David Brooks
La Jornada
Según la “derecha”, Estados Unidos está bajo la amenaza de volverse “socialista” (de hecho algunos afirman que ya ocurrió con la llegada del “socialista” Barack Obama a la Casa Blanca). Para los “progresistas”, el país enfrenta una grave amenaza derechista, incluso con tintes fascistas. La gran pugna ideológica en Estados Unidos no es nada fácil de entender.
Mayorías reprueban el duopolio político y opinan que los políticos en Washington no representan los intereses del pueblo. Una mayoría cree que el país continúa avanzando en dirección equivocada. El fenómeno de la elección de Obama interrumpió este escepticismo y enajenación en las instituciones formales de la política durante un tiempo, pero sondeos y estudios recientes registran el retorno de un cada vez mayor desencanto.
Mayorías reprueban el duopolio político y opinan que los políticos en Washington no representan los intereses del pueblo. Una mayoría cree que el país continúa avanzando en dirección equivocada. El fenómeno de la elección de Obama interrumpió este escepticismo y enajenación en las instituciones formales de la política durante un tiempo, pero sondeos y estudios recientes registran el retorno de un cada vez mayor desencanto.
Pero para izquierdistas del mundo que piensan que Estados Unidos es un país sin remedio por su sociedad tan conservadora hay elementos para nutrir el optimismo en el futuro. Un 43 por ciento de los estadounidenses menores de 30 años tienen una impresión positiva del término “socialismo” y casi 50 por ciento tienen una percepción negativa del “capitalismo”, registró una encuesta del Centro de Investigación Pew. Eso sí, los mayores de 65 años abrumadoramente tienen una percepción negativa del “socialismo” (73 por ciento). Pero los afroestadounidenses reaccionan positivamente al término “socialismo” en un margen de dos a uno frente a los blancos. Además, los estadounidenses que tienen menos educación formal tienen una mejor percepción del socialismo que los que cuentan con educación universitaria (¿será en función de mayor educación, o más propaganda?). Por otro lado, la reacción positiva al socialismo, y a la inversa, negativa al capitalismo, depende del nivel del ingreso, con los de menores ingresos más positivos y los más ricos mucho más negativos (obvio).
Pero para confundir la cosa, 43 por ciento de los menores de 30 años también tienen una percepción positiva del término “capitalismo”: el mismo porcentaje que los que ven positivamente al socialismo. Entre todos los grupos, no hay una correlación en las opiniones sobre el socialismo y el capitalismo, señalan los encuestadores, un poco sorprendidos. Peor aún: “la mayoría de los que tienen una reacción positiva al ‘socialismo’ también tienen una reacción positiva al ‘capitalismo’”, reportó el Pew.
O sea, ¿quién sabe? Tal vez es un indicador de qué tan grave es la confusión en la sociedad estadounidense y explica un poco cuestiones como por qué trabajadores y gente marginada votan y se suman a movimientos contrarios a sus intereses.
Por ejemplo, el movimiento derechista Tea Party está compuesto en gran medida por trabajadores blancos aglutinados por la ira y el resentimiento generalizado nutrido por la crisis económica, pero también por la sensación de que la clase política los ha abandonado. Ese es el mensaje de figuras como Glen Beck, locutor de uno de los programas de charlas y noticias más influyentes de Fox News, quien logró convocar a lo que él dice fueron cientos de miles a una manifestación frente al Monumento a Lincoln en Washington, justo en el 47° aniversario del discurso histórico “Tengo un sueño”, del líder del movimiento de derechos civiles Martin Luther King, y en el mismo lugar, Beck y Sarah Palin (ex candidata a vicepresidente y figura heroica para este movimiento) intentaron caracterizar este nuevo “movimiento” como una nueva versión de lo que encabezó King (“los negros no son dueños de King”, dijo él) con la demanda ante los políticos de tomar en cuenta este resentimiento y “restaurar el honor” a Estados Unidos y sus habitantes.
La ola antiinmigrante combinada con la ola antimusulmana, también impulsada por estas fuerzas derechistas, ha logrado anular los hechos en función de la lucha ideológica. O sea, no importa que en los hechos tanto el flujo como la presencia de inmigrantes indocumentados se haya desplomado en los últimos dos años, ni que nuevos informes, como uno del Banco de la Reserva Federal en San Francisco, concluya que los inmigrantes, en lugar de deprimir niveles salariales o quitar empleos a ciudadanos, han elevado entre 5 y 7 por ciento los salarios y han generado más empleo. El mensaje sigue siendo lo opuesto: el país está bajo invasión de inmigrantes, y peor, musulmanes, que amenazan el carácter, la identidad y la fé de este país.
La islamofobia promovida por Fox News, entre otros, llegó a tal punto que sólo un cómico se atrevió a desenmascararla. El genial Jon Stewart, locutor del noticiero ficticio The Daily Show, demostró a qué nivel ha llegado esta locura. Mostrando un clip de un noticiero de Fox News donde se anunciaba que habían descubierto que uno de quienes financiaban la construcción de un centro islámico cerca de la Zona Cero en Nueva York era el mismo que había financiado movimientos musulmanes vinculados con el “terrorismo”, y que era un príncipe miembro de la familia real de Arabia Saudita, Stewart revela que ese mismo tipo es un accionista importante de... Fox News.
Stewart explica que cada vez que un televidente como él sintoniza Fox News está ayudando a generar más ganancias para Fox, y que eso beneficia directamente a sus accionistas, como el saudita, quien, según Fox, después usa su fortuna para financiar una mezquita como parte del complot musulmán contra Estados Unidos. Por todo esto, concluye Stewart, la mejor manera de enfrentar la amenaza “terrorista” es obvia: dejar de ver Fox News.
Mientras tanto, las mismas fuerzas progresistas acusadas por la derecha de poner en jaque el futuro del país al ayudar a elegir un presidente “socialista” y posiblemente musulmán cada vez critican más a ese gobierno “socialista” por trabajar a favor de los capitalistas, denunciando que las políticas de Obama benefician a los ricos de Wall Street y dan continuidad a la política bélica de los republicanos.
Ruge una intensa batalla ideológica disputando el destino del país, pero cada vez es más difícil entender de qué se trata. Tal vez no es de izquierda ni de derecha, sino todo lo contrario.
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