sábado, 16 de janeiro de 2010

Haití se fractura por el sismo

Agencias

El devastador terremoto que sacudió a Haití el martes dejó a la nación no sólo con miles de muertos y damnificados, sino que quebró los cimientos mismos de su débil sistema institucional y las palabras anarquía, caos e inseguridad definen el estado del país.

El gobierno está partido institucionalmente: el presidente, René Preval, no tiene desde donde gobernar, ya que el Palacio y su domicilio particular están destruidos. Su puesto y morada están ahora en una estación de policía y se queja de que ni siquiera tiene señal en su celular.

Los miembros del Gabinete también se quedaron sin sus despachos, no pueden reunirse y tomar decisiones. “Debemos reconstruir todo. El palacio se cayó, el Parlamentó está destruido, el Palacio de Justicia se vino abajo”, declaró Preval, y agregó que la ONU estima que se necesitan más de US$500 millones para la reconstrucción de Puerto Príncipe.

Las denuncias de algunos medios locales contra el gobierno son taxativas, como la del sitio de internet Radio Metropole, que apuntó que “no se ha puesto en marcha ni siquiera una célula de gestión de la crisis”.

Inseguridad rampante

Las autoridades están especialmente preocupadas por el aumento de la inseguridad, ya que el hambre y la desesperación comenzaron a derivar en brotes de violencia.

Tres días después del sismo, pandillas comenzaron a atacar a los sobrevivientes que viven en las calles en campamentos de toldos improvisados con sábanas y palos, entre escombros y cadáveres en descomposición.

En ese contexto, el presidente Preval dio órdenes para que Estados Unidos tome el control temporal del aeropuerto para darle velocidad a la coordinación de la ayuda y de esta manera calmar los ánimos de una población en necesidad.

El enviado especial de BBC Mundo a Puerto Príncipe, Carlos Chirinos, indica que esta decisión obedece, probablemente, a la llegada de la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, a la ciudad este sábado.

Paralelamente la policía local con la ayuda de las fuerzas de paz de la ONU intentan hacer frente a la crisis de seguridad. “Estamos enviando a nuestra policía a las áreas donde los bandidos están comenzando a operar”, dijo el secretario de Estado para la Seguridad Pública, Aramick Louis.

Cifras y más cifras

El gobierno falla hasta para dar las cifras de los muertos: el presidente Preval dijo este viernes que ya no va a arriesgar un número sobre cuántos muertos han sido sepultados, cuando un día antes había dicho que eran 7.000. Mientras, un funcionario aseguró que los enterrados en fosas comunes alcanzaban los 40.000 y Naciones Unidas los 9.000.

Y con respecto al número de las víctimas fatales, las autoridades aseguran que nunca sabrán la cifra exacta. “Ya hemos recogido alrededor de 50.000 cadáveres y anticipamos que habrán entre 100.000 y 200.000 muertos en total…”, le dijo el ministro del Interior, Paul Antoine Bien-Aime, a la agencia de noticias Reuters.

Por lo pronto, algunos funcionarios dicen que “no hay nada que podamos hacer. Salimos a la calle para mostrar que nos importan, que sufrimos con ellos. “Por el momento, esto es una anarquía”, señala Adolphe Reynald, asesor del alcalde de Puerto Príncipe.

Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, -quien prometió arribar este domingo- advirtió que la ONU está enfrentándose a una situación “caótica” a la hora de coordinar los esfuerzos desde el dañado aeropuerto de la capital para intentar agilizar la distribución de ayuda y la evacuación de personas.

Sin embargo, el corresponsal Chirinos observa que “la falta de rápida respuesta institucional es una crítica que no sólo se le hace al debilitado gobierno haitiano, sino a las principales organizaciones multilaterales que trabajan en el país, como la misión de la ONU o la Cruz Roja Internacional.

“Muchos se preguntan por qué estas organizaciones, que en la práctica sustituyen al gobierno haitiano en muchas áreas, no han asumido el control de la situación”, agrega Chirinos.

Peligro de impunidad

La situación encendió las alarmas de Amnistía Internacional (AI), que le pidió a la ONU que adopte medidas “para la protección de los derechos humanos y de las personas más vulnerables entre los sobrevivientes”.

Gerardo Ducos, investigador de AI especializado en Haití, señaló que “la situación actual de anarquía en Haití y la creciente vulnerabilidad de las mujeres y los niños crea el entorno perfecto para que se abuse de los derechos humanos y para que se cometan crímenes como la violación y el abuso sexual”.
Dada la situación institucional del país, existe, según Ducos, el riesgo de que esos delitos “no sean perseguidos ni castigados”.

AI consideró que el terremoto ha afectado a la capacidad de la Policía Nacional Haitiana y del sistema judicial para supervisar por el cumplimiento de la ley, ya que la mayoría de las infraestructuras han quedado destruidas y muchos oficiales y jueces han muerto.

Tierra de nadie y de todos

Ya la visión de las calles y plazas de la capital haitiana, convertidas por las noches en un gran dormitorio colectivo donde los vivos se acuestan al lado de los cadáveres da cuenta de un país que se ha convertido en tierra de nadie y tierra de todos, socorristas y periodistas incluidos.

El portal Haiti Press Network, al informar de cómo miles de personas toman por asalto los jardines públicos y cualquier lugar donde no haya escombros para pasar la noche, indicó que “dada la confusión actual esta situación puede durar muchos días”.

Entre tanto, la ayuda humanitaria ha comenzado a llegar. El aeropuerto de Puerto Príncipe está a duras penas operativo, sin torre de control y con escasa luz eléctrica, pero siguen aterrizando aviones con cargamentos de alimentos y medicamentos, y equipos humanos.

Reportes desde Haití relatan de cómo un Preval aturdido descansa en las promesas del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y del jefe de la ONU, Ban Ki-moon: “Ellos ofrecieron compasión y dijeron que harán todo lo que puedan para ayudar”. En medio de tanta escasez y miseria, Preval indicó que la máxima prioridad del país es “todo”.

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