quarta-feira, 27 de janeiro de 2010

Piñera ya juega en la campaña de Brasil


Darío Pignotti
Página 12

Lula recomendó a sus aliados conformar un frente unido en respaldo de la candidata petista Dilma Rousseff, para evitar repetir la fractura de la Concertación chilena. Pero los “piñeristas” brasileños desbordan de optimismo.

Conservador, “outsider” y mediático: ése fue el perfil que el ex presidente Fernando Collor de Mello (1990-1992) vendió a los electores brasileños hace 20 años, una imagen en muchos aspectos similar a la del futuro presidente chileno Sebastián Piñera.

Las analogías cosméticas entre Collor de Melo y Piñera son materia de análisis para expertos en mercadeo electoral, pero la victoria conservadora en Chile es un ingrediente que probablemente contaminará la disputa presidencial en Brasil.

Habrá una puja entre el discurso del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) para el cual lo ocurrido en Chile no puede ser trasladado a Brasil, como dijo este fin de semana en Bolivia el asesor presidencial Marco Aurelio García, y la coalición opositora, de socialdemócratas y conservadores, que establece paralelos entre los procesos electorales de ambos países.

Lo cierto es que el “factor Piñera” ya se coló en la disputa por la sucesión del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. La campaña fue lanzada de hecho por Lula en una reunión de gabinete de la semana pasada, cuando recomendó a sus aliados conformar un frente unido en respaldo de la candidata petista Dilma Rousseff, para evitar repetir la triple fractura chilena, donde el progresismo llevó como candidatos a Eduardo Frei Tagle, Marco Enríquez-Ominami y Jorge Arrate.

Contrastando con la preocupación de Lula y el PT ante el nuevo mapa político chileno, la derecha brasileña se muestra optimista. Y es que el acaudalado Piñera suscitó una adhesión casi unánime en el pétreo bloque de poder conservador brasileño (político, empresarial e ideológico), el mismo que se encuadró a favor de Collor de Mello hace 20 años.

Para los “piñeristas” brasileños, el resultado de las presidenciales trasandinas del 17 de enero marcaron el “agotamiento” de 20 años de centroizquierdismo representado por la Concertación y presagia el fin del ciclo progresista iniciado por Luiz Inácio Lula da Silva en 2003.

Demócratas, el partido donde se reciclaron los cuadros civiles de la dictadura brasileña y uno de los soportes parlamentarios del efímero mandato de Collor, eyectado del gobierno por corrupción, comparó la fallida elección de Eduardo Frei Montalva con el destino que le aguarda a Dilma Rousseff, la casi segura candidata del Partido de los Trabajadores (PT).

Así como la presidenta Michelle Bachelet fracasó en el intento de inyectar popularidad en Frei, Lula no tendrá suerte al procurar transferir su aprobación del 80 por ciento en su correligionaria Rousseff, razonó el senador Agripino Maia, de Demócratas, activo defensor de Collor en los ’90 y tenido como posible candidato a la vicepresidencia en la fórmula encabezada por José Serra, el precandidato presidencial del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB). Serra está a la cabeza de las encuestas con 35 por ciento de las intenciones de voto aventajando por 10 puntos a la preferida de Lula, Dilma Rousseff.

Hartos de 8 años de “lulismo”, que se cumplirán en diciembre, los “piñeristas” brasileños comenzaron a diseminar la tesis de que el “populismo” tiene los días contados en América latina, donde se avista un horizonte de “libertad y apertura al mundo” del cual el primer paso fue la victoria del dueño de Lan Chile, y el segundo, la reelección del colombiano Alvaro Uribe.

Llevemos esa proclama a los hechos. El “antilulismo” (donde cohabitan derechistas puros y los socialdemócratas liberales del ex presidente Fernando Henrique Cardoso) es un arco surgido hace dos décadas cuando fue necesario fabricar la candidatura de Collor (por entonces un caudillo de provincia ignoto en los centros urbanos, para abortar el triunfo del sindicalista Lula da Silva) que ahora se recicla juntando esfuerzos para contaminar el debate electoral con el “efecto demostración” de la victoria de Piñera.

Y así como en 1989 se elogiaban los perfiles atléticos de los candidatos presidenciales Collor (ex karateca) y Hernán Buchi (cuadro económico del pinochetismo y ex tenista), ahora el marketing pregona enterrar el “asistencialismo” hacia la población humilde y las relaciones amistosas con los gobiernos de Morales, Chávez y Lugo.

Una fuente del PT, consultada por Página 12, ve en Piñera un socio poco confiable que amenazará la consolidación de la Unión de Naciones Suramericanas y formará, junto a Uribe y Alan García, una troika tan próxima a Washington como refractaria a la edificación de un espacio autónomo en América del Sur. Con todo, el vocero petista estima que Chile carece de la envergadura suficiente como para determinar que América del Sur giró a la derecha. Habrá que aguardar el resultado del 3 de octubre en Brasil: por allí pasa el fiel de la balanza.

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