Sebastián Premici
Página 12
El economista Joseph Stiglitz advirtió que el principal desafío de Obama será la crisis social derivada de las altas tasas de desempleo, que a mediano plazo afectarían al 20 por ciento de los sectores más vulnerables: hispanos, africanos y jóvenes.
El próximo gobierno de los Estados Unidos, a cargo del recientemente electo Barack Obama, tendrá que enfrentar algo más que la crisis financiera y económica a nivel mundial. El economista y Premio Nobel Joseph Stiglitz advirtió ayer que el principal desafío de la administración demócrata será la crisis social derivada de las altas tasas de desempleo, que a mediano plazo afectarían al 20 por ciento de los sectores más vulnerables del país (hispanos, africanos y jóvenes). “No se podría haber manejado la crisis peor de lo hecho por la administración Bush y la FED (con Alan Greenspan y Ben Bernanke a la cabeza). Esto traerá aparejado un fuerte conflicto social”, aseguró el Premio Nobel.
Stiglitz fue el encargado de inaugurar ayer el Segundo Foro de Pensamiento Social Estratégico de América Latina organizado por el PNUD y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Su intervención hizo eje en el escenario de conflicto social que deberá sortear el presidente electo Barack Obama, una vez que pise la Casa Blanca, a partir de enero. En octubre pasado, el desempleo llegó a su máximo histórico luego de quince años (6,5 por ciento). Un mes antes había sido del 6,1 por ciento y doce meses atrás, del 4,8 por ciento. Según aseveró el Premio Nobel, el plan anunciado por Obama para crear 2,5 millones de nuevos empleos en el mediano plazo será insuficiente.
“Cada año ingresarán al mercado de trabajo aproximadamente 1,9 millón de personas, mientras que este año ya hubo 1,5 millón de pérdidas de empleos. Obama dice que creará 2,5 millón de nuevos trabajos, pero en el mediano plazo se necesitarán 7 millones. Por lo tanto se va a quedar corto”, vaticinó el economista.
En términos generales, la tasa del desempleo en Estados Unidos podría ascender –según Stiglitz– al 10 por ciento en el mediano plazo. Sin embargo, ese número estadístico no da cuenta de toda la tensión social que hay detrás de la crisis en la primera potencia del mundo. “Estados Unidos pasó de ser una economía enorme a una de servicios, con una característica peculiar: hay mucho trabajo precario, part time. Entre los grupos marginales (hispanos, africanos, jóvenes), el desempleo será mayor, cercano al 15 por ciento. El gobierno de Bush se dedicó a rescatar a los bancos, pero no se preocupó de los peligros morales detrás del desempleo”, argumentó el ex funcionario del FMI.
Los ojos del mundo están puestos en Obama y en cómo “superará” las múltiples crisis de Estados Unidos. El presidente electo acaba de seleccionar a su equipo económico, con Timothy Geithner como próximo titular de la FED, un hombre pro mercado. Para Stiglitz, el gobierno de Obama va camino a aplicar las mismas recetas liberales que las llevadas adelante hasta el momento. “Muchos de los que abogaron por la liberalización y desregulación de los mercados son las mismas personas que ahora volverán a tomar decisiones en la administración central. Ojalá hayan aprendido de sus equivocaciones”, reflexionó el Premio Nobel.
La crisis financiera y económica mundial lleva el sello “Made in USA”. Sólo en el país del Norte, 3,5 millones de personas perderán sus casas en un corto-mediano plazo. Hasta el estallido de esta burbuja, los norteamericanos tenían una tasa de ahorro prácticamente nula. El sistema funcionaba así: gastaban más de lo que tenían y para costear la diferencia pedían créditos hipotecarios. Como consecuencia de esta bicicleta, 12 millones de estadounidenses poseen hipotecas más caras que el valor de sus casas.
En el otro extremo están los que pusieron sus ahorros en la Bolsa y los bancos. “El 50 por ciento de esos microinversionistas perdieron su dinero. Incluso, muchos no se van a poder jubilar. Hace unos años, Bush quiso privatizar la seguridad social, pero gracias a Dios el Congreso no lo permitió”, indicó Stiglitz.
El economista no lo señaló, pero el hecho de que muchos ciudadanos norteamericanos hayan perdido parte de sus ahorros en la timba financiera hace pensar en el argumento esgrimido por el gobierno argentino por el cual se decidió la nacionalización de las AFJP, teniendo en cuenta que los fondos de los futuros jubilados estaban perdiendo valor. Las coincidencias con el escenario planteado por Stiglitz no son pura coincidencia.
Con tono pesimista, pero midiendo con agudeza cada una de sus palabras, el Premio Nobel finalizó su exposición criticando con dureza el plan de rescate ideado por el alicaído George Bush. “Habría que fijar nuevas pautas de distribución de ese dinero porque tal cual se aplicará, aumentará la deuda interna del país, mientras que los responsables de la debacle de Wall Street no pagarán nada. Lo mismo ocurre con el plan automotriz. Bush no quiere salvar a la industria y sí a los inversores”, finalizó Stiglitz.
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