Miguel Mora
El País
Las payasadas, renovadas ayer al cuadrarse con una mueca ante el desfile de las Fuerzas Armadas, ensanchan el clima de degradación y el desprestigio internacional de un país abducido, y la pregunta que muchos se hacen es: ¿Dónde está la oposición?
Cada día más risible y pacata, incapaz de elaborar un discurso político serio ni de exigir responsabilidades a Berlusconi, la así llamada izquierda italiana se ha movido estas semanas de Noemigate entre su proverbial indefinición (católicos contra ex comunistas), y la falta de olfato y de cintura. Sin pulso ni autoridad, ni siquiera sus mujeres, minoría silenciosa en un cetro de machos muy retóricos, han canalizado el malestar de tantas italianas ante el rampante espectáculo de machismo ofrecido por el primer ministro y sus velinas (azafatas televisivas).
Algunas damas de mayor coraje, un grupo de rectoras, religiosas, profesoras, profesionales y escritoras distinguidas por el Estado, lanzaron ayer un manifiesto en el que denuncian el proceso de "degradación" de la República y subrayan que los medios sólo dedican atención a las féminas "complacientes con los poderosos y con un modelo mercantilizado y lesivo de la identidad femenina".
El líder de la oposición, Dario Franceschini, dio una rueda de prensa anunciada como balance de la campaña electoral. Optimista, porque la única frase digna de mención dicha por el líder católico en el último mes tuvo efectos balsámicos para el primer ministro: sacó de su silencio a los abochornados hijos de Berlusconi. Cuando más atormentado estaba Berlusconi, Franceschini preguntó a sus compatriotas si confiarían la educación de sus hijos a un padre así.
La respuesta mayoritaria (como se ve en las urnas) es que, naturalmente, sí, y parece difícil que los italianos no castiguen al melifluo Partido Democrático votando otra vez en masa al magnate milanés.
Eso no reduce la preocupación de los miembros serios del Ejecutivo, entre los que empieza a bullir la idea de un futuro sin Berlusconi que limite el deterioro. Con el G-8 de julio a un mes vista, el divorcio del siglo por jugarse, y las fotos de Villa Certosa por salir, el número dos en la sombra, Gianni Letta, afirma una fuente solvente, formaría un Gabinete técnico para acabar la legislatura en paz.
Berlusconi, atacado sin piedad por la prensa extranjera, ha confesado que está "a punto de estallar" tras las invectivas de The Times, que achaca a un "complot internacional" orquestado por Rupert Murdoch. "Tonterías", respondió ayer seco el diario británico, "si Il Cavaliere tiene problemas con las mujeres, eso es noticia. Si estuviera aquí, ya habría dimitido".
Para sobrevivir, Berlusconi ha recurrido a la bajeza de autorizar al tabloide de su hermano, Il Giornale, a publicar que su mujer, Verónica Lario, está amancebada con su guardaespaldas. Según escribe Natalia Aspesi en La Repubblica, "la demolición de la primera dama" es una vendetta contra quien abrió el grifo de la verdad y decir que frecuenta menores. Giovanni María Bellu, en L'Unità, detecta otra variante: "Ahora, el primer ministro es oficialmente un cornudo".
Novedades sobre los vuelos de Estado que investiga la fiscalía: una bailarina de la danza del vientre o bailaora flamenca, según las diferentes versiones que circulan, viajó a Costa Esmeralda en el avión presidencial el 24 de mayo de 2008 junto a Berlusconi y su inevitable guitarrista Mariano Apicelli. Faltaban cuatro meses para agosto, la fecha en que entró en vigor el renovado y tolerante reglamento de vuelos oficiales, diseñado a medida para trasladar a cantantes, velinas y vedettes a Villa Certosa.
El País
Inasequible al ridículo, la vulgaridad y el desaliento, Silvio Berlusconi sigue bromeando en público sobre sus relaciones con menores como si nada ocurriera. El lunes por la noche, en el Quirinale, durante la recepción que dio el presidente de la nación por el Día de la República, Il Cavaliere no paró de verbalizar el asunto en los corrillos con bromas de este tenor. "¿Eres menor? Ah, podemos hablar".
Las payasadas, renovadas ayer al cuadrarse con una mueca ante el desfile de las Fuerzas Armadas, ensanchan el clima de degradación y el desprestigio internacional de un país abducido, y la pregunta que muchos se hacen es: ¿Dónde está la oposición?
Cada día más risible y pacata, incapaz de elaborar un discurso político serio ni de exigir responsabilidades a Berlusconi, la así llamada izquierda italiana se ha movido estas semanas de Noemigate entre su proverbial indefinición (católicos contra ex comunistas), y la falta de olfato y de cintura. Sin pulso ni autoridad, ni siquiera sus mujeres, minoría silenciosa en un cetro de machos muy retóricos, han canalizado el malestar de tantas italianas ante el rampante espectáculo de machismo ofrecido por el primer ministro y sus velinas (azafatas televisivas).
Algunas damas de mayor coraje, un grupo de rectoras, religiosas, profesoras, profesionales y escritoras distinguidas por el Estado, lanzaron ayer un manifiesto en el que denuncian el proceso de "degradación" de la República y subrayan que los medios sólo dedican atención a las féminas "complacientes con los poderosos y con un modelo mercantilizado y lesivo de la identidad femenina".
El líder de la oposición, Dario Franceschini, dio una rueda de prensa anunciada como balance de la campaña electoral. Optimista, porque la única frase digna de mención dicha por el líder católico en el último mes tuvo efectos balsámicos para el primer ministro: sacó de su silencio a los abochornados hijos de Berlusconi. Cuando más atormentado estaba Berlusconi, Franceschini preguntó a sus compatriotas si confiarían la educación de sus hijos a un padre así.
La respuesta mayoritaria (como se ve en las urnas) es que, naturalmente, sí, y parece difícil que los italianos no castiguen al melifluo Partido Democrático votando otra vez en masa al magnate milanés.
Eso no reduce la preocupación de los miembros serios del Ejecutivo, entre los que empieza a bullir la idea de un futuro sin Berlusconi que limite el deterioro. Con el G-8 de julio a un mes vista, el divorcio del siglo por jugarse, y las fotos de Villa Certosa por salir, el número dos en la sombra, Gianni Letta, afirma una fuente solvente, formaría un Gabinete técnico para acabar la legislatura en paz.
Berlusconi, atacado sin piedad por la prensa extranjera, ha confesado que está "a punto de estallar" tras las invectivas de The Times, que achaca a un "complot internacional" orquestado por Rupert Murdoch. "Tonterías", respondió ayer seco el diario británico, "si Il Cavaliere tiene problemas con las mujeres, eso es noticia. Si estuviera aquí, ya habría dimitido".
Para sobrevivir, Berlusconi ha recurrido a la bajeza de autorizar al tabloide de su hermano, Il Giornale, a publicar que su mujer, Verónica Lario, está amancebada con su guardaespaldas. Según escribe Natalia Aspesi en La Repubblica, "la demolición de la primera dama" es una vendetta contra quien abrió el grifo de la verdad y decir que frecuenta menores. Giovanni María Bellu, en L'Unità, detecta otra variante: "Ahora, el primer ministro es oficialmente un cornudo".
Novedades sobre los vuelos de Estado que investiga la fiscalía: una bailarina de la danza del vientre o bailaora flamenca, según las diferentes versiones que circulan, viajó a Costa Esmeralda en el avión presidencial el 24 de mayo de 2008 junto a Berlusconi y su inevitable guitarrista Mariano Apicelli. Faltaban cuatro meses para agosto, la fecha en que entró en vigor el renovado y tolerante reglamento de vuelos oficiales, diseñado a medida para trasladar a cantantes, velinas y vedettes a Villa Certosa.
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