quinta-feira, 14 de agosto de 2008

Gutiérrez Vega: "el germen humano e ideológico que sembró Allende permanece intacto en buena parte de América Latina"

Armando G. Tejeda
La Jornada


La cultura y la conspiración mediática durante el gobierno de Allende (3 de noviembre 1970-11 de septiembre 1973) fueron los asuntos que se abordaron en el tercer día del seminario El pensamiento vivo de Allende: actualidad y perspectiva, que se llevó a cabo en El Escorial, en Madrid, auspiciado por la Universidad Complutense y La Jornada.

El gobierno republicano y socialista de Salvador Allende afrontó dos hechos contradictorios: por un lado se respetaba y alentaba la libertad de expresión, la creación artística e intelectual y la propagación masiva de la educación, por el otro, desde las catacumbas semiclandestinas de la oligarquía empresarial se cocinaba a “fuego lento” un golpe de Estado que tuvo entre sus ejes esenciales a los medios de comunicación masiva.

Hugo Gutiérrez Vega, poeta, intelectual y fundador del diario La Jornada, ofreció una conferencia sentida y emotiva sobre las repercusiones de Allende en la cultura de Latinoamérica de su época, pero también de la actualidad, ya que –sostuvo– su germen ideológico y humano permanece intacto en buena parte del continente.

“Sabía Allende que, como afirmaba Marx, la cultura académica, popular y artística son una dimensión esencial de lo humano. Por esta razón su gobierno creó casas editoras, abarató el precio de los libros, dio un gran impulso a la cinematografía, el teatro y la música florecieron en las universidades y en las casas de cultura, se formaron pequeñas bibliotecas escolares y municipales, y, sobre todo, se difundió la cultura en un ambiente de libertad, de creación, de apoyo a las minorías y de respeto al punto de vista de la oposición.

“Es necesario recordar que el gobierno de Allende jamás practicó la censura y fue siempre respetuoso de las libertades de prensa y de expresión”, señaló.

Gutiérrez Vega destacó el histórico discurso de Allende en la ciudad mexicana de Guadalajara, al recordar cómo el presidente chileno se nutrió de la historia mexicana para iniciar el proceso de nacionalización de los recursos naturales.

“Allende llama a Juárez el hombre de la independencia mexicana, proyectado en el ámbito continental y reconoce la gran importancia de su lucha contra la intervención extranjera y su defensa a ultranza del orden constitucional. Otra figura que recuerda en su inolvidable discurso fue la del presidente Cárdenas. Recuerda que México fue el primer país de Latinoamérica que en 1938, a través de la acción de un hombre preclaro de esta tierra, nacionaliza el petróleo.

“Por eso lamento nuestra situación actual en la que el gobierno de la derecha mexicana está intentando dar marcha atrás en materia petrolera por medio de un chapucero proyecto de privatización de algunas actividades relacionadas con la explotación de nuestro principal recurso natural. Las trasnacionales, entre ellas Repsol, afilan ya las uñas para dividir las tajadas del pastel”, dijo el intelectual.

La periodista de La Jornada Blanche Petrich expuso la labor de los medios en los años previos al golpe de Estado de Augusto Pinochet, en los cuales fueron teledirigidos por una estrategia concebida desde las altas esferas de la CIA y las elites empresariales chilenas.

Subrayó uno de los momentos más estremecedores de la asonada. “Cuando sobrevino el golpe del 11 de septiembre, el bombardeo a las radioemisoras del Estado son el primer saludo de Pinochet a la libertad de expresión”, recordó.

El escritor italiano Antonio Tabucchi, que esta semana es protagonista de un homenaje a su obra en El Escorial, se sumó al homenaje a Allende: “Aquellos años los recuerdo con un gran sentimiento de desesperación y de traición de las democracias de Occidente, en las cuales yo tenía una gran esperanza. Porque yo soy un demócrata y creo en la democracia. Pero cuando vi que era la propia democracia la que apuñalaba a otra democracia me dio un dolor profundo. Por eso me gustaría que ahora estas democracias, que perpetraron el asesinato de la democracia chilena, lo reconocieran y ofrecieran perdón y disculpas. Pero creo que son demasiado arrogantes y orgullosas para hacerlo”.

En cuanto a la figura de Allende, el autor de Sostiene Pereira afirmó: “Fue un utopista. Un dislocado de la historia. Y a mí me gustan las personas que están fuera de su tiempo porque están más avanzadas a su época. Están al frente del tiempo. Él quería, en un momento que objetivamente era muy difícil hacer en América Latina, una transformación. Era un hombre adelantado a su tiempo y eso no se lo perdonan a nadie”.

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