terça-feira, 1 de junho de 2021

Copa América: Un circo macabro sin pan


Fernando de la Cuadra
Socialismo y Democracia

La decisión del (des)gobierno Bolsonaro de ser anfitrión de la próxima Copa América representa un escarnio sobre su población, en momentos en que el país se aproxima con alarmante velocidad hacia los 470 mil fallecidos por la pandemia del Covid-19. Los números elevados de casos de contagios registrados en los últimos días, indican que la circulación intensa del coronavirus se encuentra descontrolada en el país. A eso hay que sumar los problemas con la lentitud de la inmunización de las personas por medio de la vacunación, con escasez de vacunas en muchos estados y municipios.

Después de ser descartada por los gobiernos de Argentina y Colombia, la sede de la Copa está migrando para Brasil en un momento en que los especialistas evalúan la inminencia de una tercera ola de contagios producidos por las nuevas y más peligrosas variantes de cepas, como la indiana y la amazónica. A pesar de que la preferencia de la Conmebol era realizar este certamen en los Estados Unidos, el gobierno de Biden no aceptó la oferta de la Confederación por considerarla riesgosa para la salud de la población. En ese contexto, surgió como alternativa Brasil y tras una breve negociación con el gobierno brasileño, este aceptó efectuar el torneo en su territorio.

 Para el médico Leonardo Weissmann, miembro de la Sociedad Brasileña de Infectología, este anuncio del gobierno es “totalmente absurdo e irresponsable. El campeonato está programado para ocurrir cuando el país se encuentre alcanzando la cifra de 500 mil vidas perdidas, una absoluta falta de respeto”.

Luego de las manifestaciones multitudinarias contra su administración y del avance de la Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI del Covid) que cada vez reúne más pruebas sobre la negligencia y las omisiones del gobierno en el enfrentamiento de la pandemia, el ex capitán intenta desviar las atenciones con esta jugada de última hora que le proporcionó el impasse generado por la inexistencia de un país dispuesto a hospedar la referida Copa.

Improvisando todo a última hora –la Copa comienza el próximo 13 de junio-, ya existen algunos gobernadores que se han negado a que sus Estados sirvan para albergar los juegos (Pernambuco) o se recusan a aceptar los partidos con asistencia de público. El mundo político también se ha declarado estupefacto ante esta decisión del ejecutivo y culpa al presidente de intentar colocar una cortina de humo sobre los graves problemas que vive la nación: crisis sanitaria con un promedio de 2.000 muertes diarias, recesión económica y desempleo histórico de 15 millones de personas (14,6%), inflación galopante y pedida del poder adquisitivo de los ciudadanos, destrucción de las florestas, crisis hídrica y eléctrica, desmantelamiento del aparato público, especialmente en los ministerios estratégicos, aumento expresivo de la miseria y falta de seguridad alimentaria.


Es un circo macabro para un pueblo golpeado por la pobreza y el hambre, que sólo puede agradar a los acólitos de la extrema derecha que verán realizada su pulsión de muerte y destrucción. Una de las críticas más frecuentes, es la rapidez que tuvo el gobierno para aceptar la sede de esta Copa, cuando recientemente demoró más de 3 meses en pronunciarse en relación al ofrecimiento de vacunas realizado por la farmacéutica Pfizer, como ha quedado demostrado precisamente en el marco de la CPI del Covid.

Frente a las dudas respecto a las posibilidades de organizar un evento de esta magnitud en tan poco tiempo (menos de 2 semanas), el vicepresidente Mourao respondió que Brasil ya tiene construido los estadios y la infraestructura necesaria desde la época del Campeonato Mundial de 2014. Lo que no se sabe todavía es si las delegaciones participantes de los otros 9 países se encuentran vacunadas, como ordena el protocolo sanitario en estos casos. Realizar el torneo en las actuales condiciones de pandemia e incertidumbre sanitaria, únicamente puede redundar en mayores perjuicios para los jugadores, equipos técnicos, organizadores, periodistas y para la población en general.

Es sabido que los brasileños aman el futbol, pero en este caso ellos perciben que anunciar de improviso la Copa América en este territorio, parece más la vieja consigna del “pan y circo” utilizada desde los tiempos del Imperio Romano. Solamente que ahora se trata más de circo que de pan. Estudios realizados este año por un grupo de investigadores de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) junto con la Universidad de Brasilia (UnB) y la Universidad Libre de Berlín, revelaron que la situación de inseguridad alimentaria grave o moderada alcanzó a casi un 30 por ciento de la población brasileña, es decir, a 58 millones de personas. Otro porcentaje de la población se encontraría en situación de inseguridad alimentaria leve (31,7%), es decir, cuando existe la preocupación de que la comida acabe antes de tener dinero para comprar más o falten recursos para mantener una alimentación saludable y variada. Sumando ambos grupos, se constata que casi un 60 por ciento de los habitantes se encontrarían en condiciones de inseguridad alimentaria, lo que equivale a un total de 125 millones de personas.

Los resultados muestran una aceleración en el aumento de la miseria en Brasil, con cifras que se disparan en medio de la pandemia, de la crisis económica y el desmantelamiento de las políticas públicas de combate a la pobreza. El estudio concluye que se ha acentuado el hambre en el país, llegando a niveles similares a los de inicios de este siglo (2003), antes de ser creados los programas Fome Zero y Bolsa Familia durante el primer gobierno de Lula da Silva.

Esta maniobra de distracción inventada por el presidente genocida y sus asesores es tan burda y bizarra que es posible que no tenga éxito y sea bloqueada por el Supremo Tribunal Federal, a partir de recursos legales interpuestos por políticos y epidemiólogos que ya se encuentran movilizados contra este evento, junto a importantes sectores de la sociedad y de la opinión pública que se expresan fervientemente contrarios a la realización de esta fanfarronada en suelo brasileño.

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