quarta-feira, 24 de dezembro de 2008

John Milton, emblema del republicanismo revolucionario moderno

John Rees
Socialist Worker

Para conmemorar el cuarto centenario del nacimiento del gran poeta y símbolo del republicanismo revolucionario moderno el 9 de diciembre de 1608, el historiador y crítico literario británico John Rees describe y valora el papel de John Milton en la Revolución inglesa de 1640.

Para celebrar el 400 aniversario del nacimiento de John Milton, la biblioteca bodleana de la Universidad de Oxford organizó una muestra espléndida titulada Ciudadano Milton. Adornando la entrada de la muestra se reproduce esta cita de Gordon Brown: “En el corazón de la historia británica, las muy británicas ideas de “ciudadanía activa”, “buena vecindad”, “orgullo cívico” y “dominio público”.

No está claro qué parte de la cita pretendía apuntar con precisión a John Milton.

¿Quizás la defensa resuelta de cortar la cabeza de Carlos I es un ejemplo de “ciudadanía activa”?

¿Quizás su loa de Oliver Cromwell, el dirigente de la Revolución inglesa, es un ejemplo de “orgullo cívico”?

No debemos olvidar a Milton porque no hay otro ejemplo de más grande poeta de la nación que también sea unos de sus más grandes revolucionarios.

El genio poético de John Milton no precisa de defensa. El paraíso perdido es ampliamente reconocido como una obra maestra, aunque poca gente también sabe que fue una polémica revolucionaria realizada con recursos poéticos. La estatura como revolucionario de Milton puede necesitar algún añadido. En las décadas de 1640 y 1650 un torrente de panfletos revolucionarios fluyó de su pluma.

Orientación

Milton poseía una orientación intelectual: los individuos deben hacer su propia paz con dios. No deben ser instruidos para tal fin por ningún pastor designado por el estado, pero pueden ser asistidos en esta tarea por la libre discusión con otros. Creyó en un individualismo religioso radical. Esta era una idea potencialmente revolucionaria en el siglo XVII. La iglesia era una institución estatal que combinó los papeles que hoy llevan a cabo el sistema educativo, los medios de comunicación y distintas ramas de la administración.

La Iglesia anglicana había sido fundada a partir de la ruptura de Enrique VIII con el Papa en 1530. Pero la Reforma había desatado un impulso no pretendido por su autor. La venta de las tierras eclesiásticas creó una nueva capa de terratenientes que estaba más en sintonía con la atmósfera desatada por el ascenso de los comerciantes de las ciudades que la vieja aristocracia feudal.

El ascenso del protestantismo motivó un mayor énfasis sobre la relación de los individuos con la biblia y con dios. La estricta jerarquía católica en la que el Papa y sus sacerdotes eran los representantes directos de dios sobre la tierra fue cuestionada.

Aunque la monarquía y sus partidarios habían abandonado el vínculo con el Papa, conservaron tanta jerarquía eclesiástica como pudieron. Cuando la revolución comenzó en 1642 hubo una gran emanación pública de panfletos de toda clase a medida que el censor perdió el control. John Milton estuvo en el corazón de este proceso.

En 1643 escribió La doctrina y el castigo del divorcio en donde argumentó que el matrimonio podía ser disuelto si las parejas eran incompatibles. Este punto de vista, no recogido en la ley británica hasta 300 años más tarde, era totalmente revolucionario en 1640.

De forma predecible, el andamiaje ideológico se le vino encima. Milton fue denunciado como “licencioso, innovador y peligroso” y obligado a comparecer ante una investigación parlamentaria. A partir de este momento estuvo muy atento a las cuestiones relativas a la libertad de expresión.

Al año siguiente Milton publicó Aeropagitica, su sorprendente y aún moderna defensa de la libertad de expresión. “Suprimir un buen libro es casi como asesinar a un hombre”, escribió Milton cuando creó el diluvio de panfletos que causó la mayor revolución en el debate popular que el país había visto nunca.

Censura

Lanzó su grito de guerra contra el censor del estado: “En la medida que la verdad aparezca en campo abierto nos equivocamos sobre su fuerza injuriándola si la autorizamos o prohibimos. Dejémosla lidiar con la falsedad, nadie nunca ha visto la verdad vencida en liza libre y abierta.”

En 1644 firmar con el nombre propio en la cubierta de un trabajo tal era poner en riesgo la vida, pero Milton así lo hizo. El mayor trabajo en prosa de Milton fue escrito cuando el proceso de Carlos I estaba en curso, y publicado poco después de la ejecución del rey en enero de 1649.

La condición de los reyes y los magistrados es una defensa sin tapujos del derecho de los pueblos a liberarse ellos mismos de un tirano. Es la defensa del derecho a la revolución. La aún impresionante fuerza de este panfleto no fue solo dirigida a los realistas sino también a los moderados entre los parlamentarios que, habiendo derrocado al rey, eran reacios a su ejecución y al establecimiento de la república.

Milton llegó a ser Secretario para las Lenguas Extranjeras en la Commonwealth de Cromwell. Fue elegido porque había corrido presto en favor de la revolución y era conocido a lo largo de Europa como el defensor intelectual más destacado de la república.

Pero cuando la monarquía se restauró en 1660, Milton fue preso. Escapó por muy poco de la ejecución y vivió para escribir su profunda meditación poética sobre la experiencia humana del cambio revolucionario, El paraíso perdido. El propósito fundamental de esta gran épica era la meditación sobre por qué, si la causa revolucionaria era buena, no había triunfado. El prisma elegido para ello fue la caída original, el cuento de Adán y Eva.

La conclusión de Milton fue que más ilustración, educación y cultura deberían capacitar a los seres humanos para recibir la divina providencia de la revolución. Incluso en la derrota Milton combatió por el renacimiento de la esperanza. Su propio papel para acelerar el día, escribió, era “cantar inalterable."

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