Página 12
Europa y Japón ya habían avisado que estaban en recesión, y ayer le tocó a Estados Unidos, en una coordinación global de caída de la economía que pone en tensión la economía mundial. La respuesta inmediata fue una fuerte caída de todas las Bolsas.
Los megarrescates que impulsó en los últimos meses la administración Bush llegaron más tarde de lo que se pensaba. La economía más grande del planeta entró oficialmente en recesión y la fecha del ingreso data de diciembre del año pasado, según el Comité de Ciclos de Negocios del Bureau de Análisis Económicos. El diagnóstico no responde a la clásica definición de recesión, que implica dos trimestres consecutivos de caída del Producto Interno Bruto, sino que es un índice más amplio y contempla destrucción de empleos, ingresos y pérdida de poder adquisitivo. Precisamente, los indicadores laborales comenzaron en diciembre pasado un derrape mensual que todavía no culmina. De esta manera, la actividad finalizó hace exactamente un año un ciclo de expansión de 73 meses consecutivos desde la última contracción en 2001. Las Bolsas internacionales reprodujeron la preocupación sobre el contagio global. En Wall Street el índice industrial Dow Jones perdió 7,7 por ciento.
Desde que recrudeció la crisis financiera a mediados de este año comenzó a especularse acerca de cuándo sería que la economía estadounidense iba a mostrar las consecuencias de la desregulación y ausencia en la vigilancia del sistema bancario-bursátil. Hasta el momento parecía que los coletazos de la crisis hipotecaria se circunscribían a los bancos de inversión, recién en los últimos meses a las automotrices y se amplificaba al cruzar el océano. Tan es así que los primeros en declararse en recesión fueron los países europeos, y hasta Japón, la segunda economía mundial, admitía ser una víctima de las “subprime”.
Bajo ese contexto, los analistas daban por hecho que, concluido el actual trimestre, Estados Unidos se sumaría finalmente al grupo del crecimiento negativo. Luego de arrojar un retroceso de medio punto en el PIB –de 0,3 por ciento en la medición ajustada– durante el tercer trimestre las proyecciones coinciden en una nueva caída por encima del 2 por ciento para el cuarto.
Sin embargo, cuando falta menos de un mes para que se confirme ese oscuro pronóstico, se conoce una realidad aún peor: Estados Unidos ya está en recesión hace casi un año. “El comité determinó que el pico de crecimiento en la actividad económica estadounidense ocurrió en diciembre de 2007. El pico marca el fin de la expansión que comenzó en noviembre de 2001”, sentencia el documento del bureau que integran prestigiosos economistas, y es considerado como el órgano que declara oficialmente “los comienzos y fines (mensuales) de los períodos de recesión. Sus informes, a pesar de tratarse de un organismo privado sin fines de lucro, tienen carácter oficial.
El comité no sigue la definición clásica de recesión como dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo de la economía. En cambio, incorpora otros parámetros que dan una muestra más cabal de la situación de Estados Unidos. El estudio resalta que la medición de la cantidad de empleos alcanzó su último incremento en diciembre del año pasado y desde entonces, mes a mes, cayó ininterrumpidamente. La “nómina mensual de empleos” se redujo en 1,2 millón al pasar de 138,1 millones de trabajos en diciembre del año pasado a 136,8 millones en octubre último, según el departamento de estadísticas laborales del gobierno. Esta caída, junto con la producción doméstica, son los indicadores de más peso a la hora de evaluar una recesión.
La medición de producción industrial que toma en cuenta es elaborada por la Reserva Federal, por tener un análisis más restrictivo. El banco central estadounidense incluye en su relevamiento la producción de manufacturas, la minería y las utilidades de las compañías, pero excluye todos los servicios y gasto público. Para entender la elección, basta con aclarar que, para compensar la caída en la actividad privada, la administración Bush incrementó en el tercer trimestre en 13,6 por ciento su gasto. Y sólo en defensa nacional lo aumentó un 18 por ciento. Mientras el consumo privado se desplomó a su mínimo en 28 años.
Ayer se conocieron también datos preliminares de la actividad industrial para el mes pasado. El sector fabril se contrajo a su nivel más bajo en 26 años, de acuerdo con el Instituto de Gerencia y Abastecimiento. El indicador retrocedió a 36,2 puntos, su peor desempeño desde 1982, y se ubicó por debajo de la línea que divide la expansión y la contracción de la actividad, que se delimita en los 50 puntos. En este contexto, las industrias podrían reconocer un recorte de 80 mil nuevos empleos en noviembre, tras la pérdida de 90 mil el mes anterior, según una proyección del Departamento de Trabajo, que saldrá este viernes y no hará más que ratificar la situación recesiva del país.
“Lo más importante que podemos hacer ahora por el bien de la economía es retornar el mercado financiero y crediticio a una situación normal, y continuar en línea a mejorar el sector de las viviendas, y eso continuará siendo nuestro objetivo”, afirma un comunicado de la Casa Blanca, que se distribuyó tras conocerse la crítica salud de los Estados Unidos. Según el portavoz del gobierno, Tony Fratto, las políticas se dirigirán a esas áreas para “retornar la economía al crecimiento y la creación de empleos”. Hasta el momento, las políticas implementadas fueron sólo placebos para un sistema enfermo y los rescates sólo sirvieron para ganar algo de tiempo. El propio secretario del Tesoro, Henry Paulson, debió admitir ante el Capitolio que los primeros 250.000 millones de dólares del megasalvataje de 700.000 millones que aprobó el Legislativo fueron mal utilizados.
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