos que en otras partes del mundo también se habían realizado. Thatcher, Reagan, habían llevado a Europa y EEUU a este modelo neoliberal. En Chile, pese a que durante la dictadura hubo un éxito relativo –no espectacular– este modelo se continuó aplicando con la Concertación. Eso hace que Chile sea una excepción en América latina. Hoy en día tenemos un gobierno de derecha que tampoco modifica mucho las cosas que hizo la Concertación. Entonces hay una larga continuidad del modelo neoliberal y fuerzas sociales que no están dispuestas a cambiar los rasgos fundamentales de la sociedad que se instaló. Por supuesto se han ido limando los aspectos más excluyentes, pero con límites.

Entre sus trabajos, Chile actual, usted hace un balance de la Unidad Popular. Es notable, desde la perspectiva actual, que los dos principales partidos, el PS y el PC, que componían la Unidad Popular, inviertan en democracia el posicionamiento relativo que tenían en aquel momento. ¿Qué podría decir sobre cómo han procesado unos y otros aquella experiencia?

En Chile, los principales actores políticos son los partidos. Entonces, para entender por qué se mantiene un modelo con rasgos neoliberales es muy importante la evolución del Partido Socialista, que es el primero que evoluciona y pasa de las posiciones que tuvo durante la Unidad Popular –a la izquierda de los comunistas en la coalición–, a convertirse en un partido que busca generar un bloque con el centro político demócrata–cristiano. Del PS se escinde lo que después se llama el Partido Por la Democracia (PPD), que al principio intenta agrupar a los sectores opositores, pero después, con la modificación de las leyes políticas oficiales, se transforma en un partido más. Un partido de izquierda hacia el centro. Entonces, el Partido Socialista y esa izquierda del PPD abandonan el espacio de izquierda marxista conformada por el PS y el PC, una izquierda revolucionaria, en la que uno adhería fielmente a la URSS y el otro adhería en un momento a Yugoslavia. Eso cambia radicalmente después del golpe. Uno de los efectos del golpe es generar una izquierda nueva, que se constituye en la lucha contra la dictadura. En ese proceso, los socialistas dicen “son tiempos nuevos, el final del siglo XX y el XXI serán distintos”.

Efectivamente, la transición chilena transcurre en el medio del proceso de destrucción de la Unión Soviética, y eso también deja a esos partidos sin sus referentes históricos. Lo único que sobrevive es Cuba, pero Cuba con el PC no tenía mucho que ver y el mismo Fidel Castro recomienda en Chile caminos moderados. Surge entonces una izquierda distinta, que realiza pactos con la Democracia Cristiana, pactos que la DC no había querido realizar en el período de la dictadura. Recordemos que el PC y el PS, es decir, la Unidad Popular que quedaba después del golpe, habían insistido en un frente antifascista y la Democracia Cristiana no quiso saber nada con ello. Entonces, finalmente se hace un pacto PS-DC, pero muy lejos de las ideas del pacto antifascista, que implicaba cambios en el modelo. Tenemos un PS que también se inclina por la continuidad del modelo, con modificaciones, con políticas sociales que lo modifiquen, pero conservando los elementos centrales. A eso yo le llamé transformismo. No sé si usaría el concepto hoy en día, pero tenemos una izquierda muy distinta de la que existía antes. El otro factor que también hay que poner en el tapete es que este gobierno de derecha que tenemos hoy día no fue recibido como un trauma, como una vuelta a tiempos de Pinochet, porque también la derecha había evolucionado.

Esta derecha, aunque muchos de sus dirigentes apoyaron la dictadura, es una derecha que si bien no hace una crítica del régimen militar, tampoco está dispuesta a una vuelta atrás. Se manifiesta democrática, aunque es una derecha con muchos rasgos conservadores en sus dos partidos, la UDI y Renovación Nacional. El Partido de Renovación Nacional tiene aspectos más liberales, pero también aspectos conservadores muy importantes, eso tiene que ver sobre todo con políticas culturales, respecto de reproducción y sexualidad. Aquí el tema del aborto terapéutico, que ahora se está poniendo en discusión en estos días, va a poner de manifiesto el carácter de esta derecha, porque algunos sectores ni siquiera consideran que si la madre está en peligro de muerte puede provocarse un aborto terapéutico con legitimidad. Entonces esta derecha se manifiesta en vías democráticas, nadie piensa que puede haber una vuelta atrás. Chile volvió al optimismo, que ha sido uno de los elementos centrales de su política durante mucho tiempo. Optimismo que incluso teníamos en el período de la Unidad Popular, cuando la crisis se estaba forjando en nuestras narices. Hoy en día no hay nada que haga temer en ese sentido, pero hay sectores que hablan de una crisis del modelo neoliberal en el mundo y también en Chile. En el mundo efectivamente hay una crisis, que no sé si es una crisis del modelo neoliberal. En Chile todo el mundo dice que somos capaces de resistir la crisis mundial de mejor modo que otros, justamente por la estructura socioeconómica que hemos creado en largos años de continuidad de un enfoque.

Esta continuidad ha generado huellas, marcas, en el escenario político, en el que se destaca el movimiento estudiantil, que se ha centrado en la educación, que uno puede decir es un eslabón débil del proyecto neoliberal. Pero ante la masividad que ha adquirido, uno se pregunta qué es lo que lo ha producido.

Esto tuvo una primera aparición en el año 2006, con la llamada “rebelión de los pingüinos”, que fue también una protesta estudiantil de bastante magnitud, pero mucho menos visible porque hubo menos movilizaciones que las de ahora. La Concertación aplastó al movimiento estudiantil al aplicar las leyes de protección de la seguridad pública, cuestión que Piñera no ha sido capaz de hacer. Piñera es paradójico en muchas cosas y en ésta también. Su paradoja consiste en que probablemente quiera generar una derecha que se diferencie de la derecha de la dictadura y por lo tanto trata de no aplicar medidas represivas. Finalmente ha decidido aplicarlas ahora, pero hubo una demora en hacer esa operación, mientras que Ricardo Lagos no se demoró mucho. Este sentimiento de culpa que tiene Piñera hizo que se demorara, pero ya aplicó las leyes respectivas y ahora vamos a tener una derecha que hace lo que todo el mundo esperaba que hiciera: defender lo que ella llama el orden público con todas sus fuerzas, y una participación muy activa de los carabineros.

Vamos a ver entonces qué pasa ahora con el movimiento estudiantil. Cuando surgió, fue un movimiento que sorprendió. Entonces uno podría pensar que el movimiento estudiantil emerge en un contexto de conflicto por otras movilizaciones, por los efectos de la crisis mundial en Chile y los aumentos de combustibles y alimentos, pero a mi entender tiene que ver sobre todo con la aparición de un liderazgo nuevo en el sector estudiantil universitario y la aparición de un actor que había estado en silencio durante mucho tiempo, que son los estudiantes secundarios. A través de sus liderazgos, los estudiantes universitarios aparecen más ligados a partidos políticos, como Camila Vallejos, que es comunista, o socialistas como Giorgio Jackson, pero lo fundamental es que las decisiones se toman colectivamente. Se creó entre los estudiantes un órgano de dirección que toma decisiones colectivas, que discute, y entre los cuales los líderes son voceros y no pueden por sí mismos tomar decisiones. Ocuparon la calle y la ocuparon bien, podemos decir que ocuparon la calle con proyecto, con discurso, no sólo se movieron sino que desfilaron y desfilaron con consignas y con un proyecto que se hizo público y que le presentaron al gobierno, que todavía no da respuestas.

Creo que estamos en este momento en una etapa donde el gobierno va a endurecer su postura y vamos a ver qué pasa. Los dirigentes estudiantiles están buscando nuevas fórmulas para empezar sus protestas y que no le permitan al gobierno destruirla como sucedió últimamente. Creo que estamos entrando a un nuevo tiempo con un gobierno de derecha típico que olvida este intento que tenía de generar acuerdos en cuestiones que tuvieran que ver con políticas sociales, como sucedió en algunos casos, como la exención del aporte del siete por ciento a los pensionados que la Concertación no había realizado, la creación de Pornatal. Eso va a quedar en el olvido y se va a poner en el tapete el mantenimiento del orden público. Vamos a ver qué pasa con la reforma tributaria que están patrocinando, a lo mejor esa reforma tributaria provoca que nos encontremos con una derecha que realiza medidas populistas por una parte y por la otra parte aplica políticas represivas, que es posible que sea lo que viene por delante. Vamos a ver entonces si el movimiento estudiantil es capaz de buscar formas de acción que no fracasen ante la presencia de los carabineros en la calle.

Uno hubiera pensado que, a partir de la amplitud de la convocatoria de los estudiantes, se podría haber articulado un espacio político-social con capacidad de gravitación creciente. Quizás las limitaciones del movimiento estudiantil se deban al peso que tienen variantes de tipo autonomista o antipartidos, un poco en sintonía con las interpretaciones del historiador Gabriel Salazar, que justificarían este distanciamiento de la escena política. De todas formas, tras la derrota de la Concertación, la emergencia de Marco Enríquez-Ominami y la presencia efectiva de este movimiento estudiantil ¿son elementos que podrían contribuir a una confluencia de nuevo tipo...?

El problema es que la Concertación se sumió en el silencio. Este gobierno no ha tenido oposición, y los errores que ha cometido los ha cometido por su propia cuenta. La Concertación es muy débil, está todavía en proceso de reconstitución, preparándose para las elecciones municipales y seguramente para las elecciones municipales vamos a tener una Concertación porque en Chile las elecciones suscitan rápidamente partidos políticos, aun cuando éstos han estado en una especie de sueño durante un largo tiempo, como es el de la Concertación después de su error. Dos años de silencio después de una interna. Las elecciones municipales que tenemos en el escenario ya han hecho aparecer ciertos candidatos, como Carolina Tohá, presidenta del PPD. Va a ser candidata por Santiago, que es un escenario muy importante desde el punto de vista de la visibilidad. Hay que tomar en cuenta las elecciones y hay que tomar en cuenta también la dificultad de que aparezca algo que les haga frente a los partidos políticos en Chile. Aquí siempre ha sido muy difícil. Las protestas del año ’83 contra la dictadura fueron convocadas por los trabajadores del cobre, pero finalmente los partidos políticos se metieron y, pese a lo que diga Gabriel Salazar, tuvieron una importancia seria.

En Chile los partidos son despreciados como en todas partes, se los critica fuertemente, pero cuando llegan los procesos electorales actúan y la gente vota por los candidatos que se presentan. Entonces yo creo que es muy difícil que en Chile aparezca una alternativa hoy que tenga a su cabeza a los dirigentes estudiantiles o a los dirigentes ecologistas, que también realizaron marchas, y además han incorporado dentro de su análisis una crítica a los sistemas industriales, sean socialistas o sean capitalistas, como generadores de problemas que ponen en peligro el medioambiente. Es muy difícil que logren presentarse como alternativas políticas globales. Entonces vamos a tener de nuevo una Concertación que al menos murmure, porque todavía no ha logrado presentar un proyecto distinto del que tenía y que fue derrotado por Piñera. En el caso de Chile, va a ser muy importante quién gane las elecciones municipales de octubre para definir el escenario hacia las presidenciales, y no hay que descartar que la derecha pueda ganarlas, aunque no de un modo aplastante. 

Yo no veo todavía grandes cambios en el escenario, grandes cambios del sistema de actores políticos que están en acción, aunque sí se puede esperar una Concertación que va a tener que reorganizarse para hacer frente a las elecciones. Quizás se presenten con dos listas, algo que ya hicieron en elecciones anteriores, una lista que en algún momento se llamó progresista y otra que se llamó democrática. Pero todo me hace pensar que va a haber un pacto de la totalidad de lo que es hoy la Concertación, sumando además al Partido Comunista, que después de dejar atrás, hace un tiempo, la última política conocida de ellos, que era la “política de la rebelión popular de masas”, no le han dado nombre a su nueva orientación. Volvieron a lo que ellos llaman “frente de liberación nacional”, pero aun no le han puesto nombre. Tienen una política de entrismo, de participación en una fuerza con capacidad gubernamental, con posibilidades de ser gobierno, que desde luego se trata de la Concertación, pactando, poniéndose de acuerdo. Tienen algunas discusiones sobre tal o cual distrito, pero ya están armando un pacto. Los democratacristianos están también dispuestos a aceptar finalmente, con dificultad, que los comunistas formen parte de la alianza. Entonces puede que vayamos a tener un escenario de repetición de lo que ocurrió en las últimas elecciones parlamentarias, del 2008-2009, y un panorama por lo tanto de continuidad, una vuelta a la política aburrida de una Concertación que “no calienta” porque no presenta ningún diagnóstico a la situación de la sociedad chilena interesante y menos un proyecto.

En el resto de América latina, con sus dificultades y diferencias, parece consolidarse un bloque progresista o antineoliberal. Marco Aurelio García ha diferenciado entre procesos más radicalizados en países que no han atravesado experiencias de industrialización, mineros, como en el Pacífico, y países con una burguesía más orgánica, donde los ritmos de las reformas exigen mayores equilibrios, como en el Atlántico. ¿Qué es lo interesante que uno podría destacar que puede llegar a constituirse?

No he estudiado el proceso latinoamericano en profundidad, pero lo de Evo Morales o Rafael Correa me parece muy interesante. En Evo encontramos un intento de constituir un modelo nacional-popular, por llamarlo de algún modo. Reformismos interesantes, con una gran diferencia con los reformismos de la década del ’60, que añadían aquello de “tránsito al socialismo”, que si bien algunos lo mencionan, no es lo principal, por decirlo así. Pero hay un ala progresista en Latinoamérica interesante y una de las cosas interesantes que tiene Piñera es que busca entenderse con ellos, incluso con Chávez. Por otra parte, tenemos en Brasil un país que juega un papel importante con los gobiernos del Partido de los Trabajadores. Entonces en Latinoamérica priman experiencias reformistas de las cuales Chile está al margen, pero con un gobierno de derecha que no busca enfrentarse, sino generar los máximos acercamientos posibles. La política exterior chilena está marcada por los residuos, los problemas que persisten de la Guerra del Pacífico. Enfrenta los reclamos que hizo Perú en los organismos internacionales, Bolivia parece avanzar en la misma dirección, con sus reclamos sobre la salida al mar. En ese marco, Piñera ha conservado la prudencia que tuvieron los gobiernos de la Concertación, incluso yendo más allá y tratando de entenderse con todos, incluido Ollanta Humala.

Yendo al tema del peso de los intentos de industrialización anteriores, en el caso de Chile, hay que decir que hace mucho tiempo se dejó de creer que la industrialización pasaba por los frentes populares. Entonces Chile podría decirse que se parece a aquellos países sin industrialización, llamémoslo Venezuela, llamémoslo Bolivia, llamémoslo Perú. El neoliberalismo fue un intento de desarrollarnos sin industrialización con mercado interno y abriéndonos al exterior. Entonces esos países reformistas constituyen un bloque, dialogan entre sí, y para Chile son un doble problema, que tiene que ver con la tradicional pugna contra Perú y Bolivia que Chile ha tenido, que este gobierno ha tratado con prudencia, pero además Chile queda a la derecha, queda suelto a la derecha. Cristina Fernández tiene una imagen distinta, aunque no he estudiado el proceso argentino. Chile sigue aislado, aislado en el medio de gobiernos progresistas en medio de Latinoamérica. Aunque yo soy demasiado chileno en mis análisis, trabajo comparativamente menos que otros, como Manuel Antonio Garretón, aunque Garretón es un defensor de la Concertación y yo soy un crítico.