Agencias
El ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, ha confirmado que las fuerzas israelíes pretenden dar el golpe más fuerte hasta la fecha a las milicias de Hamás en su propio territorio. En declaraciones realizadas esta mañana al inicio del Comité de Defensa del Parlamento, horas después de la nueva fase militar, Barak ha afirmado que "la ciudad de Gaza está parcialmente cercada" y que las fuerzas israelíes "han alcanzado los objetivos terrestres" que les había marcado.
El responsable de Defensa ha asegurado que Hamás "ha sufrido un durísimo golpe", pero aún queda "alcanzar las metas marcadas", es decir, "crear una nueva realidad" en Gaza. Barak ha explicado que Israel "está haciendo todo lo que cualquier país que quiera sobrevivir debe a sus ciudadanos: protección".
En la misma línea se ha expresado la ministra de Exteriores y presidenta del partido gobernante Kadima, Tzipi Livni, que ha afirmado que "la batalla será larga" y no se parará "hasta que Hamás no acepte los requisitos fundamentales de la legalidad internacional". Como ha hecho en anteriores ocasiones desde el comienzo de la ofensiva, Livni ha recurrido al derecho de Israel a defenderse de los ataques palestinos. "Entiendo la intranquilidad de la comunidad internacional, pero Hamás es una organización terrorista que coopera con Irán, se suministra de armas de Irán y tiene su sede en Damasco", ha sentenciado.
Más civiles muertos
El Gobierno hebreo ha facilitado hoy el último balance de víctimas de la operación Plomo fundido, lanzada el pasado día 27 y apuntalada desde el sábado con la invasión de Gaza. El ministro de Defensa israelí ha asegurado que la mayoría de los más de 500 palestinos muertos son de Hamás, y ha señalado que hay más de 2.200 heridos, mientras que en el lado israelí un soldado ha muerto y 12 han resultado heridos, cuatro de ellos en estado grave. Cifras bastante similares a las dadas por fuentes médicas palestinas, que señalan que ya hay 535 los palestinos fallecidos -un tercio de ellos civiles según datos de la ONU- y más de 2.300 heridos en diez días de guerra.
Las operaciones militares de las últimas horas se han cobrado la vida de más civiles palestinos. Fuentes del hospital de Ash Shifa, en la ciudad de Gaza, han informado que un matrimonio y sus cinco hijos han muerto como consecuencia de un ataque naval contra su casa en la zona de Al Mashtal, al norte del campo de refugiados de Ash Shati. Médicos palestinos también han confirmado que otras seis personas pertenecientes a la familia Samudi, entre ellas tres niños, han fallecido por el impacto de un proyectil sobre su casa en el barrio de Zaytun.
Nueva fase militar
Desde esta mañana, Israel ha puesto en marcha otro tipo de ofensiva. El Ejército hebreo ha cortado virtualmente en tres partes Gaza. Es el inicio de una nueva etapa militar, denominada Arrancar de raíz, que se basa en la búsqueda de escondrijos de armas y milicianos. En la invasión participan miles de tropas de Infantería, Ingenieros, Artillería y tanques apoyadas por la aviación, la marina y varias agencias de Inteligencia.
Los máximos jefes de las Brigadas Ezedín el Kassam han calculado esta partición. Un miliciano explicaba hace un par de meses que Gaza había sido dividida en tres sectores, y que cada uno de ellos debería contar con armamento y material similar para afrontar ataques israelíes sin contar con sus colegas en otras zonas, informa Juan Miguel Muñoz. Tanto los bombardeos como la guerra urbana, con soldados que se enfrentan cuerpo a cuerpo, se centran en las zonas de la ciudad de Gaza donde se esconden más milicianos, como los campos de refugiados de Yabalia y Beit Lahia.
Según las fuerzas israelíes, el objetivo de la incursión es "asestar un duro golpe" al movimiento islamista Hamás y las otras milicias que actúan en Gaza para minimizar los ataques con cohetes lanzados desde ese territorio palestino contra el Estado judío. Tel Aviv asegura que cientos de cohetes se hallan escondidos en búnkeres construidos desde junio de 2007, cuando Hamás tomó el control absoluto de la franja. La destrucción de los arsenales de los milicianos es el principal propósito pero será difícil conseguir una victoria total que suponga una tregua con las condiciones de Israel.
Sin bandera blanca
No hay, por tanto, lugar seguro en Gaza para ninguno de su millón y medio de habitantes. El argumento de que todo miliciano de Hamás y policía sea un objetivo del Ejército convierte a la franja en un territorio en el que no es posible refugiarse. Soldados llaman por teléfono a los vecinos antes de derribar su edificio, pero ¿quién garantiza que los parientes a los que acudir no tienen también un vecino de Hamás? No es nada extraño, dada la implantación social del movimiento islamista. Mientras tanto, los relatos de muchos vecinos de Gaza hablan de un infierno dentro de la franja tras más de una semana de intensos bombardeos.
Sin embargo, la campaña acaba de comenzar. El presidente Simon Peres aseguró ayer que Hamás "está recibiendo una lección" y rechazó la posibilidad de un alto el fuego la víspera de la llegada del presidente francés Nicolás Sarkozy y de la comisaria europea Benita Ferrero-Waldner. Aunque el Estado Mayor abogó por una invasión rápida y demoledora, todo apunta a que se prolongará bastantes días. La primera jornada de invasión terrestre no ha servido para limitar el lanzamiento de cohetes contra Israel. Casi sesenta, una veintena más que el sábado, impactaron ayer en Ashkelón, Netivot, Sderot y Ashdod.
En el frente de batalla, los portavoces de Hamás muestran tanta determinación como siempre. "Han venido donde queríamos. Ahora recibirán nuestros regalos", proclamaba Abu Obaida, portavoz de la milicia islamista. A pesar de esa fe en la victoria, Hamás está recibiendo un golpe devastador. Durante algún tiempo, nada volverá a ser como antes del estallido de esta guerra, la más mortífera en muchas décadas en Palestina. Otra cosa bien distinta es la inyección de popularidad que recibirá el movimiento fundamentalista. Y más que por sus decisiones, de consecuencias dramáticas, por la desidia de la Autoridad Nacional Palestina, cuyas fuerzas policiales se dedican a disuadir a los ciudadanos de acudir a las manifestaciones en Cisjordania. Con todo, Hamás ha abierto hoy un frente diplomático, enviando una delegación a Egipto.
Israel se ha lanzado a la guerra urbana en Gaza. Tras la incursión de ayer, que partió en dos la franja, el Ejército israelí ha iniciado hoy una nueva fase en su invasión terrestre que consiste en la búsqueda y destrucción de la "infraestructura terrorista", tal y como han informado fuentes militares. Mientras tanto, la aviación israelí ha proseguido con sus bombardeos en su décimo día consecutivo y ha matado al menos 23 palestinos, entre ellos ocho niños.
El ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, ha confirmado que las fuerzas israelíes pretenden dar el golpe más fuerte hasta la fecha a las milicias de Hamás en su propio territorio. En declaraciones realizadas esta mañana al inicio del Comité de Defensa del Parlamento, horas después de la nueva fase militar, Barak ha afirmado que "la ciudad de Gaza está parcialmente cercada" y que las fuerzas israelíes "han alcanzado los objetivos terrestres" que les había marcado.
El responsable de Defensa ha asegurado que Hamás "ha sufrido un durísimo golpe", pero aún queda "alcanzar las metas marcadas", es decir, "crear una nueva realidad" en Gaza. Barak ha explicado que Israel "está haciendo todo lo que cualquier país que quiera sobrevivir debe a sus ciudadanos: protección".
En la misma línea se ha expresado la ministra de Exteriores y presidenta del partido gobernante Kadima, Tzipi Livni, que ha afirmado que "la batalla será larga" y no se parará "hasta que Hamás no acepte los requisitos fundamentales de la legalidad internacional". Como ha hecho en anteriores ocasiones desde el comienzo de la ofensiva, Livni ha recurrido al derecho de Israel a defenderse de los ataques palestinos. "Entiendo la intranquilidad de la comunidad internacional, pero Hamás es una organización terrorista que coopera con Irán, se suministra de armas de Irán y tiene su sede en Damasco", ha sentenciado.
Más civiles muertos
El Gobierno hebreo ha facilitado hoy el último balance de víctimas de la operación Plomo fundido, lanzada el pasado día 27 y apuntalada desde el sábado con la invasión de Gaza. El ministro de Defensa israelí ha asegurado que la mayoría de los más de 500 palestinos muertos son de Hamás, y ha señalado que hay más de 2.200 heridos, mientras que en el lado israelí un soldado ha muerto y 12 han resultado heridos, cuatro de ellos en estado grave. Cifras bastante similares a las dadas por fuentes médicas palestinas, que señalan que ya hay 535 los palestinos fallecidos -un tercio de ellos civiles según datos de la ONU- y más de 2.300 heridos en diez días de guerra.
Las operaciones militares de las últimas horas se han cobrado la vida de más civiles palestinos. Fuentes del hospital de Ash Shifa, en la ciudad de Gaza, han informado que un matrimonio y sus cinco hijos han muerto como consecuencia de un ataque naval contra su casa en la zona de Al Mashtal, al norte del campo de refugiados de Ash Shati. Médicos palestinos también han confirmado que otras seis personas pertenecientes a la familia Samudi, entre ellas tres niños, han fallecido por el impacto de un proyectil sobre su casa en el barrio de Zaytun.
Nueva fase militar
Desde esta mañana, Israel ha puesto en marcha otro tipo de ofensiva. El Ejército hebreo ha cortado virtualmente en tres partes Gaza. Es el inicio de una nueva etapa militar, denominada Arrancar de raíz, que se basa en la búsqueda de escondrijos de armas y milicianos. En la invasión participan miles de tropas de Infantería, Ingenieros, Artillería y tanques apoyadas por la aviación, la marina y varias agencias de Inteligencia.
Los máximos jefes de las Brigadas Ezedín el Kassam han calculado esta partición. Un miliciano explicaba hace un par de meses que Gaza había sido dividida en tres sectores, y que cada uno de ellos debería contar con armamento y material similar para afrontar ataques israelíes sin contar con sus colegas en otras zonas, informa Juan Miguel Muñoz. Tanto los bombardeos como la guerra urbana, con soldados que se enfrentan cuerpo a cuerpo, se centran en las zonas de la ciudad de Gaza donde se esconden más milicianos, como los campos de refugiados de Yabalia y Beit Lahia.
Según las fuerzas israelíes, el objetivo de la incursión es "asestar un duro golpe" al movimiento islamista Hamás y las otras milicias que actúan en Gaza para minimizar los ataques con cohetes lanzados desde ese territorio palestino contra el Estado judío. Tel Aviv asegura que cientos de cohetes se hallan escondidos en búnkeres construidos desde junio de 2007, cuando Hamás tomó el control absoluto de la franja. La destrucción de los arsenales de los milicianos es el principal propósito pero será difícil conseguir una victoria total que suponga una tregua con las condiciones de Israel.
Sin bandera blanca
No hay, por tanto, lugar seguro en Gaza para ninguno de su millón y medio de habitantes. El argumento de que todo miliciano de Hamás y policía sea un objetivo del Ejército convierte a la franja en un territorio en el que no es posible refugiarse. Soldados llaman por teléfono a los vecinos antes de derribar su edificio, pero ¿quién garantiza que los parientes a los que acudir no tienen también un vecino de Hamás? No es nada extraño, dada la implantación social del movimiento islamista. Mientras tanto, los relatos de muchos vecinos de Gaza hablan de un infierno dentro de la franja tras más de una semana de intensos bombardeos.
Sin embargo, la campaña acaba de comenzar. El presidente Simon Peres aseguró ayer que Hamás "está recibiendo una lección" y rechazó la posibilidad de un alto el fuego la víspera de la llegada del presidente francés Nicolás Sarkozy y de la comisaria europea Benita Ferrero-Waldner. Aunque el Estado Mayor abogó por una invasión rápida y demoledora, todo apunta a que se prolongará bastantes días. La primera jornada de invasión terrestre no ha servido para limitar el lanzamiento de cohetes contra Israel. Casi sesenta, una veintena más que el sábado, impactaron ayer en Ashkelón, Netivot, Sderot y Ashdod.
En el frente de batalla, los portavoces de Hamás muestran tanta determinación como siempre. "Han venido donde queríamos. Ahora recibirán nuestros regalos", proclamaba Abu Obaida, portavoz de la milicia islamista. A pesar de esa fe en la victoria, Hamás está recibiendo un golpe devastador. Durante algún tiempo, nada volverá a ser como antes del estallido de esta guerra, la más mortífera en muchas décadas en Palestina. Otra cosa bien distinta es la inyección de popularidad que recibirá el movimiento fundamentalista. Y más que por sus decisiones, de consecuencias dramáticas, por la desidia de la Autoridad Nacional Palestina, cuyas fuerzas policiales se dedican a disuadir a los ciudadanos de acudir a las manifestaciones en Cisjordania. Con todo, Hamás ha abierto hoy un frente diplomático, enviando una delegación a Egipto.
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