domingo, 4 de março de 2012

Heist: ¿Quién robó el sueño americano?

Mark Karlin/Donald Goldmacher
Truthout

Ayer 3 de marzo en la Ciudad de Nueva York, en el Quad City Cinema, se estrenó Heist: Who Stole the American Dream? [Atraco: ¿Quién robó el sueño americano?] un largometraje documental sobre la emergencia del control plutocrático del gobierno de EE.UU. Pero la cinta no se propone izar la bandera blanca ante la riqueza acumulada. De hecho concluye que: “Solo hay dos tipos de poder en EE.UU.: el dinero organizado y la gente organizada”. Heist está dirigida y producida por Donald Goldmacher y Frances Causey y narrada por Thom Hartmann. Se completó con la cooperación de Public Interest Pictures, dirigida por el activista y productor Earl Katz.

Mark Karlin: ¿Qué papel jugó el libro Global Class War (2006) en su formulación de la película?

Donald Goldmacher: Aunque nuestro enfoque inicial fue sobre los trabajadores indocumentados, el libro nos dio una comprensión más amplia de cómo utilizan las grandes corporaciones a trabajadores mal pagados, bien subcontratando trabajos de manufactura en países de bajos salarios, o contratando trabajadores mal pagados en EE.UU., para disminuir los puestos de trabajo bien pagados en manos de miembros de los sindicatos. También sirvió para ayudarnos a comprender que el fenómeno de la globalización que comenzó en los años setenta, acelerado durante los ochenta por Ronald Reagan y George Bush padre, fue también abrazado inequívocamente por Bill Clinton y su equipo económico, que incluía al profesor Alan Blinder, Robert Rubin de Goldman Sachs y Larry Summers, todos los cuales creían en el libre comercio y los libres mercados. Revelaron cómo eran realmente cuando impulsaron los acuerdos del Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA, por sus siglas en inglés), elucubrados durante el gobierno de Reagan, perjudicando a los trabajadores de los tres países.

Mark Karlin: En la era de la monarquía, los activos financieros eran acumulados por monarcas soberanos. Ahora la riqueza financiera se concentra crecientemente en unas pocas corporaciones globales e individuos. ¿No es una nueva forma de colonización, pero los nuevos súbditos no son naciones conquistadas sino trabajadores por doquier?

Donald Goldmacher: Pienso que es una caracterización justa de lo que ha pasado en los últimos 30 años. Específicamente, ha habido un cambio drástico en la organización de la economía de EE.UU. En el pasado, Wall Street estaba al servicio de las corporaciones de la Calle Principal. Esto se ha invertido de forma drástica y ahora la Calle Principal sirve a Wall Street. Esto se comprende mejor como maximización del valor del accionariado, mediante el cual las corporaciones deben mejorar constantemente sus márgenes de beneficio en cada trimestre o Wall Street las reprenderá. Además, como resultado de la desregulación financiera durante el gobierno de Reagan, vimos la aparición de fusiones y adquisiciones, compañías de patrimonio privado y adquisiciones apalancadas, todas las cuales beneficiaban a un puñado de altos ejecutivos y al máximo uno por ciento. Al mismo tiempo, los impuestos para el máximo uno por ciento se redujeron de manera drástica en los gobiernos de Reagan y George Bush hijo, lo que dió lugar a una enorme desigualdad en los ingresos en EE.UU. Con este nuevo poder, los ultra-ricos se convirtieron en oligarcas dentro de EE.UU., así como en todo el mundo, donde funcionaban dinámicas semejantes, lo que llevó a un libre mercado para los muy ricos, pero un mercado endemoniado para todos los demás.

Mark Karlin: ¿No es irónico que la Revolución Estadounidense haya sido, en gran parte, una revuelta contra los intentos de la monarquía corporativa de lograr el control monopolista del comercio y de la tributación injusta impuesta a los colonos para enriquecer a la ya acaudalada elite real? Ahora libramos la misma batalla contra los monárquicos modernos: las corporaciones globales y la elite global.

Donald Goldmacher: Así es, por cierto, pero ya que fuimos los primeros en luchar contra una monarquía económica semejante, tal vez deberíamos dar un paso atrás y aprender las lecciones de la Revolución Estadounidense original y de lo que nuestros padres fundadores fueron capaces de concebir e implementar para derrocar al Imperio Británico. No cabe duda de que tanto aquí en EE.UU., como en todo el mundo, se está librando una lucha de clases, y como lo dijo maravillosamente Warren Buffett en 2006, su lado está ganando. Sin embargo, el año pasado hemos visto que tiene lugar un levantamiento global contra esa oligarquía global. Se utilizan diferentes estrategias, así como diferentes tácticas, pero las líneas de la lucha están claras. Nuestra Web está repleta de información sobre la cinta y de qué forma los individuos y las organizaciones pueden utilizar Heist para informar, educar e inspirar, así como los diversos caminos hacia el cambio, como transferir vuestro dinero a una unión crediticia.

Mark Karlin: Explica la importancia del infame memorando de Lewis Powell en el desarrollo de Wall Street y la usurpación por parte de las corporaciones del control del gobierno de EE.UU. cuando se trata de un “libre mercado” amañado.

Donald Goldmacher: Lewis Powell fue un abogado corporativo de Virginia a quien su amigo en la Cámara de Comercio de EE.UU. pidió en 1971 que escribiera un memorando secreto de estrategia para la Cámara. Dos meses después, Richard Nixon lo propuso para la Corte Suprema de EE.UU., donde sirvió varios años. El memorando se convirtió en una llamada a cerrar filas entre ejecutivos corporativos para restablecer la dominación corporativa en la economía estadounidense y su gobierno, que había perdido durante la era del Nuevo Trato. El memorando declaró abiertamente que las corporaciones debían castigar a sus enemigos políticos y buscar el poder político mediante la ley y la política. Alentó cuestionamientos a lo que consideró como actividades izquierdistas de gente como Ralph Nader y académicos estadounidenses. Al llegar 1978, la Cámara de Comercio de EE.UU. y la Mesa Redonda Empresarial derrotaron las reformas legales favorables a los sindicatos mediante la táctica obstructora del senador republicano Orrin Hatch de Utah, lo que significó la desaparición del sindicalismo organizado como oponente significativo del dinero organizado.

Mark Karlin: Leo Gerard, jefe de United Steelworkers [sindicato de los trabajadores de la industria siderúrgica], dice en Heist: “Los ricos no necesitan gobiernos; se cuidan solos”. Sin embargo, las corporaciones y la elite acaudalada en EE.UU. afirman que son patriotas y que trabajan por cuenta de la economía estadounidense. ¿Cómo tuvieron éxito con este pase de magia?

Donald Goldmacher: Heist: Who Stole the American Dream? explica el papel de los medios dominantes y de los think tanks derechistas en la orquestación de la percepción del pueblo estadounidense respecto a su propia vida. Ese bombardeo diario de medios derechistas que te dicen que tú eres la causa de tus problemas y no fuerzas mayores, descrito brillantemente como una estrategia de “culpar a la víctima”, se ha convertido en la norma. Como ha señalado la derecha, estás solo. Van Jones de Rebuild the Dream describe poéticamente ese fenómeno en Heist. Como señalaste anteriormente, Ronald Reagan logró declarar tranquilamente que el problema es el gobierno cuando, en los hechos, el verdadero problema en este país y en todo el mundo es la hegemonía corporativa. Por lo tanto, mientras se desollaba a los estadounidenses de la clase media y EE.UU. se convertía en un “cinturón oxidado” en los años ochenta y noventa, los trabajadores que habían estado sindicalizados, fueron empujados hacia abajo y tienen que sobrevivir con empleos mal pagados y en familias en las que ambos progenitores deben trabajar. Mientras el papel del gobierno federal con respecto a la gente disminuía durante los gobiernos de Reagan, Bush y Clinton, la gente se sintió cada vez más impotente y abandonada por su propio gobierno. Aunque durante los años ochenta, mientras ocurría este fenómeno, hubo importantes batallas, a finales de los ochenta y comienzos de los años noventa, tuvo lugar una aquiescencia general en gran parte de la población estadounidenses mientras nuestro país pasaba de ser una economía manufacturera de altos salarios a una economía de servicios de bajos salarios. Esto llevó a que los sindicatos perdieran más y más miembros y se debilitaran cada vez más, lo que significa que no hubo resistencia organizada contra la creciente dominación corporativa de cada faceta de nuestras vidas, incluidas nuestras mentes. Sin embargo, pienso que el pueblo estadounidense comienza a despertar y a darse cuenta de que las grandes corporaciones no son amigas de EE.UU. ni de los trabajadores.

Mark Karlin: Supongamos que eres dueño de un casino, ¿no fijas las reglas? ¿No hemos llegado a un punto de inflexión en la riqueza concentrada, cuando esas corporaciones y gente con un porcentaje tan monstruoso de dinero y activos escriben sus propias reglas, como resultado de sus donaciones a las campañas electorales y de lobistas en el Congreso? ¿No es un indicio real de que la democracia se ha convertido en una plutocracia, aunque se presenta como si fuera una democracia en lo que respecta a la economía?

Donald Goldmacher: Ciertamente no obtendrás un argumento por nuestra parte de dónde se encuentra nuestra democracia. Francamente todos los niveles de gobierno están en manos de corporaciones y oligarcas. La corrupción masiva del Congreso comenzó a finales de los años setenta, en parte como resultado del memorando Powell, y ha continuado sin tregua hasta ahora. En 1971 había un total de 175 lobistas en Washington, DC. En 2008, 33.000 lobistas corrían por la capital de la nación tratando de encontrar la mejor solución para sus clientes corporativos. Francamente, nos encontramos en grave peligro de perder la noción misma de lo que significa vivir en una democracia, ya que esas corporaciones logran más control sobre nuestra economía y nuestro gobierno, en el ámbito federal y estatal.

Mark Karlin: en Heist no se sugiere de ninguna manera que el 99% ice la bandera blanca y se rinda. La última parte de Heist alienta el activismo. ¿Qué sugiere al cínico y fatalista 99% para recuperar la democracia?

Donald Goldmacher: No existe una respuesta fácil a tu pregunta, pero diría lo siguiente. Primero, ese cínico tiene que ver Heist y prestar atención a sus propias reacciones emocionales. Siempre ha habido períodos en la historia, no solo en este país sino en la humanidad, en los cuales ha habido tiempos de severa opresión e imperio, y períodos en los que ha habido levantamientos, rebeliones y siempre la búsqueda de la democracia y de un reparto justo para todos. Sin duda nos encontramos en uno de esos períodos de resistencia y renovación, y por lo tanto un tiempo esperanzador, ya que hemos visto crecer la resistencia y de la conciencia en todo el mundo, y aquí, tanto en Madison, Wisconsin, como en el movimiento Ocupa Wall Street. Mientras filmábamos y editábamos Heist, nos decíamos que cuando el pueblo estadounidense se dé cuenta de que le han engañado reaccionará. Por lo tanto nos alegramos cuando vimos esas dos movilizaciones, que señalaron un fin de la prolongada hibernación del espíritu estadounidense de justicia e igualdad. Hemos hecho Heist no solo para denunciar los crímenes, sino para dar a la gente un sentimiento muy tangible de que también puede participar en una democracia vibrante. De cooperativas de propiedad de los trabajadores, a negocios en propiedad local, de uniones crediticias sin fines de lucro de propiedad de sus miembros, a desafíos a las grandes corporaciones en su propio patio trasero, Heist ofrece a los grupos locales y a los individuos un telescopio de cómo pueden participar en una nueva concepción de EE.UU. que nos sirva a todos.

Mark Karlin: ¿Y a la clase trabajadora y la clase media blanca que votan por los republicanos en temas sociales, religiosos y de identidad blanca? ¿Cómo se les enseña que sus elegidos los están jodiendo?

Donald Goldmacher: Tu pregunta plantea uno de los motivos principales por los que hicimos Heist y el estilo en el que lo hicimos. Los think tanks derechistas, financiados por grandes corporaciones e individuos ultra-ricos, han utilizado brillantemente temas sociales y culturales para presionar botones emocionales en la gente de clase trabajadora y clase media, llevándola a votar contra sus propios intereses económicos. Como señala nuestra película, la derecha ha pasado décadas y ha empleado miles de millones de dólares en la búsqueda del lenguaje y los mensajes correctos a utilizar para manipular las emociones de individuos vulnerables a tales mensajes. Creemos que mucha gente de clase trabajadora y clase media blanca ha sido influenciada por los medios derechistas, como resultado de nuestra creciente inseguridad económica, y el hecho de que los gobiernos de Reagan, Bush y Clinton no le ayudaron cuando estaban perdiendo sus puestos de trabajo bien remunerados. Ese temor rindió frutos en 2008 como resultado de 30 años de fundamentalismo de libre mercado, lo que corresponde perfectamente al aumento del fundamentalismo religioso en EE.UU. Creo sinceramente que cuando la gente se ha desorientado como resultado de la pérdida de su identidad debido a la pérdida de su empleo, y cuando el gobierno no reacciona como lo hizo durante el Nuevo Trato, la gente de a pie no tiene ningún sitio al que mirar excepto a las organizaciones religiosas y otras organizaciones de servicio social, especialmente cuando no hay alternativas de izquierdas organizadas. Por lo tanto, desde nuestro punto de vista, esas dinámicas no son accidentales. Interactúan perfectamente entre sí para crear una conciencia derechista no solo mediante el temor económico, sino también a través del temor al otro. El temor al otro no es un fenómeno nuevo en EE.UU. El racismo que se cultivó fuertemente en el Sur no se ha erradicado en nuestro país, a pesar de la elección de un presidente afro-estadounidense. Se encuentra en su uso por candidatos republicanos a presidente, ya que una buena parte de su base está en el Sur, donde el racismo está vivito y coleando. Será probablemente el tema de una nueva película.

Mark Karlin: En una nota esperanzadora, Heist no solo terminó la filmación con la emergencia del movimiento Ocupa, sino que además marca el primer aniversario del enorme y asombroso levantamiento de Wisconsin contra los planes antisindicales del gobernador Scott Walker. Sindicatos, progresistas, estudiantes universitarios e incluso algunos agricultores se unieron en protestas que llegaron a más de 100.000 personas en Madison, una pequeña ciudad en un Estado con una población relativamente reducida. ¿Cómo construimos a partir de esa especie de coalición exitosa?

Donald Goldmacher: La coalición a la que te refieres se ha estado formando desde hace tiempo, y se repitió durante los campamentos de Ocupa Wall Street en todo EE.UU. Los que vemos la necesidad de transformar nuestra política y economía en este país en un sistema que funcione para el 99% debemos tomar el tiempo para elaborar un conjunto a corto, mediano y largo plazo de estrategias que cuestionen exitosamente la actual oligarquía en la que vivimos. Y no nos hagamos ilusiones de que será fácil, porque el 1% no va a entregar simplemente sus inmensas riquezas y poder al 99%. Tiene a su favor el poder del Estado militar, y tengo pocas dudas de que utilizará ese poder en algún momento. Ya han desmantelado los campamentos Ocupa en gran parte de EE.UU., pero en el futuro cercano habrá manifestaciones en todo el país llamando a la restauración del derecho a una educación asequible. El nuevo conjunto de manifestaciones tendrá que exigir el final de la deslocalización de puestos de trabajo bien remunerados, una práctica en la que Apple y el resto de Silicon Valley han estado involucrados desde hace algunos años. La próxima vez que pensemos en comprar un producto de Apple, debemos preguntarnos quién se beneficia de la compra de ese iPhone, iPad, u ordenador. Por lo tanto no es solo cosa de enfrentar a los bancos demasiado grandes para quebrar; también tenemos que reconocer que existen corporaciones multinacionales que puedan estar ofreciéndonos encantadores productos o ítems de bajo coste, pero que no trabajan por el interés de EE.UU. y del pueblo estadounidense. Heist sugiere que es indispensable crear nuevas formas de economía sustentable en la base, mientras se cuestiona el statu quo en la punta. Creo que comenzamos a ver que tiene lugar una forma de pensar semejante y espero más manifestaciones de la construcción de una economía y una política centradas en la gente. Estamos en un momento en el cual varios grupos progresistas de interés determinado, organizaciones sin fines de lucro y políticas deben realmente unirse y volver a imaginar un EE.UU. en el que todos tengan una vida decente, un salario de subsistencia digno y vivan en una economía y medioambiente verde y sustentable.

Mark Karlin: Ronald Reagan, registra Heist, dijo la infamia de que “el gobierno no es la solución del problema, es el problema”. La película Wall Street, que se estrenó durante el gobierno de Reagan, incluye la línea de Gordon Gekko de que “La codicia… es buena”. ¿Cómo es posible que los defensores de Milton Friedman crean que el libre mercado es infalible y que la codicia es la máquina fundamental de la economía?

Donald Goldmacher: Es realmente importante que los estadounidenses comprendan que el ataque a la idea misma de que el gobierno existe para servir a las familias de clase trabajadora fue un crítico primer paso en el debilitamiento de lo que mucha gente pensaba que era el sueño americano. Abrió la puerta a defensores del fundamentalismo del libre mercado, con Alan Greenspan (él mismo un devoto de Ayn Rand) como sumo sacerdote, que no son diferentes de cualesquiera otros fanáticos religiosos. Piden menos regulación, menos gobierno y que se permita que le gente logre el éxito financiero por sí misma. Ilustramos con mucha claridad en Heist cómo se transformaron los fondos de pensiones de millones de personas de un plan preciso de prestaciones por jubilación pagadas por los empleadores a un plan 401 (k) que ha llevado a que los individuos tengan que convertirse en sus propios planificadores financieros, y consecuentemente a perder dinero en la explosión de la burbuja del punto.com y el crac financiero de 2008.

A pesar de toda la evidencia de lo contrario en los últimos 30 años, los fundamentalistas del libre mercado siguen creyendo que lo que se necesita es que haya aún más desregulación a fin de liberar fuerzas del mercado que entonces se filtrarán hacia abajo. En términos psicológicos se están involucrando en una negación masiva, o simplemente se mienten a ellos mismos, así como al resto de nosotros. Cuando la gente llega a esa etapa, es muy difícil alterar su forma de pensar. Por lo tanto, los progresistas de este país tienen que comprender que hay un cierto porcentaje de la población estadounidense que está estructurada para aceptar nociones que niegan la lógica y la evidencia; por ejemplo los que niegan el cambio climático. En última instancia, su ideología solo tiene que ver con la ayuda a que los ricos sean más ricos, y a dejar al resto ahogándose en la bruma de la marihuana libertaria. Bueno, ya hemos visto de qué se trata en la economía del trickle-down. Tiene que ver con salvar a los ricos instituyendo la guerra de clases a escala global y rescatando a los que nos joden continuamente.

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