Juan Arias
El País
El alcalde Paes trató el asunto en diciembre pasado con el presidente del Comité Olimpico Internacional (COI), Jacques Rogge, quién comentó que, si Río consiguiese urbanizar todas sus favelas, el legado social de los Juegos Olímpicos de 2016 superaría al de todas las otras ciudades en las que se han celebrado hasta ahora.
¿De quién depende la realización de esta quimera? En realidad, del presidente de la República, Luiz Inácio Lula da Silva, que podría dejar en marcha el ambicioso proyecto antes de dejar del poder, en 2011. Según el alcalde, el sueño tiene una cifra: 4.000 millones de reales (unos 1.580 millones de euros), que sólo el Estado puede conceder a la ciudad carioca.
La esperanza es que Lula, que estos días discute con su Gobierno la segunda parte del Plan Acelerado de Crecimiento (PAC II), incluya dicha partida en el presupuesto. Que Lula lo desea tanto como el alcalde de Río es cierto. Fue él quien aseguró que deseaba borrar del diccionario la palabra favela, para transformarla en la palabra barrio.
Por lo pronto, la alcaldía de Río ha anunciado ya oficialmente la remoción, antes de 2012, de 109 favelas y 12.196 casas localizadas en zonas de riesgo. Las lluvias torrenciales de las semanas pasadas, que dejaron muertos, heridos y casas destrozadas en Angra, São Paulo y Río, entre otras regiones del país, han hecho disparar las alarmas sobre muchas de las favelas que fueron construidas en zonas fácilmente vulnerables a las calamidades naturales.
La posibilidad de que una ciudad como Río convierta en barrios urbanizados todas sus favelas es importante porque, además, podría ser un ejemplo para otras urbes que sufren también la lacra del crimen organizado, que impera en zonas a las que no llega el Estado y que acaban convirtiéndose en nidos de violencia exportable al resto de la ciudad. En Sâo Paulo, Recife, Fortaleza, Bahia y otras ciudades brasileñas hay tantas favelas en proporción al número de habitantes como en Río. Más de la mitad del país cuenta con amplias zonas favelizadas. En el Estado de Río, el 76% de los municipios tiene favelas. El 90% de los casos de deslizamientos de tierra a causa de las lluvias, que dejan muertos y heridos, se registran en lugares con favelas.
Además de urbanizar estas barriadas pobres, el segundo requisito para que no sigan creciendo es la construcción en todo el país de casas populares. Brasil necesita hoy ocho millones de viviendas. Lula ha prometido construir un millón este año. Pero, por ahora, es sólo una promesa.
El País
Celebrar los Juegos Olímpicos en el año 2016 con Río de Janeiro sin favelas es el gran sueño del joven alcalde de la ciudad brasileña, Eduardo Paes. El sueño consiste en convertir sus 1.200 favelas, con más de dos millones de habitantres -un quinto de la población total-, en otros tantos barrios normales, con todas las infraestructuras necesarias y la presencia permanente del Estado.
El alcalde Paes trató el asunto en diciembre pasado con el presidente del Comité Olimpico Internacional (COI), Jacques Rogge, quién comentó que, si Río consiguiese urbanizar todas sus favelas, el legado social de los Juegos Olímpicos de 2016 superaría al de todas las otras ciudades en las que se han celebrado hasta ahora.
¿De quién depende la realización de esta quimera? En realidad, del presidente de la República, Luiz Inácio Lula da Silva, que podría dejar en marcha el ambicioso proyecto antes de dejar del poder, en 2011. Según el alcalde, el sueño tiene una cifra: 4.000 millones de reales (unos 1.580 millones de euros), que sólo el Estado puede conceder a la ciudad carioca.
La esperanza es que Lula, que estos días discute con su Gobierno la segunda parte del Plan Acelerado de Crecimiento (PAC II), incluya dicha partida en el presupuesto. Que Lula lo desea tanto como el alcalde de Río es cierto. Fue él quien aseguró que deseaba borrar del diccionario la palabra favela, para transformarla en la palabra barrio.
Por lo pronto, la alcaldía de Río ha anunciado ya oficialmente la remoción, antes de 2012, de 109 favelas y 12.196 casas localizadas en zonas de riesgo. Las lluvias torrenciales de las semanas pasadas, que dejaron muertos, heridos y casas destrozadas en Angra, São Paulo y Río, entre otras regiones del país, han hecho disparar las alarmas sobre muchas de las favelas que fueron construidas en zonas fácilmente vulnerables a las calamidades naturales.
La posibilidad de que una ciudad como Río convierta en barrios urbanizados todas sus favelas es importante porque, además, podría ser un ejemplo para otras urbes que sufren también la lacra del crimen organizado, que impera en zonas a las que no llega el Estado y que acaban convirtiéndose en nidos de violencia exportable al resto de la ciudad. En Sâo Paulo, Recife, Fortaleza, Bahia y otras ciudades brasileñas hay tantas favelas en proporción al número de habitantes como en Río. Más de la mitad del país cuenta con amplias zonas favelizadas. En el Estado de Río, el 76% de los municipios tiene favelas. El 90% de los casos de deslizamientos de tierra a causa de las lluvias, que dejan muertos y heridos, se registran en lugares con favelas.
Además de urbanizar estas barriadas pobres, el segundo requisito para que no sigan creciendo es la construcción en todo el país de casas populares. Brasil necesita hoy ocho millones de viviendas. Lula ha prometido construir un millón este año. Pero, por ahora, es sólo una promesa.
Nenhum comentário:
Postar um comentário