terça-feira, 26 de maio de 2009

La violencia y la discriminación hacia las mujeres en América Latina


Bernardo Kliksberg
PNUD

Seis de cada 10 mujeres peruanas han sufrido violencia ya sea física, psicológica o sexual. Sesenta mujeres fueron asesinadas por sus parejas en dicho país entre septiembre de 2008 y enero de 2009. La policía del Perú recibe cada año 100.000 denuncias por violencia familiar.

En Honduras un 33% ha sido objeto de violaciones por sus parejas actuales o ex parejas. La especialista Pérez Vásquez describe así la situación en México: "cuando llegan las mujeres a denunciar es muy factible que no se las escuche, o se les pida que no levanten la denuncia, o se les diga 'como usted va a perdonar a su agresor entonces ya no levantamos la denuncia'". Concluye que "eso tiene que ver con una violencia institucional ejercida hacia las mujeres cuando piden ayuda a las instituciones".

El feminicidio continúa a diario en Ciudad Juárez y en Guatemala. Los crímenes quedan impunes. Tras las altas cifras de violencia contra la mujer que sigue presentando América latina, hay estructuras de machismo primario fuertemente enraizadas desde las cuales se percibe al género femenino como nacido para la inferioridad y el sometimiento. Es la manifestación más dura de discriminaciones que afectan a múltiples áreas de la vida cotidiana.

En la Argentina a pesar de importantes avances , entre los que se cuentan leyes como la que termina de aprobar el Congreso contra la violencia de género, y la campaña educativa en marcha "Tenemos derecho a una vida sin violencia" (auspiciada por el PNUD y múltiples organizaciones), todavia las cifras siguen siendo inquietantes.

Las mujeres ganan considerablemente menos que los hombres en los mercados de trabajo latinoamericanos. Mientras que en Suecia la relación de ingresos estimados entre hombre y mujer es 0.81, y en Noruega 0.77, en México es 0.39, en Chile 0.40, en Argentina 0.54, y en Brasil 0.58.

Las mujeres, en nuestra región, están concentradas en actividades de servicios y comunales, y en niveles inferiores, a pesar de sus grandes progresos en educación. A medida que disminuye el ingreso de las mujeres, menor es su inserción en el mundo del trabajo, por el peso de las tareas domésticas y el cuidado de sus hijos, y la imposibilidad de contar con apoyos para ello.

Según estimados de la Organización Internacional del Trabajo, la tasa de actividad de las mujeres en el Gran Buenos Aires es de un 52.3%. Desciende mucho más en las de menores recursos y en las regiones más pobres (en el Noreste y el Noroeste del país es de 45.7%).

El acceso a seguridad social es más difícil para las mujeres que para los hombres. Las tareas hogareñas siguen siendo distribuidas de modo totalmente asimétrico. En México las mujeres dedican a cocina y limpieza del hogar 4.43 horas diarias, y a cuidado de los niños 1.1 horas. Los hombres, 0.30 y 0.21. La condición de madre, glorificada en el discurso, se transforma en vulnerabilidad pesada en los hechos.

La discriminación hacia la mujer embarazada y lactante opera fuertemente en el mundo laboral. Los plazos para lactancia están muy lejos de los seis meses prescriptos por la Organización Mundial de la Salud como fundamentales para el futuro del niño. Está muy lejana en la mentalidad empresarial de la región la idea que asomó el 3 de marzo un columnista de The Financial Times, Skapinker, que señala que "la maternidad paga es una formula ganar-ganar con claros beneficios para la sociedad", porque "aparte de las ventajas para los bebes, ellos tendrán tasas más bajas de infecciones, diabetes infantil, eczemas, obesidad y asma".

Aun mucho peor, el derecho más mínimo, la cobertura del embarazo y el parto no está garantizada para todas las madres, en diversos países, y las tasas de mortalidad materna son bien elevadas en ellos. Mientras que en Canadá el 100% de los partos son atendidos por personal capacitado, en Centro América es sólo el 54.5%, en Guatemala el 31%, en Perú la tercera parte de los partos no tienen esa protección mínima. En tanto que en Canadá mueren 5.9 madres por cada 100.000 nacidos vivos en Centroamérica son 118.9.

Un campo de logros muy importantes ha sido el acceso a la política, que han posibilitado medidas como las cuotas, en donde Argentina ha sido pionera, pero hay mucho por andar. Las mujeres son el 18% de los parlamentarios de América latina y el 27% de los ministros. En Suecia y España son la mitad de los ministros. En nuestra región tienen una muy baja participación en las alcaldías, sólo el 6.8%. Son sugerentes las diferencias de actitud ante las leyes de cuotas. Son bien vistas por el 88% de las mujeres, pero sólo por el 65% de los hombres.

Dadas sus vulnerabilidades y lugares de inserción la crisis económica en curso puede afectar especialmente a las mujeres. También puede ser aprovechada como "excusa" para ejercer sin censura las discriminaciones.

Se requiere más que nunca profundizar en lugar de "suspender" la lucha contra la discriminación de género y proteger especialmente a las mujeres en riesgo, como las madres solas pobres jefas de hogar, sin cuya abnegada labor la pobreza sería por lo menos un 10% mayor en la región según estimaciones anteriores de CEPAL. Como lo reclama Inés Alberdi, directora de UNIFEM, "la crisis tiene que ser el detonante para presionar por protección".

La cuestión de la igualdad de género no es sólo, como señaló el presidente Obama, "un asunto femenino sino familiar y económico" que será determinante "si llegamos a cumplir con la promesa de llevar la democracia a toda la ciudadanía".

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