sábado, 17 de dezembro de 2011

Egipto: El Ejército reprime las protestas y expulsa de Tahrir a los opositores


Nuria Tesón
El País

Os vamos a matar, estáis muertos”. La primera línea de policías militares pertrechados de antidisturbios es un hervidero. Los jóvenes intentan convencerles de que cesen los ataques. Levantan las manos. Los soldados indican con la mano que les van a cortar el cuello. Uno de ellos arranca a un chaval el móvil con el que graba las amenazas y lo estampa contra el suelo haciéndolo añicos, los gritos van en aumento y pronto las porras y las piedras empiezan a caer sobre los manifestantes que corren para salvar sus vidas hacia el otro lado del puente, alejándose de Tahrir. Un día más la represión del Ejército, que ha dejado ocho muertos desde ayer y más de 300 heridos, ha vuelto a presenciarse en la capital egipcia.

Algunos coches, bloqueados en mitad de la vía intentan dar la vuelta mientras algunos de los jóvenes corren. Hay padres con sus hijos, muchachas con pañuelo islámico, tipos con gafas de pasta y americana, adolescentes en chanclas. Todos corren mientras una lluvia de palos va rompiéndoles la esperanza. Algunos caen al suelo, otros ayudan a los que se quedan relegados. O se protegen los unos a los otros con el cuerpo.

Durante toda la mañana se han sucedido los ataques con piedras desde un edificio de Qasr el Ainy, la calle perpendicular a la del Parlamento, donde ayer se inició la protesta y donde se encontraba la sentada pacífica instalada el 25 de noviembre y que fue dispersada a tiros y pedradas por los militares el viernes. Soldados con pantalones de campaña y sus porras en el cinturón, pero sin camisa, de forma que se les pudiera confundir con matones de paisano, han lanzado piedras y adoquines a los manifestantes que se encontraban en la calle, en una esquina de la plaza de Tahrir. Estos, han respondido con escaso éxito lanzando piedras. Finalmente el edificio ha empezado a arder.

Al mediodía, el Ejército ha caído sobre los manifestantes con gases lacrimógenos y estos se han dispersado hacia las calles cercanas. Los soldados han destrozado un hospital de campaña donde segundos antes, una médico trataba de encontrar las palabras para explicar lo que estaba ocurriendo a escasos cincuenta metros, mientras una ambulancia recogía a los heridos. Al borde de las lágrimas sólo puedo decir: “No me puedo creer que esto esté sucediendo otra vez”.

Un momento después tras oírse unos disparos la marea de gente salió corriendo hacia la plaza de Tahrir, donde otra carga militar había dejado en llamas las tiendas de los últimos manifestantes. Desde allí la única vía de escape era el puente de los leones, donde uno de los felinos aún guarda restos de las gasas con las que los egipcios cubrieron uno de sus ojos en honor a todos los jóvenes que han quedado tuertos por los disparos de bolas de goma de los militares.
Por su parte el Gobierno interino, bajo mando de la Junta militar que tomó el control del país tras la renuncia forzosa de Mubarak, no parece tener intención de hacer examen de conciencia, ni tener propósito de enmienda.
El primer ministro egipcio, Kamal Ganzury, ha responsabilizado esta mañana a los manifestantes de los disturbios de ayer, durante una rueda de prensa. “Un joven fue golpeado y recibió un trato incorrecto, y los chavales tienen derecho a pedir justicia por esto. Pero después salieron jóvenes e incendiaron coches y dependencias del Parlamento y del Consejo de Ministros, sin la intervención de las Fuerzas Armadas”, ha afirmado el recién nombrado primer ministro.
En la misma línea se manifestaron los militares a las órdenes del mariscal Mohamed Hussein Tantaui, el rostro de la Junta militar contra el que se dirigen las protestas. En un comunicado emitido a través de la agencia estal, afirmaron: “El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas confirma que los elementos que prestan seguridad se han contenido lo máximo posible y no han agredido ni a ciudadanos ni a manifestantes.”
Los disturbios vuelven a Egipto mientras sigue el recuento de las primeras jornadas de la segunda vualta electoral legislativa, de la tres previstas. La primera vuelta dejó un 70% de los sufragios en manos de los islamistas que esperan consolidar su victoria en lo que resta del proceso. Los Hermanos Musulmanes volvieron a insistir hoy en que “no se ha castigado a ninguno de los militares que ordenaron y llevaron a cabo estos crímenes”.
Mientras, la policía militar descarga sus porras y piedras sobre los manifestantes, mujeres, niños, ancianos y jóvenes de todas las clases sociales. Un hombre alienta a los demás a voz en grito mientras huye: “La libertad no es gratis. Es el momento de empezar una nueva revolución, desde el principio”.

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