quinta-feira, 27 de fevereiro de 2014

Entre el capitalismo y la ecología

Daniel Mathews Carmelino
Quemanta

En las Conferencias Internacionales sobre Desarrollo Sostenible un tema que está lamentablemente ausente es el de la adaptación de nuestros sistemas económicos a los cambios climáticos. Pareciera que las distintas oficinas de las Naciones Unidas caminan por carriles paralelos, nunca se encuentran. Y sin embargo la realidad es una misma y no habrá más desarrollo si no nos fijamos en los informes sobre calentamiento global. Algo hay que hacer. La gran pregunta que anima el artículo es ¿Puede un gobierno ser capitalista y defensor de la ecología al mismo tiempo? Para eso le doy una mirada a las políticas de Perú, Colombia, Bolivia y Ecuador.

En los cuatro casos se han dictado una serie de disposiciones legales e incluso constitucionales que pretenden proteger la naturaleza. En los cuatro se han desarrollado procesos de cambios que deberían haber potenciado estas políticas. El Perú logro derrotar la dictadura de Fujimori y comenzó un proceso de “transición a la democracia” que incluye la prisión del dictador. Ecuador, Bolivia, Colombia, han tenido importantes cambios constitucionales que incluyen artículos con contenido ecológico. Y sin embargo vemos en los cuatro que el extractivismo está ganando la batalla.

El nuevo siglo se inició en el Perú con un Gobierno de Transición, al ser declarado con incapacidad moral el Presidente Alberto Fujimori, por haberse fugado del país en medio de una grave crisis política. Durante el corto periodo de ocho meses de gobierno de Valentín Paniagua, se restableció el estado de derecho en el país, se logró estabilidad política y respeto a la institucionalidad democrática. Alejandro Toledo, luego de un proceso electoral democrático, se convirtió en el presidente del Perú para el periodo del 2001 al 2006.

El 2005 se dictó la Ley General del Ambiente que establece los principios y normas básicas para el efectivo ejercicio del derecho constitucional al ambiente saludable, equilibrado y adecuado para el pleno desarrollo de la vida. Regula la gestión del ambiente y sus componentes en el Perú, y estipula la aplicación de medidas de adaptación y mitigación para eliminar o controlar las causas que generan la degradación ambiental. El 2008 se crea el Ministerio del Ambiente con el fin de aplicar políticas acordes con dicha ley y los compromisos internacionales adquiridos.

Y sin embargo son cada vez más los espacios agrarios que pasan a convertirse en zonas mineras. En un país que en los años 60 produjo una importante reforma agraria que puso las tierras en manos de quienes la trabajan esto ha significado un constante enfrentamiento entre la política extractivista del gobierno y el movimiento social: 12 muertos durante el gobierno de Alejandro Toledo, 67 durante el segundo gobierno de Alan García y 27 muertos durante el gobierno Ollanta Humala.

Bolivia es un país que resulta importante por varias razones. Tiene un gobierno que resulta de luchas ambientales y que corresponde al liderazgo del cocalero Evo Morales. Tiene una actitud de mayor independencia frente al mercado internacional. Promueve mayor inversión social, cambios institucionales que favorecen la participación ciudadana y fortalecimiento del Estado. Ha elevado el Buen Vivir a categoría constitucional lo que supone una relación más positiva entre los seres humanos y entre estos y la naturaleza. Por último hay que destacar el liderazgo mundial que dio lugar a su momento más destacado: la Cumbre de Cochabamba de 2010.

A fines de la década del 2000, e inicios de la siguiente, los temas de cambio climático ocuparon un lugar central en la agenda política del país, de la mano del presidente Evo Morales, para quien es central la interpelación a las causas estructurales del cambio climático y la demanda a los países desarrollados a reducir sus Gases de Efecto Invernadero (GEI) en sus fuentes domésticas y no a través de los mecanismos financieros de mercado.

El 2013 sin embargo estuvo marcado por el conflicto de la carretera TIPNIS. Se trata de un proyecto de unir el Pacifico con el Atlántico y que sin embargo afecta a un país que hace más de un siglo reclama su salida al mar. Evidentemente los beneficiados son Chile y Brasil. Pero también hay intereses Bolivianos, nuevamente relacionados a la política extractivista. En el plano de la institucionalidad del cambio climático, se genera el debilitamiento progresivo del Programa Nacional de Cambio Climatico hasta su cierre en 2012, así como el cierre del Mecanismo Nacional de Adaptación al Cambio Climático en 2011.

En Colombia desde finales de la década del ochenta, la economía ha venido siendo objeto de una significativa diversificación hacia la superación del modelo mono exportador del café, por uno que incluye múltiples productos primarios, mediante el auge de industrias extractivas (minerales e hidrocarburos), manufacturas y prestación de servicios. Todo a partir de la implementación del modelo económico neoliberal impulsado por el Consenso de Washington de 1989.

Si bien la Constitución Política de 1991 no contiene disposiciones que aludan directamente al cambio climático, si contempla un amplio catálogo de normas en materia ambiental y reconocimiento de la diversidad cultural. A esto se suma la Ley 99 de 1993, que creó el sistema nacional ambiental y reconoció los principios de la Declaración de Río de Janeiro de 1992 —sobre medioambiente y desarrollo— como principios orientadores de la política. Además, el desarrollo jurisprudencial de la Corte Constitucional, en particular en materia de derechos ambientales y la protección de los territorios, han hecho de Colombia un país bandera en esta materia.

Algunas organizaciones de la sociedad civil, con experticia en materia de cambio climático y áreas prioritarias para la conservación, decidieron formar una Mesa para apoyar las iniciativas del gobierno. Además, participaron en la realización conjunta de talleres de información y diálogo temprano con pueblos indígenas y comunidades afrocolombianas. Lastimosamente las recomendaciones y estrategias formuladas por la Mesa prácticamente se quedaron en la mesa, por no tener la capacidad de articularse con sectores gubernamentales.

Colombia es, de los cuatro, el país con menos preocupación ambiental. En la actualidad, la economía del país se encuentra en un proceso dirigido a alcanzar mejores niveles de competitividad, lo cual se acompaña de la flexibilización de la normatividad ambiental y la no definición de salvaguardas socioambientales.

La Constitución de la República que actualmente rige la vida jurídica del Ecuador es fruto de un proceso profundo de cambios en la estructura institucional del Estado, que inició en septiembre de 2007 con la inauguración de los trabajos de la Asamblea Constituyente de Montecristi, y que culminó con la promulgación de la nueva Constitución en octubre de 2008 luego de su aprobación mayoritaria en referéndum. El nuevo texto constitucional incorpora tres pilares fundamentales sobre los que sustenta su visión de país. Los tres resultan de gran relevancia en relación a la naturaleza, la diversidad cultural y los derechos vinculados a ellas: el buen vivir o sumak kawsay, el reconocimiento de derechos a la naturaleza y el carácter plurinacional del Estado ecuatoriano. Con respecto al cambio climático, la Constitución establece que el Estado adoptará medidas adecuadas y transversales para la mitigación del cambio climático, mediante la limitación de las emisiones de gases de efecto invernadero, la deforestación y la contaminación atmosférica; además, tomará medidas para la conservación de los bosques y la vegetación, y protegerá a la población en riesgo (art. 414).

Y sin embargo la iniciativa más atrevida del gobierno ecuatoriano muestra claramente sus límites. Se trata del compromiso del país para mantener indefinidamente inexplotadas las reservas de 846 millones de barriles de petróleo en el campo ITT (Ishpingo-Tambococha-Tiputini), equivalentes al 20% de las reservas del país, localizadas en el Parque Nacional Yasuní en la Amazonía ecuatoriana. Pero es un compromiso condicionado a lo que haga la banca mundial. El Presidente Correa propuso que la comunidad internacional contribuya financieramente con al menos 3.600 millones de dólares, equivalentes al 50% de los recursos que percibiría el Estado en caso de optar por la explotación petrolera. Como la comunidad internacional no ha respondido el gobierno ecuatoriano piensa pasar por encima de los artículos que hablan de los derechos de la naturaleza, que prohíben la deforestación y que protegen a las comunidades en aislamiento voluntario.

En resumen: no puede haber cambio social que no pase por la ruptura con el capitalismo. Los intentos han sido saludables. Las propuestas de defender la naturaleza están ahí y seguramente son honestas. Pero no bastan. Y ya en los cuatro países los pueblos han comenzado a andar en la dirección del ecosocialismo. En esa dirección nos apuntamos.

segunda-feira, 24 de fevereiro de 2014

La geopolítica del cisma en Ucrania

Immanuel Wallerstein
La Jornada

Ucrania ha estado sufriendo un profundo cisma interno por algún tiempo ya. Éste amenaza con convertirse en una de esas feas guerras civiles que están ocurriendo en más y más países. Las fronteras de la Ucrania actual incluyen una grieta oriente-occidente que es lingüística, religiosa, económica y cultural, y cada bando es cercano a 50 por ciento del total.

El gobierno actual (que se supone dominado por la mitad oriental) es acusado de corrupción y autoritarismo por el otro bando en manifestaciones publicas. No hay duda de que esto es cierto, por lo menos en parte. Sin embargo, no queda claro que un gobierno dominado por la parte occidental pudiera ser menos corrupto o menos autoritario. En cualquier caso, el punto se propone internamente en términos geopolíticos: ¿debe Ucrania ser parte de la Unión Europea o tejer fuertes vínculos con Rusia?

Es, por tanto, quizá inesperado que YouTube muestre ahora una filmación donde la secretaria de Estado adjunto de Estados Unidos para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, Victoria Nuland, discutiendo la estrategia política estadunidense sobre Ucrania vis-à-vis con el embajador de Estados Unidos. En esta cinta, la señora Nuland plantea el punto como una pugna geopolítica entre Estados Unidos y Europa (y más en particular Alemania). Es capturada en la diatriba al momento de decir: que se jodan los europeos –los europeos, no los rusos.

Antes de proceder con el análisis, ofrezcamos un poco de compasión hacia todas las personas importantes del momento. En años recientes ha habido mucha discusión acerca de la pérdida de privacidad en las comunicaciones. Pero esta discusión siempre ha estado relacionada con la gente común que es objeto del espionaje de los gobiernos, en particular la Agencia de Seguridad Nacional estadunidense (NSA, por sus siglas en inglés). Sin embargo, parece que esta pérdida de privacidad ahora se extiende a gente como la señora Nuland. Hay mucha especulación acerca de quién intervino su conversación y quién la tornó viral en el YouTube. El punto es que la pobre señora Nuland ya no está a salvo al decir nada –o al menos nada que ella no quiera que el mundo entero sepa.

Echemos un vistazo a quién es Victoria Nuland. Ella es una superviviente de la clíque neoconservadora que rodeaba a George W. Bush, en cuyo gobierno ella servía. Su marido, Robert Kagan, es uno de los ideólogos mejor conocidos del grupo de neoconservadores. Es interesante entender qué está haciendo alguien como ella en una posición clave dentro del Departamento de Estado de la presidencia de Obama. Lo menos que él y el secretario de Estado John Kerry hubieran podido hacer era retirar a los neoconservadores de un papel así.

Ahora, recordemos cuál fue exactamente la línea neoconservadora en Europa durante los días de Bush. El entonces secretario de Estado, Donald Rumsfeld, fue famoso por decir de Francia y Alemania que eran la vieja Europa en contraste con lo que él consideraba la nueva Europa, es decir, países que compartían los puntos de vista de Rumsfeld entorno a la inminente invasión de Irak. Para Rumsfeld, la nueva Europa eran Gran Bretaña, especialmente, y Europa centro-oriental, los países que fueron alguna vez parte del bloque soviético. La señora Nuland parece tener esa misma percepción respecto de Europa.

Entonces déjenme proponerles que Ucrania es meramente una excusa conveniente o específica para una división geo-política mayor que no tiene nada que ver con su cisma interno. Lo que acosa a los Nulands de este mundo no es la absorción putativa de Ucrania por Rusia –una eventualidad con la que ella podría vivir. Lo que la acosa a ella y a quienes comparten sus puntos de vista es una alianza geopolítica de Alemania/Francia y Rusia. La pesadilla de un eje París-Berlín-Moscú ha amainado un poco desde su clímax en 2003, cuando los esfuerzos estadunidenses de hacer que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas respaldara la invasión de Irak de 2003 fueron frenados por Francia y Alemania.

La pesadilla amainó un poco, pero sigue acechando justo bajo la superficie, y por alguna buena razón. Una alianza así tiene mucho sentido geopolítico para Alemania/Francia y Rusia. Y en geopolítica, lo que tiene sentido es una restricción a la que no puede afectarle mucho insistir en diferencias ideológicas. Las opciones geopolíticas pueden torcerse por parte de los individuos que ostentan el poder, pero la presión ejercida por los intereses nacionales de largo plazo permanece fuerte.

¿Por qué tiene sentido un eje París-Berlín-Moscú? Hay buenas razones. Una es el viraje de Estados Unidos hacia un Pacífico-centrismo, lo que remplaza su larga historia de Atlántico-centrismo. La pesadilla de Rusia, como la de Alemania, no es una guerra China-Estados Unidos, sino una alianza China-Estados Unidos (una que incluyera a Japón y a Corea también). La única manera que tiene Alemania de disminuir esta amenaza a su propia prosperidad y poder es una alianza con Rusia. Y su política hacia Ucrania muestra precisamente la prioridad que le otorga a resolver los asuntos europeos incluyendo a Rusia, en vez de excluirla.

En cuanto a Francia, Hollande ha estado intentando encantar a Estados Unidos actuando como si fuera parte de la nueva Europa. Pero desde 1945 el gaullismo ha sido la postura geopolítica básica de Francia. Presidentes supuestamente no gaulistas como Mitterrand y Sarkozy, de hecho han proseguido políticas gaulistas. Y Hollande descubrirá pronto que no tiene mucha opción, sino la de ser gaullista. El gaullismo no es izquierdismo, sino el entendimiento de que es Estados Unidos lo que amenaza el papel geopolítico de Francia, y que Francia tiene que defender sus intereses abriéndose a Rusia para contrabalancear el poder de Estados Unidos.

¿Quién ganará este juego? Eso sigue por verse. Pero Victoria Nuland se asemeja un poco al rey Canuto al ordenarle a los mares que amainen. Y los pobres ucranianos pueden descubrir que son forzados a coser sus heridas internas, les guste o no.