The New York Times
Ranjan Mathai, ministro de exteriores indio, estuvo de visita en Washington la semana pasada. Mathai describió la relación entre la India y los Estados Unidos en términos de creciente fluidez, profundidad y sinceridad, pero no de perfecta armonía. En este último punto, pudiera ser que se refiriera a los recientes roces entre los dos países con respecto a Irán.
La decisión india de seguir comprando crudo iraní, pese a las sanciones y a la creciente presión política de los Estados Unidos y de Europa, ha sido causa de frustración entre los responsables de Washington, justo en un momento en el que el progreso de la relación entre Estados Unidos e India se ha ralentizado como consecuencia de diferencias en torno a cuestiones tales como cooperación nuclear civil, proteccionismo comercial y ventas de armamento.
La situación se exacerbó la semana pasada al llegar noticias de que la India se había convertido en el principal comprador de petróleo iraní; además, un funcionario indio anunció planes para el envío de una delegación comercial a Teherán. En Nueva Delhi, diplomáticos y analistas afirman que la compra de crudo iraní es una cuestión de necesidad económica para la India, dada su dependencia de las importaciones de petróleo. Otros comentan que esas compras también supondrían avances diplomáticos en una región que ya se prepara para la retirada de las tropas americanas de Afganistán en 2014, o posiblemente antes.
Ciertamente, muchos responsables indios, incluso aquellos partidarios de una asociación más estrecha con los Estados Unidos, aconsejan cautela antes de convertir asuntos como el de Irán en una prueba de fuego diplomática, sobre todo considerando las complejidades de una región en la cual la India representa un bastión de estabilidad, democracia y oportunidades económicas, si se la compara con Pakistán, Afganistán y otros países. “Esto no puede poner en cuestión nuestra amistad”, dice Lalit Mansingh, antiguo embajador de la India en los Estados Unidos. “Washington debe comprender que formamos parte de un vecindario en el que Irán es un factor”.
La principal y más inmediata preocupación de la India es alimentar su economía, que durante el último año se ha ralentizado. La India compra aproximadamente el 12 por ciento de su petróleo a Irán, y muchas refinerías indias han sido construidas para procesar exclusivamente crudo iraní; esto quiere decir que no pueden ser modificadas para refinar petróleo procedente de otros países.
“Cambiar no es algo que pueda hacerse fácilmente”, dijo un alto cargo indio, quien sólo aceptó hablar anónimamente, dado lo delicado de la situación. El responsable indio añadió, “¿Dónde conseguiríamos esa capacidad de refinamiento? ¿Quiénes serían nuestros nuevos proveedores?
Aún así, la India lleva varios años intentando reducir su dependencia del crudo iraní, en parte a causa de las nuevas sanciones de la administración Obama que penalizan a cualquier banco que haga negocios con Irán. Para saltarse dichas sanciones, las compañías petrolíferas indias han hecho pagos a Irán por medio de un banco en Turquía, a salvo de las restricciones americanas.
Por otro lado, los responsables indios se preparan para la posibilidad de que la vía turca se cierre pronto. El alto cargo indio confirmó la validez de informaciones recientes que afirman que India e Irán han cerrado un acuerdo según el cual las compañías indias pagarían el 45 por ciento de sus importaciones en rupias indias –evitando así tener que pagar en dólares- y realizar el resto del pago por medio de intercambios.
El mes pasado, Mark Warner, senador demócrata por Virginia y jefe del India Caucus del Congreso, se reunió con varios ministros del gobierno en Nueva Delhi. “La cuestión salió a relucir”, dijo el Sr. Warner en una entrevista concedida el mes pasado, refiriéndose a Irán. “Los indios comentaron que les preocupaba que las sanciones les causasen un impacto económico inmediato. Estábamos de acuerdo en que este instrumento, las sanciones, son muy burdas, pero el status quo actual en Irán no es satisfactorio”.
Al igual que los Estados Unidos,la India está alarmada por la posibilidad de que Irán desarrolle armas nucleares, requiriendo a este país que cumpla con sus obligaciones de estado desnuclearizado en cumplimiento de las premisas del tratado de no proliferación de armas nucleares. No obstante, los diplomáticos indios también están preocupados por el impacto económico que tendría una mayor inestabilidad en Irán y en la región del Golfo Pérsico. Afirman que más de seis millones de indios trabajan en el Golfo, enviando a casa remesas de dinero por un valor aproximado de 40.000 millones de dólares.
Irán es también un factor en el incierto final de partida en Afganistán. K. C. Singh, antiguo embajador indio en Teherán, afirma que India e Irán cooperaron en apoyo de la alianza del norte anti talibana antes de la caída de los talibanes en 2001. Pero dicha relación se enfrió una vez que las tropas americanas se establecieron en Afganistán e India y los Estados Unidos estrecharon sus vínculos. Ahora, no obstante, el Sr. Singh afirma que India estaba “deseosa de recobrar” su relación con Irán como forma de prevenirse ante un futuro incierto en Afganistán. “Están intentando recobrarla ahora, debido a que andan seriamente preocupados por lo que podría ocurrir después de 2014, o antes,” dice el Sr. Singh.
Aún así, los actuales dirigentes de la India continúan estando comprometidos con la idea de seguir estrechando lazos con los Estados Unidos. En un discurso leído el lunes en Washington, el Sr. Mathai comentó el gran potencial de la asociación entre las dos naciones, aunque también señaló la complejidad que ello implica. “Dadas nuestras diferentes circunstancias, historia, situación y niveles de desarrollo, algunas veces tendremos diferentes políticas y puntos de vista”.
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