Un estudio revela que el cambio climático y el poder que ejerce sobre los recursos naturales de la Tierra, agrava la desigualdad entre comunidades ricas y pobres. Como ejemplo, los expertos señalan que el cambio climático está obligando a algunas especies migratorias de peces a cambiar su ruta hacia los polos, lo que significa un gran cambio para las personas cuyo sustento depende de los peces. "Lo que encontramos es que los recursos naturales como el pescado están siendo empujados por el cambio climático y afecta a quién tiene acceso a ellos", ha señalado uno de los autores del trabajo, Malin Pinsky.
Así ha señalado que, cuanto más fuerte sea la conservación orientada a la gestión del recurso natural en una comunidad, mayor será el valor de dichos recursos naturales y si esos recursos aumentan o disminuyen. De este modo, si las comunidades y los países más ricos son más propensas a tener una gestión fuerte de los recursos, estos grupos tienen más probabilidades de beneficiarse, lo que agrava la desigualdad.
La riqueza se está desplazando
Pinsky y sus co-autores han explicado que "la riqueza inclusiva" -en peces, plantas y árboles y otras especies importantes para los seres humanos- se está desplazando fuera de las zonas templadas y hacia los polos ya que las temperaturas globales aumentan. La riqueza inclusiva no es solamente la suma de los activos de capital de una comunidad, incluyendo los activos naturales como el pescado o los árboles, sino también la salud humana y la educación, así como los activos construidos como carreteras, edificios y fábricas. Dado que el clima cambia de manera desigual de lugar en lugar, los recursos naturales migran -o se reproducen- de forma desigual.
Su trabajo, publicado en Nature Climate Change utiliza datos que Pinsky desarrolló en sus estudios sobre la migración de peces y una fórmula matemática desarrollada por el economista Eli Fenichel de la Universidad de Yale, para ilustrar la relación entre el movimiento de los recursos y el movimiento de la riqueza.
Para ilustrar su punto, los autores establecieron un modelo con dos comunidades ficticias, Northport y Southport, cada una dependiente en cierta medida de una pesquería en particular. Luego, los autores imaginaron escenarios de interacción entre las dos comunidades, la acción de sus peces y entre sí.
"Tendemos a pensar en el cambio climático sólo como un problema de la física y la biología. Pero la gente reacciona también y, por el momento, no tenemos una buena comprensión de los impactos de la conducta humana sobre los recursos naturales afectados por el cambio climático", ha apuntado el científico.
Uno de los próximos proyectos para el equipo se inclinará hacia el lado humano de la ecuación. Los expertos pasarán parte de la primavera y el verano hablando con personas involucradas en la pesca comercial en gran parte de la costa este de Estados Unidos.
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