Giglia Vaccani
La Nación
Para el Premio Nacional de Ciencias y Nobel alternativo de Medicina, el casi bicentenario patrio está sorprendiendo a un chileno poco amoroso, competitivo, sin capacidad de reflexionar y nada de receptivo con los otros, es decir, más cercano de la tesis darwiniana de la “selección natural” que de la suya propia: “la deriva natural”. Pero él, cariñoso, nos entrega algunas herramientas para revertir la tendencia.
Para el Premio Nacional de Ciencias y Nobel alternativo de Medicina, el casi bicentenario patrio está sorprendiendo a un chileno poco amoroso, competitivo, sin capacidad de reflexionar y nada de receptivo con los otros, es decir, más cercano de la tesis darwiniana de la “selección natural” que de la suya propia: “la deriva natural”. Pero él, cariñoso, nos entrega algunas herramientas para revertir la tendencia.
Humberto Maturana (71), el biólogo y epistemólogo chileno más leído del mundo, pasará estas Fiestas Patrias bien alejado de las ramadas, las empanadas y la chicha. No lo hará por que reniegue, sino porque estará dictando su afamado taller “Otro cambio” en el marco de otra celebración, como son los 300 años de la fundación de la ciudad de Medellín, en Colombia, y donde su teoría del amor, la cooperación y el dialogar causan un interés que en Chile, por ahora, no se ha despertado.
-Profesor, ¿podemos considerar su tesis de la autopoiesis parte del patrimonio de estos 200 años?
-El tema de la autopoiesis es chileno, picunche, mapuche. Eso y la matriz biológica cultural son patrimonios intangibles.
-¿Fue o no un concepto inspirado en la observación de los chilenos?
-Absolutamente. Yo era ayudante en la clase de Biología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, entonces en mi trabajo de investigación, neurofisiológico y en mi docencia, yo desarrollé el concepto.
-Entremos al asunto. ¿Cómo ve al Chile de hoy, éste del bicentenario?
-(Silencio). Me atrevería a decir que en Chile estamos viviendo un momento histórico de mucha agresividad. Estamos muy centrados en la crítica, en la descalificación, en oponernos los unos a los otros. Estamos muy limitados en nuestra disposición a colaborar. Y el colaborar no se hace entre especialistas, entre los dueños de la verdad, entre relaciones de autoridad, sino en el mutuo respeto. La colaboración se hace cuando uno está dispuesto a escuchar al otro, sin prejuicios, sin exigencias. Uno también puede decir lo que piensa, y ser escuchado, sin generar tensión. Se puede hacer desde el entendimiento y, eso, es el amar.
-Esta falta de amor en que estamos los chilenos, ¿será parte de un proceso que obligadamente nos hará más amorosos?
-Diría que no porque lo natural es que seamos seres amorosos. Nacemos amorosos. El recién nacido está entregado a ser acogido, cuidado, a estar en la confianza con la mamá. Así nacemos usted, yo, (Eduardo) Frei, Sebastián Piñera, (Marco Enríquez) Ominami, la Presidenta (Michelle) Bachelet, el mendigo que está allá afuera o el bandido… todos. Y en este proceso, de crecer, esa confianza básica se ve traicionada con exigencias, expectativas, juicios, mandatos, se va encontrando restringido en el no ser visto.
-¿Entonces nuestra democracia está enviando señales de auxilio para ser más escuchada?
-Es parte del problema de los chilenos: hemos dejado de ser vistos, de vernos, porque estamos exigiéndonos unos a otros. La democracia se constituye cuando ocurre como un espacio fundado en el respeto, en la apertura, a la conversación, en hacer juntos en la colaboración. La democracia es un espacio de convivencia amorosa que surge intencionalmente porque uno quiere vivir así, allí uno es persona, no competidor; uno es un miembro de una comunidad, no un delincuente o teórico, allí uno puede generar conversación para tener un espacio de colaboración.
-Pero el Chile productivo de hoy obliga a salir a competir, a generar recursos, ¿cómo se hace entonces?
-La exigencia, lo que trae consigo es una ceguera. Por ejemplo, si yo le exijo a una persona que se comporte de una determinada manera no la veo. ¿Por qué tengo que exigirle?
-Porque lo que demanda este país para crecer es un sistema productivo a toda máquina...
-Claro, ese es el tema, que en tanto somos un sistema productivo, pensamos que lo que da orden, calidad al trabajo, es la exigencia. Y no es cierto, porque es la conciencia y la responsabilidad de que uno está haciendo bien las cosas. Uno va a ser serio y responsable en lo que hace en la medida que se siente bien en lo que hace, que se siente respetado, con posibilidad de reflexionar en un ánimo de cooperación. Fíjese que la democracia es el único espacio que se vive, en que uno es persona legítima, sin supuesto ni exigencias.
-¿La apatía de los jóvenes chilenos a votar es consecuencia de esta violencia nacional?
-La idea esa de que todos tenemos derecho a voto, en el fondo, lo que quiere destacar es que somos personas. No somos iguales pero somos equivalentes y, por lo tanto, nos podemos tratar con respeto. Lo que uno espera, cuando va a votar, es que en esa fila de votantes, los participantes de ese acto cívico, democrático, se comporten sin peleas ni exigencias… Si uno escucha hoy el tema de la elección, se plantea como una lucha electoral. Estamos luchando por ser distintos, estamos compitiendo por ser elegidos, y qué hacemos con ellos, los negamos. Nos atacamos, nos desvalorizamos, en vez de decir que lo que debemos hacer es de tal o cual naturaleza. Y en la medida en que salga elegido, voy a procurar hacer esto con toda la comunidad chilena, como una tarea para todos nosotros.
-¿Por eso la Presidenta Michelle Bachelet tiene tanta adhesión?
-Exactamente. Si no somos prejuiciosos con respecto a EEUU, lo que está haciendo el Presidente Barack Obama resulta bien interesante. Él presenta lo que hace como algo que debe convocar a todos. No a este u otro partido. No está ciego a las cosas que le preocupa a esa otra parte, sino que procurando armar espacios de colaboración.
-¿Y ve a algún candidato presidencial en esa parada hoy en día?
-No. Creo que en sus corazoncitos algunos lo piensan, pero si yo, honestamente, quiero ser un Presidente de este país, y quiero ser elegido democráticamente, sé que mi gobierno va a acoger las preocupaciones del otro grupo, no puedo pensar ah!!!, ahora sí que voy a abrir la lucha política con los otros. Quién gana, debe saber cuáles son los equilibrios para que, al ejercer, lo haga de una manera creativa, en la colaboración.
-Y la familia chilena, ¿está colaborando con ella misma?
-Pienso que no, porque hoy hay que luchar por la vida. La familia está confundiendo la diversidad, que permite la elección, con la competencia.
-Está difícil la vida familiar en este país…
-No. A usted le hacen pensar que así funciona. Las personas funcionan según las teorías que tienen. Si yo pienso que estoy compitiendo, negaré al otro.
-El Metro podría ser el mejor ejemplo nacional de esa competencia…
-Claro, subirse primero al Metro sin importarle qué le pasa al otro... pero también lo es vender mucho para que el otro quiebre, convertirme en el más grande para hacer a otros más chicos.
-¿Podría darnos a los chilenos alguna técnica para ser más amables?
-Diría que no es una técnica, pero sí un procedimiento: reflexionar. Hay que preguntarse: ¿me gusta vivir como estoy viviendo? ¿Qué estoy haciendo yo que estamos viviendo de esta manera?, si yo me doy cuenta que lo que estoy haciendo da como resultado la competencia, entonces me doy cuenta que soy yo el que tiene que cambiar. ¿Y de dónde lo voy a cambiar?, desde mi responsabilidad. Si soy una persona inteligente, capaz de escuchar a otro, si quiero hacerlo, debo reflexionar desde los fundamentos de lo que hago y quiero…
-¿Vale también si es otro el que me exige reflexionar?
-Cuando yo no estoy dispuesto a dialogar conmigo mismo, de las cosas que hago, quiere decir que no me tengo respeto. No tengo confianza en mí, tengo miedo a encontrar que las cosas que estoy haciendo no están bien hechas. Pero si tengo confianza, reflexiono.
-¿Y qué pasa con la arrogancia del chileno?
-La arrogancia es la falta de respeto por sí mismo. A veces uno está confiado en pensar que está haciendo las cosas bien pero no resultan como uno espera, entonces uno se puede preguntar por qué no resultan…
-Porque hay una selección natural, ¿puede ser?
-Fíjese que la deriva natural, a diferencia de la selección natural, abre el espacio de la colaboración porque se basa en el bienestar del vivir. La noción de la selección natural, en cambio, está basada en el competir. Por eso es tan importante destacar la competencia en la comunidad. Las consecuencias de ambas tendencias son totalmente distintas. Vi en televisión dos películas muy interesantes de Hitler: sus primeros períodos y su final. Si uno escucha bien, allí está todo el discurso de que los inferiores deben ser eliminados. Es el fundamento de la selección natural. No es el pensamiento de Darwin, sino aquello que el neodarwinismo valida. El que discrimina, considera al otro inferior.
-En ese sentido, ¿el aumento de grupos ecologistas, naturistas o vegetarianos en Chile podría ser muestra de que hay una tendencia a la deriva natural?
-No es que le pidamos a Dios espacio de colaboración en circunstancias en que, querámoslo o no, los seres vivos vivimos comiéndonos seres vivos, salvo las plantas. Si uno está comiendo un pedazo de carne, no es una agresión contra la vaca, sino parte de nuestra historia y lo podemos vivir de manera completamente distinta si estamos centrados en la competencia, en el ganar. El león no es un depredador, es un carnívoro.
-¿Cómo deberíamos celebrar estos 200 años de convivencia nacional?
-Los vamos a vivir según lo que creamos que evoca. Pero yo quiero celebrarlo de acuerdo a lo que la Canción Nacional nos invita: la Canción Nacional tiene un aspecto ecológico, cultural, sociológico de unidad. El estribillo dice: “qué o la tumba serás de los libres, o el asilo contra la opresión”... Esas dos frases son muy potentes. La tumba está planteada desde la guerra, pero los libres desde la paz… Si tú no eres libre, no vas a estar bien en tu tumba, vas a morir acongojado, o sea, el asilo contra la opresión... en el fondo, es un llamado a un convivir democrático.
-Al menos tenemos juegos nacionales que son bien poco competitivos, como el tejo y el volantín.
-Pero cuando se usa el hilo curado, sí, porque hay que botar al otro. En la competencia lo que guía es la calidad del otro, porque estoy compitiendo, pero no hago lo que corresponde o lo que haría desde mi propia creatividad, entonces, incluso, es negativo desde el punto de vista de la dignidad de uno.
-¿Alguna receta para sobrevivir otros 200 años como nación?
-La energía tiene que fluir para que pase algo. Uno ve energía sólo si hay flujo de haceres, de modo que cuando uno acumula energía, uno acumula riqueza, uno detiene el flujo del hacer y genera pobreza. Si uno no es amoroso, detiene también ese flujo… Las personas quieren trabajar, ser dignas. La limosna no entrega dignidad. Lo que entrega dignidad es la oportunidad de hacer algo que tenga sentido para uno, para sostener su vivir y su familia, fluidamente, desde luego. Por eso decimos que el dinero es energía, como la gasolina al auto…
-Profesor, ¿podemos considerar su tesis de la autopoiesis parte del patrimonio de estos 200 años?
-El tema de la autopoiesis es chileno, picunche, mapuche. Eso y la matriz biológica cultural son patrimonios intangibles.
-¿Fue o no un concepto inspirado en la observación de los chilenos?
-Absolutamente. Yo era ayudante en la clase de Biología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, entonces en mi trabajo de investigación, neurofisiológico y en mi docencia, yo desarrollé el concepto.
-Entremos al asunto. ¿Cómo ve al Chile de hoy, éste del bicentenario?
-(Silencio). Me atrevería a decir que en Chile estamos viviendo un momento histórico de mucha agresividad. Estamos muy centrados en la crítica, en la descalificación, en oponernos los unos a los otros. Estamos muy limitados en nuestra disposición a colaborar. Y el colaborar no se hace entre especialistas, entre los dueños de la verdad, entre relaciones de autoridad, sino en el mutuo respeto. La colaboración se hace cuando uno está dispuesto a escuchar al otro, sin prejuicios, sin exigencias. Uno también puede decir lo que piensa, y ser escuchado, sin generar tensión. Se puede hacer desde el entendimiento y, eso, es el amar.
-Esta falta de amor en que estamos los chilenos, ¿será parte de un proceso que obligadamente nos hará más amorosos?
-Diría que no porque lo natural es que seamos seres amorosos. Nacemos amorosos. El recién nacido está entregado a ser acogido, cuidado, a estar en la confianza con la mamá. Así nacemos usted, yo, (Eduardo) Frei, Sebastián Piñera, (Marco Enríquez) Ominami, la Presidenta (Michelle) Bachelet, el mendigo que está allá afuera o el bandido… todos. Y en este proceso, de crecer, esa confianza básica se ve traicionada con exigencias, expectativas, juicios, mandatos, se va encontrando restringido en el no ser visto.
-¿Entonces nuestra democracia está enviando señales de auxilio para ser más escuchada?
-Es parte del problema de los chilenos: hemos dejado de ser vistos, de vernos, porque estamos exigiéndonos unos a otros. La democracia se constituye cuando ocurre como un espacio fundado en el respeto, en la apertura, a la conversación, en hacer juntos en la colaboración. La democracia es un espacio de convivencia amorosa que surge intencionalmente porque uno quiere vivir así, allí uno es persona, no competidor; uno es un miembro de una comunidad, no un delincuente o teórico, allí uno puede generar conversación para tener un espacio de colaboración.
-Pero el Chile productivo de hoy obliga a salir a competir, a generar recursos, ¿cómo se hace entonces?
-La exigencia, lo que trae consigo es una ceguera. Por ejemplo, si yo le exijo a una persona que se comporte de una determinada manera no la veo. ¿Por qué tengo que exigirle?
-Porque lo que demanda este país para crecer es un sistema productivo a toda máquina...
-Claro, ese es el tema, que en tanto somos un sistema productivo, pensamos que lo que da orden, calidad al trabajo, es la exigencia. Y no es cierto, porque es la conciencia y la responsabilidad de que uno está haciendo bien las cosas. Uno va a ser serio y responsable en lo que hace en la medida que se siente bien en lo que hace, que se siente respetado, con posibilidad de reflexionar en un ánimo de cooperación. Fíjese que la democracia es el único espacio que se vive, en que uno es persona legítima, sin supuesto ni exigencias.
-¿La apatía de los jóvenes chilenos a votar es consecuencia de esta violencia nacional?
-La idea esa de que todos tenemos derecho a voto, en el fondo, lo que quiere destacar es que somos personas. No somos iguales pero somos equivalentes y, por lo tanto, nos podemos tratar con respeto. Lo que uno espera, cuando va a votar, es que en esa fila de votantes, los participantes de ese acto cívico, democrático, se comporten sin peleas ni exigencias… Si uno escucha hoy el tema de la elección, se plantea como una lucha electoral. Estamos luchando por ser distintos, estamos compitiendo por ser elegidos, y qué hacemos con ellos, los negamos. Nos atacamos, nos desvalorizamos, en vez de decir que lo que debemos hacer es de tal o cual naturaleza. Y en la medida en que salga elegido, voy a procurar hacer esto con toda la comunidad chilena, como una tarea para todos nosotros.
-¿Por eso la Presidenta Michelle Bachelet tiene tanta adhesión?
-Exactamente. Si no somos prejuiciosos con respecto a EEUU, lo que está haciendo el Presidente Barack Obama resulta bien interesante. Él presenta lo que hace como algo que debe convocar a todos. No a este u otro partido. No está ciego a las cosas que le preocupa a esa otra parte, sino que procurando armar espacios de colaboración.
-¿Y ve a algún candidato presidencial en esa parada hoy en día?
-No. Creo que en sus corazoncitos algunos lo piensan, pero si yo, honestamente, quiero ser un Presidente de este país, y quiero ser elegido democráticamente, sé que mi gobierno va a acoger las preocupaciones del otro grupo, no puedo pensar ah!!!, ahora sí que voy a abrir la lucha política con los otros. Quién gana, debe saber cuáles son los equilibrios para que, al ejercer, lo haga de una manera creativa, en la colaboración.
-Y la familia chilena, ¿está colaborando con ella misma?
-Pienso que no, porque hoy hay que luchar por la vida. La familia está confundiendo la diversidad, que permite la elección, con la competencia.
-Está difícil la vida familiar en este país…
-No. A usted le hacen pensar que así funciona. Las personas funcionan según las teorías que tienen. Si yo pienso que estoy compitiendo, negaré al otro.
-El Metro podría ser el mejor ejemplo nacional de esa competencia…
-Claro, subirse primero al Metro sin importarle qué le pasa al otro... pero también lo es vender mucho para que el otro quiebre, convertirme en el más grande para hacer a otros más chicos.
-¿Podría darnos a los chilenos alguna técnica para ser más amables?
-Diría que no es una técnica, pero sí un procedimiento: reflexionar. Hay que preguntarse: ¿me gusta vivir como estoy viviendo? ¿Qué estoy haciendo yo que estamos viviendo de esta manera?, si yo me doy cuenta que lo que estoy haciendo da como resultado la competencia, entonces me doy cuenta que soy yo el que tiene que cambiar. ¿Y de dónde lo voy a cambiar?, desde mi responsabilidad. Si soy una persona inteligente, capaz de escuchar a otro, si quiero hacerlo, debo reflexionar desde los fundamentos de lo que hago y quiero…
-¿Vale también si es otro el que me exige reflexionar?
-Cuando yo no estoy dispuesto a dialogar conmigo mismo, de las cosas que hago, quiere decir que no me tengo respeto. No tengo confianza en mí, tengo miedo a encontrar que las cosas que estoy haciendo no están bien hechas. Pero si tengo confianza, reflexiono.
-¿Y qué pasa con la arrogancia del chileno?
-La arrogancia es la falta de respeto por sí mismo. A veces uno está confiado en pensar que está haciendo las cosas bien pero no resultan como uno espera, entonces uno se puede preguntar por qué no resultan…
-Porque hay una selección natural, ¿puede ser?
-Fíjese que la deriva natural, a diferencia de la selección natural, abre el espacio de la colaboración porque se basa en el bienestar del vivir. La noción de la selección natural, en cambio, está basada en el competir. Por eso es tan importante destacar la competencia en la comunidad. Las consecuencias de ambas tendencias son totalmente distintas. Vi en televisión dos películas muy interesantes de Hitler: sus primeros períodos y su final. Si uno escucha bien, allí está todo el discurso de que los inferiores deben ser eliminados. Es el fundamento de la selección natural. No es el pensamiento de Darwin, sino aquello que el neodarwinismo valida. El que discrimina, considera al otro inferior.
-En ese sentido, ¿el aumento de grupos ecologistas, naturistas o vegetarianos en Chile podría ser muestra de que hay una tendencia a la deriva natural?
-No es que le pidamos a Dios espacio de colaboración en circunstancias en que, querámoslo o no, los seres vivos vivimos comiéndonos seres vivos, salvo las plantas. Si uno está comiendo un pedazo de carne, no es una agresión contra la vaca, sino parte de nuestra historia y lo podemos vivir de manera completamente distinta si estamos centrados en la competencia, en el ganar. El león no es un depredador, es un carnívoro.
-¿Cómo deberíamos celebrar estos 200 años de convivencia nacional?
-Los vamos a vivir según lo que creamos que evoca. Pero yo quiero celebrarlo de acuerdo a lo que la Canción Nacional nos invita: la Canción Nacional tiene un aspecto ecológico, cultural, sociológico de unidad. El estribillo dice: “qué o la tumba serás de los libres, o el asilo contra la opresión”... Esas dos frases son muy potentes. La tumba está planteada desde la guerra, pero los libres desde la paz… Si tú no eres libre, no vas a estar bien en tu tumba, vas a morir acongojado, o sea, el asilo contra la opresión... en el fondo, es un llamado a un convivir democrático.
-Al menos tenemos juegos nacionales que son bien poco competitivos, como el tejo y el volantín.
-Pero cuando se usa el hilo curado, sí, porque hay que botar al otro. En la competencia lo que guía es la calidad del otro, porque estoy compitiendo, pero no hago lo que corresponde o lo que haría desde mi propia creatividad, entonces, incluso, es negativo desde el punto de vista de la dignidad de uno.
-¿Alguna receta para sobrevivir otros 200 años como nación?
-La energía tiene que fluir para que pase algo. Uno ve energía sólo si hay flujo de haceres, de modo que cuando uno acumula energía, uno acumula riqueza, uno detiene el flujo del hacer y genera pobreza. Si uno no es amoroso, detiene también ese flujo… Las personas quieren trabajar, ser dignas. La limosna no entrega dignidad. Lo que entrega dignidad es la oportunidad de hacer algo que tenga sentido para uno, para sostener su vivir y su familia, fluidamente, desde luego. Por eso decimos que el dinero es energía, como la gasolina al auto…
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