Pablo Ordaz
El País
Así pues, Insulza informará hoy sábado de sus gestiones a la Asamblea General, y será esta la que con toda seguridad tome la decisión de sancionar a Honduras. El secretario general de la OEA explicó al final del día por qué vino a Tegucigalpa: "Se trataba de hacer todos los intentos. Y sí, tal vez el informe se podía haber hecho sin necesidad de venir, pero yo preferí venir acá para decirles: Miren, nosotros consideramos que aquí hubo un golpe de Estado, una ruptura grave de la institucionalidad democrática de Honduras, y nosotros queremos pedir que esa situación sea revertida por quienes han tomado el poder". Pero no funcionó. "Lamento decir que de mi gestión no se desprende que haya disposición para hacer esto. Al contrario. He recibido una cantidad de documentos mostrando de qué manera habría cargos pendientes contra el presidente Zelaya... Me llevo todos esos documentos, pero el resultado claro es que la ruptura del orden constitucional persiste y los que hicieron esto no tienen por el momento ninguna intención por revertir la situación".
A excepción del nuevo Gobierno surgido del golpe, al que lógicamente la OEA no reconoce, su secretario general se reunió con todo el mundo. Con los candidatos y los dirigentes de los partidos, con los jueces, con los fiscales, con las organizaciones sociales... Hasta con el cardenal y con el embajador de Estados Unidos. Pero después de un día entero sin levantarse del sillón, Insulza se dirigió al aeropuerto de Toncontín con las manos vacías. Antes de partir, no obstante, compareció ante la prensa. Los periodistas intentaron saber si aún hay alguna posibilidad de encontrar una solución. Uno preguntó si tal vez dando un poco más de plazo...: "Yo no he encontrado ningún indicio que haga suponer que las cosas puedan cambiar en 48 o 72 horas".
Otro quiso saber si tal vez un adelanto de las elecciones podría ser suficiente para volver a la normalidad. La respuesta también fue negativa: "Si hay elecciones, el Gobierno no sería reconocido, la suspensión en la carta democrática interamericana es al Estado. La carta habla de los Estados, no de los gobiernos". Hasta hubo otro que insinuó que tal vez una acción más contundente...: "Si usted me pregunta", contestó José Miguel Insulza, "si algún poder externo vendría a cambiar las cosas, le digo que no. Eso no lo hacemos nosotros. Y las veces que se hizo, en el periodo de la guerra fría, fue una trágica experiencia y no lo volveríamos a hacer. Además, la OEA no es un poder omnímodo. Tiene las atribuciones que tiene, y entre ellas no está la de actuar físicamente contra un Gobierno de facto".
El secretario general de la OEA fue muy claro al establecer un diagnóstico: "Lo que ha pasado en Honduras es un muy mal ejemplo para la región. La idea del golpe, de un grupo de militares que expulsa por la fuerza a un presidente, era ya una cosa muy poco frecuente. Se había dado únicamente dos veces en las dos últimas décadas (en el primer Gobierno del presidente Aristide en Haití y el intento frustrado de golpe contra Hugo Chávez en 2002). Nos habíamos acostumbrado a pensar que esto ya no volvería a pasar. Pero ha vuelto a ocurrir algo que creíamos que era del pasado y que no ocurriría nunca más. Es un golpe de realidad tal vez, pero es muy lamentable, muy negativo".
Ya casi al final, un periodista hondureño sugirió -en consonancia con la teoría del nuevo poder- que tal vez lo que pasó aquí no fue un golpe de Estado. El secretario general de la OEA casi le quitó la palabra: "Pero bueno, yo no sé cómo ustedes llaman cuando un grupo militar mandado por militares va en un operativo militar, saca a un presidente, lo carga en un avión militar y lo lleva a otro país. Esto es un golpe militar. ¿Que el Gobierno no es militar? Pues probablemente. Está configurado por civiles, pero que han llegado al poder sobre la base de un golpe militar".
Una vez que se marchó Insulza, por Tegucigalpa circularon rumores de que el presidente Zelaya ya se encontraba en el país, tal vez acogido en la base norteamericana. Pero nadie pudo confirmar tal extremo. Ni siquiera se sabe si finalmente el presidente depuesto mantiene su idea de regresar a Honduras acompañado por los mandatarios de Ecuador, Rafael Correa, y Argentina, Cristina Fernández.
El País
Si en algún momento hubo alguna esperanza de que los golpistas hondureños reconsiderasen su actitud, ya no la hay. Después de emplear toda la jornada del viernes en reunirse con las fuerzas vivas de Honduras, José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), fue rotundo: "Mi conclusión es que la ruptura del orden constitucional persiste y que los que hicieron esto no tienen por el momento ninguna intención de revertir la situación".
Así pues, Insulza informará hoy sábado de sus gestiones a la Asamblea General, y será esta la que con toda seguridad tome la decisión de sancionar a Honduras. El secretario general de la OEA explicó al final del día por qué vino a Tegucigalpa: "Se trataba de hacer todos los intentos. Y sí, tal vez el informe se podía haber hecho sin necesidad de venir, pero yo preferí venir acá para decirles: Miren, nosotros consideramos que aquí hubo un golpe de Estado, una ruptura grave de la institucionalidad democrática de Honduras, y nosotros queremos pedir que esa situación sea revertida por quienes han tomado el poder". Pero no funcionó. "Lamento decir que de mi gestión no se desprende que haya disposición para hacer esto. Al contrario. He recibido una cantidad de documentos mostrando de qué manera habría cargos pendientes contra el presidente Zelaya... Me llevo todos esos documentos, pero el resultado claro es que la ruptura del orden constitucional persiste y los que hicieron esto no tienen por el momento ninguna intención por revertir la situación".
A excepción del nuevo Gobierno surgido del golpe, al que lógicamente la OEA no reconoce, su secretario general se reunió con todo el mundo. Con los candidatos y los dirigentes de los partidos, con los jueces, con los fiscales, con las organizaciones sociales... Hasta con el cardenal y con el embajador de Estados Unidos. Pero después de un día entero sin levantarse del sillón, Insulza se dirigió al aeropuerto de Toncontín con las manos vacías. Antes de partir, no obstante, compareció ante la prensa. Los periodistas intentaron saber si aún hay alguna posibilidad de encontrar una solución. Uno preguntó si tal vez dando un poco más de plazo...: "Yo no he encontrado ningún indicio que haga suponer que las cosas puedan cambiar en 48 o 72 horas".
Otro quiso saber si tal vez un adelanto de las elecciones podría ser suficiente para volver a la normalidad. La respuesta también fue negativa: "Si hay elecciones, el Gobierno no sería reconocido, la suspensión en la carta democrática interamericana es al Estado. La carta habla de los Estados, no de los gobiernos". Hasta hubo otro que insinuó que tal vez una acción más contundente...: "Si usted me pregunta", contestó José Miguel Insulza, "si algún poder externo vendría a cambiar las cosas, le digo que no. Eso no lo hacemos nosotros. Y las veces que se hizo, en el periodo de la guerra fría, fue una trágica experiencia y no lo volveríamos a hacer. Además, la OEA no es un poder omnímodo. Tiene las atribuciones que tiene, y entre ellas no está la de actuar físicamente contra un Gobierno de facto".
El secretario general de la OEA fue muy claro al establecer un diagnóstico: "Lo que ha pasado en Honduras es un muy mal ejemplo para la región. La idea del golpe, de un grupo de militares que expulsa por la fuerza a un presidente, era ya una cosa muy poco frecuente. Se había dado únicamente dos veces en las dos últimas décadas (en el primer Gobierno del presidente Aristide en Haití y el intento frustrado de golpe contra Hugo Chávez en 2002). Nos habíamos acostumbrado a pensar que esto ya no volvería a pasar. Pero ha vuelto a ocurrir algo que creíamos que era del pasado y que no ocurriría nunca más. Es un golpe de realidad tal vez, pero es muy lamentable, muy negativo".
Ya casi al final, un periodista hondureño sugirió -en consonancia con la teoría del nuevo poder- que tal vez lo que pasó aquí no fue un golpe de Estado. El secretario general de la OEA casi le quitó la palabra: "Pero bueno, yo no sé cómo ustedes llaman cuando un grupo militar mandado por militares va en un operativo militar, saca a un presidente, lo carga en un avión militar y lo lleva a otro país. Esto es un golpe militar. ¿Que el Gobierno no es militar? Pues probablemente. Está configurado por civiles, pero que han llegado al poder sobre la base de un golpe militar".
Una vez que se marchó Insulza, por Tegucigalpa circularon rumores de que el presidente Zelaya ya se encontraba en el país, tal vez acogido en la base norteamericana. Pero nadie pudo confirmar tal extremo. Ni siquiera se sabe si finalmente el presidente depuesto mantiene su idea de regresar a Honduras acompañado por los mandatarios de Ecuador, Rafael Correa, y Argentina, Cristina Fernández.
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