El Ciudadano
Tras el “golpe” perpetrado por los sectores derechistas del país contra la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, a quien inhabilitaron de su cargo por 61 votos a favor y 20 en contra, es momento de analizar cómo queda el contexto político brasileño.
El presidente interino, Michel Temer, consolida su gobierno, que liderará hasta el próximo 2018. ¿Qué medidas prentende impulsar Temer? ¿Cómo lo recibirá la sociedad brasileña? ¿Qué futuro le espera al PT y a sus líderes a partir de ahora?
El Ciudadano conversó con el doctor en Ciencias Sociales y profesor de Ciencia Política de la Facultad de Derecho de la Universidad Estácio de Sá (Brasil), Fernando de la Cuadra, poner un poco más de luz a todas estas cuestiones.
¿Qué es lo que se viene para el país con la consolidación del gobierno de Temer, que a su vez pone fin a 13 años de liderazgo del PT?
Pienso que fundamentalmente se vienen dos escenarios. El primero es que las reformas que hasta ahora venían siendo anunciadas en sordina o tímidamente, van a adquirir fuerza. Es decir, ahora que fue ratificado el alejamiento definitivo de la presidenta, el hasta ahora interino Michel Temer prepara con su equipo ministerial las medidas que aplicará hasta el final de su mandato. La mayoría de ellas marcada por el principio de austeridad, como los cambios propuestos en el sistema previsional o los recortes que se aplicarán a las políticas sociales. Junto con ello el gobierno instalado deberá lanzar otros programas visiblemente impopulares, como la eliminación del Programa Nacional de Alfabetización, la disminución sustantiva de recursos para la educación media y universitaria (especialmente de becas para la enseñanza superior), la reducción del programa Más Médicos (fin de la contratación de médicos cubanos) o el recorte de recursos para la Reforma Agraria y las acciones de apoyo a la agricultura familiar. Lo anterior es una consecuencia inevitable del hecho de tener actualmente un presidente que no fue electo y que, por lo tanto, no propuso ninguna agenda para ser aprobada por los ciudadanos.
Un segundo escenario que se avecina son las próximas elecciones que se realizarán en octubre de 2018. Comienza, en definitiva, la lucha política partidaria por darle continuidad y proyección a este mandato regresivo y un tanto desdibujado de Michel Temer o, por el contrario, revertir la derrota actual por un nuevo proyecto que sea capaz de aglutinar a las fuerzas progresistas en torno al liderazgo del PT que continua siendo, para bien o para mal, el principal partido de izquierda.
¿Ha sido suficiente la respuesta del PT para enfrentar el juicio político o podría haber movilizado más a sus bases para plantarse frente a Temer?
Considero que el PT no podía hacer más de lo que hizo. Resistir al proceso de impeachment en dos frentes, uno en el campo de la política parlamentaria y del debate jurídico y otro en las calles. Los militantes del PT y otros grupos contra la destitución salieron efectivamente a las calles, muchos fueron reprimidos y la prensa tampoco lo destacó demasiado, aprovechando que la mayor parte de los focos y los micrófonos estaban volcados para cubrir los Juegos Olímpicos.
Michel Temer no cuenta con mucho apoyo popular. ¿Cómo logrará sumar apoyos que validen sus políticas?
Una posibilidad para no perder el apoyo popular es que el gobierno intente mantener o más bien “reconfigurar” al menos cinco de los programas considerados emblemáticos y exitosos de las administraciones “petistas”, tales como Bolsa Familia, Minha Casa Minha Vida, Ciencia sin Fronteras, Programa Nacional de Acceso a la Enseñanza Técnica y el Empleo (Pronatec) y la Transposición del rio San Francisco.
Se sabe también que el gobierno está pensando en lanzar otros programas sociales como el denominado “Criança feliz” (Niño(a) feliz) que prevé el acompañamiento de niños y niñas de hasta 3 años cuyos padres son beneficiarios del Bolsa Familia. Además, los actuales administradores se encuentran elaborando otros proyectos para diversos grupos y sectores sociales. Por ejemplo, existe un estudio para crear pequeñas empresas incubadoras de innovación para jóvenes en asociación con empresas de mayor porte. Esto sería parte de un paquete para atender las demandas de sectores específicos.
¿Qué impresión tiene el pueblo brasileño de lo ocurrido? ¿Se puede decir que hay división social a favor y en contra del “golpe”?
Sin duda, el pueblo brasileño se encuentra dividido, aunque un porcentaje nada despreciable de la población piensa que esta es una batalla de la clase política y que no se puede hacer mucho para cambiar el curso de los acontecimientos. Eso se puede resumir en la frase típica que formulan muchas personas en la calle, de que no importa lo que sucede en Brasilia porque “igual hay que seguir trabajando”. De todas formas, considero que se viene un periodo de movilizaciones y repudio popular al nuevo gobierno de los grupos y personas más conscientes de la sociedad.
¿Qué posibilidades tiene el PT de recuperar el Gobierno en 2019 y con quién, considerando la pérdida de apoyo de Lula en los últimos meses?
Una respuesta a esta cuestión se encuentra condicionada a la capacidad que tenga el PT de reelaborar su proyecto para el país, incluso recuperando los principios que se encuentran en sus estatutos fundacionales. Si Lula será el candidato para las próximas elecciones depende de las condiciones en que el ex presidente va a salir de los procesos que se ventilan en su contra: si es declarado inocente o si es sentenciado y declarado reo, con pena de cárcel incluida. Es realmente un escenario difícil de predecir y también es difícil saber actualmente cómo el PT se va a posicionar frente a una eventual condenación y prisión del ex presidente Lula. Ello puede representar un final de ciclo del llamado “lulopetismo” como proyecto estratégico neodesarrollista de largo plazo para Brasil.
¿Cómo afectará este “golpe” al resto de los países de la región?
Viene a sumarse a una constelación de retrocesos que ha experimentado la izquierda y los sectores progresistas en América Latina. Ciertamente, los países más afectados están siendo -y serán todavía más- aquellos como Venezuela, Bolivia o Ecuador, que mantenían excelentes relaciones con los gobiernos del PT. Argentina, Colombia, Paraguay, Perú y México podrán hasta a estrechar aún más los vínculos con el gobierno Temer. Pienso que Chile y Uruguay se mantendrán en una posición más expectante y de observación del papel que asumirá Brasil dentro del contexto regional.
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