terça-feira, 1 de junho de 2010

Asalto a la flota humanitaria: Un ataque contra todos nosotros

Jonathan Cook
CounterPunch

Es bastante sorprendente que Israel haya logrado crear en las últimas 12 horas un bloqueo informativo, tal como hizo en su ataque contra Gaza hace 18 meses, en el cual nuestras principales organizaciones mediáticas han permitido de buen grado que los portavoces israelíes se manifiesten sin ser cuestionados.

¿Cuántos civiles resultaron muertos en el ataque al romper el alba contra la flotilla de ayuda en ruta hacia Gaza? Todavía no lo sabemos. ¿Cuántos heridos? Vete tú a saber. ¿Estaban armados los activistas de la ayuda? Sí, dice Israel. ¿Estaban confabulados con al-Qaida y Hamás? Ciertamente, dice Israel. ¿Actuaron razonablemente los soldados? Por cierto, corrían el riesgo de que los lincharan, dice Israel.

Si necesitáramos alguna evidencia del grado en el cual los periodistas televisivos occidentales no son otra cosa que estenógrafos del poder, la BBC, CNN y otros lo prueban ampliamente. Mark Regev, el propagandista en jefe de Israel, dispone de gran parte de las ondas para su propio uso.

Los pasajeros de los barcos, mientras tanto, han sido secuestrados por Israel y no pueden suministrar una versión alternativa de los acontecimientos. Podemos suponer que continuarán en un silencio forzado hasta que Israel esté seguro de que ha fijado la agenda noticiosa. De modo que, antes de que nos inunde la hasbara (propaganda) israelí, reiteremos unos pocos simples hechos:

Soldados israelíes invadieron esos barcos en aguas internacionales, violando el derecho internacional y, al matar civiles, cometieron un crimen de guerra. La afirmación contraria de que sus soldados respondieron a un inminente “linchamiento” por civiles, debe ser descartarse con el sonoro desprecio que se merece.

El Gobierno israelí aprobó el abordaje de los barcos de ayuda por una unidad de elite de comandos. Estaban armados con armas automáticas para controlar a los civiles a bordo, pero no con equipo de control de multitudes en caso de resistencia. Sean cuales sean las circunstancias de la confrontación, hay que responsabilizar a Israel por enviar soldados y poner en peligro temerariamente las vidas de todos los civiles a bordo, incluidos un bebé y un superviviente del Holocausto.

Israel no tiene derecho a controlar el mar de Gaza como sus propias aguas territoriales y a detener a convoyes de ayuda que lleguen por ese camino. Al hacerlo, demuestra que todavía mantiene una ocupación beligerante del enclave y de sus 1,5 millones de habitantes. Y si está ocupando Gaza, tiene la responsabilidad según el derecho internacional de velar por el bienestar de los habitantes de la Franja. Ya que el bloqueo ha impuesto a los palestinos de Gaza una dieta de hambre durante los últimos cuatro años, Israel debería haber estado hace tiempo en el banquillo de los acusados por cometer un crimen contra la humanidad.

Hoy Israel decidió dirigir su asalto mortal no sólo contra los palestinos bajo la ocupación, sino contra la propia comunidad internacional. ¿Terminará por hacer que nuestros dirigentes actúen?

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