terça-feira, 24 de novembro de 2009

Incógnita marca las próximas elecciones en Chile

Fernando de la Cuadra
ALAI

Las elecciones del próximo 13 de diciembre ya se encuentran en la recta final y el horizonte no se vislumbra totalmente claro. La incertidumbre ha sido colocada principalmente por el candidato independiente Marco Enríquez-Ominami, que aparece en los últimos sondeos en empate técnico con relación a Eduardo Frei, el candidato oficialista. En efecto, según la encuesta CERC (del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea) Enríquez-Ominami y Frei se encuentran empatados con el 20 por ciento de las intenciones de voto. Pero esta igualdad refleja dos movimientos opuestos. Mientras Frei retrocede del 25 al 20% respecto a los últimos sondeos de agosto, Enríquez-Ominami continúa en alza pasando del 14 al 20%, colocando una nota de indefinición sobre cual de ellos pasará finalmente a segunda vuelta, en enero del 2010.

En otra encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), el candidato de la derecha continúa al frente con un 36% de las preferencias, superando en 10 puntos porcentuales al abanderado de la Concertación que tiene un 26% de los potenciales sufragios. A pesar de esta significativa ventaja, Piñera depende mucho del candidato que pasará a la segunda vuelta a ser realizada el 17 de enero. En el más probable escenario electoral de disputa con Frei, la derecha va a depender totalmente de las alianzas que sea capaz de construir con las fuerzas que apoyan a Enríquez-Ominami, que aparece con un 19% de intención de voto. A pesar de su buen desempeño en los debates entre los cuatro contendores, el candidato de la izquierda Jorge Arrate no ha superado el 5% en la predilección de los electores.

Riesgo de crecimiento del voto de la derecha

Los publicistas de la derecha vienen trabajando la imagen de que este sector ha crecido en las preferencias de los votantes. Sin embargo, en términos electorales la derecha en Chile se mantiene con un techo que alcanza al 47%, razón por la cual ha perdido por estrecho margen en las últimas dos contiendas presidenciales. En todo caso, nada impide pensar que este panorama pueda revertirse el presente año.

Piñera es un personaje que ya lleva varios años de protagonismo en la arena empresarial y política. Se transformó en un acaudalado empresario como administrador de las tarjetas de crédito y posteriormente ha realizado importantes adquisiciones de empresas, equipos de fútbol y un canal de televisión. Por su estilo truculento y de pocos escrúpulos, muchos ya lo comparan con Berlusconi. Y efectivamente, la propiedad de un medio de comunicación tan influyente como la televisión le puede dar el impulso final para vencer en la próxima contienda electoral.

Por su parte, Eduardo Frei no consigue capitalizar el apoyo popular que tiene el gobierno de Bachelet y la alta aprobación de que goza la mandataria: 78% según la misma encuesta CEP. En sus recientes declaraciones Frei ha reiterado que él es “más Bachelet” pero con distinto envase. El problema es que el nuevo envase no consigue encantar a los electores. A pesar de todos los esfuerzos de sus asesores de campaña, Frei sigue siendo una figura poco atractiva para la mayoría de la población, inclusive para los miembros de su propio partido, la Democracia Cristiana. A ello se suma el hecho de que los partidos de la Concertación están muy desgastados, con una dramática perdida de su capacidad movilizadora como proyecto democratizador de la sociedad chilena, con su fuerte impronta modernizadora y de progresismo social.

Si Piñera y Frei se consolidan como los ganadores en la primera vuelta de diciembre, es muy probable que el primero pueda capitalizar un voto de descontento o castigo del electorado hacia el conglomerado oficialista, aunque todavia se puede dar la tendencia más previsible: el apoyo en las urnas de los simpatizantes de Enríquez-Ominami y Arrate fluirá mayoritariamente hacia la candidatura de Frei. El propio Arrate ha planteado recientemente un "acuerdo mínimo" para derrotar a Piñera y su plataforma de derecha. Dicho traspaso de sufragios representaría un giro definitivo en la carrera presidencial. Sin embargo, la incógnita sigue siendo la marca registrada de estas elecciones, con un final que se mantiene abierto como en las mejores películas de suspenso.

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