Indagar sus orígenes, conocer sus métodos y estructuras, a sus miembros, establecer las circunstancias de las capturas y asesinatos de muchos compatriotas, ha sido la motivación del periodista Manuel Salazar para emprender una acuciosa investigación que culmina en “Las letras del horror”, libro que se publica en dos volúmenes.
Esta primera entrega, centrada en la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), pone de relieve algunas preguntas inquietantes: ¿Por qué los integrantes de la DINA se ensañaron con sus detenidos? ¿Dónde y de quiénes aprendieron las brutales técnicas de tortura que aplicaron con ellos? ¿Cuáles fueron los motivos para asesinar y hacer desaparecer? ¿Cómo operaron las redes secretas que el otrora poderoso coronel Manuel Contreras tejió en América y Europa?
Para intentar dilucidar estas y otras muchas interrogantes, el autor recoge los antecedentes acerca de la influencia que diversos grupos de la ultraderecha chilena ejercían en la oficialidad militar ya en los años 60. Señala, además, al Club de la Unión, las sedes partidarias y los círculos frecuentados por dirigentes políticos y empresariales de la derecha como lugares de los que luego saldrían colaboradores civiles de la DINA dispuestos a “dar caza” a sus adversarios políticos.
“Las letras del horror” relata las primeras intervenciones de los aparatos de seguridad en el campo de prisioneros de Tejas Verdes y la aparición de los cuarteles secretos, donde a los detenidos se les sometía a torturas indecibles que frecuentemente terminaban con su muerte y eliminación de los cuerpos; recupera los nombres, las “chapas” y los apodos de las víctimas y de sus victimarios, partícipes estos últimos de las brigadas de detención y exterminio; recoge, del mismo modo, las confesiones y los testimonios que algunos de los agentes y colaboradores de la violencia institucionalizada entregaron años después ante los tribunales de justicia, además de sus nexos con el anticastrismo y el neofascismo italiano.
Se trata de un libro que ausculta en detalle al principal organismo represivo de aquellos años de zozobra y espanto y que da cuenta de los métodos usados, entre otros, por el brigadier (r) del Ejército Miguel Krassnoff Marchenko, quien permanece recluído en el penal Cordillera cumpliendo una pena que suma más de 140 años de prisión tras ser condenado por 23 casos de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar, y quien fue homenajeado la semana pasada en un polémico acto respaldado por el alcalde de Providencia, Cristián Labbé.
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