Miguel Mora
El País
Spatuzza iba protegido por 10 carabineros de paisano y se tapaba la cara con una gorra azul. Fue sentado tras un biombo blanco que le protegía de las miradas de los más de 200 periodistas acreditados y del numeroso público, y comenzó su declaración diciendo: "Diré toda la verdad y no esconderé nada".
El País
Unos minutos antes de las 12 del mediodía, en medio de un silencio sepulcral, entraba en la sala búnker del Tribunal de Turín Gaspare Spatuzza, el capo arrepentido de la mafia siciliana citado como testigo en el juicio de apelación contra el senador Marcello Dell'Utri, estrecho colaborador de Silvio Berlusconi desde la década de los setenta y condenado en primer grado a nueve años por complicidad mafiosa.
Spatuzza iba protegido por 10 carabineros de paisano y se tapaba la cara con una gorra azul. Fue sentado tras un biombo blanco que le protegía de las miradas de los más de 200 periodistas acreditados y del numeroso público, y comenzó su declaración diciendo: "Diré toda la verdad y no esconderé nada".
El interrogatorio ha empezado con retraso porque la defensa de Dell'Utri intentó frenarlo al considerarlo improcedente. El tribunal ha desestimado la petición y Spatuzza, de 45 años, que se hizo colaborador de la justicia en marzo de 2008 con la bendición de sus capos y el apoyo espiritual del obispo de L'Aquila, comenzó a relatar su historia.
Con voz segura, ha reconocido que desde 1980 hasta 2000 había pertenecido a una "organización terrorista mafiosa llamada Cosa Nostra"; ha recordado que formaba parte de la familia de Giuseppe Graviano, y ha admitido que fue condenado a varias cadenas perpetuas por "una cuarentena de asesinatos, secuestros de personas y atentados".
Ha aclarado que decía "terrorista" porque a principios de los años noventa, Cosa Nostra realizó varios atentados con bombas, "cosas que antes no hacíamos". Se acusó del atentado que mató al juez Paolo Borsellino, y admitió que la mafia celebró esa muerte y la del juez Giovanni Falcone en 1992, "porque eran nuestros enemigos principales".
El hombre de confianza de la familia de Brancaccio (Palermo) también se encargó de ejecutar otros atentados posteriores, en 1993 y 1994, en Roma, Milán y Florencia, que causaron diez muertos. Eran, dijo, atentados "anómalos": "Esos muertos no nos pertenecían; un día se lo dije a Giuseppe, que era como mi padre: 'Hemos matado a niños como la pequeña Nadia'. Él me dijo: está bien que los hayamos matado, así se mueve quien se tiene que mover".
La clave del relato llega en ese momento. Spatuzza recuerda una cita en 1994 con su capo directo, en Roma: "Me encontré con Giuseppe en el bar Doney de Vía Veneto, estaba contento como si le hubiera tocado la lotería. Nos sentamos y me dijo que teníamos que matar a unos cuantos carabineros para dar el golpe de gracia. Que habíamos obtenido todo lo que buscábamos gracias a la seriedad de las personas que habían llevado adelante esta historia, y no como esos cuatro cornudos socialistas que habían recogido nuestros votos en 1988 y 1989 y luego nos habían hecho la guerra", ha dicho.
"Me dio dos nombres, entre ellos el de Berlusconi", ha afirmado el pentito. "Yo pregunté si era el de Canale 5 y me dijo que sí, y que también estaba un paisano nuestro, Dell'Utri. Graviano dijo que gracias a la seriedad de estas personas teníamos el país en nuestras manos".
Más adelante, Spatuzza glosa un encuentro con Filippo Graviano, otro jefe del mismo clan, en la cárcel de Tomezzo, donde el boss cumple cadena perpetua. "En 2004 él estaba muy mal, yo le hablé de nuestros hijos, de no hacerles llevar la misma vida que nosotros... Me dijo que hiciera saber a su hermano Giuseppe que si no llegaba una cosa que tenía que llegar, habría que hablar con los jueces".
Ante la petición del fiscal Gatto de que explique "de donde debía llegar", Spatuzza vuelve a mencionar a Berlusconi y a Dell'Utri. ¿Por qué tardó tanto tiempo en hablar de ellos?, inquiere el fiscal. "Mi miedo a hablar del primer ministro era y es mucho. Cuando comencé a hablar con los fiscales antimafia, Berlusconi era primer ministro, y ministro de la Justicia uno (Angelino Alfano) que yo consideraba vice de Marcello Dell'Utri".
Spatuzza comenzó a alejarse de Cosa Nostra en 1999. "Inicié un proceso de arrepentimiento personal, un camino que ha sido muy hermoso y doloroso a la vez", ha dicho. Fue ayudado por el capellán de la prisión y por el obispo de L'Aquila, monseñor Mollinari, que le confesó "dos o tres veces", según contó.
Probablemente, una vez convertido a la religión, el pentito necesitaba ver revocada la excomunión que recayó sobre él por el asesinato de un cura siciliano, don Pino Puglisi. "Tengo que honrar a todos aquellos muertos, toda aquella tragedia. Pasé muchos años en el mal y ahora debo hacer el bien. Es mi deber", ha afirmado.
Las acusaciones de Spatuzza han sido calificadas de "absurdas" por Silvio Berlusconi. "Son acusaciones que se comentan solas. En Italia no hay nadie dispuesto a creer este absurdo", ha comentado a la salida del Consejo de Ministros.
Marcello Dell'Utri, que habló con los medios presentes en el Tribunal de Turín, ha dicho que el interés de la mafia es "hacer caer al Gobierno que está luchando contra Cosa Nostra como nadie lo había hecho hasta ahora". "Spatuzza es un arrepentido de la mafia, no de la antimafia", ha subrayado.
Los jueces quieren contrastar ahora la credibilidad del testimonio. El juicio de apelación de Dell'Utri proseguirá en Palermo el 11 de diciembre con las declaraciones de los jefes Giuseppe y Filippo Graviano a través de vídeo conferencia.
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