quarta-feira, 1 de julho de 2015

El referéndum griego, la vuelta de la democracia en Europa

Jacques Sapir
Le Figaro

El economista reflexiona sobre la decisión Alexis Tsipras para llamar a un referéndum. Él ve un gesto "gaullista" que simboliza el retorno de la democracia en un espacio europeo en el que ella estaba ausente.

Un fantasma recorre Europa

En un gesto de se puede calificar de gaullista [propio del general De Gaulle], Alexis Tsipras ha decidido convocar un referéndum el próximo 5 de julio para pedir al pueblo soberano que resuelva la discrepancia que le opone a los acreedores de Grecia. Tomó esta decisión ante lo que debemos denominar las amenazas, las presiones y los ultimátums a los que se ha tenido que enfrentar en los últimos días de negociación con la Troika, es decir, el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea (CE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Al convocar el referéndum ha devuelto deliberadamente al dominio político una negociación que los integrantes de la Troika querían mantener en el dominio técnico y contable. Este gesto ha provocado un reacción extremadamente grave por parte del Eurogrupo que se mide en el comunicado publicado el sábado [27 de junio] el cual confirma en una nota a pie de página la expulsión de hecho de Grecia fuera del Eurogrupo. Nos encontramos ante un verdadero abuso de poder cometido la tarde de este 27 de junio. Lo que está en juego a partir de ahora ya no es solo la cuestión del devenir económico de Grecia. Lo que se plantea abiertamente es la cuestión de la Unión Europea y de la tiranía de la Comisión y del Consejo [Europeos].

La declaración de Alexis Tsipras

El texto de la declaración hecha por Alexis Tsipras la noche del 26 al 27 de junio en la televisión estatal griega es un ejemplo de probidad democrática. Ante el comportamiento de sus interlocutores y en particular lo que él considera un ultimátum, el primer ministro griego apela a la soberanía del pueblo. Desde ese punto de vista el texto es extremadamente claro:

«Tras cinco meses de negociación nuestros socios nos han planteado un ultimátum, lo que contraviene los principios de la UE y mina la reactivación de la sociedad y de la economía griegas. Estas propuestas violan absolutamente los logros europeos. Su objetivo es humillar a todo un pueblo y manifiestan ante todo la obsesión del FMI por un apolítica de austeridad extrema. […] En estos momentos tenemos una responsabilidad histórica de afirmar la democracia y la soberanía nacional, y esta responsabilidad nos obliga a responder al ultimátum basándonos en la voluntad del pueblo griego. He propuesto al consejo de ministros la organización de un referéndum y esta propuesta se ha aceptado por unanimidad».

Es probable que este breve texto henchido de gravedad y determinación entre en la Historia como una de las declaraciones que hacen honor a la democracia. Este texto también refleja la cólera fría y determinada que invade a su autor. Y quizá resida ahí el fracaso principal del Eurogrupo y de las instituciones europeas, el haber transformado a un partidario de Europa en un resuelto adversario de las instituciones europeas.

Las enseñanzas de la declaración Alexis Tsipras

Conviene leer atentamente este texto, que no es circunstancial. En efecto, de esta breve declaración se pueden sacar tres puntos importantes.

El primero es que el desacuerdo entre el gobierno griego y sus socios ha sido de inmediato político. El BCE y la CE no han dejado de buscar una capitulación del gobierno griego, lo que Tsipras denomina «la humillación de todo un pueblo». Lo que busca la UE por medio del Eurogrupo es cauterizar el precedente abierto por las elecciones de enero de 2015 en Grecia. Se trata de demostrar no solo en Grecia sino, lo que de hecho es más importante, en España, Italia y Francia que no se puede «salir del marco de la austeridad» tal como ha sido organizado por los tratados, como afirmó Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, desde las elecciones del 25 de enero.

El segundo punto importante de esta declaración es que por primera vez un dirigente elegido legalmente y en ejercicio declara que las instituciones europeas hacen propuestas que tanto en el fondo como en la forma «violan absolutamente los logros europeos». Es una acusación muy grave. Equivale a decir que las instituciones europeas, supuestamente las garantes de la democracia, actúan al contrario de esta. También equivale a decir que estas mismas instituciones, cuya legitimidad solo existe por delegación de la legitimidad de los Estados miembros, tienen unos comportamientos que violan la legitimidad y la soberanía de uno de dichos Estados miembros. Por consiguiente, equivale a decir que las instituciones de la Unión Europea se han constituido en Tyrannus ab exercitio, es decir, en un poder que aún habiendo surgido de procedimientos legítimos, sin embargo se comporta como un tirano. Equivale a poner radicalmente en tela de juicio toda legitimidad de las instancias de la Unión Europea.

El tercer punto se deduce de los dos primeros. Está contenido en la parte del texto que dice: «En estos momentos tenemos una responsabilidad histórica de afirmar la democracia y de la soberanía nacional y esta responsabilidad nos obliga a responder al ultimátum basándonos en la voluntad del pueblo griego». En adelante sitúa los retos no ya a nivel de la deuda sino al de los principios, tanto de la democracia como de la soberanía nacional. Y es en este sentido en el que se puede hablar de un verdadero «momento gaullista» en Alexis Tsipras. Osó plantear la cuestión de la austeridad y del referéndum, y recibió un apoyo unánime, incluso de los miembros de Anel, el pequeño partido soberanista aliado a Syriza. De este modo ha ascendido a la estatura de un dirigente histórico de su país.

La demostración de fuerza del Eurogrupo

La reacción del Eurogrupo no se hizo esperar. Después de calificar este referéndum de noticia «triste» (sad), su presidente, Jeroen Dijsselbloem, pidió al ministro [de economía] griego, Yanis Varoufakis, que abandonara la sala de reunión. Al hacerlo confirmó las opciones y métodos vigentes hoy en día en el seno de la Unión Europea. Más allá de las palabras están los hechos y estos son de una gravedad extrema. Con un acto que combina la más flagrante ilegalidad con la voluntad de imponer sus puntos de vista a un Estado soberano, el Eurogrupo decidió celebrar una reunión en ausencia de un representante del Estado griego. Por consiguiente, el Eurogrupo decidió de hecho excluir a Grecia del euro, lo que a todas luces constituye un abuso de poder. Y hay que recordar aquí varios puntos que no dejan de tener consecuencias, tanto jurídicas como políticas:

1. Actualmente no existe ningún procedimiento que permita excluir a un país de la Unión Económica y Monetaria (no real de la «zona euro»). En caso de haber una separación solo puede tener lugar de común acuerdo y amistosamente.

2. El Eurogrupo no tiene existencia legal. No es más que un «club» que opera bajo la cobertura de la Comisión Europea y del Consejo Europeo. Esto significa que si el Eurogrupo ha cometido un acto ilegal (y parece que efectivamente lo ha cometido) la responsabilidad de ello incumbe a estas dos instituciones. Por lo tanto, estaría justificado si el Estado griego demandara a la vez a la Comisión y al Consejo ante el Tribunal Europeo de Justicia, pero también ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. En efecto, la base de la Unión Europea es una organización internacional, lo que se constata, por ejemplo, en el estatuto y las exenciones fiscales de los funcionarios europeos. Ahora bien, la regla en toda organización internacional es la unanimidad. El Tratado de Lisboa previó mecanismos de mayoría cualificada, pero estos mecanismos no se aplican al euro ni a las cuestiones de las relaciones fundamentales entre Estados.

3. El demostración de fuerza (porque hay que llamarlo por su nombre) que acaba de hacer el Eurogrupo no concierne solo a Grecia. Otros países miembros de la Unión Europea (y pensamos en Reino Unido o Austria) también podrían denunciar tanto ante la justicia europea como ante la internacional la decisión de hecho que ha tomado el Eurogrupo. En efecto, la Unión Europea se basa en unas reglas de derecho que se aplican a todos. Toda decisión de violar estas reglas contra un país particular constituye una amenaza para el conjunto de los miembros de la Unión Europea.

4. Así pues, hay que ser claro. A largo plazo la decisión que ha tomado el Eurogrupo bien podría significar la muerte de la Unión Europea. O bien los dirigentes europeos, evaluando el abuso de poder que se acaba de cometer, se deciden a anularla, o bien, si perseveran en esta dirección, deben esperar una insurrección de los pueblos contra la Unión Europea, pero también de los gobernantes de determinados países. Así, es difícil ver cómo va a aceptar estas prácticas unos Estados que acaban de recuperar su soberanía, como Hungría, la Republica Checa o Eslovaquia.

Todo esto saca a relucir claramente la naturaleza fundamentalmente antidemocrática de las instituciones de la UE y el hecho de que esta última se esté constituyendo en Tiranía. El silencio de los principales responsables tanto del Partido Socialista [francés] como del antiguo UMP (rebautizado «Los Republicanos») dice mucho sobre el embarazo de una parte de la clase política francesa. Sin excusarlo, resulta comprensible.

El fantasma de la democracia en los pasillos de Bruselas

Por consiguiente, en Francia se siente de manera muy diferente el malestar que provoca la iniciativa de Alexis Tsipras. Ya sea en el Partido Socialista o en los «Republicanos» no se pueden oponer abiertamente a esta decisión sin contradecir inmediata y brutalmente todos los discursos dichos sobre la democracia. Pero, en realidad, el referéndum griego agita el fantasma de otro referéndum, el de 2005 sobre el proyecto del Tratado Constitucional en Europa. Uno de los episodios más vergonzosos y más infamantes de la vida política francesa es la manera como la inmensa mayoría de la clase política francesa, desde Nicolas Sarkozy a François Hollande pasando por los Aubry, Bayrou, Juppé y otros Fillon, fue desautorizada por la victoria del «Non», aunque hizo pasar de contrabando el mismo texto, excepto unas pocas cosas, durante el Tratado de Lisboa ratificado por el Congreso en Versalles.

No se puede ni se debe prejuzgar el resultado de este referéndum. Pero hay que poner de relieve que representa la vuelta de la democracia a un espacio europeo del que estaba ausente. Es probable que los partidos de oposición, tanto Nueva Democracia como el partido de centro izquierda El Río (To Potami) protesten y traten de impedir por medio de diferentes recursos legales la celebración de este referéndum. Estas reacciones son paradigmáticas de los comportamientos antidemocráticos que florecen hoy en Europa. Aportan agua al molino de Alexis Tsipras. Se percibe lo aterrorizados que están hoy por el fantasma de la democracia los actores europeístas de este drama.

Así pues, Alexis Tsipras no debe esperar apoyo alguno de François Hollande, sin querer ofender a Jean-Luc Mélenchon. Nuestro presidente [Hollande] cae sin miramientos en su propia mediocridad. Alexis Tsipras no debe esperar la menor gracia de Angela Merkel cuya política es la verdadera causa de esta crisis. Pero puede esperar el apoyo de todas aquellas personas que en Europa luchan por la democracia y la soberanía.

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