José Chacon
CETRI
Los impactos de la doctrina neoliberal, institucionalizada en los programas de ajuste estructural, estabilización monetaria y los tratados de libre comercio, han sido diferentes para los países centroamericanos y por lo tanto los movimientos sociales se adecuan de forma diferente a éstos, pero, aún así, es importante señalar los resultados comunes que han desencadenado la crisis de la región.
La violencia social se ha mantenido en Guatemala, Honduras y El Salvador con promedios de entre 10 a 15 asesinatos diarios durante los últimos 8 años. Esta cultura del terror tiene implicaciones serias para los actores: Los partidos en gobierno acentúan el pensamiento fascista y establecen los mecanismos que les permitan paralizar o eliminar a sus contendientes políticos. Las elites privadas se beneficias a través de empresas de seguridad, trafico de mercancías, y fomentan la corrupción ganado favores gubernamentales. Los movimientos sociales, en una posición de desventaja enfrentan, a los gobiernos hostiles mientras tratan de consolidar su posición y mantener la moral y organización en marcha; sobre todo cuando asesinatos políticos son encubiertos con la violencia de la región.
La migración hacia fuera como el desplazamiento interno drena de energía social y pensamiento critico a las sociedades centroamericanas. La extrema pobreza, el cierre de industrias locales, los desastres, la violencia y el deseo de sentirse útil (o por lo menos no ser una carga más) ante las crisis familiares y personales actúan como factores detonantes de la expulsión. Ante la migración tanto gobiernos como elites privadas ven mutuo beneficio ante las remesas que recibe la región proveniente de las personas expulsadas. Además, los gobiernos ven aliviada la presión social y las elites privadas que controlan el comercio interior y exterior mantienen una economía fluida en tiempos de crisis.
Otra válvula de escape de las crisis sociales la representa el crecimiento rápido y extendido de las iglesias pentecostales. La teología de la prosperidad ha dado un nuevo fundamento ideológico/teológico al pensamiento neoliberal; en contraposición a la teología de la liberación que dominó la región en los años 1970-80. La influencia de este impulso ideológico ha permeado el comportamiento político de la ciudadanía centroamericana y plantea un reto para la cohesión y coherencia de los movimientos sociales.
El nuevo tipo de movimiento social en la región ha surgido en Costa Rica; aislada de las convulsiones de la región, consolidó una clase media con nivel educativo superior y nacionalista, orgullosa de sus procesos institucionales y de no haber pagado los costos sociales de los movimientos de liberación nacional en la región. Al enfrentarse a la privatización de los servicios de salud, comunicaciones y energía surgió un movimiento ciudadano en defensa de estos.
El referendum sobre la firma del CAFTA permitió la extensión de la resistencia de la clase media urbana hacia las comunidades rurales en la forma de “comités patrióticos” con las siguientes características: colectivos locales autónomos, auto financiables, toman decisiones por consenso, forman alianzas políticas con otros colectivos a partir de negociaciones colectivas, las asambleas de colectivos son informativas y de reflexión; es decir no toman decisiones sin consultar a los colectivos, por lo tanto, no hay una conducción nacional. Aunque los resultados favorecieron el “si”, el poco margen de victoria (1%) demostró a la clase gobernante que había logrado una fuerza política muy considerable.
En contraposición, Nicaragua aún mantiene un tipo de movimiento social a la antigua; formado también por comités locales pero bajo la dirección y jerarquía partidaria. No existe movilización social si el partido no la convoca; bien podría usarse el terminó de “ciudadanía cautiva” para describir la relación entre partido y su base social. Esto explica porque después de la reciente victoria de Daniel Ortega, el FSLN no tiene ninguna crítica proveniente del movimiento social. Se debe aclarar que las ONGs son quizás la única critica pero desacreditadas ante el FSLN después de haber trabajado muy de cerca con el ex presidente Bolaños; podría decirse que las ONGs son percibidas por el FSLN como un bloque de movimiento social liberal.
En Guatemala, Honduras y El Salvador los movimientos sociales se afanan por defender su autonomía frente a los partidos de centro izquierda. Por ejemplo, en las recién pasadas elecciones de Guatemala, todas las expresiones del movimiento social tuvieron que dar respuesta a la siguiente pregunta ¿Cómo usar una coyuntura electoral para promover el cambio social sin llegar a hacer campaña electoral por un partido? Aun más allá ¿Cómo luchar en una coyuntura electoral sin ser sometidos como simple base política?
En el próximo ciclo electoral del 2009, el movimiento social salvadoreño deberá responder las mismas preguntas para que su autonomía no sea dañada y poder actuar como contrapeso social después de las elecciones sin importar los resultados. Aquí, se pone de manifiesto el problema, a nivel individual pero con implicaciones colectivas, de la doble militancia, ya sea entre ser militante del movimiento social y del partido político; o la otra variante del mismo problema, ser militante de varias redes al mismo tiempo. La doble militancia no ha sido un problema manifiesto sino hasta los últimos años cuando los problemas organizativos derivados de la jerarquía y centralización típicos de los partidos políticos son trasladados al movimiento social. Por ejemplo, una persona comienza a concentrar información clave para las redes creando cuellos de botella en el movimiento social o más grave aún cuando se presentan conflictos de intereses cuando el liderazgo del movimiento social es cooptado por los partidos políticos.
Otro elemento que debilita la autonomía de los movimientos sociales en la región es que las agencias de cooperación ocupan cada vez más los espacios de actuación propios de los movimientos sociales, invisibilizando los esfuerzos del movimiento o cambiando la agenda política de éstos de acuerdo a sus planes internacionales o globales. Por lo tanto, también imponen su visión política. Son pocas las organizaciones del movimiento social que tienen fuertes planteamientos sobre su autonomía y saben resistir las presiones de las agencias y negociar con ellas.
En el futuro inmediato, el reto de los movimientos sociales centroamericanos es profundizar sus agendas nacionales “desde abajo y desde adentro” y revitalizar los espacios regionales de articulación creados a partir del 2001. La construcción de poder solamente ocurre con la articulación entre los movimientos. Precisamente el Foro Mesoamericano nació a partir del foro de seguridad alimentaria en Tapachula, 2000 y se transformó rápidamente en un espacio que aglutinó a las redes centroamericanas. Hasta la fecha se han realizado 6 foros mesoamericanos, uno en cada país centroamericano, menos en Panamá.
Nenhum comentário:
Postar um comentário