quarta-feira, 27 de agosto de 2008

Fernando Lugo y el nuevo proceso integrador de la Cuenca del Plata


Fernando Del Corro
ALAI

El nuevo gobierno paraguayo tiene una agenda estratégica que abarca todo el Conosur. Uno de los ejes centrales de esa estratégia es la retomada de Urupabol, un antiguo tratado entre los tres menores países de la región: Uruguay, Paraguay y Bolivia. Lugo reafirma disposición en favor de la plena integración de la región, pero también desea fortalecer la posición de los países menores para mejorar la negociación con los grandes, especialmente Brasil y Argentina.

La llegada al gobierno paraguayo de Fernando Armindo Lugo le ha dado, en apenas poco más de una semana de gestión, un nuevo dinamismo al proceso integrador de la Cuenca del Plata comenzando por la revitalización de un antiguo tratado entre los tres países menores de la región, el URUPABOL (Uruguay, Paraguay, Bolivia).

Existe una breve pero interesante historia de dicho tratado realizada por el académico uruguayo Bernardo Quagliotti de Bellis, director de la revista “Geosur”, de la Asociación Suramericana de Estudios Geopolíticos, relacionada con el período de su existencia entre 1963 y 1976, hasta su denuncia por parte del ex dictador paraguayo Alfredo Stroessner, presionado por el también dictatorial gobierno brasilero de entonces.

El término URUPABOL reapareció días atrás en Asunción del Paraguay el mismo pasado 15, en bocas del presidente boliviano Evo Morales durante una charla que mantuvo con un grupo de periodistas horas después de la ceremonia de traspaso del mando de Nicanor Duarte Frutos a Fernando Lugo. Por primera vez, en muchos años, más de 30, en boca de un jefe de estado de la región se volvió a escuchar hablar de aquel viejo tratado.

Pero había sido Lugo el paladín de su recuperación. Tras imponerse en las elecciones en su país en el pasado abril, realizó una visita a todos los países de la Cuenca del Plata y así visitó en la Argentina a Cristina Elisabet Fernández; en Bolivia a Evo Morales Ayma; en el Brasil a Luiz Inácio Lula da Silva; y en el Uruguay a Tabaré Vázquez; amén de algunos extrazona como el nicaragüense Daniel Ortega y el venezolano Hugo Chávez.

Durante su campaña la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), el frente político heterogéneo conformado alrededor de la figura de emblemática de Lugo, tanto él como sus seguidores se encargaron de plantear la necesidad de reformular los tratados de Itaipú y Yacyretá, las dos grandes centrales hidroeléctricas sobre el Río Paraná –la primera de ellas la mayor generadora de energía del mundo- de las que el Paraguay obtiene escaso provecho dado su paupérrimo nivel de desarrollo por lo que debe vender el excedente, o sea casi todo lo que le corresponde, a sus respectivos socios: el Brasil y la Argentina.

La estrategia energética diseñada por Ricardo Canese, un ingeniero electo parlamentario del MERCOSUR por el movimiento Tekojoja, la fuerza propia de Lugo dentro de la APC, pasa, precisamente, por una gran integración de esos recursos entre los cuatro, por ahora, miembros plenos del tratado regional más Bolivia y, en un futuro, a las más distantes Venezuela, en vías de adhesión definitiva a dicho pacto, y a Chile.

Sin embargo, en este planteo estratégico que abarca todo el Cono Sur y algo más hay un eje central: el URUPABOL. Lugo lo habló en sus visitas a Tabaré y Evo. Este último recogió el guante de inmediato y poco después salió a plantearlo como estrategia. Tabaré aún guarda silencio, seguramente porque su política, diseñada por el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, no apunta a sus vecinos sino a la firma de tratados de libre comercio (TLC) y si aún no lo ha hecho con los Estados Unidos de América se debe a la resistencia que ello genera internamente en el gobernante Frente Amplio.

En ese marco salió rápidamente Lugo a reforzar su proyecto enviando, en nuevas visitas, ahora a su canciller, Alejandro Hamed Franco, un reconocido historiador cuya designación fue cuestionada por círculos del poder económico, desde los Estados Unidos y aún por algunos sectores desde el interior de la propia APC, en particular del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA). Hamed ya habló de la cuestión en Montevideo con su par uruguayo Gonzalo Fernández. El mismo que pocos días antes había planteado la necesidad de “flexibilizar” el MERCOSUR mientras uno de los precandidatos a suceder a Tabaré, el senador ex Tupataro José Mujica, repetía en la Argentina su decisión de fortalecer el pacto regional.

Con Lugo los cuestionamientos a la integración que esgrimían funcionarios de Duarte Frutos se terminaron. La decisión es la de la plena integración pero el bloque de los más chicos puede ayudar a una mejor negociación con los más grandes. Bolivia tiene gas, aunque por ahora no le alcance más que para abastecer su mercado interno, al Brasil y un poco a la Argentina , pero va por más. Por lo tanto hay que prever un gasoducto que la conecte con el Paraguay y con el Uruguay –en este caso a través del Brasil o de la Argentina- que no lo tienen. Del mismo modo el Paraguay, si obtuviese concesiones de la Argentina y el Brasil para disponer con alguna libertad sus excedentes de Yacyretá e Itapú, podría abastecer de energía eléctrica a Bolivia y el Uruguay, y con ello el cinturón de seguridad regional en la materia estaría asegurado.

El tratado del URUPABOL, firmado el 25 de abril de 1963, hace algo más de 45 años, apuntaba, entre otras cosas, como recuerda Quagliotti de Bellis, al desarrollo de una flota fluvio-marítima común. Bolivia y el Paraguay son países mediterráneos que se conectan con el Océano Atlántico a través de ríos de la Cuenca del Plata. La costa uruguaya tiene las mejores condiciones para un puerto que centralice el comercio ultramarino y de hecho ya se ha venido modernizando el de la propia Montevideo. De más fácil acceso y más barato que el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la Argentina.

Por ello es clave la Hidrovía del Río de la Plata, con el Paraná y el Paraguay, eventualmente extendible hasta el Bermejo, como en su momento se lo propusiera el oidor de Charcas (Bolivia), Juan de Matienzo, al rey de España Carlos I, lo que dio lugar a la definitiva fundación de la ciudad de Buenos Aires para facilitar el comercio entre la entonces metrópoli colonial y las minas de metales preciosos del Alto Perú. Este tema de la Hidrovía fue parte de las charlas entre Hamed y Gonzalo Fernández.

En el Uruguay se pretende desarrollar la energía nuclear y el Paraguay tiene uranio. Su sobreabundancia hidroeléctrica no lo ha llevado a ver aquella otra fuente de aprovisionamiento, pero facilitarlo a una futura central uruguaya ayudará al proceso de interconexión global, para el cual también está prevista, como se ha señalado, en la visión del gobierno de Lugo, la indispensable participación del Brasil y la Argentina, amén de los mencionados acuerdos geográficamente más complicados, con Chile y Venezuela.

Un acuerdo también se amplía a todo otro número de cuestiones, entre ellas la complementación en materia alimentaria, en la cual el Uruguay es el país mejor posicionado de los tres, aunque el Paraguay tiene una enorme potencialidad, a la cual Bolivia puede adicionar, por razones geográficas y climáticas otros productos, cuyos cultivos puede intensificar.

El Paraguay fue el país más desarrollado de la región en los albores de la independencia de los países surgidos de las metrópolis colonialistas ibéricas a comienzos del Siglo XIX a partir de la visión del gran presidente jacobino José Gaspar Rodríguez de Francia. Tras la infausta “Guerra de la Triple Alianza ” pasó a estar subsumido en el atraso contumaz. Lugo no sólo habla de los aborígenes, de los pobres y de la democracia formal; tiene un proyecto estratégico para transformar su país y para ello cuenta con la buena voluntad de Cristina y Lula, pero en ese marco ha puesto buena parte de sus fichas en resucitar el URUPABOL.

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