terça-feira, 16 de setembro de 2008

Para evitar otro Allende


Daniel Miguez
Página 12

Se creó una comisión para investigar la masacre de Pando y una para facilitar el diálogo. Morales pasó un documental. Evitaron hacer una referencia explícita a Estados Unidos. Dijeron que no aceptarán ninguna “ruptura territorial”.

Después de más de cinco horas de debate, los presidentes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) terminaron alumbrando un documento de apoyo irrestricto al gobierno del presidente de Bolivia, Evo Morales, y la creación de una comisión que acompañará a la mesa de diálogo entablada por el gobierno boliviano con los prefectos rebeldes que desataron una violenta crisis en su país.

Todos prefirieron resaltar lo importante de haber llegado a un acuerdo unánime sobre la posición a tomar respecto a la crisis en Bolivia. La presidenta argentina, Cristina Kirchner, al abandonar la sede del gobierno chileno, donde se realizó la cumbre, le dijo a los periodistas que montaban guardia en la puerta que “lo de esta tarde ha sido un aporte muy importante de Unasur frente a la crisis en Bolivia y en defensa de la democracia” y adelantó que se formará una comisión para investigar la masacre de Pando, donde fueron asesinados unos 30 militantes del oficialismo, por –según el gobierno de Morales– paramilitares que respondían al prefecto (gobernador) de ese departamento, Leopoldo Fernández.

“La comisión que se formará a solicitud de Bolivia para ir a investigar la masacre de Pando es un importante logro”, dijo Presidente y tras una pausa agregó: “Hubiera sido preferible que nunca hubiera existido esta reunión y menos esta comisión, pero las cosas no son como uno quiere”.

La creación de una comisión para investigar la masacre de Pando en la que hizo hincapié la Presidenta, se debe a una propuesta que ella misma hizo en el plenario de presidentes, según contaron a Página12 funcionarios que estuvieron en el recinto en el que no se permitió el ingreso a la prensa.

“Cristina insistió mucho en mantener a rajatabla la defensa de los derechos humanos e investigar hasta las últimas consecuencias esos crímenes. Que además se dieron en el marco de una enorme discriminación racial, para que no queden impunes”, dijo a este diario un funcionario argentino. La propuesta inmediatamente fue apoyada por el par de Uruguay, Tabaré Vázquez, quien señaló que suscribía en todo lo que había dicho Cristina y pidió que se incluyera el pedido en el documento de la cumbre. La reunión fue tan cerrada que cada presidente estaba acompañado por una mínima comitiva. Junto a CFK sólo estaban el canciller Jorge Taiana, el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, el embajador argentino en Chile, Ginés González García, y el embajador argentino en Bolivia Horacio Macedo.

La cumbre comenzó con un largo documental de cinco capítulos que aportó Morales –al que denominó “golpe civil y prefectural”– con imágenes de los canales de la televisión privada boliviana (en general opositores al oficialismo), donde aparecían los prefectos rebeldes haciendo descalificadoras declaraciones y se veían fuertes imágenes de violencia hacia los seguidores de Morales.

El film causó una gran impresión en todos los presidentes y algunos hasta consideran que marcó en buena medida el rumbo de la cumbre. Su extensión, sumado al mucho más largo discurso del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, consumieron buena parte de la cumbre en la que hablaron los nueve presidentes presentes.

El primero fue Morales, que expuso detalladamente lo que considera un indudable intento de golpe de Estado. Hubo consenso entre los presidentes en remitirse a tratar de hacer lo que les demandara el presidente boliviano sin ir más allá, tratando de hacer equilibrio entre el fuerte apoyo al gobierno democrático y la no injerencia en asuntos internos de Bolivia. El abanderado de esta posición fue el presidente de Brasil, Luis Inácio Lula Da Silva, pero tuvo amplio eco en casi todos los demás.

Cuando terminó de hablar Morales, Lula le preguntó si pensaba hacer prevalecer el diálogo o la fuerza y en la misma pregunta le aconsejo priorizar el diálogo sin abandonar la fuerza.

Durante muchas horas sólo circuló agua mineral, dos rondas de café y platos con galletitas que a medida que pasaba el tiempo terminaron siendo muy disputadas por lo ya famélicos presidentes. De hecho, en un momento CFK pasó frente a la cocina presidencial, saludó a los mozos y los cocineros y se llevó de regalo un sándwich de pavita, trofeo preciado a las diez de la noche. Fue cuando regresaban de una recorrida por el sector de la oficina en la que murió Salvador Allende, en la que la anfitriona, Michelle Bachelet hizo de guía.

Hubo más amabilidad que enojos en la cumbre, aunque no faltaron algunos cruces y disidencias. Una de ellas fue sobre la intención de Chávez de incluir un párrafo crítico al rol de Estados Unidos en la crisis boliviana. Para la sorpresa de algunos, el primero en desaconsejar eso fue el presidente de Ecuador, Rafael Correa. Le siguió Lula, que pidió que la declaración se circunscribiera a lo que podía aportar la Unasur para la solución del conflicto. En la misma línea se anotaron casi todos los demás presidentes que hablaron. Incluso Morales, tampoco acompañó al venezolano.

La otra diferencia fue sobre una propuesta de la anfitriona y presidenta pro-témpore de la Unasur, Michelle Bachelet, de darle participación en el documento a la OEA, cuyo presidente, su compatriota José Miguel Insulza, estaba presente en la cumbre. En este caso, también Lula tomó la iniciativa para oponerse y lo siguió con entusiasmo Chávez, quien con su lengua picante dijo que “todavía estoy esperando el pronunciamiento de la OEA sobre el golpe de Estado que me dieron en 2002”. Chávez cruzó algunas ironías más con Insulza y también fueron y vinieron algunos chistes sarcásticos entre el venezolano y el presidente de Colombia, Alvaro Uribe. De todas maneras tuvieron la suficiente gracia para despertar más sonrisas que incomodidad entre los otros presidentes.

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