Enric González
El País
La revolución egipcia ha logrado su primer objetivo. El presidente, Hosni Mubarak, ha abandonado el cargo que ocupaba desde 1981 después de 18 días de protestas. El vicepresidente del país, Omar Suleimán, ha anunciado que el rais deja el poder en manos del Ejército. Sus palabras han desatado la euforia en la plaza de la Liberación de El Cairo, donde centenares de miles de personas pedían desde el 25 de enero la caída del régimen que ha dirigido durante tres décadas el país más poblado del mundo árabe.
El clamor popular ha sido irremediablemente escuchado. La multitud congregada en el centro de El Cairo había decidido ignorar el llamamiento del Ejército, esta mañana, para que desistiera de la protesta. A cambio, decían, sus demandas serían atendidas. Los manifestantes, han redoblado entonces sus esfuerzos para que el dictador abandonara el poder. La plaza de la Liberación de la capital egipcia se había convertido en una olla a presión cargada de frustración popular porque ayer Mubarak negó las palabras que todos esperaban.
Primero han sido los rumores, confirmados horas después por un portavoz del partido oficial, de que el rais había abandonado la capital egipcia para poner rumbo junto a su familia hacia la localidad turística de Sharm el Sheij (este del país, junto al mar Rojo). El siguiente paso ha sido el anuncio de la televisión estatal, cuya sede había sido rodeada por los manifestantes, de que iba a emitir un importante comunicado. Minutos después, tres helicópteros militares han llegado al palacio presidencial, igualmente cercado por la multitud. Y finalmente Suleimán ha pronunciado las palabras que los egipcios querían oír.
"El presidente Mohamed Hosni Mubarak ha decidido renunciar a su cargo de presidente de la República y ha encargado al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas administrar los asuntos del país". Ha sido la única frase del vicepresidente. El mensaje -al fin uno inequívoco- sitúa como actor clave en el proceso político que se abre al Ejército. Ha llegado horas después de un decepcionante comunicado de los militares. El Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, presidido por el ministro de Defensa, Mohamed Husein Tantaui, exigía en torno al mediodía el fin de las protestas para recuperar la normalidad en el país. También se comprometía a levantar el estado de emergencia, una de las exigencias clave de la oposición, siempre y cuando los manifestantes regresasen a sus casas.
Tras comprobar que el Ejército continuaba en la calculada ambigüedad que ha mantenido en los 18 días de protestas, el imán de la mezquita de Tahrir aprovechaba el sermón de la oración del viernes para reclamar a los manifestantes que se mantuvieran "firmes" y perseverantes en sus demandas. También animaba a "celebrar el triunfo de la dignidad". La plaza, abarrotada con centenares de miles de personas, prorrumpía en gritos de "fuera, fuera", el mensaje más repetido desde que se iniciaron las revueltas. Ríos de gente ocupaban no solo la plaza que ha servido de emblema a la protesta, sino todas las calles del centro de El Cairo. También las de otras localidades como Alejandría o Suez. Nada que no fuera la dimisión del rais les contentaría.
La renuncia alivia una situación que no paraba de tensarse con cada hora en la que Mubarak decidía continuar aferrado al poder. El líder opositor Mohamed ElBaradei ha celebrado la dimisión a través de su Twitter: "El país ya está libre". "Este es el mejor día de mi vida", se ha emocionado. También es un respiro para la comunidad internacional. La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, ha hecho un llamamiento inmediato a una "transición ordenada a la democracia", con elecciones "libres y limpias", informa Reuters, mientras Israel ha dicho que espera que esa transición "sin sobresaltos". En EE UU, el país que más claramente había apostado por la marcha de Mubarak en los últimos días -tanto como lo sostuvo en el poder en los 30 años anteriores- el vicepresidente, Joseph Biden, ha dicho que el cambio emprendido por Egipto tiene que ser "irreversible". A las 19.30 se ha anunciado una comparecencia del presidente estadounidense, Barack Obama.
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