sexta-feira, 30 de agosto de 2024

Claudio Katz: “El sionismo es incompatible con el humanitarismo de la cultura judía”


Claudio Katz
Indymedia

Alejandro Bodart, dirigente del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST) fue sobreseído el 21 de agosto en la causa que le inició la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) por supuesto “antisemitismo”, por haber denunciado el genocidio perpetrado por el Estado de Israel en Palestina.

En defensa de Bodart dieron testimonio una veintena de referentes, entre ellos el economista e investigador Claudio Katz, con quien dialogamos. “La tramposa asociación del antisemitismo con el antisionismo -o con cualquier crítica al Estado de Israel- busca criminalizar la solidaridad con el pueblo palestino. Esa confusión es particularmente perversa, porque olvida que las víctimas palestinas de las matanzas sionistas comparten la misma raíz semítica de los pobladores judíos”, aseguró Katz.

¿Cómo fue tu participación en el juicio por antisemitismo que afrontó exitosamente el dirigente socialista Alejandro Bodart?

Fue una experiencia impactante y coronada con la absolución. De entrada, me sorprendió la querella que iniciaron las organizaciones sionistas de Argentina. Lo demandaron por las críticas que expuso a través de simples tweets contra el Estado de Israel. Allí expresaba su indignación por la atroz violencia que impone en la región. Me pareció obvio que defender la causa palestina no puede ser un delito y que se estaba vulnerando el derecho de expresión. Como soy de origen judío, me resultó particularmente chocante la banal y arbitraria acusación de antisemitismo. Bodart, yo e incontables militantes de muchas corrientes somos antisionistas, pero no antisemitas. Son dos cosas muy distintas.

¿Cuál es la diferencia?

El antisemita es un racista que rechaza al judío por su pertenencia a cierta comunidad. Es la misma conducta que tienen los que discriminan a un negro, a un árabe, a un musulmán o a un boliviano. Los socialistas somos internacionalistas, compartimos un ideal de igualdad y solidaridad entre los pueblos y nunca podríamos ser antisemitas, anti negros, anti árabes o anti bolivianos. Adoptamos una posición política antisionista, que es coherente con nuestra postura antiimperialista.

Pero frecuentemente se confunden ambos planos…

Si y por eso hay que diferenciarlos. El judaísmo es una religión, una cultura o una tradición de un pueblo diseminado por muchos países. En cambio, el sionismo es una ideología colonialista que justifica la expropiación de los territorios palestinos, con extravagantes teorías de pertenencia de esa zona a los inmigrantes judíos. Los antisionistas nos oponemos a ese colonialismo, sin adoptar actitudes antijudías o antisemitas.

Y para ser más precisos te diría que me opongo también a la política del Estado de Israel, sin ser anti israelí, de la misma forma que rechazo las agresiones imperialistas de Estados Unidos sin ser antiestadounidense. La tramposa asociación del antisemitismo con el antisionismo -o con cualquier crítica al Estado de Israel- busca criminalizar la solidaridad con el pueblo palestino. Esa confusión es particularmente perversa, porque olvida que las víctimas palestinas de las matanzas sionistas comparten la misma raíz semítica de los pobladores judíos.

Igualmente, la memoria del Holocausto recrea el temor a que se repita esa tragedia.

Es cierto, pero actualmente las comunidades judías de mundo no afrontan ningún peligro significativo. Los sionistas resucitan el miedo al antisemitismo en numerosos países, para erosionar la convivencia y la mixtura de los judíos con otras colectividades. No solo propician esos antagonismos para fomentar la emigración a Israel. También generan un clima de persecución interna dentro de la colectividad judía, contra quienes rechazan esa política de auto segregación. La simple búsqueda de coexistencias e integraciones es mal vista por los forjadores de una identidad separada. Presentan a los críticos de ese aislamiento como traidores, que “se odian a sí mismos”. De esa forma exacerban las viejas modalidades del nacionalismo reaccionario para justificar el despojo colonial en Medio Oriente, con reivindicaciones misioneras del “pueblo elegido”.

Invierten la realidad de lo que está sucediendo…

Exactamente. El peligro actual de Holocausto no afecta a los judíos, sino a los palestinos. Lo que está ocurriendo en Gaza es espeluznante. Gran parte de los 40 mil muertos son niños, hay dos millones de desplazados y brutalidades infinitas. Palestinos atados al frente de un camión como escudos humanos, centenares de asesinados por bombardeos a escuelas y hospitales, una catástrofe humanitaria de remedios y alimentos. Los relatos de violaciones, torturas, descargas eléctricas, perros y quemaduras en los centros de detención ya no tienen calificativos.

Hay un genocidio a la vista de todo el mundo, con uso de la Inteligencia Artificial para consumar matanzas personalizadas. Recurren a los datos almacenados para seleccionar objetivos y definir el alcance de cada masacre. El contrato Lavender ha provisto los algoritmos requeridos para concretar el mismo tipo de aniquilación metódica e industrializada, que sufrieron los judíos bajo el nazismo. A su vez el castigo indiscriminado con bombardeos a la población civil rememora lo sucedido en Vietnam del Norte en los años 70 o el padecimiento previo de las multitudes indefensas en Dresde o Hiroshima. Afortunadamente, muchas voces se están levantando contra esta terrible afrenta al género humano.


¿Pensás que el éxito logrado en el juicio se inscribe en esas respuestas?

Si es muy probable, porque la indignación aumenta y se verifica en todas partes. Hay un rechazo semejante al que afectaba al Apartheid de Sudáfrica. A diferencia de lo ocurrido en la época de Vietnam, los jóvenes que actualmente protestan en Estados Unidos no están motivados por el temor de ser reclutados. Salen a la calle impactados por lo que está ocurriendo y en muchas universidades imponen la ruptura de los convenios con Israel. Ya sucedió en Brown, Dublín, Barcelona o Granada. Son actos de solidaridad humanitaria totalmente ajenos al antisemitismo. Esa reacción es un principio de Intifada global, contra la limpieza étnica que consuman los ocupantes de las tierras palestinas. Basta observar los sucesivos mapas de Israel de 1948, 1973, 2001 y 2021 para constatar la dimensión de esa expansión colonialista, que ahora supone una nueva Nakba hacia Egipto o Sinaí. Netanyahu está dispuesto a todo y tantea una extensión de la guerra a otras zonas de la región. Por eso generaliza el método del asesinato internacional en el Líbano e Irán. Los propios israelíes son víctimas de esa alucinante beligerancia y las protestas en el mundo contribuyen a despertarlos de su indiferencia ante la muerte.

¿Cómo se explica esa insensibilidad?

Porque el sionismo ha generado una deshumanización estructural de la población israelí, que está sometida a un tormentoso y prolongado servicio militar. Esa conscripción adoctrina y disciplina a todas las generaciones a un dispositivo criminal, que a su vez alimenta la informatizada y rentable economía bélica del país.

Al cabo de varias décadas de militarización extrema, gran parte de la sociedad israelí ha naturalizado el crimen contra sus vecinos y ni siquiera la matanza de niños suscita reacciones compasivas. Se han acostumbrado a convivir con la crueldad y la validación del terrorismo de Estado, que acentuaron los gobiernos derechistas de los últimos 20 años. Esa impiedad es reforzada por la doble vara que mantienen los grandes medios de comunicación. Para ellos, la vida de un niño israelí tiene un valor incalculable y la supervivencia de un pequeño palestino es irrelevante.

Esa atrocidad es muy impactante para nosotros en Argentina y en toda la región…

Si. porque el Estado de Israel es el mayor exportador per cápita de armas del mundo y está muy involucrado en el submundo del espionaje y el tráfico de pertrechos. En Colombia adiestraron paramilitares, en Chile enseñaron a disparar a los ojos de los manifestantes y en Centroamérica comandaron las incursiones de la guerra sucia.

Como en toda América Latina tuvimos dictaduras y resistencias en los años 70, nos resulta insultante la presentación de las organizaciones palestinas como grupos terroristas. Te diría que esa absurda identificación nos afecta más a los judíos, puesto que con esa mirada también los heroicos sublevados del gueto de Varsovia deberían ser calificados de terroristas. Simplemente se omite que las organizaciones palestinas cuentan con el sostén masivo de la población, que concurrió varias veces a las urnas para seleccionar su liderazgo.

¿Y cuál sería tu respuesta a quiénes afirman que solo el sionismo permite defender los derechos del pueblo judío?

Qué ese derecho no puede sostenerse en la opresión de otra colectividad. Cuando un colono confisca las parcelas de un palestino, aplasta derechos ajenos en lugar de ejercer los propios. Lo mismo vale para un soldado que responde con balas a las piedras lanzadas por los resistentes.

El sionismo se opone a las dos modalidades de una solución pacífica del drama de Medio Oriente. Han pulverizado todas las posibilidades de concretar la coexistencia de dos Estados y rechazan con virulencia la mejor salida, que es un solo Estado laico, democrático e integrado por todos los habitantes del territorio. Desconocen que los derechos nacionales de los israelíes, tienen la misma validez que los enarbolados por los palestinos y que en un solo Estado resultaría posible concretar la cohabitación binacional.

¿Esta visión tiene eco dentro de la comunidad judía de Argentina?

Es una mirada que gana adherentes especialmente en la juventud. Yo me identifico con las pancartas que dicen “No en mi nombre” y con las organizaciones que adoptan la emblemática denominación de “judíos por Palestina”. Ellos proclaman que la DAIA no nos representa y que las terribles masacres del sionismo son incompatibles con las raíces, las tradiciones y el humanitarismo de la cultura judía.

quinta-feira, 29 de agosto de 2024

Cesare Pavese, el poeta que le escribía a la muerte


Laura Calonge
Ethic

Las cartas de desamor de Cesare Pavese nos trasladan a su visión del mundo desde sus escritos dirigidos a mujeres con las que tuvo un vínculo profesional y sentimental. Mujeres que no lo amaron, unas musas que él mismo había colocado en un pedestal. Son el canto agonizante de alguien que nunca tuvo quien le correspondiera.

Las cartas de desamor de Cesare Pavese nos trasladan a su visión del mundo desde sus escritos dirigidos a mujeres con las que tuvo un vínculo profesional y sentimental. Mujeres que no lo amaron, unas musas que él mismo había colocado en un pedestal. Son el canto agonizante de alguien que nunca tuvo quien le correspondiera, pero que trataba con el mismo desdén a quien él no correspondía. La personalidad de Pavese, entre el dolor de la pérdida y la repetición de sus errores, está muy vinculada a la primera mitad de siglo XX. Su carácter taciturno, su gusto por la naturaleza marchita, por los símbolos que abrazan la muerte, acercan los poemas del italiano a los de otro poeta atravesado por una guerra: Juan Ramón Jiménez.

Repasando la trayectoria vital y literaria de Cesare Pavese (1908-1950), se podría concluir que fue un ser humano fallido. Nacido en el tiempo equivocado, se recreaba en sus fracasos, y había hecho del lamento y el error su modus vivendi. Quedan, eso sí, sus testimonios literarios de una vida errada en la que sus elecciones fueron una sucesión de fallos, desde sus simpatías políticas hasta sus atracciones amorosas. Se puede pensar que fue víctima de su época: un intelectual comunista en una Italia fascista, con una vida transcurrida entre las dos guerras mundiales que asolaron Europa. Un tiempo histórico difícil que marcó la cadencia literaria y artística de varias generaciones; en especial la de aquellos nacidos a principios de siglo, y que no conocieron otra cosa que un continente en guerra donde la muerte era una presencia continua.

La recopilación de sus cartas supone un testimonio de la personalidad inadaptada del autor, cuyos problemas de salud mental no fueron resueltos ni tratados, arrastrando una personalidad melancólica que acabó derivando en depresión y en ideas suicidas recurrentes. Él mismo afirmaba que «uno se suicida porque el amor nos muestra en nuestra desnudez, nuestra miseria, nuestra vulnerabilidad, nuestra insignificancia». Víctima de su mente y emociones, atormentado por los rechazos femeninos sucesivos, no consiguió reconciliarse con el mundo. Poco antes de suicidarse, escribió la última carta a Pierina, uno de sus amores platónicos: «Sé que la vida es preciosa, pero yo ya no estoy en ella, todo gracias a mí, y que esta es una fútil tragedia, al igual que tener la diabetes o el cáncer de los fumadores. ¿Puedo confesarte, amor, que nunca me desperté con una mujer a mi lado que sintiese mía, que ninguna de las que amé me tomó en serio, y que ignoro la mirada de agradecimiento que dirige una mujer a su hombre?».

Estudioso de la literatura americana, Pavese perdió a su padre a la edad de seis años y creció bajo el cuidado de una madre rígida y dominante. Le faltó el referente paterno, de modo que mitificó esa pérdida infantil y ese sentimiento de ausencia fue revivido una y otra vez a través de esos amores no correspondidos. Las mujeres a las que amó y no le amaron no eran más que una pantalla donde el autor volcaba su universo interior lleno de dolor. Ya adolescente, el amor por una bailarina que le había plantado le provoca una bronquitis crónica debido a la larga espera bajo la lluvia y el frío.

Más adelante se enamora de Tina Pizzardo, una militante del Partido Comunista, relacionada con el federalista Altiero Spinelli (1907- 1986), por aquel entonces encarcelado por su activismo político. Pavese ejerce de intermediario en la correspondencia entre ellos dos y al ser descubierto durante un registro en su domicilio, es castigado por actividades antifascistas en 1935. Al volver de su exilio penal, descubre que su amada se ha comprometido con otro hombre. Este periodo supone el inicio de su diario autobiográfico existencial que, junto con sus cartas, es un testimonio íntimo del escritor. En ellos se retrata la evolución de su personalidad desde la juventud hasta su madurez desencantada. Los diarios, al igual que sus cartas de desamor, se publican póstumamente bajo el título El oficio de vivir (1952). Su producción epistolar recogida en Cartas de desamor comprende el periodo que va de 1926 a 1950, el año de su muerte.

Los últimos años de la vida de Pavese fueron difíciles, de manera que no puede atribuirse solo al desamor su fatal desenlace. Su editor y amigo, Leo Ginzburg, fue encarcelado y torturado por la Gestapo durante la ocupación nazi. Murió en 1944 a causa de las torturas infligidas. Más adelante sufrió un nuevo desengaño amoroso con la actriz norteamericana Constance Dowling, quien inspiró uno de sus más bellos y conocidos poemas: Vendrá la muerte y tendrá tus ojos (1950). Con ella tuvo una breve relación durante unas vacaciones en el Valle de Aosta, y se obsesionó por la fantasía de un futuro común que también fue truncado. A la bella actriz le dedicaba estas palabras meses antes de morir: «No tengo más aliento para escribir poesía. Las poesías llegaron contigo y se fueron contigo».

El 27 de agosto de 1950, días después de recibir el Premio Strega de literatura, puso fin a su sufrimiento con una sobredosis de barbitúricos. Su cuerpo fue hallado sobre la cama, vestido pero descalzo, en la habitación 346 del Hotel Albergo Roma de Turín. Tenía 42 años y había agotado sus últimas reservas de esperanza.

terça-feira, 27 de agosto de 2024

Pablo Marçal, el convidado de piedra del bolsonarismo


Fernando de la Cuadra
Socialismo y Democracia

Las próximas elecciones municipales en Brasil a realizarse el día 6 de octubre del presente año, se han convertido en un barómetro para medir el peso del conjunto de las fuerzas políticas del país, pero especialmente para conocer la persistencia de los representantes de la extrema derecha y de las huestes bolsonaristas.

En ese contexto, disputando la alcaldía de la ciudad de São Paulo ha crecido meteóricamente una figura, Pablo Marçal, quien dice representar mejor que nadie los valores y principios del bolsonarismo. Este candidato nos recuerda mucho más el discurso tosco y agresivo del ex capitán del pasado (elecciones de 2018) que al actual Jair Bolsonaro, bastante más preocupado en moderar su retórica para cautivar al conjunto de partidos que forman el centrão, bloque que domina ampliamente el Parlamento brasileño. Bolsonaro necesita de estos partidos que controlan el Legislativo para conseguir la ansiada amnistía que le permitiría postularse a las elecciones de 2026.

¿Y quién es Pablo Marçal? En pocas palabras, es un delincuente procesado y condenado por la Justicia, por diversos tipos de delitos entre los cuales se destacan el hurto calificado y aplicación de golpes financieros por medios digitales a familias de escasos recursos, muerte de un prestador de servicios y desacato de orden judicial. Además, posee un vasto prontuario que lo vincula desde hace muchos años con la facción criminosa denominada Primer Comando de la Capital, el temido PCC. Su partido, el PRTB (Partido Renovador Laborista Brasileño), es una leyenda infectada por miembros del narcotráfico y milicianos que utilizan la sigla para adquirir poder político en diversos territorios ubicados principalmente en los Estados de São Paulo y Rio de Janeiro.

Después de su condena, Marçal se convirtió en un coach e influenciador que hizo su fama y su fortuna engañando a personas ingenuas y desesperadas que necesitan una palabra de aliento. En esta campaña para la alcaldía, utiliza las redes para difundir sus mentiras y atacar a sus rivales con videos cortos manipulados por el equipo de producción. En esta estrategia de injuriar y denegrir a sus adversarios, también sumó a grupos de adolescentes a los cuales entrega premios en competiciones remuneradas para quienes consigan viralizar con mayor rapidez sus videos calumniosos en las redes.

Esta práctica se encuentra prohibida por la Justicia Electoral, y por ello mismo, esta semana el Ministerio Público entró con acciones para que sea investigado por abuso de poder económico, tenga su registro bloqueado y sea declarado inelegible. Pero a Marçal –que como decíamos ya fue condenado en otras oportunidades- parece importarle muy poco alguna posible sanción por ejecutar conductas penalizadas por el código electoral o por la justicia en general.

Mucho se ha dicho y escrito que el triunfo de Bolsonaro y los candidatos de la extrema derecha se debió a los disparos en masa realizados en WhatsApp y otras redes sociales. En parte ello es cierto, pero no hay que dejar de considerar que los principales propulsores de la ascensión de la extrema derecha en Brasil y en el planeta se apoyan en el desempleo o el empleo precarizado, en la incertidumbre que asola a la mayoría de las familias sobre el futuro y la escasez de recursos para llevar una vida digna, en el clima de miedo e inseguridad ciudadana que ensombrece la cotidianidad de las personas, en la desconfianza a los múltiples “enemigos” ocultos que acechan a la vuelta de la esquina: los migrantes, los pobres, los negros, los grupos GLBTQ+, en definitiva, los otros, los que son diferentes.

Es decir, el uso desregulado de las redes y la diseminación abusiva de fake news puede ayudar a candidatos como Trump, Bolsonaro, Milei o Marçal, aunque una estrategia de campaña exitosa no se sustenta solamente en estos mecanismos. Ella también va ganando adeptos debido a la ineficiencia de las políticas públicas para resolver los problemas de la población, la corrupción rampante en todos los ámbitos, la parcialidad e impunidad otorgada por los Tribunales de Justicia a los crímenes de cuello blanco, la sensación de inseguridad permanente frente a la delincuencia desbordada y un largo etcétera.

Estos traumas y ansiedades del mundo contemporánea, buscan una salida “anti-sistema” ofrecida por el populismo de extrema derecha: Más seguridad, más coerción, más control social, más ataques a la política y a los políticos, más trabas al ejercicio democrático de los ciudadanos. Dicho discurso de inspiración fascista encuentra refugio en una parcela significativa de los electores que experimentan un hartazgo con el sistema y quieren cambiarlo radicalmente.

En ese caldo de temores, prejuicios y odio desmesurado se alimentan figuras como Pablo Marçal, que autodefiniéndose como un no político, utilizan el expediente de destruirlo todo para construir algo después (no se sabe qué) y de esta forma consiguen cautivar a una masa significativa de electores decepcionados que se informan a través de los vehículos digitales y las redes sociales virtuales.

La gran ironía del destino, en este caso, surge cuando vemos que una figura bolsonarista de primera línea está siendo atacada vehementemente por el clan Bolsonaro, intercambiando descalificaciones y mentiras reciprocas que ponen en serio peligro la unidad de la extrema derecha. Algunos analistas suponen que se va a producir una fractura irreconciliable entre estos sectores, augurando que el gran depositario y heredero del proyecto ultraderechista radicalizado es actualmente Marçal y no Bolsonaro. Los votos que obtendría el primero ya erigido como un candidato díscolo del bolsonarismo, representa el declinio del ex capitán como líder de la facción ultraderechista dentro del escenario político brasileño.

El riesgo para Bolsonaro y sus seguidores es que, si la ascensión de Marçal se mantiene al acelerado ritmo de las últimas semanas y en ese caso triunfe en las próximas elecciones municipales, su nombre se puede transformar en el representante y abanderado de los electores que comparten el ideario de extrema derecha que hasta ahora ha liderado el ex capitán. De esta manera, Pablo Marçal, el “exitoso” empresario de las redes y del coaching puede constituirse, a partir de ahora, en la carta ganadora de los grupos radicalizados que no cuentan con el ex presidente inelegible para aspirar a retomar la batuta del poder en 2026. Ello va rediseñando el campo de disputas en la ultraderecha y socavando las bases sobre las que se apoya Bolsonaro que viene anunciando, cada vez con mayor ímpetu, que dicho convidado a la fiesta se ha transformado en una persona non grata.

sexta-feira, 23 de agosto de 2024

Vigencia de George Orwell

Rodrigo Larraín
El Pensador

George Orwell fue un socialista simple que no se enredó en disputas exegéticas del marxismo ni en presumir de experto en el pensamiento de Marx

Cada cierto tiempo, la figura de George Orwell vuelve a aparecer nítida ante nuevos fenómenos que surcan el rostro de nuestra sociedad contemporánea. En Europa occidental se recuerda y celebra permanentemente a pensadores recientes, como fue el novelista británico, Chesterton, Waugh o Belloc, más otros agudos que llevaron el sentido común hacia extremos muy certeros y novedosos. Así que podemos preguntarle a Orwell por nuestro tiempo.

Un tema que está tratado en la novela “Que no muera la aspidistra” es su oposición al aborto; pero sin duda “1984” y “Rebelión en la Granja” tienen un valor civilizacional. En “1984” plantea una ingeniosa y mordaz crítica a los regímenes totalitarios brutales como fueron el nazismo y el comunismo stalinista. En la actualidad los totalitarismos son más bien fascismos soft. Aparte de unos regímenes entre risibles y horrorosos, como el de Corea del Norte, sigue vigente la lógica del control, ya no de campos de concentración, pero sí del secuestro de la verdad, lo que llamamos “lo políticamente correcto”.

Hay otros totalitarismos, lejanos del decorado de la Segunda Guerra Mundial, pero siguen con las ideologías rampantes, y un núcleo de poder en el partido y en la policía secreta, entre otros adornos aún vivos; se conserva también el doble pensar. Porque no necesariamente es el partido único y la situación de la Guerra Fría, es decir, todo aquello con lo cual discuten los ingenuos; no, lo importante es que la realidad queda reemplazada por la ideología.

Este reemplazo se caracteriza, fundamentalmente, por la sustitución total de la realidad por la ideología, la omnipotente ideología, devenida en sistema ideológico oficial. Es un mundo artificial. De ahí la predilección por la tecnocracia antes que por las humanidades y las ciencias. Es una ideología tosca, llena de costuras y parches por donde escapan las ideas originales antes de su mutación a otra ideología, pero lo que queda es burdo y sólo útil para la opresión.

Orwell hace una dura crítica a la obsesión por el progreso -no necesariamente por la modernidad- y por ello acuso al socialismo real de traición. Para la lengua totalitaria fue un hereje y un renegado; pero sólo fue un hombre decente.

Orwell, junto a otros, denunció que el socialismo existente en los países era una falsificación artificial impuesta por el Gran Hermano, la Rusia stalinista. Lo hace extraordinariamente, con dureza e ingenio en “1984”. El protagonista, Winston Smith, es un resignado a la ideología y, si bien sospecha, decide rendirse prácticamente durante todo el libro.

El paralelo que muestra este libro con los tiempos actuales es sorprendente: la nueva lengua distorsionadora de la realidad conocida antes de la revolución totalitaria, ahora es reemplazada por la corrección política. Pero no es un lenguaje correcto -en tanto referido a una forma de verdad- sino una dominación del lenguaje para dominar el pensamiento.

Hoy, cuando se habla tanto de montajes, el lenguaje en un modo políticamente correcto, no es la subversión revolucionaria del lenguaje para liberar de la opresión de nada, es un lenguaje enmascarado del significado de siempre de las palabras, una manipulación.

Orwell es un socialista, pero ante todo es profundamente liberal, es una persona que reflexiona libremente -como siempre lo hizo en su corta vida- porque ve que el totalitarismo no conducirá nunca a una sociedad socialista, al igual que la escuela crítica, siendo un poco pesimista tiene esperanzas de recuperar el socialismo. Por eso es tan absurdo acusar a la escuela crítica de ser los precursores de la actual izquierda reaccionaria o woke.

Al revés, George Orwell fue un socialista simple que no se enredó en disputas exegéticas del marxismo ni en presumir de experto en el pensamiento de Marx. Se comprometió -incluso arriesgando su vida en el Ejército republicano en la Guerra Civil española- en la lucha contra la miseria y las verdaderas desigualdades.

Toda la obra de Orwell es valiosa, aparte de “1984”, está “Rebelión en la Granja”, “Homenaje a Cataluña” y “Que no muera la aspidistra”, entre otras. Murió en 1950 de tuberculosis a sus 46 años. Su nombre real era Eric Blair y había nacido en Birmania (colonia británica). Vale la pena leerlo en estos días grises.

quarta-feira, 21 de agosto de 2024

El conflicto de poderes y la parálisis gubernamental


Fernando de la Cuadra
Socialismo y Democracia

Esta semana se reunieron representantes de los Tres Poderes de la República para analizar el caso de las llamadas enmiendas presupuestarias impositivas. Las actuales enmiendas al presupuesto de la Nación, son una figura espuria heredada del gobierno anterior (el presupuesto secreto y las enmiendas expeditas o Pix) en el cual los miembros del legislativo pueden obtener recursos del Estado a través de una solicitud que tiene carácter de urgente y que destina recursos para obras o acciones que nadie conoce. No es necesario informar el beneficiario de estos recursos y quien solicita el beneficio. Es una caja negra de la corrupción, que permite que legisladores coludidos con gobernadores y alcaldes hagan uso arbitrario e improcedente del erario nacional sin prestarle cuentas a nadie, ni al Ejecutivo, ni a la justicia ni a los ciudadanos.

Para tomar la decisión de suspender dichas enmiendas, el ministro del Supremo Tribunal Federal (STF), Flavio Dino, argumentó que presupuesto impositivo no debe ser confundido con presupuesto arbitrario y que es un deber del Poder Ejecutivo verificar de modo transparente si las enmiendas se encuentran aptas para su ejecución conforme a los requisitos técnicos. La resolución del ministro Dino fue posteriormente ratificada por la unanimidad de los miembros del STF, lo cual terminó deflagrando la crisis entre los tres Poderes.

En la citada reunión se decidió que este tipo de enmiendas podrían ser retomadas por los parlamentarios en los próximos días, pero ahora con la exigencia de que ellas se acojan a los criterios de transparencia y rastreabilidad. En el acuerdo firmado entre las partes se señala que tales enmiendas continuarán con su carácter impositivo, es decir, el gobierno tendrá la obligación de efectuar las transferencias desde los fondos fiscales, aunque ahora con la salvedad de que se expongan con mayor claridad las formas de garantizar el control, la rastreabilidad de los proyectos y el cronograma para la distribución de esos recursos, todo bajo la supervisión del Tribunal de Cuentas de la Unión (TCU). El problema continúa residiendo en el hecho de que los valores de estas enmiendas siguen siendo muy altos y los mecanismos de fiscalización para la ejecución del gasto en cada localidad, son hasta ahora bastante ambiguos.

Esta crisis en torno a las enmiendas parlamentarias del presupuesto es la renovación de un conflicto que se arrastra por mucho tiempo y que dice relación con las prerrogativas que se ha auto conferido el Congreso para decidir en qué se gasta el dinero público y que modelo de pago de las enmiendas debe ser adoptado en el futuro. Se calcula que los recursos entregados por esta vía representan aproximadamente un cuarto de todo el gasto discrecional (no obligatorio) realizado por el gobierno Federal.

Si comparados con el resto de los países del bloque de la OCDE –del cual Brasil aspira a ser miembro activo-, este es el único país que permite que el legislativo defina que se va a hacer con una parte del presupuesto, pues el padrón en la mayoría de los países del grupo supone que el presupuesto es típicamente una función del Ejecutivo. El importante porcentaje obtenido actualmente por el Congreso para financiar las “necesidades” de sus miembros, es una expresión directa del enorme poder que ha ido adquiriendo el legislativo en los últimos años. No por casualidad, muchos especialistas señalan que lo que existe actualmente en Brasil es un parlamentarismo camuflado, con el gobierno y el poder judicial tratando –muchas veces infructuosamente- de poner contrapesos y barreras a dicho poder.

Debido a las características del sistema presidencialista vigente en el país, desde la redemocratización se ha producido el fenómeno de que los presidentes casi nunca poseen mayoría en el Congreso. Por lo mismo, deben realizar pactos con otros partidos que les permitan gobernar e implementar las políticas públicas necesarias para llevar adelante sus respectivos programas. Estas políticas y los presupuestos correspondientes deben ser viabilizadas por medio de grandes acuerdos con una base que le otorgue la mayoría, aunque esta mayoría sea generalmente inestable y gelatinosa. Además, el mayor problema de dicho esquema de búsqueda de sustento en las votaciones para impulsar los proyectos del gobierno, consiste en que esos “partidos de conveniencia” tienen una gran capacidad de veto que permiten el abuso de poder y representan un estímulo para la corrupción y la extorsión a cambio de la mantención de las supuestas lealtades.

Esto genera un verdadero estrangulamiento de la capacidad del Poder Ejecutivo para implementar las políticas públicas y definir las prioridades del gasto, pues él estará siempre a merced de los intereses de los conglomerados y bancadas (evangélicas, ruralistas, empresariales, de seguridad, de salud), de los partidos fisiológicos de la coalición o de los intereses particulares de cada diputado o senador, que necesita transferir recursos de la Unión para proyectos parroquiales de su corral electoral como una estrategia para mantenerse en el parlamento.

Ello ha significado un congelamiento de las acciones del gobierno y una reducción expresiva del gasto social, pues descontando los gastos obligatorios de su presupuesto (salarios de funcionarios, previsión social, gastos administrativos) el ejecutivo cuenta con muy pocos recursos presupuestarios para orientarlos hacia las prioridades y necesidades más urgentes de la Nación. Y el debate sobre cómo reducir aún más la máquina pública sigue estando entre las prioridades levantadas por el Ministro de Hacienda, Fernando Haddad, el cual utiliza el argumento de optimización en la asignación del gasto para justificar los recortes aplicados a Programas antes emblemáticos del Gobierno del PT, tales como Bolsa Familia, Minha Casa-Minha Vida, Sistema Único de Salud, Farmacia Popular o Cisternas para el Semi-arido.

En un contexto de empoderamiento sostenido del Legislativo, el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, se viene comportando como un verdadero capo mafioso, condicionando el soporte de sus pares a través del control férreo que tiene sobre los dineros emanados del modelo de enmiendas en vigor. Los diputados saben que, para obtener los fondos necesarios para ejecutar obras en sus respectivos corrales electorales, tienen necesariamente que contar con el beneplácito de este personaje tenebroso que manda y desmanda en los espacios confortables del Congreso. Por lo menos, con la crisis desatada entre los Tres Poderes durante este último periodo, se nos presenta la posibilidad de aspirar a que las instituciones democráticas sean capaces de superar esta grave falencia del sistema político brasileño que compromete significativamente el futuro del país y de su pueblo.

segunda-feira, 19 de agosto de 2024

A triste (im)potência dos super-ricos


George Monbiot
The Guardian

Súbito e bruto, o iate invadiu as águas e investiu contra os golfinhos. Intuí o gozo do piloto; a compulsão por velocidade, ruído e ego. É preciso suprimir os muito ricos e seu vazio medonho, por um mundo de frugalidade privada e luxos públicos.

Em uma manhã calma e bonita na costa do sul de Devon, na semana passada, eu estava observando um pequeno grupo de golfinhos do meu caiaque. Eu os havia avistado a 800 metros de distância, alimentando-se e brincando na superfície. Estavam vindo em minha direção; me sentei na água e esperei.

Mas, ao contornar o promontório, surgiu em velocidade máxima um gigantesco wankpanzer marítimo bimotor. Embora os golfinhos estivessem bem visíveis e houvesse muito tempo para parar ou evitá-los, ele avançou em direção a eles a toda velocidade. Ao passar, evitando-os por alguns metros, o piloto virou-se e olhou para eles, mas não controlou a velocidade. Os golfinhos mergulharam. Reapareceram brevemente, bem mais longe da costa, e depois disso não mais os vi. Pude ouvir o barco muito depois de ele ter desaparecido: parecia um avião a jato. Só Deus sabe o sofrimento que ele pode ter causado aos golfinhos, altamente sensíveis ao som.

Fui dominado por duas sensações. Uma, obviamente, foi de repulsa. A outra foi de perplexidade: onde está a alegria? Se há uma coisa que quase todo mundo ama e – se tiver sorte – gosta de ver, são os golfinhos. Não conheço ninguém que não queira parar e observar. Embora eu já tenha tido essa sorte dezenas de vezes, por estar sempre no mar, nunca deixo de achar emocionante. A euforia permanece comigo por semanas.

Mas para o piloto daquele barco, ao que parecia, o mar era apenas uma estrada para correr em direção ao horizonte. Isso me fez lembrar de algo que já vi muitas vezes: o efeito amortecedor da riqueza. Para possuir e operar um barco de 35 pés desse tipo, é preciso ser extremamente rico. Ele é vendido por cerca de £ 300 mil [R$ 2,1 milhão], além dos custos extraordinários de atracação, garagem no inverno, manutenção e combustível. Tanto dinheiro não seria para comprar prazer? Se não, qual é o objetivo?

A riqueza extrema pode prejudicar seriamente o prazer. Como Michael Mechanic documenta em seu livro, Jackpot, há dois grupos de pessoas que precisam pensar em dinheiro o tempo todo: os muito pobres e os muito ricos. Uma riqueza imensa o possui tanto quanto você a possui: administrá-la torna-se um trabalho de tempo integral. Você não sabe em quem confiar; pode começar a imaginar que seus amigos não são amigos de fato; isso pode dominar e envenenar seus relacionamentos familiares. Isso pode esvaziá-lo social, intelectual e moralmente.

Mas acho que pode haver um outro aspecto corrosivo da riqueza que não foi amplamente discutido. A grande riqueza nivela o mundo. Se você pode ir a qualquer lugar e fazer qualquer coisa, tudo está aquém do horizonte. Você ultrapassa rapidamente o local e o particular, em direção a um ideal de luxo que aumenta infinitamente: a melhor marina, o iate maior, o jato particular, a supercasa. O horizonte da satisfação pode recuar diante de você. O lugar não tem significado, a não ser como um cenário que pode impressionar os amigos em quem você não confia mais. Mas quem se impressiona com dinheiro não merece ser impressionado.

Também parece haver uma conexão entre velocidade, ruído e ego. Deve haver algo não resolvido em uma pessoa que sente a necessidade de encher o céu de barulho e chamar a atenção de todos por quem passa, seja na estrada ou na água. E sim, quase sempre é um “ele”. Estudos mostram uma associação entre conceitos tradicionais de masculinidade, velocidade e direção perigosa. Não é de surpreender que as tentativas de restringir o comportamento ao volante, como radares de velocidade e bairros com pouco tráfego, tenham se tornado temas tão potentes nas guerras culturais, animadas por supostas ameaças aos papéis tradicionais de gênero e às relações de poder.

Ao viajar de caiaque, percorro menos mar e preciso ficar mais perto da costa do que as pessoas que passam correndo em barcos a motor. Mas tenho uma intimidade de conexão com os lugares e os sistemas vivos que me cercam, com os sons da natureza, com sinais sutis demais para serem vistos em alta velocidade – enguias salpicando a superfície, as barbatanas dorsais do robalo perseguindo-as, groselhas-do-mar holográficas suspensas na coluna d’água, búzios comendo ascídias-estrela nas rochas expostas em águas baixas – da qual eles provavelmente serão privados. Não consigo imaginar que o dispersor de golfinhos estivesse se divertindo mais em seu megafone de R$ 2,1 milhões do que eu em meu caiaque, comprado de segunda mão por 300 libras [R$ 2,1 mil]. Por quê? Porque não consigo imaginar uma alegria maior do que a que sinto no mar.

Já conheci algumas pessoas muito ricas. Algumas são animadas, curiosas e engajadas, mas entre as outras tenho notado repetidamente a mesma coisa: um embotamento de espírito. Há uma sensação de que nada é suficientemente estimulante para prender sua atenção; que elas perderam a capacidade de se maravilhar. Aquele barco barulhento proclamou que seu proprietário estava entre os vencedores. Mas como se pode chamar alguém que não consegue apreciar a visão dos golfinhos, se não um perdedor?

Em nome da fantasia da transcendência, da fuga da conexão com outras vidas, estamos queimando nossos sistemas de suporte à vida. Consentimos com o sistema devorador da Terra e sugador de almas, a que chamamos capitalismo, porque acreditamos erroneamente que somos todos milionários, temporariamente restringidos. Um dia, nós também poderemos viver a vida sem aborrecimentos dos ultrarricos.

É surpreendente o quanto os sobrevalorizamos. No litoral, em Salcombe, um amigo pintor-decorador dedica grande parte de seu tempo à reforma interminável de segundas residências. Elas ficam vazias durante a maior parte do ano. Mas, segundo ele, seus clientes deixam o aquecimento ligado e, muitas vezes, também as luzes, para criar a impressão de que alguém está em casa. Há três anos, este distrito declarou uma crise de moradia, mas ainda assim permitimos que os muito ricos abocanhem as casas locais e as deixem vazias, enquanto queimam combustível como se não houvesse amanhã. Assim como o dono do barco dispersou os golfinhos, os muito ricos destroem comunidades, privam as pessoas de moradia e ameaçam, em última instância, nos expulsar do nicho climático humano, ou seja, a faixa de temperatura que nos permite viver.

Devemos buscar uma riqueza de comunidade, de conhecimento, de admiração, de vida, de amor: uma riqueza que não empobreça os outros. Não devemos buscar o luxo privado, mas a suficiência privada e o luxo público.

No entanto, à medida que bilionários vazios e raivosos financiam Donald Trump, podemos estar prestes a descobrir o quanto eles podem nos prejudicar. A democracia, a distribuição justa de recursos, a paz de espírito e um planeta habitável dependem da contenção do poder dos muito ricos: seu barulho, sua ocupação de nosso espaço comum e sua intrusão em tudo o que nos é caro.

sexta-feira, 16 de agosto de 2024

Cuidar en tiempos sucios: mujeres, cuidados y renta básica


Beatriz Durán
El Salto Diario

Se podría decir que el trabajo sucio representa aquello que se rechaza, es indecoroso, y no es un asunto de las personas más “respetables”.

Cuando hablamos de trabajo sucio nos pueden venir a la mente algunas palabras: pringoso, mugriento, repugnante y desagradable. Se podría decir que el trabajo sucio representa aquello que se rechaza, es indecoroso y que no es un asunto de las personas más “respetables” de una sociedad. La gente de bien, las personas con poder han delegado desde siempre los trabajos sucios a la parte de la sociedad más invisibilizada. En este caso, el trabajo sucio recaería en el sector más vulnerable y con menos privilegios socioeconómicos. Cabe destacar que los trabajos sucios -denominados de esta forma por las nuevas tendencias sociológicas- son estigmatizados a nivel social y son necesarios para que la sociedad siga su curso.

Los trabajos sucios -según Eyal Press- demarcan una clase segregada y en gran medida invisibilizada por la sociedad. De hecho, donde realmente quedó claro que el funcionamiento de la sociedad está en manos de trabajadoras/es invisibles, fue en la pandemia: el sector más privilegiado de la sociedad -que podía trabajar desde casa- dependía de millones de personas con sueldos precarios y a los cuales no se les permitió dejar sus trabajos y cuidar de su salud.

Las personas que ejercen trabajos sucios son atrapadas por los mismos sin tener ninguna alternativa más allá del trabajo. Las labores que nadie quiere hacer, se aferran a un orden social donde unos se desvinculan de estas responsabilidad, mientras recae sobre otras/os que se ocupan del trabajo pesado todos los días. El estilo de vida de muchas personas (la comida que comemos, los coches que conducimos) se sustentan en el trabajo sucio. Resulta perverso también que a estas personas con menos oportunidades, cuando solo les queda la posibilidad de dedicarse a estos trabajos, se las culpabilice de ello con frecuencia.

Es curioso como la cuestión del “trabajo sucio” comparte ciertos “vínculos” con respecto al dilema de los cuidados. Desde un principio hay que dejar claro que los cuidados son esenciales, pero no por ello debemos olvidar que son invisibilizados. La cuestión de los cuidados revela algo fundamental de nuestra sociedad: las mujeres son las encargadas de velar por el bienestar y el cuidado “las que hacen el trabajo sucio”. Los cuidados, desde una visión alternativa como la de Eyal Press, podrían ser confundidos con “trabajo sucio”, sin embargo esta visión degradante no tiene nada que ver con las prácticas de acompañamiento, la atención y la ayuda a las personas que lo necesitan.

Cuidar versus trabajo sucio

Es relevante decir que hay una serie de responsabilidades con respecto a los cuidados que deben ser asumidas de manera colectiva e individual. Como refiere Victoria Camps hay que reconocer que existe un deber de cuidar y también a ser cuidados sin excepciones. Por tanto, la base para no confundir trabajo sucio con los cuidados, reside en no contraponer los mismos a la justicia. Desde esta visión de los cuidados prima el principio de igualdad, en el sentido de que los cuidados siempre deben ser corresponsables y acabar con las dominaciones de todo tipo.

No hay que olvidar que los cuidados son algo muy valioso, por tanto deberían estar en el foco de atención no solo de la sociedad sino también del sistema económico. Los cuidados se devuelven en la vida reproductiva y a nadie se le pasa por la cabeza pagar o retribuir por esta serie de actividades que no cotizan en bolsa. En este sentido, existen trabajos de cuidados por los que algunas personas pueden pagar -externalizar- y por los que otras solo pueden batallar cada día para cubrirlos. Aquí es donde la palabra justicia debería ser inseparable de los cuidados, ya que como expresa Carol Gilligan: “ el cuidado es un valor tan importante como la justicia”.

Las mujeres se “manchan las manos” con una serie de tareas diarias, debido a la falta de servicios colectivos de cuidado y de la participación de una parte de la sociedad en las actividades domésticas. Sin embargo, los cuidados son un derecho universal que debe ser protegido y por esto, los cuidados deben ser repartidos.

Cuidar lo que no importa

Cuando se habla de cuidar, también se está hablando de atención, y sobre todo de tiempo. Para cuidar, por tanto, hace falta mucho tiempo y dedicación a las personas que lo necesiten. Un tiempo valioso que no se paga con nada y que recae de forma directa en las mujeres. Aún está pendiente una redistribución de las tareas de cuidados que no frenen el desarrollo de la vida de las mujeres. Como expresa Victoria Camps, una redistribución en los tiempos dedicados a los cuidados consiste en “la posibilidad de dedicar tiempo indistintamente al trabajo productivo y a ese otro trabajo que no se considera rentable económicamente”.

Así es cómo se arroja la pregunta de cómo debería cambiar la distribución de los trabajos para que los cuidados sigan siendo un derecho universal. De la misma forma, y como rechazo a lo que significa el trabajo para muchas mujeres bajo la precariedad y abuso, el cuidado debería desligarse del trabajo para darle un nuevo sentido y otro tipo de distribución corresponsable y democrática. La opción podría radicar en un nuevo escenario donde el trabajo productivo pase a segundo plano y las personas puedan tener más tiempo para cuidar de manera corresponsable y también de sí mismas.

Por tanto, desde el viejo modelo de cuidados, hasta pasar a uno nuevo, donde las mujeres tengan más poder de decisión, se hablan de propuestas como una Renta básica incondicional. El objetivo de una RBI sería fomentar la dedicación a una experiencia humana fuera de la precariedad laboral o la incertidumbre económica generada por el actual mercado laboral. Y esta experiencia fuera del trabajo, podría ser la de empezar a reconocer la vida, a las personas de nuestro entorno y cuidar de ellas de manera sostenible.

De esta manera, no se debe hablar de cuidados sin hablar de corresponsabilidad y el desarrollo de políticas conciliadoras. Porque el objetivo de cualquier sociedad libre y democrática debe ser repartir las tareas de cuidados, para que dejen de estar en el centro de las desigualdades, y sí en el centro de la vida de todas las personas.