domingo, 30 de janeiro de 2011

Italia: La máquina del fango



Roberto Saviano
El País

"Para ver lo que tenemos delante de las narices", escribía George Orwell, "se necesita un esfuerzo constante". Comprender lo que está ocurriendo en Italia parece sencillo y sin embargo es algo muy complejo. Hay que hacer un esfuerzo que coincide con la última posibilidad de no soportar la barbarie. Porque como siempre ocurre, el fango y la censura llegan y la máquina del fango escupe contra todo aquel al que el Gobierno considere enemigo.

La libre circulación de ideas constituye la base de nuestra constitución y es lo mínimo para cualquier democracia que pueda considerarse realizada. Es increíble que, no solo en Italia, haya gente que invierta energía e intervenga no en la narración de los hechos, sino en quien los cuenta. Se invita, por ejemplo, a no contar la situación de emergencia de Nápoles por culpa de las basuras para no deslegitimar a la ciudad: por lo tanto, no son las basuras las que ensucian a la ciudad, sino el que habla de ellas. Se invita a no explicar que en el Norte la 'Ndrangheta busca constantemente nuevos caminos para entrar en contacto con la Liga, nuevos ámbitos para hacer inversiones. Si no hablas de un problema, no existe. Es una especie de teoría de lo inmaterial, pero en realidad permite comprender lo fundamental que es la necesidad de contar. En 2010, en todo el mundo, fueron asesinados 110 periodistas. Solo en México, en los últimos 14 meses, han sido ejecutados jóvenes que habían abierto blogs, que habían fundado radios, reporteros de los periódicos más importantes. Caídos a manos del narcotráfico, que es hoy el más poderoso del mundo y que ha decidido impedir la comunicación de lo que está pasando en México con una elección totalitaria, en la eliminación sistemática de cualquiera que intente solo contar. La censura, terrible cuando las que la practican son las organizaciones criminales, se vuelve insostenible cuando llega a la sociedad civil.

Es deber y necesidad de los intelectuales, sobre todo en este oscuro momento de Italia, contar, decir que no somos todos iguales, que no hacemos todos las mismas cosas. Es cierto, todos tenemos debilidades y contradicciones, pero el error es distinto del crimen, y la corrupción es distinta de la debilidad. Mientras, se intenta colar el concepto de que todos somos deformes para cubrir las deformidades de algunos y deslegitimar las palabras de quienes se oponen.

Hay una bellísima oración de Tomás Moro: "Dios, ayúdame a tener fuerza para cambiar las cosas que puedo cambiar, para soportar las cosas que no puedo cambiar, pero, sobre todo, dame inteligencia para comprender la diferencia". Este es el momento en el que nosotros podemos encontrar la fuerza para cambiar y comprender por fin que no debemos creer que todo lo que ocurre es inevitable y, por lo tanto, solo podemos soportarlo.

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