La Nación
No sólo es una de las 422 lenguas vivas catastradas en nuestro continente, sino que una de las más habladas. Incluso en Chile, donde se creía extinta. De hecho, no sólo hay hablantes entre los más de 6 mil quechuas criollos, sino que éstos pretenden dar vida a su propia academia de la lengua, como ya lo hicieron los aymara y rapa nui.
"Papa", "callampa", "charqui", "guagua", "huincha", "huaso", "yapa" y "zapallo". Todas palabras incorporadas hace siglos en Chile y que tienen un origen común: el quechua o runasimi (lengua de la gente), una de las lenguas aborígenes más habladas en Latinoamérica, pero que se creía extinta en Chile. Tras años de ser confundidos con aymaras y peruanos, los descendientes de uno de los pueblos más numerosos de la época precolombina, hoy buscan su renacimiento.
Más de 6 mil quechuas habitan en la actualidad territorio chileno, según el último Censo, aunque son muchísimos más los que aún sienten vergüenza de reconocerlo, explica Martín Chamba, presidente del Consejo Nacional Quechua Tarapacá. Muchos menos son los que conservan la lengua, en comparación con los que habitan otros países andinos, pero los suficientes para demostrar una situación por años desconocida. "En Chile siempre se negaba que hablaran quechua, pero de un tiempo a esta parte surgen informaciones fidedignas, de investigadores, de que sí se habla. Depende de cómo se recoge el dato, si es a través de una pregunta o haciendo un estudio etnográfico", sostiene la lingüista sueca, Inge Sichra.
Radicada en Bolivia, Sichra coordinó la investigación que da origen al primer Atlas Sociolingüístico de Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe, obra que reúne la información referente a los primeros pueblos del continente que continúan vivos a pesar de la urbanización. Más de 30 lingüistas de la región, Francia y EEUU, participaron de la investigación, que tras un año y medio de análisis, logró constatar la presencia de 552 pueblos en toda Latinoamérica (exceptuando Uruguay), una referencia mínima, "pues en varios países se reúnen pueblos muy minoritarios en la categoría "Otros pueblos", que no fueron contabilizados", indica la lingüista.
En total, se registraron 420 lenguas amerindias, que provienen de 99 familias lingüísticas, una diversidad sin paralelo en el resto del mundo, donde África destacaba por tener 20 familias lingüísticas diferentes.
Lenguas vivas en pueblos vivos
"El proceso de españolización, después de peruanización y chilenización, mató la identidad y mató la lengua también. Llegó un momento en que aquí no nos considerábamos indígenas, nos considerábamos iquiqueños o chilenos", asegura Chambe. No aceptaban ser considerados indígenas, porque lo consideraban ofensivo, "nos dolía en el alma", asegura. Pero esa situación cambió cuando alentados por la ley indígena comenzaron a investigar "y descubrimos que somos quechuas, que quechua significa 'gente de los valles, de tierras templadas o calientes'", explica.
Así también se propusieron recuperar su lengua y tradiciones, lo que los llevará a tener su propia academia nacional de la lengua, la que ya están proyectando. Hoy conversan muy poco en quechua, pues el proceso de asimilación (chilenización) casi mató la lengua, asegura Chambe, a diferencia de lo que sucedió en Bolivia, por ejemplo, donde el quechua se ha recuperado casi completamente.Y es que la única manera de lograr que estos idiomas no engrosen la lista de lenguas desaparecidas, es "asegurar que los pueblos sigan viviendo". Una tarea compleja para Chile, pues lleva sobre sus hombros el peso de ser catalogado -junto a Argentina- como uno de los países que, históricamente, ha establecido una política de exterminación indígena o asimilación forzosa.
Ocho pueblos, cinco lenguas
En la actualidad quedan ocho pueblos indígenas en territorio chileno, según el Censo 2002 -utilizado para esta investigación-, lo que se traduce en más de 690 mil personas y 5 lenguas indígenas que aún se conservan. "El mapuche y aymara son las más fuertes, porque como un símbolo de reivindicación étnica, han cobrado importancia", sostiene Sichra. Sin embargo, afirma que en ambos casos ha habido una fuerte política de "invisibilización y chilenización" que ha causado que el uso de las lenguas ancestrales se enfoque al ámbito familiar, en especial, en el caso nortino, para diferenciarse de Perú.
Distinto es el caso del pueblo Mapuche, dice la lingüista, donde han sido sus demandas de reivindicación territorial las causantes de la poca protección, aunque, de todas maneras, la etnia es la más numerosa del país y la que más conserva su lengua. El rapa nui, el quechua y el kawashkar o alacalufe, completan la lista de idiomas indígenas vigentes. La última, de origen patagónico, está en peligro de desaparecer. Sichra señala que "si la docena de hablantes de la lengua kawashkar no se esfuerza por reproducir la lengua, es decir, hablarla, asegurarla en la generación joven y hacer uso de ella en espacios tradicionales y públicos, también podría extinguirse", como hace pocos años lo hizo la lengua yámana o yagán.
"Papa", "callampa", "charqui", "guagua", "huincha", "huaso", "yapa" y "zapallo". Todas palabras incorporadas hace siglos en Chile y que tienen un origen común: el quechua o runasimi (lengua de la gente), una de las lenguas aborígenes más habladas en Latinoamérica, pero que se creía extinta en Chile. Tras años de ser confundidos con aymaras y peruanos, los descendientes de uno de los pueblos más numerosos de la época precolombina, hoy buscan su renacimiento.
Más de 6 mil quechuas habitan en la actualidad territorio chileno, según el último Censo, aunque son muchísimos más los que aún sienten vergüenza de reconocerlo, explica Martín Chamba, presidente del Consejo Nacional Quechua Tarapacá. Muchos menos son los que conservan la lengua, en comparación con los que habitan otros países andinos, pero los suficientes para demostrar una situación por años desconocida. "En Chile siempre se negaba que hablaran quechua, pero de un tiempo a esta parte surgen informaciones fidedignas, de investigadores, de que sí se habla. Depende de cómo se recoge el dato, si es a través de una pregunta o haciendo un estudio etnográfico", sostiene la lingüista sueca, Inge Sichra.
Radicada en Bolivia, Sichra coordinó la investigación que da origen al primer Atlas Sociolingüístico de Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe, obra que reúne la información referente a los primeros pueblos del continente que continúan vivos a pesar de la urbanización. Más de 30 lingüistas de la región, Francia y EEUU, participaron de la investigación, que tras un año y medio de análisis, logró constatar la presencia de 552 pueblos en toda Latinoamérica (exceptuando Uruguay), una referencia mínima, "pues en varios países se reúnen pueblos muy minoritarios en la categoría "Otros pueblos", que no fueron contabilizados", indica la lingüista.
En total, se registraron 420 lenguas amerindias, que provienen de 99 familias lingüísticas, una diversidad sin paralelo en el resto del mundo, donde África destacaba por tener 20 familias lingüísticas diferentes.
Lenguas vivas en pueblos vivos
"El proceso de españolización, después de peruanización y chilenización, mató la identidad y mató la lengua también. Llegó un momento en que aquí no nos considerábamos indígenas, nos considerábamos iquiqueños o chilenos", asegura Chambe. No aceptaban ser considerados indígenas, porque lo consideraban ofensivo, "nos dolía en el alma", asegura. Pero esa situación cambió cuando alentados por la ley indígena comenzaron a investigar "y descubrimos que somos quechuas, que quechua significa 'gente de los valles, de tierras templadas o calientes'", explica.
Así también se propusieron recuperar su lengua y tradiciones, lo que los llevará a tener su propia academia nacional de la lengua, la que ya están proyectando. Hoy conversan muy poco en quechua, pues el proceso de asimilación (chilenización) casi mató la lengua, asegura Chambe, a diferencia de lo que sucedió en Bolivia, por ejemplo, donde el quechua se ha recuperado casi completamente.Y es que la única manera de lograr que estos idiomas no engrosen la lista de lenguas desaparecidas, es "asegurar que los pueblos sigan viviendo". Una tarea compleja para Chile, pues lleva sobre sus hombros el peso de ser catalogado -junto a Argentina- como uno de los países que, históricamente, ha establecido una política de exterminación indígena o asimilación forzosa.
Ocho pueblos, cinco lenguas
En la actualidad quedan ocho pueblos indígenas en territorio chileno, según el Censo 2002 -utilizado para esta investigación-, lo que se traduce en más de 690 mil personas y 5 lenguas indígenas que aún se conservan. "El mapuche y aymara son las más fuertes, porque como un símbolo de reivindicación étnica, han cobrado importancia", sostiene Sichra. Sin embargo, afirma que en ambos casos ha habido una fuerte política de "invisibilización y chilenización" que ha causado que el uso de las lenguas ancestrales se enfoque al ámbito familiar, en especial, en el caso nortino, para diferenciarse de Perú.
Distinto es el caso del pueblo Mapuche, dice la lingüista, donde han sido sus demandas de reivindicación territorial las causantes de la poca protección, aunque, de todas maneras, la etnia es la más numerosa del país y la que más conserva su lengua. El rapa nui, el quechua y el kawashkar o alacalufe, completan la lista de idiomas indígenas vigentes. La última, de origen patagónico, está en peligro de desaparecer. Sichra señala que "si la docena de hablantes de la lengua kawashkar no se esfuerza por reproducir la lengua, es decir, hablarla, asegurarla en la generación joven y hacer uso de ella en espacios tradicionales y públicos, también podría extinguirse", como hace pocos años lo hizo la lengua yámana o yagán.
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