segunda-feira, 4 de março de 2013

Reflexiones sobre el Movimiento 5 Estrellas

Giovanni Giacopuzzi
Gara

En un espectáculo celebrado en 2001, Beppe Grillo, conocido cómico italiano, habló por primera vez de las deudas de la multinacional lechera Parmalat. No lo había hecho nadie hasta entonces. Un cómico es un cómico y lo que describía hubiera podido, como tantas veces sucede en el teatro de denuncia, quedarse en un acierto artístico, y nada más.

En realidad fue un aviso a navegantes. En 2003, la multinacional guiada por Federico Tanzi, fue denunciada por su agujero económico que llevó al mayor crack financiero en Italia y de una empresa en Europa: 14.000 millones de euros. Miles de pequeños accionistas e inversores se fueron a la ruina por haber apostado por la ingeniera financiera del magnate italiano.

Todo fue posible por una red de nepotismo, amiguismo y corrupción que iba desde la clase política de centro derecha hasta el centro izquierda. Casi nadie se escapó: Morgan Stanley, Bank of America, City Group y Deutsche Bank desfilaron por delante del juez bajo la acusación de encubrimiento.

¿De dónde obtuvo Grillo la información? Estas fueron sus palabras: «Durante años, muchos signos indicaban que no valía la pena invertir en Parmalat. Si a mí, que trabajo de cómico, estos signos me parecían tan obvios, ¿por qué no fueron evidentes a los bancos internacionales, firmas de auditoria, inversores y ahorradores? Standard & Poors dio una buena calificación de Parmalat hasta dos semanas antes del colapso. En los últimos seis meses, el valor de las acciones de Parmalat se duplicó. Deutsche Bank había comprado un 5 por ciento de Parmalat y lo vendió justo antes del colapso».

Grillo le tomó el gusto a las acusaciones y continuó en su trayectoria de mezclar espectáculos con denuncias de la política y de la economía italiana. Y aquí empezó el primer enganche real con la sociedad italiana. O mejor dicho, con una parte comprometida (no la única) de la sociedad. En la ciudad a la que llegaba con sus espectáculos tomaba partido por el pequeño grupo que luchaba contra la incineradora o la construcción del TAV. Amplificaba su denuncia.

En sus espectáculos, el poder financiero, los mecanismos de la oligarquía financiera y política, eran dianas de sus gags y escenografías. Miles de espectadores aplaudían y alababan su tarea, pero después la militancia se quedaba reducida a los mismos de siempre. Tuvo, sin embargo, otro acierto. Internet fue el marco donde su denuncia y la que recogía encontraban el ágora de la propaganda. Su blog llegó a ser, por mucho, el más seguido en Italia.

Con esas plataformas dio otro salto. En 2005 fundó los Amigos de Beppe Grillo y en el 2008 lanzó el Movimiento Cinco Estrellas, siempre con su nombre de colofón. En realidad muchas adhesiones para las elecciones del 2010 fueron a raíz del espacio que prestaba a grupos que ya actuaban en pueblos o ciudades, olvidados por los partidos.

El programa fue conformándose entre una mezcla de democracia participativa, anti neoliberalismo, decrecimiento y lucha frontal contra lobbies económicos y políticos. No faltaban propuestas grises, ambiguas, debidas sobre todo al papel de líder máximo que Grillo se había, y que le habían, otorgado. Las meteduras de pata que de vez en cuando incurría en su discursos enfáticos, eran el marco de una visión que no era anticapitalista per se. Es cierto que ponía cuestiones, de hecho, que minaban el modelo neoliberal dominante y el modelo de representanción política del capitalismo.

La respuesta del centroizquierda, porque allí iba dirigido en el fondo el órdago grillista, fue más de lo mismo. El PD pensó que con las primarias (tres millones de participantes) iba a dar el toque de novedad, el revulsivo a un sistema político que tenía el berlusconismo como referencia de la cultura política, no sólo institucional. Grillo aprovechó también esa oportunidad, proponiendo su candidatura y pidiendo la inscripción en el partido. Rechazada la inscripción parecía que la apuesta grillina iba a desinflarse. «Se había mojado también él», así por lo menos lo entendía la inteligencia italiana. En realidad era el segundo y último aviso a navegantes.

Hasta llegar al día de hoy. Primarias a través de la web, 20.000 personas y asambleas populares en las que se gestaron los nombres de los candidatos para la Cámara y el Senado. Miles de ciudadanos desconocidos. Un campaña electoral arrasadora que llenó las plazas de toda la geografía italiana. Y en las elecciones... llegó a ser el partido más votado.

Esa es la parte de la historia. En un país de la Unión Europa, la octava potencia económica mundial (¿significa algo a estas alturas?), un partido sin sedes, ni dinero, sin padrinos financieros, ni con apoyo de los servicios secretos, que se conecta con «el pueblo» en las plazas y en Internet, llega a ser el primero y hace temblar a los mercados. Algo que debería dar que pensar en lugar de sentenciar. Intentar pensar, entender sobre todo que el Movimiento Cinco Estrellas no nace de la nada. Crece rápidamente, pero no de la nada.

Nace también porque la izquierda tuvo en estos años la posibilidad de hacer lo que ahora está haciendo, en parte, ese movimiento. En 2001, en Génova se había dado cita quizás el más importante y trasversal movimiento social y político de cambio que Italia jamás había conocido en época reciente. Eran una «vanguardia» de decenas de miles de personas que no soportaban este mundo económico y político. Decenas, centenares de organizaciones, grupos, plataformas, que abogaban por otro mundo posible, que contestaban a los 8 jefes de gobierno (G8) que se consideraban dueños del mundo.

En Génova había de todo. Desde el colectivo naturista, hasta el sindicato de obreros funcionarios, agricultores, pequeños empresarios también. Alcaldes y concejales, creyentes, curas, monjas y monjes católicos, protestantes o budistas. Anarcos, comunistas, socialistas, verdes, heteros, homos, lesbianas... Los de la «guerra de guerrillas» junto a los de «para ganar hay que convencer». Un movimiento que hizo revelar al poder su cara represiva (y también asesina). La guerra contra el terrorismo se estrenaba en Génova, en lo que pocos meses después seria un modus operandi en todo el mundo. Crisis financiera y guerra al terrorismo se convertirán en las dos caras de la misma moneda.

Sin embargo, el movimiento de Génova se hundiría en lo mismo de siempre. En la patología de la izquierda: la arrogancia masoquista autorreferencial. Los portavoces que se transforman en profetas, los municipios donde el movimiento hubiera podido trasladar las miles del propuestas, nuevamente fueron el marco para reproducir la guerra entre bandos, partidos. Portavoces que fueron absorbidos por los partidos políticos, otros que se mantuvieron «antagonistas» aprovechando las subvenciones de los partidos de izquierda al gobierno, otros sobreviviendo en la autorreferencialidad.

Un movimiento que se apagará en las citas anuales auto referenciales, no globales. Mientras tanto, el huracán de la crisis hundía a millones de personas de ese pueblo tan nombrado y tan poco atendido. En ese panorama, surgió con una fuerza electoral impensable el movimiento guiado hasta ahora por Grillo. Un cómico ahora tachado de «populista».

Así que el populismo avanza, dicen. En Venezuela, en Bolivia, en Ecuador, en la Marcha Patriótica colombiana, en el «Tsunami Bildu» (¿os habéis olvidado?), también. Los intelectuales y los políticos de centroizquierda (pero también mas allá) ignorantes -que ignoran lo que esta pasando- en cualquier lugar, lanzan sus anatemas, «que hay que ser serios», que «la Europa (de la finanzas) nos lo pide», que «los mercados nos dicen qué debemos hacer». Que si el capitalismo se hunde. Y detrás de la esquina no hay revolución proletaria, sino populismo.

Recuerdo un documento de KAS, allá por el 1993, en la época del Berrikuntza, que decía más o menos que «la hegemonía política no se gana porque lo decimos nosotros sino porque se convence a quien escucha». Se había pasado desde el «ineludible proceso negociador de la incuestionable Alternativa KAS» a percibir en el fondo que, por lo visto, la acumulación de fuerzas para el cambio del marco jurídico-político no se hace ni con un toque mágico, quizás históricamente materialista, ni con presiones político-militares. Sino a través del convencimiento que tu propuesta y actuación es coherente con el mundo que quieres construir.

Así que visto el elenco de opiniones que se están vertiendo sobre el tema había que preguntarse si algo tiene que ver el Movimiento Cinco Estrellas de Grillo con Venezuela, Ecuador, Genova 2001, la izquierda abertzale... Es evidente que no hay recetas, ni caminos iguales. Pero que cada cual aporte lo suyo y lo comparta.

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