Dante Sanjurjo
Gara
La izquierda francesa atraviesa una crisis profunda: tres derrotas consecutivas en las presidenciales (1995, 2002 y 2007), y la ausencia crónica de renovación han removido sus cimientos y dispersado a sus militantes. Del centro a la extrema izquierda, cada cual busca una forma de reconstituirse y elabora estrategias para las próximas citas presidencial y legislativa en 2012.
Primer partido de izquierda, el PS trata de curar las heridas tras el congreso de noviembre en Reims, donde quedó desgarrado. Junto con las querellas entre los jefes del partido para posicionarse como candidatos en 2012, la disputa se ha focalizado en la cuestión de la alianza con el centrista Movimiento demócrata (Modem), de François Bayrou, que obtuvo el 19% de los sufragios en la primera vuelta de las presidenciales de 2007.
Opuesta a esta alianza y apoyada por una coalición heteróclita de caciques del partido, Martine Aubry fue elegida primera secretaria sobre Ségolène Royal, la candidata del partido en las últimas elecciones presidenciales. Violentas acusaciones de fraude marcaron el final del congreso.
El politólogo Paul Allies, especialista en la izquierda francesa, interpreta, no obstante, esta elección como una oportunidad para el Partido Socialista. «La nueva dirección ha tomado dos decisiones importantes: una refundación ideológica, al relanzar convenciones temáticas para forzar la evolución de la doctrina del partido; y una refundación política, al definir una estrategia de alianza clara. La opción defendida por Aubry es de unificar el partido en una primera fase, unir luego a la izquierda y, finalmente, en el momento de las elecciones, abrirse al centro para conquistar la mayoría».
Pero, para llegar hasta ahí, el Partido Socialista tendrá que superar tres obstáculos, El primero, el hecho de que no cuenta con un líderazgo indiscutible; Aubry no logró más que 102 votos de diferencia sobre un total de 134.800.
En segundo lugar, no tiene un programa claro. «Los franceses esperan el retorno del Partido Socialista, un partido que vuelva a dar un sentido a la sociedad, y un partido que sea útil para la población. El trabajo es inmenso», declaró Martine Aubry a comienzos de diciembre ante su primer consejo nacional. Pero el último texto adoptado por la formación, y apoyado por esta última, es Le Manifesto, el programa aprobado por el Partido Socialista europeo para las elecciones europeas del próximo mes de junio, que mantiene el rumbo liberal al abogar por la aplicación del Tratado de Lisboa. Ocurre que en Francia la mayoría de los militantes de izquierda votaron «no» en el referéndum de 2005 sobre el Tratado constitucional europeo, del que el Tratado de Lisboa no es sino una prolongación. ¿Puede el PS reconciliarse con la población sin renunciar a su orientación liberal?
El tercer desafío al que deberá hacer frente el Partido Socialista es el de las alianzas.
Fuerte disputa entre los antiliberales
El terreno está como poco movido, con la izquierda del PS y el centro en plena recomposición. La principal novedad reside en el muy esperado Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), lanzado por la triotskista Liga Comunista Revolucionaria (LCR) y que tendrá su congreso fundacional del 30 de enero al 1 de febrero.
La LCR, dirigida por Olivier Besancenot, se disolverá para fundirse en el NPA e intentar ampliar su audiencia al atizar los votos antiliberales. Ya en 2007 los electores que votaron por Besancenot convirtieron a la LCR en el primer partido de izquierda detrás del PS (4,08% frente a un 25,87%).
Bien anclado en el movimiento social, la LCR quiere jugar la carta de la radicalidad que tan buenos resultados le ha dado hasta ahora. «Estamos dispuestos a la unidad de acción con el PS o con el Partido Comunista frente a la derecha y la patronal», explica François Sabado, miembro de la dirección trotskista. «Pero aspiramos a una política de ruptura con el capitalismo. Ellos no. No podemos, por tanto, tener una coalición de gobierno con ellos».
Esta intransigencia aislará al futuro NPA, porque el resto de la izquierda antiliberal está dispuesta a gobernar con el Partido Socialista. Sabado admite que lo que prima ahora es construir un movimiento más que llegar al poder. «Nuestor objetivo, de momento, es construir una alternativa política en la calle y en las urnas», asegura.
La segunda estrategia es la de los partidarios de Jean-Luc Mélenchon, senador socialista que abandonó el PS para fundar el Partido de Izquierda. Él asegura aspirar, como Die Linke en Alemania, a constituir un polo de convergencia de corrientes antiliberales (altermundialistas, sindicatos, ecologistas...) capaz de influir sobre el PS. El movimiento antiliberal ha saludado esta ruptura. Pero, ¿soporta realmente la comparación con la emancipación respecto a los socialdemócratas lograda por Die Linke?
Recién creado, el Partido de Izquierda ha concluido un acuerdo con el PC para las europeas. Ocurre que el PC depende del apoyo del PS para la superviviencia de muchos de sus electos locales.
Así, algunos estiman que el objetivo del Partido de Izquierda sería apuntalar al PC para reconstituir para el PS el aliado que los comunistas ya han dejado de ser, al no haber cosechado más que el 1,93% de votos en las últimas presidenciales. «Según los últimos sondeos -recuerda Paul Allies-, hay un 12-13% de intención de voto a la izquierda del PS, y se calcula que alrededor de la mitad está alineado con el NPA». La cuestión reside en saber quién va a amarrar de forma perdurable el voto antiliberal de izquierda, desgajado en un magma de partidos y corrientes tras su triunfo contra el Tratado constitucional europeo.
¿La pelota en el centro?
«Una alianza PS-PC no es mayoritaria, ni a nivel nacional ni a nivel local», analiza Jean-Luc Benhamias, diputado europeo, vicepresidente del centrista Modem y antiguo miembro de primera fila de los Verdes. «Para los franceses, sobre todo para la juventud y los asalariados, los comunistas, hoy, están representados por Olivier Besancenot. Y, por lo que yo sé, el NPA no tiene intención de participar en un Gobierno. El PS deberá por tanto negociar con nosotros».
Según él, Martine Aubry no podrá mantener su hostilidad a cualquier alianza con el Modem. «Es ridículo. Ella misma, en su ciudad, gobierna en alianza con nosotros». Esta situación de alianza se da en Lille. Lyon, Marsella, Dijon, Grenoble e, incluso, en Montpelier.
La ambición del Modem pasa por integrar en su seno a los centristas y a los republicanos de derecha que recelan del sarkozismo, pero también a los socialdemócratas y a los ecologistas pragmáticos para convertirse, así, en un partido de oposición que supere el 10% antes de las presidenciales y pueda situar a su candidato de cara a una eventual segunda vuelta superando al aspirante socialista.
Los meses venideros serán sin duda decisivos: el Gobierno acaba de recular en la reforma estudiantil, que ha sacado a decenas de miles de manifestantes a las calles, y sobre la liberalización del trabajo los domingos, lo que ha provocado una fuerte reacción por parte de muchos diputados, también de derecha.
¿Quien, desde la izquierda, sabrá sacar partido al malestar social y al clima de recesión que se acentúa en Francia? ¿Y para proponer qué modelo alternativo al sistema actual en crisis?
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