sábado, 27 de agosto de 2022

Howard Zinn y la otra historia


Amy Goodman y Denis Moynihan
Democracy Now!

El legado perdurable del historiador del pueblo estadounidense en el centenario de su nacimiento.

El 24 de agosto se cumplieron seis meses desde que Rusia inició la guerra contra Ucrania, un conflicto bélico que ha causado el desplazamiento de millones de personas y la muerte de decenas de miles de civiles y militares. Ese mismo día, 24 de agosto, se conmemoró el centenario del nacimiento del difunto historiador, escritor, profesor y activista estadounidense contra la guerra Howard Zinn. Su obra trascendental, “La otra historia de Estados Unidos”, reveló una perspectiva distinta y disidente sobre el arco histórico del hemisferio occidental, desde la llegada de Cristóbal Colón a América en 1492 hasta la llamada “Guerra contra el terrorismo”.

Publicado por primera vez en 1980, “La otra historia de Estados Unidos” se ha convertido en un texto de referencia, con más de dos millones de copias impresas. Howard Zinn murió en 2010, a la edad de 87 años. Sus palabras, más de una década después de su muerte, siguen siendo dignas de ser escuchadas en un mundo asolado por la guerra, el racismo y la desigualdad. “La guerra envenena a todos los que participan en ella”, dijo Howard Zinn en un discurso que pronunció en 2006 en la ciudad de Madison, estado de Wisconsin.

Estados Unidos estaba librando dos grandes guerras en ese momento, en Irak y Afganistán, y apoyaba conflictos bélicos que se estaban desarrollando en otros lugares del mundo. Howard Zinn continuó: “Hemos tenido una historia de guerra tras guerra tras guerra. ¿Qué han solucionado? ¿Qué han hecho?”. Howard Zinn se ofreció como voluntario para prestar servicios en las fuerzas armadas estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial y se convirtió en piloto de bombardero. En abril de 1945, Zinn participó en el bombardeo de Royan, una pequeña localidad costera de Francia.

En una conversación que mantuvo con Democracy Now! en 2005, el historiador expresó al respecto: “Eso fue unas semanas antes de que terminara la guerra, cuando todos sabían que iba a terminar. Había un pequeño grupo de soldados alemanes rondando por esa pequeña localidad de Royan, [situada] en la costa atlántica de Francia, y la Fuerza Aérea [de Estados Unidos] decidió bombardearlo: 1.200 bombarderos pesados —yo estaba en uno de ellos— sobrevolaron ese pequeño pueblo de Royan y lanzaron napalm. Fue la primera vez que se utilizó esa sustancia en el escenario europeo. No sabemos cuántas personas matamos ni cuántas personas sufrieron terribles quemaduras como resultado de lo que hicimos. Pero lo hice, de forma irreflexiva y mecánica, al igual que lo hacen la mayoría de los soldados: pensando que nosotros estamos en el bando correcto y ellos en el bando equivocado, y que, por tanto, podemos hacer lo que queramos y está bien”.

Howard Zinn regresó al balneario francés en 1966 para hablar con los sobrevivientes y luego escribió una historia detallada de esa incursión militar y sus consecuencias. Dijo en Democracy Now!: “Fue […] una experiencia muy aleccionadora sobre las llamadas ‘guerras buenas’”. En el discurso que pronunció en Wisconsin en 2006, Zinn, habló sobre las víctimas de la guerra: “la proporción de muertes de civiles y militares en las guerras [ha ido cambiando]: en la Primera Guerra Mundial hubo diez militares muertos por cada civil muerto; en la Segunda Guerra Mundial, la proporción fue de 50 a 50, mitad militares, mitad civiles; en Vietnam, hubo 70% de civiles muertos y 30% de militares muertos; y en las guerras a partir de ese entonces, entre el 80% y el 85% de las muertes correspondieron a población civil”.

Durante el apogeo del movimiento por los derechos civiles, Howard Zinn se desempeñó como profesor en la universidad Spelman College, una institución universitaria ubicada en la ciudad de Atlanta, estado de Georgia, a la que históricamente han asistido mujeres negras. Entre sus estudiantes se encontraba una joven Alice Walker, posteriormente reconocida escritora y autora de “El color púrpura”, y la fundadora de la organización Children’s Defense Fund, Marian Wright Edelman. Zinn explicó en Democracy Now!: “En Spelman participé junto con mis estudiantes en las movilizaciones que estaban ocurriendo en el sur [de Estados Unidos]: las sentadas, las manifestaciones, los piquetes”. A raíz de esta muestra de solidaridad, Zinn fue destituido de su cargo. En 2005, el profesor Zinn fue invitado a volver a la universidad Spelman College para pronunciar el discurso de graduación de ese año.

Howard Zinn se convirtió en un destacado oponente de la guerra de Vietnam. En 1968, Zinn y el activista y sacerdote católico Daniel Berrigan viajaron a Vietnam del Norte para coordinar la primera liberación de prisioneros de guerra estadounidenses recluidos allí. Cuando el renombrado denunciante Dan Ellsberg filtró la serie de documentos conocidos como los “Papeles del Pentágono” que revelaban la historia secreta de la participación del Gobierno de Estados Unidos en la guerra de Vietnam, Howard Zinn y su difunta esposa Roz escondieron una copia de los documentos en su casa. El activismo por la paz y contra la guerra fue una constante en la vida del legendario historiador.

El 24 de agosto, además del aniversario del nacimiento de Zinn, es también el día en que Ucrania celebra su independencia de la antigua Unión Soviética. Este año, las autoridades ucranianas cancelaron los eventos públicos de celebración de la independencia por temor a la amenaza de ataques rusos contra objetivos civiles. Efectivamente, ese día Rusia bombardeó una estación de tren de la localidad de Chaplyne, situada en el este de Ucrania. El ataque provocó la muerte de al menos 25 personas, entre ellas dos menores de edad. También este 24 de agosto, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció que enviará otro paquete de ayuda militar a Ucrania por 3.000 millones de dólares. Este nuevo paquete eleva a 13.500 millones de dólares el total de ayuda que el país ha destinado para Ucrania desde que Biden asumió la presidencia.

Howard Zinn no está entre nosotros para condenar la guerra en Ucrania ni ninguna de las otras guerras que actualmente se libran en el mundo. Pero, a través de su ejemplo, su activismo y la perdurable relevancia de sus obras, en el centenario de su nacimiento podemos asumir el compromiso de repetir uno de los mensajes centrales que nos dejó: la guerra no es la respuesta para solucionar los conflictos en el siglo XXI.

terça-feira, 16 de agosto de 2022

Mike Davis ainda é um bom contador de histórias


Sam Dean
Los Angeles Times

Mike Davis: "Escrevo meus livros porque espero que as pessoas que os leem não precisem de doses de esperança ou finais felizes, mas que leiam para saber contra o que lutar, e lutem mesmo quando o combate parece sem esperança."

Ao final de junho, escrevi para Mike Davis para ver se ele estaria disposto a dar uma entrevista. Sua resposta: “Se não se importa com a longa viagem até San Diego, ficarei feliz em conversar. Estou em estado terminal de um câncer de esôfago metastático, mas ainda estou firme e em casa”.

Davis não tem papas na língua. No entanto, sabe como contar algumas histórias. Como essa: nascido em Fontana, criado em El Cajón, ele passou os anos 1960 na linha de frente de movimentos políticos radicais em Los Angeles, onde ingressou no Partido Comunista ao lado de Angela Davis. Em solidariedade, deu-lhe um carro: um chamativo Chevy de 1954. Um mês depois, em uma reunião do Partido, perguntou o que achava, apenas para saber que a bateria supostamente havia explodido e um mecânico simpático se ofereceu para se livrar do veículo gratuitamente.

Ou essa: em 1970, ele marchou nas linhas de piquete dos Teamsters [caminhoneiros], acompanhado de companheiros do sindicato, com espingardas de cano serrado por baixo de seus casacos e sob um sol escaldante de verão. Ele também teve que fugir da avalanche de xerifes que marchou no Parque Belvedere durante a Moratória Chicana.

Mas o que colocou Davis no mapa cultural é a história de Los Angeles, descrita em seu best-seller de 1990, Cidade de quartzo: escavando o futuro em Los Angeles. O livro, leitura obrigatória para quem quer entender a cidade, detalha a história de Los Angeles como uma máquina corrupta construída para enriquecer sua elite, enquanto sua polícia, supremacista e branca, serviu como um cão de guarda para golpear, prender e matar desordeiros. Também alertou que outro iminente conflito, Watts 2.0, poderia estar no horizonte. Dezoito meses depois, em abril de 1992, a cidade convulsionou. Davis parecia um clarividente, embora dissesse que a raiva latente era evidente para qualquer um que saísse de dentro do próprio carro. Ele se tornou uma celebridade menor. Também começou a trabalhar com os líderes de tréguas entre gangues para defender o reinvestimento no sul de Los Angeles.

Seguiu-se uma série surpreendente de mais de uma dúzia de livros, variando de críticas e histórias do oeste americano a análises históricas abrangentes de como o desastre climático, o capitalismo e o colonialismo fizeram com que os pobres do mundo afundassem em suas engrenagens e nos colocam cara a cara com as calamidades futuras (incluindo pandemias virais globais, previstas em The Monster Knocks on Our Door [O monstro bate em nossas portas], de 2005. Recentemente, ele voltou ao tema de Los Angeles com Set the night on fire: L. A. In the sixties [Incendiar a noite: L.A. nos anos 1960], de 2020, uma história enciclopédica de Los Angeles nos anos 1960 contada através de movimentos sociais.

Cara a cara, Davis, de 76 anos, é hilário, infalivelmente generoso e, acima de tudo, parece amar as pessoas. Sua casa está cheia de livros (ele lê “500 páginas por dia”), répteis de estimação e uma coleção de arte e objetos de esquerda que ele compartilha com sua esposa, artista e professora Alessandra Moctezuma. Nossa conversa durou do meio-dia ao pôr do sol. Davis me presenteou com histórias de projetos inacabados e de foragidos que ele conheceu, de alunos perigosos (incendiários, perseguidores) e alunos perigosos (um príncipe fijiano que fora esfaqueado durante os trabalhos escolares por “passar a noite em Los Angeles”, mas ele o agradeceu), e o que ele considera suas verdadeiras paixões: a ecologia moribunda da Califórnia e as rochas ígneas, que ele viajou pelo mundo para coletar e armazenar em seu escritório, que virou garagem.

Esta entrevista foi condensada e editada.

Você decidiu interromper os tratamentos de quimioterapia para o câncer de esôfago. No que você pensa no dia a dia?

Em primeiro lugar, tenho muitas distrações. Leio cerca de 500 páginas por dia – história militar, exploração – e à noite me aconchego com meus filhos e assisto a algumas séries policiais. Sou um celta fatalista e tenho como exemplo minha irmã mais velha e minha mãe, que morreram como soldados russos em Stalingrado. Pretendo não decepcionar [minha família], ser tão sólido quanto eles. Eu não estou deprimido. O que mais me preocupava diante da morte – meu pai teve uma morte particularmente agonizante, cujo trauma nunca me deixou completamente – era a ideia de que também poderia ser tão traumático para meus filhos, que essa seria a memória deles de mim. Mas graças à lei da eutanásia assistida [da Califórnia], eu tenho controle sobre o ato final.

Mas, acho que o que mais penso é que estou extraordinariamente furioso e zangado. Se eu tenho algum arrependimento, é de não morrer em batalha ou em uma barricada como eu sempre imaginei romanticamente, lutando.

Você foi rotulado de “profeta da desgraça” após a publicação de Cidade de quartzo: escavando o futuro em Los Angeles em 1992, no qual você parecia antecipar as revoltas de 1992 em resposta ao veredicto de Rodney King. Mas você se descreveu como um neocatastrofista, no sentido mais estrito de acreditar que a história, da história geológica à história política humana, ocorre mais em saltos violentos, como terremotos e impactos de meteoritos e revoluções, do que através de mudanças graduais. Você ainda se considera um catastrofista hoje?

Sim. Mas quero dizer catastrofista em dois sentidos. Um, em ressonância com Walter Benjamin, é a crença no surgimento repentino de oportunidades para saltar para um futuro quase utópico. Mas, claro, catastrófico também no outro sentido, em relação a eventos como pragas. Agora, nos meus últimos dias, eu me sento aqui com admiração e leio o jornal, e as pessoas dizem que precisamos de mais carvão, precisamos de mais petróleo, um ano após o relatório do Painel Intergovernamental sobre Mudanças Climáticas ter deixado claro que certamente estamos entrando em um mundo com um aumento de pelo menos três graus Celsius, o que é quase inimaginável.

E o que tentei escrever e convencer as pessoas é que este é um genocídio planejado. Uma grande minoria, a mais pobre do planeta, está de alguma forma condenada. E quanto ao velho negócio de que, bem, discos voadores vão pousar e a humanidade vai se unir em uma causa comum, vejam os corpos se empilhando nas fronteiras e os muros sendo construídos. Sem escolha, os refugiados ambientais morrerão.

Seu livro mais recente, Incendiar a noite, é sobre a história do movimento de Los Angeles na década de 1960, e como o Departamento de Polícia de Los Angeles e os Xerifes, junto com o FBI, reprimiram brutalmente grupos ativistas.

Na minha opinião, o DPLA (Departamento de Polícia de Los Angeles) é irreformável. Mas o Departamento dos Xerifes é absolutamente aterrorizante. Até certo ponto, sempre foram: nos anos 1970 participei da Moratória Chicana e do Parque Belvedere, em todos os grandes comícios do Lado Leste, quando os xerifes vinham atirando. Mas eles nunca estiveram tão selvagens ou completamente fora de controle como estão agora.

O problema é a cultura e o contexto. Os xerifes mais velhos, como muitos dos mais velhos [do Departamento de Polícia de Los Angeles], são simplesmente irreformáveis. A solução real é demiti-los em massa, assumir as academias, desfazer as gangues e, muito importante, exigir que a polícia more nas áreas que patrulham, ou pelo menos dentro dos limites da cidade. Não há como ter um Departamento de Polícia ou um Departamento de Xerifes decente em uma cidade tão cheia de contradições econômicas e de classe como Los Angeles. Essa não é uma razão para não reformar, mas é uma razão para ser realista quanto aos seus limites.

Você passou grande parte de sua vida na linha de frente das lutas por justiça social e mudança política, do CORE [Congresso da Igualdade Racial] e SDS [Estudantes por uma Sociedade Democrática], no início, até o ativismo trabalhista e movimentos de solidariedade internacional em anos posteriores. O ato de se organizar parece ser baseado na esperança de mudar o mundo, mas seus livros pintam um quadro sombrio: colapso ecológico, corrupção política, supremacia branca, contínua impiedade para com os pobres do mundo. Como você mantém a esperança?

Para ser franco, não acho que a esperança seja uma categoria científica. E eu não acho que as pessoas lutam ou mantém seus rumos por esperança. Eu acho que as pessoas fazem isso por amor e raiva. Todo mundo sempre pergunta: Você não tem esperança? Você não acredita em esperança? Para mim, isso não é uma questão de racionalidade. Tento escrever da forma mais honesta e realista possível. E você sabe, eu vejo coisas ruins. Eu vejo uma cidade que está se deteriorando por baixo. Vejo as paisagens que são tão importantes para mim, como um californiano que está morrendo, irremediavelmente mudadas. Eu vejo o fascismo. Escrevo meus livros porque espero que as pessoas que os leem não precisem de doses de esperança ou finais felizes, mas que leiam para saber contra o que lutar, e lutem mesmo quando o combate parece sem esperança.


Nas entrevistas de 2020, você expressou algum otimismo sobre a energia que viu nas ruas durante os protestos do Black Lives Matter. Dois anos depois, onde está essa energia?

Tenho idade suficiente para dizer com alguma autoridade que esta geração é diferente de qualquer outra geração do pós-guerra. A combinação de ver seus direitos retirados, por um lado, e enfrentar a perda de capacidade econômica, por outro, os radicalizou e deu às lutas, que alguns denunciam como políticas identitárias, uma força muito material. Os jovens se importam com o seu futuro. Antes de me aposentar do ensino na [Universidade da Califórnia] Riverside, não posso contar quantas conversas tive com jovens que estavam simplesmente agonizando. Eles eram os primeiros a ir para a faculdade em sua família e, de repente, seus pais perdiam seus empregos e eles não sabiam o que esperar, porque há tantas expectativas e tantos sacrifícios que foram feitos para eles irem à faculdade que, de alguma forma, isso se tornou em um futuro real. E isso estava quebrando.

Mas o maior problema político na América, agora, é a desmoralização de dezenas de milhares, provavelmente centenas de milhares de jovens ativistas. Parte do problema é a falta de estrutura organizacional, principalmente organizações de organizadores. Não há liderança que conduza o caminho.

Quero dizer que sou um apoiador de Bernie Sanders, mas a campanha de Sanders manteve essa ideia de que usamos movimentos para construir política eleitoral e política eleitoral para construir movimentos. Se você olhar para a história dos movimentos populares em relação à política eleitoral, isso quase nunca foi verdade. Quero dizer, Bernie e Alexandria Ocasio-Cortez e assim por diante, eles estão em todas as linhas de piquete e estão sempre a favor da causa correta, mas eles permitiram que o movimento nas ruas se dissipasse, e os jovens estão muito desmoralizados.

O que poderia estar acontecendo?

Por que a direita, a extrema direita, é a dona das ruas e não a esquerda? Não é como na Europa, onde em muitos países o ativismo juvenil está inativo ou em declínio. Existem milhões de pessoas iguais [a meu filho de 18 anos], mas quem diz a ele onde lutar ou o que fazer?

Quem te convida para uma reunião? Em vez disso, tudo o que eles recebem, e o que eu recebo todos os dias, são 10 solicitações dos democratas me pedindo para apoiar seus candidatos. Eu voto nesses candidatos. Eu acho que temos que apoiá-los, mas o movimento é mais importante. E esquecemos o uso da desobediência civil disciplinada e agressiva, mas não violenta. Por exemplo, as mudanças climáticas. Deveríamos estar sentados na sede de todas as companhias de petróleo, todos os dias da semana. Se poderia facilmente organizar uma campanha nacional. Temos toneladas de pessoas que estão dispostas a serem presas, que estão muito dispostas a fazê-lo. Ninguém está organizando isso.

Você disse que a desobediência civil agressiva – e não violenta – é necessária. Mas e a violência política? Você escreveu um livro sobre a história do carro-bomba, The Buddha Car [O Carro de Buda]. Você também viveu as duas revoltas de Los Angeles, era amigo dos Panteras Negras, morou em Belfast durante o conflito. Você está surpreso que não haja mais violência política nos EUA?

Me recordo, no auge do susto dos Panteras Negras, de dizer às pessoas: o incrível é que há tão pouca violência de negros contra brancos na história americana, em comparação com a violência implacável de brancos contra negros.

Mas não vimos o tipo de violência que vem da direita, nem vimos – porque não fomos suficientemente perigosos recentemente – o que vai acontecer quando todos os novos poderes de vigilância repressiva, toda a legislação antiterrorismo, atacar os movimentos progressistas. A reação dos democratas à guerra contra o terror, na maioria dos projetos de lei, tem sido remodelar um pouco as fronteiras, mas nunca tentar desmantelá-la.

Você escreveu recentemente sobre a megalomania por trás da invasão da Ucrânia por Putin, concluindo: “Nunca tanto poder econômico, midiático e militar se fundiram em tão poucas mãos. Elas deveriam nos fazer homenagear os túmulos dos heróis Aleksandr Ilitch Uliánov, Alexander Berkman e o incomparável Sholem Schwarzbard”. Eles eram todos assassinos ou tentaram assassinar pessoas, não?

Você estudou sobre o Sholem? Ele matou o grande herói do movimento de independência da Ucrânia [Symon Petliura]. Ele o matou em uma rua de Paris, e um júri de Paris o considerou inocente assim que ouviram a história dos pogroms e coisas assim. Mais ou menos como o júri de Angela Davis. Um grande personagem.

Um dos principais projetos de livros que nunca terminei, embora tenha sido entrevistado sobre ele e tenha sido publicado como um livro independente em francês, foi um projeto chamado Heroes of Hell [Heróis do inferno], que analisa a revolução violenta no século XIX e início do século XX. Os bolcheviques sempre se opuseram a atos de violência individuais, porque a Rússia tinha muita experiência com isso antes da revolução; o argumento leninista era que a ação de massa substituiu o ato heroico, o indivíduo heroico sacrificado pela classe. Fazia muito sentido.

Para mim, a violência política é algo que deve ser julgado muito mais racionalmente do que moralmente. E há casos: após a morte de Franco, a transição franquista para preservar o regime já estava preparada. [Luis] Carrero Blanco foi o sucessor ungido de Franco, e um grupo explodiu seu carro sobre uma catedral. Isso perturbou totalmente a sucessão e possibilitou uma relativa democratização. Do lado negativo, sabemos que se Fanni Kaplan não tivesse atirado em Lênin, talvez não houvesse Stálin.

Para mim é uma questão em aberto que depende do contexto e das condições. Eu, aliás, nunca apoiei os Weathermen. Na verdade, eu odeio profundamente os Weathermen. Essas pessoas fizeram exatamente o que os policiais teriam feito, e agora reinventaram a história para se tornarem heróis. Para mim, eles são apenas crianças ricas, junto com algumas crianças comuns, reproduzindo “Zabriskie Point“ para si mesmas.

Você não decidiu ir para a faculdade até os 30 anos, e seu primeiro livro, Prisoners of American Dream [Prisioneiros do sonho americano] foi lançado quando você tinha 40 anos. Você sempre quis escrever?

Não. Aprender a escrever é a coisa mais difícil que já fiz. Às vezes eu tinha que datilografar uma resma inteira de papel em uma máquina de escrever elétrica só para formular a primeira frase. Foi absolutamente brutal.

E por que você quis aprender isso?

Porque eu fui um fracasso miserável como organizador e palestrante. O primeiro discurso que fiz foi um comício antiguerra em Stanford, em 1965. Eu estava trabalhando em algum projeto maluco do SDS [Estudante para uma Sociedade Democrática] em Oakland. Consegui afugentar três quartos da multidão em cerca de cinco minutos. Passei anos em pequenos grupos tentando me reagrupar com grupos ainda menores, indo a todos os comícios, tentando isso e aquilo. E a escrita tornou-se a única habilidade útil para a atividade política, para o movimento.


Quem mais influenciou sua forma de escrever? O que você leu que te fez querer escrever?

Eu nunca li muita ficção, então a pouca que li foi muito influente, começando com As vinhas da ira. A linguagem bíblica e a cadência de Steinbeck. Então a New Left Review foi uma influência inicial na minha escrita e uma influência negativa de certa forma.

Uma das minhas influências literárias e intelectuais mais profundas foi o marxista galês Gwyn Williams. Ele havia saído do grupo de historiadores comunistas, [tinha sido] o primeiro a escrever um artigo em inglês sobre Gramsci, mas acima de tudo ele tinha esse domínio da história galesa em tantos níveis diferentes. Então, até certo ponto, eu queria que Los Angeles fosse…

O seu País de Gales?

Sim! E, claro, na história natural, a grande influência sobre mim foi meu amigo Steve Pyne. Ele é o historiador do fogo, e simplesmente um ótimo personagem no geral. Ele era bombeiro e foi para Stanford com uma bolsa de beisebol. Peguei seu livro quando estava com muita saudade de Londres e li sua história social do fogo na América. E, de repente, eu queria escrever a história ambiental de Los Angeles como uma história política e social.

Mas o verdadeiro núcleo da minha escrita era contar histórias. Eu disse a um dos meus colegas de Riverside que não sou escritor, mas sou um ótimo contador de histórias. E eu estive perto de alguns dos melhores contadores de histórias do planeta. Sabe, nos pubs de Belfast e nos bares de lenhadores de Butte, Montana, eu ouvi ótimas histórias.

Quais são algumas das reações mais surpreendentes que você viu ao seu trabalho?

Após o lançamento de Cidade de quartzo, tornei-me amigo íntimo de Kevin Starr. Começamos a debater. Ele era tão charmoso e envolvente que comecei a vê-lo para almoçar com sua esposa e ele era um frequentador regular do Bohemian Grove. Então, ele me convidou para o Bohemian Grove.

Sério?

Eu disse: “O quê? Eles nunca me deixariam entrar no Bohemian Grove em um milhão de anos”. Ele disse: “Ah, sim, eles vão. O único problema é que você nunca poderá filmar ou escrever sobre ele”. E então eu disse: “Que pena”. Meus amigos ficaram bravos comigo. Todos queriam que eu fosse para Bohemian Grove. Mas tudo o que acontece no Bohemian Grove é George Shultz e um bando de bilionários correndo por aí, fazendo xixi em sequoias como crianças de 7 anos. Recusei outros convites que realmente irritaram meus amigos. Recebi um convite para ir ao Vaticano.

Quem o convidou para o Vaticano?

O Gabinete do [Papa] Francisco. Por conta do meu livro Planeta Favela. E eu decidi não ir.

Antes de terminarmos, há alguma, não sei, exortação, chamada à ação, que você queira compartilhar?

Ah, não. Eu resisti a várias coisas, uma delas é a ideia dos roteiristas de que você tem que escrever algo profundo sobre sua própria demissão. Não tenho intenção de fazê-lo, nem qualquer compulsão para escrever algo fajuto-heroico. Quando minha irmã mais velha morreu, eu tinha certeza de que ia morrer também. Embora não soubesse que seria do mesmo câncer que ela teve. E escrevi dois poemas que mais ou menos resumem minha visão de vida, poemas simples. Ficarão para mais tarde.

Acho que as pessoas que leem minhas coisas entendem muito bem. Uma das razões pelas quais essa assistência para morrer é importante para mim é que também garante que eu não perca meu senso de humor. Mas o que minha irmã mais velha me ensinou quando recebeu o veredito final – e ela foi tão direta e corajosa quanto em tudo em sua vida – foi que esta é uma oportunidade de ensinar seus filhos a não ter medo disso. Ficar triste, mas não temer.

Sou apenas uma pessoa comum passando pelo que toda pessoa comum acaba passando em circunstâncias que não são especialmente trágicas. Exceto, talvez, por alguns da família. Mas não é preciso fazer declarações ponderadas. Tem sido mais divertido assistir o Golden State Warriors jogar, ou mistérios escandinavos, ou ler livros e, acima de tudo, relaxar e sair com a família. Tenho muita sorte de estar cercado por todo o amor que tenho aqui.

terça-feira, 2 de agosto de 2022

Se inicia un nuevo ciclo de movilizaciones contra Bolsonaro


Fernando de la Cuadra
Socialismo y Democracia

La sociedad brasileña ha comenzado a manifestarse por la defensa de los valores y prácticas democráticas que se han visto amenazadas por los seguidos anuncios de golpe realizados por el presidente y algunos de sus seguidores más radicales. Aunque las encuestas reflejan que un porcentaje mayoritario de la ciudadanía no piensa que un autogolpe se llegue a consumar, este peligro siempre va a estar pendiendo como una posibilidad que no se puede descartar a priori.

En dicho contexto, diversas entidades forjadas desde los movimientos sociales y partidos de izquierda han comenzado a retomar la agenda de movilizaciones de expresión nacional en los próximos dos meses que faltan para las elecciones. Hasta el momento dichos encuentros se encontraban restringidos a las actividades efectuadas en las principales ciudades del país como parte de la campaña del candidato del Partido de los Trabajadores, Lula da Silva.

Este nuevo ciclo de marchas y concentraciones quiere alertar al conjunto de la sociedad respecto a las intenciones del ejecutivo de no respetar el resultado de la próxima contienda electoral del 2 de octubre, apelando para ello en el argumento de la falta de credibilidad de las urnas electrónicas. Por el momento ya han sido anunciadas dos fechas para la realización de estas movilizaciones: este próximo 6 de agosto y el 10 de septiembre. Ellas ya no se articulan en torno a la consigna “Fuera Bolsonaro”, cambiando el eje hacia la defensa de las instituciones democráticas y las elecciones libres.

Además, dichas movilizaciones buscan establecer una llamada de atención para la escalada de violencia política alimentada desde la presidencia, como ya lo advertimos en una columna anterior (Bolsonaro estimula sin pudor el uso del asesinato político). Y por lo mismo, exigir el fin de dicha violencia que ha venido siendo levantada desde las milicias de extrema derecha que amenazan diariamente a través de las redes a quienes consideran los “enemigos de la patria”, a saber, el ex presidente Lula da Silva, miembros del Supremo Tribunal Federal, los órganos de la prensa o militantes de partidos de izquierda y centro izquierda.

La extrema derecha que existía en un estado larvado en el país, con el triunfo de Bolsonaro ha venido conquistando un espacio cada vez mayor en las redes sociales, pero también dentro de las instituciones del Estado, especialmente en las Fuerzas Armadas y las diversas policías que existen en Brasil (Federal, Civil, Militar, Rodoviaria y Ambiental). Estos grupos neofascistas han conseguido normalizar ciertos valores sociales como la legitimidad de asesinar a personas que cometen diversos tipos de delitos o de justificar el asesinato de opositores políticos que tendrían como objetivo destruir los cimientos de la patria. Para muchos de ellos, la derrota de Donald Trump en Estados Unidos, de José Antonio Kast en Chile y de Éric Semmour en Francia, transformó a Brasil en el último bastión en defensa de los valores del orden, la tradición, la familia y la propiedad. Para concretizar esta defensa vehemente de esos valores, tanto individuos como milicias y agrupaciones paramilitares se vienen armando en estos últimos años, lo cual ha sido apoyado incesantemente por la administración central.

En efecto, desde que asumió Bolsonaro hace 3 años y medio, el número de personas con licencia para poseer armas aumentó de una manera exponencial con un crecimiento en los registros de un 473 por ciento, según el Anuario Brasileño de Seguridad Pública. El ejecutivo editó hasta el momento 19 decretos, 17 actos administrativos, 2 resoluciones, 3 instrucciones normativas y 2 proyectos de ley que flexibilizan las reglas para facilitar el acceso a las armas y municiones.

Una de las principales consecuencias de este fenómeno es que la violencia política y las muertes en conflictos domésticos causadas por armas de fuego han aumentado considerablemente en los últimos años, lo que se puede apreciar por el volumen de crímenes con sello político o por motivo fútil o torpe (disputas de tránsito, entre vecinos, en la calle, etc.) que se suscitan diariamente en las más diversas localidades de Brasil. Algunos de estos homicidios son difundidos por la prensa, pero una parte significativa de ellos pasan totalmente inadvertidos para la inmensa mayoría de la población.


Otro hecho relevante, ha sido el contundente repudio a las declaraciones con señales golpistas que están surgiendo desde la sociedad civil. Nos referimos específicamente a la “Carta a las brasileñas y los brasileños en Defensa del Estado Democrático de Derecho”, elaborada por académicos y alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Sao Paulo, y que ha sido firmado por más de 650 mil personas y organizaciones civiles en poco menos de una semana. Cuando solo quedan dos meses para las elecciones de octubre, la Carta registra oportunamente en una de sus partes: “Al revés de una fiesta cívica, estamos pasando por un momento de inmenso peligro para la normalidad democrática, riesgo a las instituciones de la República e insinuaciones de desacato al resultado de las elecciones”. Y termina avisando que “En el Brasil actual no hay más espacios para retrocesos autoritarios. Dictadura y tortura pertenecen al pasado. La solución de los inmensos desafíos de la sociedad brasileña pasa necesariamente por el respeto al resultado de las urnas. ¡¡Estado Democrático de Derecho Siempre !!”.

Ciertamente la “Carta/Manifiesto” no resuelve los graves problemas que enfrentan los brasileños y brasileñas, pero ella representa una clara advertencia a quienes desean mantenerse indefinidamente en el poder, utilizando todos los artilugios posibles e infringiendo descaradamente las reglas del juego democrático. Es el momento para que el conjunto de las fuerzas políticas y sociales se unan para acabar con este desgobierno y juzgar a Bolsonaro y sus secuaces por todos los crímenes que han venido cometiendo en estos años de destrucción, odiosidad y barbarie.

segunda-feira, 1 de agosto de 2022

Desde un diálogo de sordos a la caída de las máscaras


Antonio Elizalde Hevia
Socialismo y Democracia

La sabiduría de nuestro pueblo permitirá reabrir, tras la aprobación plebiscitaria del texto constitucional, las amplias avenidas con las que soñó el Presidente Allende.

Si un extraterrestre visitara Chile quedaría profundamente confundido con tanto ruido y tan pocas nueces. ¿Será cierto eso de que estamos perdiendo la oportunidad de reconstruir una casa común, de reaprender a escucharnos, de hacer política en serio, de aprender a empatizar y a cuidarnos mutuamente?

Una cuestión que me intrigó durante largo tiempo y que busqué explicarme, era la forma mediante la cual los huicholes (uno de los tantos pueblos (etnias) del sur de México toman decisiones en asuntos que los afectan como comunidad. Visto desde fuera, observas un grupo en el cual todo el mundo habla en forma simultánea, aparentemente nadie escucha a nadie, un bullicio impresionante, gente que va y viene, pero de pronto mágicamente, alguien alza la voz y comunica la decisión colectiva.

Consultada una antropóloga amiga que trabaja en esas comunidades respecto a cómo ocurría esto, me dijo algo que yo ya había experimentado, y es que el hecho de escuchar simultáneamente tantas voces, tantos datos, tantas opiniones se llega a un punto de saturación, pues lo que era información cuando supera ciertos umbrales de magnitud, de estridencia, de agregados inevitables como estilos y formas de presentación, termina por transformarse en bulla y en estruendo. Y nuestro organismo reacciona bloqueando lo que antes consideraba información.

Valga la analogía para la interpretación que busco hacer para esclarecer la coyuntura actual. Durante muchos años, incluso décadas, en nuestro país vivimos inmersos en un clima comunicacional y de conversaciones ciudadanas en el cual se escuchaba una agobiante y monocorde letanía que exaltaba los logros obtenidos como nación. Se nos hizo creer que éramos excepcionales, que estábamos en un continente equivocado. Éramos un modelo a imitar según el Banco Mundial y el FMI. Si bien hubo voces disidentes (Tomás Moulián, Chile actual: anatomía de un mito; el PNUD y Pedro Güell y su diagnóstico del malestar, entre varios otros) fueron voces muy poco escuchadas y siguió avanzando la difusión del mito meritocrático y la ideología del hiperconsumo individualista.

Nadie podría negar el enorme avance en la materialidad de la existencia de la sociedad chilena, pero esos avances no han llegado a todos y más aún han sido al costo de una sobre-explotación desmedida de los ecosistemas que conforman nuestro territorio, y además de la explotación de quienes viven de un salario e incluso de la auto-explotación de una alta proporción de quienes ejercen de emprendedores, muchos de ellos modestos trabajadores cuentapropistas. Nuestros índices de deterioro de la salud mental son, comparados internacionalmente, abismantes. El profundo malestar que se fue acumulando y que recorría la sociedad chilena eclosionó en la forma de un estallido social.

La respuesta que buscó la institucionalidad política -el poder constituido- para evitar recurrir nuevamente a la represión militar, fue convocar a un plebiscito para decidir si se constituía una asamblea constituyente (recuerdo al respecto el extenso y estéril debate por la denominación, si era constitucional o constituyente). Lo cual fue zanjado en un plebiscito en el cual ocho de cada diez electores votaron Apruebo. Luego se procedió en una elección posterior a elegir a los 155 integrantes del poder constituyente, conformando una asamblea paritaria y con representación de los pueblos originarios.

Los resultados fueron una manifestación del profundo descrédito y enojo del electorado hacia las elites y la institucionalidad política, llamada peyorativamente "clase política", eligiendo a un conjunto de ciudadanos no acostumbrados al debate y al diálogo, pero que eran también expresión de la diversidad que nos recorre, con sus claroscuros, escándalos y salidas de libreto. Circunstancia que fue aprovechada por los sectores que habían llamado al Rechazo y amplificada por los medios de comunicación. Se generó así un clima de desprestigio de aquellos que venían a sustituir, transitoriamente, a la deteriorada clase política. Se acusó a los convencionales de no hacer el trabajo para el cual los habíamos elegido, que no iban a ser capaces de redactar el texto a plebiscitar.


Día a día durante meses, se vio y escuchó en los medios masivos transformar propuestas minoritarias y en muchos casos extremas en generalizaciones de carácter casi infernal o caótico. Sin embargo, primó el sentido común construido en un colectivo que aprendió a escucharse, a dialogar, a debatir razonablemente y con respeto, y a terminar haciendo efectivamente aquello que les correspondió hacer: un texto constitucional que, en palabras de especialistas, aporta novedad a las teorías jurídicas existentes, tanto por su contenido como por la forma del cuerpo que le dio origen (con representación de los pueblos originarios y paritario). Algo de lo cual sentirnos orgullosos como sociedad por el aporte que Chile le hace al mundo. El texto es algo que no dejó contento a todo el mundo.

Era de esperar. Primero, porque hubo convencionales elegidos para representar a quienes llamaron a votar Rechazo a la propuesta de nueva Constitución y que hicieron su trabajo: obstaculizar todo lo posible los avances logrados en el debate interno y hacer llegar a los medios masivos, todos los desatinos y propuestas extremas que se ventilaron en el debate.

Segundo, porque los sectores que han dominado y manejado, a su antojo, durante décadas el rumbo del país, y que son dueños y por lo tanto controlan la línea editorial de casi todos los medios de comunicación masivos, ven que esta propuesta afecta sus intereses ya que modifica radicalmente el sustrato jurídico que sustenta el modelo económico que se implantó en Chile durante la dictadura y que les ha permitido lograr niveles de poder enormes gracias a una acumulación patrimonial y concentración de los ingresos excepcionales en términos comparativos a nivel mundial.

Tercero, porque nuestra sociedad ha generado un importante proceso de movilidad social ascendente -si bien persisten paralelamente amplios sectores de población marginalizada y excluida-, y en estos sectores se ha ido conformando una "ideología de subclase" y es ahí donde se han constituido grupos como una casta "tecno-burocrática", que transita cómodamente entre lo público y lo privado, sustentada en términos fetiche (como les llama mi amigo José Manuel Naredo) como el "mérito", el "trabajo esforzado", "el crecimiento económico", la "selectividad", la "focalización", el "emprendedorismo", los "nichos de mercado", las "acreditaciones", y así un sinfín de no-conceptos o nociones vacías que han calado muy profundo en su imaginario.

Estos sectores ven en la propuesta de texto un riesgo de desmoronamiento de todo el palimpsesto en el cual habían aprendido a desenvolverse a sus anchas. Por tal razón constituyeron inicialmente un grupo que los representó al interior de la Convención, posteriormente, al desarticularse este grupo en el debate y los acuerdos surgidos entre los convencionales, tuvieron que enfrentarse al texto propuesto y conformaron el grupo Amarillos por Chile.

Todo parecía ir muy bien cuando los medios seguían explotando los rumores y trascendidos del operar del texto en proceso y las encuestas marcaban un mayoritario respaldo a la opción del Rechazo. Pero cuando finalmente se dio a conocer el texto definitivo y éste comenzó a difundirse masivamente, comenzaron a cambiar las evaluaciones que se hacía en el potencial electorado de la propuesta de texto. Hubo que cambiar la estrategia y apareció así el grupo autodenominado "Centroizquierda" que reúne y hace por fin visibles a muchos personajes que expresan esta "ideología de subclase", constituida en algo así como los "administradores del fundo", quienes hasta antes del estallido han sido el sustento de la mantención del enfoque neoliberal en el quehacer del Estado en Chile, durante las tres últimas décadas. Por fin entonces en este baile de máscaras se comienza a develar ¿Quién es quién? 

La sabiduría de nuestro pueblo permitirá reabrir, tras la aprobación plebiscitaria del texto constitucional, las amplias avenidas con las que soñó el Presidente Allende. No será fácil transitarlas, aunque estarán pavimentadas de buenas intenciones, existirá la urgencia de dar cuenta de demandas justas, aunque insatisfechas, que habrá que ir encauzando y resolviendo día a día. Gracias al entusiasmo y los sueños de futuro de las nuevas generaciones, sumados a la voluntad de lucha de la vieja militancia social y política, harán renacer el principio de esperanza del cual nos habló Ernst Bloch. El sueño de construir una sociedad en la cual el respeto de la Naturaleza, la dignidad, la justicia y la fraternidad se hagan costumbre y que nos permita así avanzar hacia ser mejores humanos.