The Independent
Poco impresionados por días de presión y de engaños, los miembros de la Cámara de Representantes desafiaron a los líderes de sus partidos y a la Casa Blanca ayer, al rechazar categóricamente una ley histórica que hubiera dado piedra libre al mayor rescate en la historia de Estados Unidos, con la esperanza de que gradualmente se desempantane el flujo de crédito. Al final de una mañana de gran suspenso, los miembros de la Cámara votaron en contra de la ley, 228 a 205. La Casa Blanca, el Tesoro de Estados Unidos y el liderazgo de ambos partidos se quedaron preguntándose si podría ser revisada para calmar a sus oponentes a tiempo para un segundo intento más adelante, esta misma semana. Los líderes de ambos partidos se apiñaron en habitaciones privadas en el Capitolio para considerar sus opciones.
Era improbable que la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, estuviera deseosa de abandonar una ley que fue descripta como la mejor esperanza del mundo de impedir la peor recesión desde la Gran Depresión. Aun cuando comenzaba la votación electrónica, los líderes de los partidos –así como los inversores en todo el mundo– contuvieron su respiración ante el temor de que un motín de último minuto pudiera desbaratar el paquete. En el momento en que se hizo evidente que iba a fracasar, el Dow Industrial descendió 700 puntos antes de recuperarse a una pérdida de 500 puntos. Mientras que la mayoría de los votantes en contra era republicana, casi cien demócratas también se opusieron.
El fracaso de la aprobación de la ley fue una patada en el estómago al presidente George Bush, que salió al jardín de la Casa Blanca antes del desayuno para hacer un último llamado para su aprobación. Apenas menos dañados estaban el secretario del Tesoro, Henry Paulson, y la presidenta de la Cámara baja, Pelosi. La ley también había sido apoyada –aunque tibiamente– por ambos candidatos presidenciales, Barack Obama y John McCain. Más republicanos se oponían a la ley que los que la apoyaban, a pesar de un llamado emotivo pidiendo apoyo de su líder en la cámara, John Boehner. Era un “sandwich de barro”, concedió, agregando sin embargo que era mejor que no hacer nada y lanzar potencialmente la economía a una caída en picada. “He estado aquí mucho tiempo y hemos emitido un montón de votos muy duros en el camino”, dijo Boehner minutos antes de la votación. “Nadie quiere votar esto, nadie quiere estar cerca de aquí, pero tenemos un producto que puede funcionar.” El republicano Jeb Hensarling estaba entre los miembros de la Cámara de Representantes que expresaba su escepticismo antes del voto de ayer. “Me temo que no funcione. Me temo que sea demasiado rescate y no suficiente ejercicio.”
El rescate profundamente impopular entre los votantes de todo el país por su carga sobre los contribuyentes consumió las energías políticas en Washington durante 10 días y resultó una distracción de la carrera hacia la Casa Blanca. Se había esperado que su aprobación en la Cámara de Representantes le permitiera al Senado votar mañana. Los legisladores estaban ansiosos por volver a sus distritos para hacer campaña para las elecciones de noviembre. En su pedido temprano a la mañana, Bush llamó al proyecto “una legislación fuerte y decisiva que ayudará a recomenzar el flujo de crédito”. Dijo que cada estadounidense debería tomar nota de que “un voto a favor de esta ley es un voto para evitar el daño económico para usted y su comunidad”.
Más evidencia de la profundidad de la crisis en Wall Street llegó con la noticia de que Wachovia, hasta muy recientemente uno de los más brillantes bancos minoristas de Estados Unidos, había acordado ser vendido al rival Citigroup. Como tantas otras instituciones, Wachovia había sido aplastada por malas deudas relacionadas con las hipotecas. Su desaparición siguió el fracaso de Washington Mutual, adquirido la semana pasado por JP Morgan Chase.
Mientras, trascendía que los agentes policiales habían emitido citaciones para Fannie Mae y Freddie Mac, los dos gigantes hipotecarios estadounidenses rescatados a comienzos de este mes por el gobierno, como parte de las investigaciones sobre posible fraude contable en ambas instituciones. La semana pasada, el FBI confirmó que estaba expandiendo sus investigaciones sobre posibles tratos nefastos relacionados con la caída en el mercado hipotecario de Estados Unidos en Freddie y Fannie, así como en el fracasado banco de inversiones Lehman Brothers y el perjudicado gigante de seguros American International Group, AIG.
Los tambaleantes 700.000 millones de dólares hubieran sido entregado en cuotas y el Congreso estaría libre para intervenir después de los primeros 350 mil millones si considera que las demás cuotas son innecesarias. Había una supervisión más exigente del Congreso. Y también incluía pasos para frenar los salarios excesivos de los ejecutivos en los bancos participativos y ponerles fin a las indemnizaciones doradas. Pero esos cambios no fueron suficientes para convencer a los escépticos y asegurar la aprobación de la ley.
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