quinta-feira, 5 de junho de 2014

La barbarie deportiva. Crítica de una plaga mundial

Marc Perelman
Rebelión

Cuando la conflictividad social se acentúa en Brasil a las puertas del mundial, este libro analiza qué hay detrás de la industria deportiva

Fue lanzada recientemente la versión en español del libro La barbarie deportiva. Crítica de una plaga mundial de Marc Perelman. Cuando la conflictividad social se acentúa en Brasil a las puertas de un mundial de fútbol que ha generado principalmente descontento e indignación, este libro analiza en perspectiva lo que hay detrás de un concepto tan incuestionado como el de deporte. Marc Perelman propone una crítica que abarca desde el papel de instituciones internacionales como la FIFA o el COI, hasta la manera en que la competición impregna moral e ideológicamente la vida cotidiana. La naturalización de las lógicas competitivas en la vida social, la normativización estética, la sexualidad y la homosexualidad en el deporte, o el transfondo religioso de los acontecimientos de masas, son algunos de los temas que aborda Perelman. Para él, el deporte se ha convertido en el hecho religioso del modo de producción capitalista.

En pocos decenios, el deporte se ha convertido en una potencia mundial ineludible, la nueva y verdadera religión del siglo XXI. Su liturgia singular moviliza al mismo tiempo y en todo el mundo a inmensas masas agolpadas en los estadios o congregadas ante las pantallas de todo tipo y tamaño que los aficionados visualizan de manera compulsiva. Estas masas gregarias, obedientes, muchas veces violentas, movidas por pulsiones chovinistas, a veces xenófobas o racistas, están sedientas de competiciones deportivas y reaccionan eufóricas a las victorias o a los nuevos récords, mientras permanecen indiferentes a las luchas sociales y políticas, sobre todo la gente joven.

La propia organización de un deporte de alcance planetario, fundamentado en un orden piramidal opaco, se ha erigido y consolidado como un modo de producción y reproducción socioeconómico que lo invade todo. El deporte, convertido ya en espectáculo total, se afirma como el medio de comunicación exclusivo, capaz de estructurar en toda su profundidad el día a día de millones de personas, desde la fisonomía de las ciudades, hasta los ritmos de trabajo y la estructuración del tiempo libre.

El nuevo récord, la mejora del rendimiento, el sometimiento del cuerpo por encima de los límites humanos, se convierte en la base del espectáculo, en su única motivación, en el fin que lo justifica todo, por lo que el dopaje y las intervenciones-agresiones en el cuerpo del atleta se han convertido en la normalidad de un deporte que juega al escondite con los controles antidoping, mientras los deportistas se lanzan a una carrera alocada contra su propia vida. Apisonadora aniquiladora de la Modernidad decadente, el deporte-espectáculo lamina todo a su paso y deviene el proyecto de una sociedad sin proyecto.

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