Juan Arias
El País
Marina Silva está desarrollando su campaña en Internet, donde dialoga sobre todo con los jóvenes, más receptivos a los temas ecológicos. Después de haber visto el filme de Cameron, escribió en su blog personal (minhamarina.org.br): "Avatar es el síndrome del invasor". La ecologista, ex ministra de Medio Ambiente del primer Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, compara la selva del Estado de Acre, donde pasó su infancia recogiendo caucho de los árboles con sus padres muy pobres, con la historia de Na'vi, el pueblo de la selva creado por Cameron.
"Tuve un momento, viendo Avatar, en el que me llevé la mano a la frente para tocar la gota de agua sobre una hoja, tan bella y tan fresca, de la misma forma que hacía cuando iba por la selva donde me crié", escribe Silva. Para la candidata a las presidenciales en las que se enfrentará a la aspirante propuesta por Lula, Dilma Rousseff, en una especie de reedición de la lucha de David contra Goliat, Avatar no sólo simboliza el enfrentamiento entre el bien y el mal, sino que también es un alegato "a favor de la belleza, de la invención, de la supervivencia de lógicas de vida que se apartan de la corriente hegemónica".
En su probable encuentro con Cameron, Marina Silva, que aprendió a leer y escribir siendo ya adolescente y acabó, con la ayuda de sus amigos, licenciándose en la universidad, le explicará que para ella el momento culminante de la película, que le hizo derramar lágrimas, es aquel en el que el árbol símbolo de la casa de la selva es abatido. Para ella, la caída de ese árbol es "la matriz de un sentimiento de revuelta", el mismo que ella pide a los jóvenes en defensa de la Tierra, de sus ríos y de sus bosques, especialmente en Brasil, un país que posee el 25% del agua potable del mundo y una de las mayores biodiversidades del planeta.
El País
La candidata del Partido Verde a la presidencia de Brasil, la ecologista Marina Silva, está buscando el apoyo del cineasta James Cameron, ganador de tres oscars con su película Avatar. Ambos podrían encontrarse el próximo 27 de marzo, día en que participarán, junto al ex vicepresidente de EE UU Al Gore y el ecologista Thomas Lovejoy, en el Foro Internacional sobre Sostenibilidad que tendrá lugar en Manaos, capital de la Amazonia brasileña.
Marina Silva está desarrollando su campaña en Internet, donde dialoga sobre todo con los jóvenes, más receptivos a los temas ecológicos. Después de haber visto el filme de Cameron, escribió en su blog personal (minhamarina.org.br): "Avatar es el síndrome del invasor". La ecologista, ex ministra de Medio Ambiente del primer Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, compara la selva del Estado de Acre, donde pasó su infancia recogiendo caucho de los árboles con sus padres muy pobres, con la historia de Na'vi, el pueblo de la selva creado por Cameron.
"Tuve un momento, viendo Avatar, en el que me llevé la mano a la frente para tocar la gota de agua sobre una hoja, tan bella y tan fresca, de la misma forma que hacía cuando iba por la selva donde me crié", escribe Silva. Para la candidata a las presidenciales en las que se enfrentará a la aspirante propuesta por Lula, Dilma Rousseff, en una especie de reedición de la lucha de David contra Goliat, Avatar no sólo simboliza el enfrentamiento entre el bien y el mal, sino que también es un alegato "a favor de la belleza, de la invención, de la supervivencia de lógicas de vida que se apartan de la corriente hegemónica".
En su probable encuentro con Cameron, Marina Silva, que aprendió a leer y escribir siendo ya adolescente y acabó, con la ayuda de sus amigos, licenciándose en la universidad, le explicará que para ella el momento culminante de la película, que le hizo derramar lágrimas, es aquel en el que el árbol símbolo de la casa de la selva es abatido. Para ella, la caída de ese árbol es "la matriz de un sentimiento de revuelta", el mismo que ella pide a los jóvenes en defensa de la Tierra, de sus ríos y de sus bosques, especialmente en Brasil, un país que posee el 25% del agua potable del mundo y una de las mayores biodiversidades del planeta.
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