El Ciudadano
Los Juegos Olímpicos de Río 2016 arrancan la tarde de este viernes en el estadio Maracaná con la ceremonia de apertura que dará paso a dos semanas de competiciones deportivas de alto nivel internacional en las que participarán más de 10.500 atletas de 207 países.
El macro evento llega en un momento crítico para Brasil, un país que hoy se encuentra sumido en una profunda crisis social, política y económica que podría desvirtuar la cita deportiva. Junto con el acto inaugural y los torneos de los próximos días, convivirán también marchas y movilizaciones en las calles de las principales ciudades del país.
El Ciudadano conversó con el Doctor en Ciencias Sociales y profesor de Ciencia Política de la Facultad de Derecho de la Universidad Estácio de Sá (Brasil), Fernando de la Cuadra, para conocer cómo la sociedad brasileña se preparó para acoger a los JJOO y cómo pueden influir en el contexto social y político del país suramericano.
Los juegos llegan en un momento en el que el contexto social, político y económico del país está muy desestabilizado. ¿Cómo está recibiendo la ciudadanía este evento?
Estas Olimpiadas de Río están marcadas por contradicciones, fisuras y sentimientos disonantes. Por una parte, tienes toda la enorme campaña publicitaria que inunda los diversos medios de comunicación y los espacios públicos. Te hablan de la unidad de un país y de una humanidad en torno al deporte, la paz y la fraternidad.
Por otro lado, observas que el control de los ciudadanos es cada vez más pronunciado y existe una cierta modalidad de Estado vigilante que se impone imperturbablemente en la vida cotidiana de las personas. También la economía no se ha recuperado como fue la promesa de inicio de gobierno. Los índices de desempleo continúan elevados, la violencia urbana se ha incrementado y el poder adquisitivo de las personas ha disminuido. Entonces, el clima es un poco esquizofrénico, mucha falsa alegría y espíritu olímpico en el marco de un gobierno que muestra sus garras ante cualquier indicio de disidencia y protesta.
En síntesis, este es un país dividido entre quienes apoyan al gobierno y piensan que constituye efectivamente la única salida para resolver la crisis política y estabilizar la economía y quienes, por el contrario, sostienen que este es un gobierno golpista que no posee ninguna legitimidad y credibilidad ante los ciudadanos. El hecho de que el impeachment sólo sea decidido a fines de mes, le imprime mayor tensión al momento político y social que viven los brasileños y que las Olimpiadas no consiguen esconder o amenizar.
Sabemos que desde 2009, cuando Brasil resultó ser el elegido para los JJOO, el país ha vivido la elección de Rousseff, quien sucedió a Lula; y el fin de la bonanza económica que situó al país entre los emergentes BRICS. Sin embargo, ¿qué cambió desde entonces hasta hoy día, en lo más concreto?
Cambiaron muchísimas cosas. El año 2009 la economía de Brasil parecía “viento en popa”, el país creciendo, un mercado en franco desarrollo, en gran medida impulsado por el poder de compra de sectores hasta ese entonces excluidos, especialmente en lo que se refiere a la ampliación de la canasta alimenticia accesible a los pobres a través de los programas de transferencia directa de renta y por el consumo de electrodomésticos sustentado en la formidable expansión del crédito.
Con la economía creciendo y los ciudadanos transformados en felices consumidores, el gobierno del PT (el segundo gobierno Lula) no era contestado y podía comprar el apoyo de prácticamente toda la clase política, que por mero interés táctico o por fisiologismo puro y crudo, consiguió administrar el país casi sin oposición o con una oposición muy débil. Crecimiento económico, estabilidad política, emergencia de una nueva clase media, superación de la pobreza, eran palabras clave de ese período.
Y la suma de todos esos aspectos influyó en aquello que creo es lo más relevante de ese momento histórico: la subjetividad del brasileño. Todo parecía posible en ese tiempo, obtener un crédito, comprar, viajar en avión, estudiar con beca, emprender un negocio, etc. Brasil parecía la tierra de las oportunidades y la abundancia y la mayoría de las familias se endeudaron mucho más de lo que podían, hasta que llegó la crisis.
¿Cómo puede afectar a la imagen y el prestigio internacional de la presidenta que no esté presente en la ceremonia inaugural y que sea Temer quien encabece la apertura de los JJOO?
El presidente interino Temer no tiene legitimidad ni apoyo popular. Existe casi un consenso total (incluso en la base del actual gobierno) de que la destitución de la presidenta representa un juicio político. Por lo mismo, más que una ruptura o una caída en la imagen de Dilma Rousseff lo que se va a poner en juego durante la apertura de estos Juegos Olímpicos es la forma como se procedió a inhabilitar a una mandataria que no había realizado actos de corrupción y sí, a lo sumo, algunos deslices contables como casi todas las administraciones anteriores y en los diversos niveles federales, estatales y municipales.
La inauguración de los Juegos Olímpicos mostrará el rechazo mayoritario al gobierno interino que en pocos meses de mandato ha mostrado su clara tendencia a la austeridad con políticas que estimulan las actividades de la banca y de las grandes corporaciones en desmedro de los sectores más vulnerables del país; con el desmonte de los programas sociales (Bolsa Familia; Minha Casa, Minha Vida; Farmacia Popular), las leyes de tercerización en curso, el proyecto de aumento de la edad para las jubilaciones y la eventual entrega de los recursos del pre sal a las compañías petroleras internacionales. Lo anterior no podría llegar a ser realizado sin el beneplácito de un Congreso conservador dominado por los intereses de grupos empresariales, terratenientes, evangélicos y armamentistas. Quizás este sea el verdadero estigma de las Olimpiadas.
Los días previos al inicio de la competición, las informaciones que publican los medios internacionales tienen que ver más con polémicas extradeportivas que con temas relacionados con el deporte (proyectos urbanísticos modificados para que se terminaran a tiempo, sobrecoste que no se presupuestó, reducción de residuos inalcanzada, instalaciones inacabadas, polémicas por la comodidad y seguridad de la Villa Olímpica, etc.). Eso ha contribuido a dar una imagen muy negativa del país. ¿Cuál es la mirada desde dentro de Brasil de esta imagen que se difundió durante las últimas semanas?
La prensa nacional no ha dado mucho espacio a las críticas que vienen desde el exterior y han resaltado el hecho de que la población se tiene que unir en torno a las Olimpiadas que son una tarjeta de visita para que Brasil siga siendo un punto turístico de primer orden en el planeta. Pero las personas saben de todos estos problemas y los atribuyen al desmadre generalizado que existe en el país en este último tiempo, ya desde antes de la Copa del Mundo en el 2014.
No es casualidad que la mayoría de los dueños y altos ejecutivos de las principales empresas constructoras y contratistas del país (Odebrecht, Andrade Gutiérrez, OAS, Delta, Mendes Junior, Camargo Correia) y también del sector bancario (Bradesco, BTG Pactual) se encuentren actualmente encarcelados por delitos de corrupción y favorecimiento ilícito. Excepto la conmoción que pudiera crear una eventual prisión del ex presidente Lula, parece que ya nada sorprende a los brasileños, acostumbrados a un bombardeo diario de casos de corrupción, chantajes, malversación de recursos públicos y un largo etcétera. Ha sido el pan de cada día.
El presupuesto total del evento (que aumentó en varias ocasiones) sigue siendo un interrogante. ¿Por qué no se ha transparentado todo esto?
En algunos casos se ha sabido respecto al super facturamiento de las obras, pero lo más probable es que con el transcurso del tiempo el Tribunal de Cuentas de la Unión (si es que no lo eliminan antes) entregue un informe detallado sobre los gastos de las Olimpiadas y así los ciudadanos podrán conocer en qué y cómo se gastaron los recursos.
Sobre seguridad y las detenciones de las últimas semanas a presuntos vinculados al Daesh, ¿cómo se vivió en el país esta noticia y cómo están gestionando las autoridades las posibles amenazas que puedan estallar estos días?
Sin restarle importancia a los posibles actos terroristas que pudieran ser cometidos por el Daesh, la captura de los “terroristas” que planeaban atentados durante las Olimpiadas fue tomada con cierta incredulidad por las personas, entre otras razones, porque mucha de la información obtenida por los servicios de inteligencia fue retirada de las páginas del Facebook de los integrantes de este supuesto comando. En todo caso, insisto, no se puede descartar en ninguna hipótesis la ocurrencia de atentados, porque es muy fácil ingresar a Brasil por el sector de Foz de Iguazú, frontera con Paraguay y Argentina, por la región de Rondonia y Mato Grosso frontera con Bolivia y por el enorme espacio amazónico fronterizo con Perú, Colombia y Venezuela.
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